Superada la crisis existencial que tantos artistas sufrieron durante el confinamiento, Rou Reynolds tomó las riendas para crear el séptimo álbum de Enter Shikari con fuerzas renovadas. A Kiss For The World es un canto a la esperanza cuando más la necesitamos.
Todavía recuerdo la primera vez que entrevisté a Rou Reynolds por primera vez hace 15 años. La banda de St. Albarns acaba de publicar su primer disco Take To The Skies y actuaban en la sala Razzmatazz 3 de Barcelona con el aura de ser una de las nuevas promesas del rock alternativo británico. Ya entonces me llamó mucho la atención lo tímido que era el cantante, sobre todo en comparación con la exuberancia juvenil que desprendía el batería Chris Batten y, en menor medida, el guitarrista Rory Clewlow; el bajista Chris Batten simplemente parecía que pasaba por ahí.
Con el tiempo, Reynolds ha ido ganando confianza, locuacidad, y ha impuesto su visión artística ejerciendo de productor de sus discos, pero en el fondo sigue conservando cierta modestia, posiblemente fruto de la inseguridad, que le hace entrañable. Por mucho que Enter Shikari se hayan convertido en una banda que llena arenas en Reino Unido, y puede girar por todo el mundo, es como si una parte de él siguiera pensando que cualquier día todo eso puede desaparecer. Y la pandemia no hizo más que reforzar esa idea. Quizá por eso, A Kiss For The World (Ambush Reality/So Recordings), con su mezcla de rock, electrónica, pop y grandiosidad orquestal, transmite la jovialidad de si fuera un primer disco. Porque ni él, ni nadie, sabe si podría ser el último.
Por lo que he leído, estuviste mucho tiempo sin componer nada. ¿En qué momento recuperaste la inspiración para empezar a crear A Kiss For The World?
ROU REYNOLDS «Durante los primeros seis meses de la pandemia, perdí totalmente la motivación. El disco anterior (Nothing Is True & Everything Is Possible), salió un mes después de que empezara el confinamiento, y me sentía totalmente perdido. El grupo literalmente dejó de exisitir porque no podíamos tocar, ni hacer nada. No me sentía inspirado porque no sabía ni siquiera si podríamos hacer otro disco de Enter Shikari nunca más. Era aterrador. Por suerte, la situación fue mejorando y en junio de 2021 pudimos volver a subirnos a un escenario en el Download Pilot, y aunque no fue como si al día siguiente me pusiera a escribir como un loco, como mínimo recuperé la chispa para hacerlo».
No sé por qué, pero el disco me ha sonado más como si fuera tu disco en solitario que uno de la banda.
«No creo que hiciéramos nada distinto a otras veces. Pero yo soy el compositor y el productor, así que mayoritariamente es mi visión. Normalmente yo escribo el esqueleto de los temas, y luego lo completamos con el grupo. A veces, un tema no les dice nada, pero si a mí me gusta mucho, les acabo contagiando mi entusiasmo. A mí sí me suena a disco de banda. De hecho, Chris ha vuelto a grabar bastantes voces, cosa que no había ocurrido en los últimos diez años porque tenía muchos problemas con sus cuerdas vocales».
«Que una banda punk cobre 200 libras por regalar un póster y que alguien asista a una prueba de sonido, me da asco. Es moralmente inaceptable» ROU REYNOLDS
¿Cómo sonaría tu disco en solitario?
«Llevo muchísimo tiempo, como doce años, queriendo hacer uno. Empecé a grabar cosas con bases de percusión y acústicas que me gustan mucho. Tengo como ocho temas que me gustaría sacar algún día, aunque antes debería grabarlos profesionalmente. Es cuestión de encontrar el tiempo».
Cada vez te veo más como una especie de Damon Albarn dentro de la escena alternativa. Alguien muy abierto musicalmente, que podría colaborar con cualquiera, y una sensibilidad pop cada vez más afinada.
«¡Muchas gracias! La realidad es que durante muchos años me daba miedo colaborar con otra gente. Siempre escribía solo, pero en los últimos cinco años he empezado a componer con otros artistas, a hacer colaboraciones, y es algo que me encanta. A veces me cuesta abrirme a los demás porque padezco ansiedad social, así que me lleva un tiempo sentirme cómodo con otra gente. Antes de la pandemia participé en un taller de música pop, y me sirvió para ser capaz de componer sin sentirme tan apegado a lo que hacía. En el pop es necesario porque solo eres parte de una maquinaria mucho mayor. Fue interesante. Ahora tengo más experiencia y más confianza, y me resulta más fácil adoptar distintos roles. Antes era mucho más intenso e inflexible cuando componía algo».
