En unos días, Flogging Molly regresan a nuestro país después de 10 años de espera. Y su guitarrista Dennis Casey no podría estar más contento.

Quien haya visto al septeto liderado por Dave King encima de un escenario sabe que la fiesta está asegurada. Sus tonadillas de aires irlandeses, pero tocadas con la energía del punk y su entrega siempre son garantía de una gran noche. Pero cabe remarcar que Flogging Molly no son sólo capaces de facturar himnos cerveceros, sino que en sus tres últimos discos, se han abierto a incorporar otros sonidos más cercanos al pop o al rock y buscar registros más maduros. Su último trabajo Life Is Good (Spinefarm), publicado en junio de 2017, da fe de ello.

Aunque obviamente The Pogues estuvieron antes que ellos, es indudable que Flogging Molly fueron definitivos para abrir las puertas a que formaciones como Dropkick Murphys o The Real McKenzies llegaran a más público.

Os recordamos que si queréis cazar a Flogging Molly estarán el 24 de enero en Barcelona (Razzmatazz 2), 25 en Madrid (But) y el 26 en Bilbao (Santana 27).

Lleváis muchos años sin venir a España. ¿Qué recuerdo guardas de nuestro país?
DENNIS CASEY “Está lleno de gente guapa y nuestros fans allí son muy apasionados. Tenéis un país lleno de una historia y una arquitectura increíbles”.

Vuestro último disco Life Is Good apareció en 2017 después de un periodo de cambios internos. ¿Están las cosas más tranquilas ahora?
“Sí, las cosas están más estables y todo se está desarrollando con suavidad. Supongo que es parte del proceso, la música te hace seguir adelante. Es lo que te empuja y acaba uniéndolo todo como un pegamento”.

El disco salió después de 6 años de silencio. ¿Tienes la sensación que habéis seguido allá donde lo dejasteis o habéis tenido que esforzaros más para reintroduciros de nuevo en escena?
“Creo que es un nuevo capítulo del libro que estamos escribiendo. No nos esforzamos más, simplemente hicimos lo que hacemos. Creo que nuestros discos son un documento de dónde estamos en ese momento: quiénes somos, qué hacemos y qué queremos decir”.

Grabasteis este disco en Irlanda, como ya habías hecho con Float en 2008. ¿Es especial para vosotros ir allí?
“Desde luego. Cuando grabamos Float fue un periodo muy productivo y divertido, así que decidimos volver. El estudio está en un lugar hermoso y remoto, rodeado de granjas. Es inspirador. Esta vez hicimos una excursión a Uisneach, que en la mitología irlandesa se considera el centro simbólico de la tierra. ¡Misticismo celta! Hay muchos monumentos e historia. Cosas así pueden ser muy inspiradoras”.

Aunque sois conocidos por esas influencias celtas, desde Float empezasteis a añadir nuevos sabores a vuestro sonido. ¿Crees que ese aspecto de vuestra música suele pasarse por alto?
“Sí, estoy de acuerdo. Creo que seguimos empujándonos a expandir nuestro sonido e influencias. Pero al mismo tiempo, siempre es Flogging Molly. Nos sale de manera muy orgánica. Somos muchos en el grupo y eso significa muchas influencias distintas. Pero mezclarlo todo es lo que lo hace divertido”.

En directo siempre tenéis mucha energía. ¿Crees que os viene por haber escenario tantas veces con grupos de punk rock? ¿Y se hace más difícil a medida que os hacéis mayores?
“Esa energía ha estado ahí desde la primera nota que tocamos juntos y permanecerá hasta el final. Es un fuego que no puedes apagar. No importa con quién toquemos. Es la pasión que compartimos por la música y las canciones que Dave escribe. Y no, nos cuesta más ahora. Aunque el café y el whisky ayudan (risas)”.

Desde 2015 tenéis vuestro propio crucero por el Caribe, Salty Dog Cruise. ¿De quién fue la idea empezarlo?
“Bueno, son unos cuantos días y noches en un barco con muy buena música. Al principio yo era bastante escéptico, pero cuando me subí a bordo y me encontré con algunas personas de Bélgica, todo cambió. Es una de las cosas más divertidas que he hecho en mi vida. Y se ha convertido en algo muy especial y con vida propia. Tenemos mucha suerte de tener unos fans tan increíbles. Ellos son los que hacen que sea una experiencia única. Todo el mundo está de muy buen rollo. Y los grupos tocan en todas partes, algunos incluso en tu camarote. Recuerdo a Frank Turner tocando al lado de un jacuzzi. Se sentó ahí y empezó a tocar para la gente que estaba ahí”.

Vaya, eso suena muy bien (risas). Desde empezar a tocar en el pub Molly Malone en Los Angeles hasta tener vuestro propio crucero, ¿cuál dirías que ha sido el mayor factor para conseguirlo?
“Dar siempre los mejores conciertos que podemos y conectar con la gente a un nivel bastante profundo. Como te he dicho, tenemos la suerte de tener unos fans maravillosos. Nos apoyamos los unos a los otros y seguimos creciendo. Y al final, ¿quién no quiere pasarlo bien?”.

¿Qué planes tenéis después de estar gira?
“Vamos a seguir girando, luego el crucero, grabar más discos y pensar nuevas ideas para seguir compartiendo esta experiencia llamada Flogging Molly”.

MARC LÓPEZ