¿Cuándo compones algo a lo que no estás emocionalmente ligado lo sigues considerando arte o es otra cosa?
«Es una gran pregunta. Depende. Hay días en los que estado componiendo con un artista pop que acabo de conocer, o con otros compositores para un artista pop, y no me sentía muy satisfecho. Para mí la base de la música es la comunicación. Comunicas una idea, una emoción, una experiencia, un punto de vista, a quien quiera escucharte. Si no he sentido eso, entonces no me llena tanto. Si la música de Enter Shikari siempre ha sido tan abierta es porque me aburro fácilmente, no me gusta repetirme. Por eso hacer música con el grupo sigue siendo lo que más me motiva. El pop es más un producto inspirado por el capitalismo. Tiene que encajar en un molde, tiene que ser inmediato, y ahí la integridad artística se pone en peligro. ¿Sigue siendo arte? No lo sé, podríamos estar debatiéndolo todo el día (risas)«.
Siempre te has mostrado abierto en aplicar la tecnología a la música. ¿Crees que en cinco años gracias a la IA cualquiera podrá escribir un tema de Enter Shikari sin que se note la diferencia?
«Lo que hará la IA es coger pedazos de información y crear algo en base a eso. Pero Enter Shikari siempre estamos cambiando, evolucionando, añadiendo instrumentos, nuevas emociones, así que, incluso ahora, lo que podría hacer la IA es crear algo que sonara como una cara B de Enter Shikari de hace cinco años. Creo que la inspiración humana todavía no puede ser replicada… Todavía (risas)«.
Durante mucho tiempo los humanos nos hemos aprovechado de las máquinas, así que igual en el futuro su venganza será aprovecharse de nosotros.
«(Risas) Puede ser, pero seguro que al final de la cadena habrá un humano ganando pasta con todo esto».
Tus letras siempre han tratado sobre temas importantes, que nos afectan a todos a un nivel sistémico. ¿Se te hace duro seguir hablando sobre aspectos sociales que por desgracia siguen sin ir a mejor?
«Desde luego. Ahora es casi un requisito tener una vía de escape para mantener tu salud mental, porque allá donde mires hay una crisis. Sea el que sea en el sector en el que trabajes, o en el parámetro en el que te fijes, la sanidad pública, el medio ambiente, el agua, la comida… todo está en crisis. La trayectoria en la que estamos no es buena, así que se me hace muy difícil escribir letras. No quiero que seamos un grupo que lo pinta todo negro, quiero que Enter Shikari siempre tenga un punto de esperanza. El día que perdamos la esperanza, perdemos la posibilidad de progresar. Necesitas la posibilidad de cambiar para estar motivado para seguir adelante. Muchos de los problemas que tenemos hoy en día, yo ya escribía sobre ellos hace diez años. Pero al igual que con la música, me gusta escribir de cosas muy distintas. ‘Redshift’ hablaba sobre los avances de la cosmología en el siglo XX, y ‘Anaesthetist’ hablaba de cómo el capitalismo afecta la sanidad pública, y también hablo de experiencias personales, lo cual siempre da buen material (risas)«.
Siendo tan crítico con el capitalismo, ¿en qué momento de vuestra carrera te has sentido más incómodo de formar parte de la industria musical?
«Muchas veces. Lo primero que me viene a la cabeza es la cada vez mayor aceptación de que es correcto que los fans paguen por conocer a los artistas. Especialmente en la escena alternativa. En el mundo de las celebrities es algo habitual, pero me repugna que eso ocurra en nuestra escena. Que una banda punk cobre 200 libras por regalar un póster y que alguien asista a una prueba de sonido, me da asco. Es moralmente inaceptable. Incluso desde una perspectiva capitalista para mí no es aceptable. Es cobrar simplemente por tu presencia. Me parece un concepto medieval. Es muy frustrante que esté ocurriendo de manera cada vez más frecuente».
¿Cuánto tiempo te costó acostumbrarte a que la gente te reconozca?
«Por suerte estamos en un nivel en el que podemos vivir de la música, pero no soy tan famoso como para no poder andar por la calle».
Ya, pero si vas a un festival o a un concierto me imagino sí.
«Sí, es raro. Supongo que por eso tengo ansiedad social. El grupo se hizo bastante grande cuando todavía era muy joven, y quizá mi cerebro todavía se estaba desarrollando. Desarrollé una especie de paranoia porque siempre estaba pensando si la gente me reconocía o no. Pero por suerte, ahora no me ocurre tanto. Si voy a un concierto intento ponerme al final de la sala, o ir al backstage, si conozco al grupo. A veces estoy más sociable y hablo con cualquiera, pero siempre es molesto cuando ves que todo el mundo te mira y nadie dice nada».
JORDI MEYA