El cantautor inglés Frank Turner vuelve a nuestro país después de varios años sin pisarlo. Lo hará en formato acústico, sin su banda, pero cargado de las grandes canciones que ha acumulado durante su carrera.
Frank Turner adquirió desde sus inicios como artista en solitario, después de haber pasado por la banda de post hardcore Million Dead, el buen hábito de contabilizar todos sus conciertos. Este año ya ha sobrepasado los 1700 de largo, y muy pronto podrá añadir un par más.
Mañana miércoles 4 de octubre actuará en la sala Nazca de Madrid, y el jueves 5, en la sala Wolf de Barcelona (Entradas aquí). Serán dos conciertos más íntimos de lo habitual, ya que vendrá solamente acompañado de Matt Nasir, teclista de su banda The Sleeping Souls y guitarrista de su proyecto hardcore Möngol Hörde.
Hace unas semanas, tuvimos la oportunidad de charlar con él sobre qué podemos esperar de estos bolos, su próximo d¡sco y por qué el punk rock le hace sentirse como en casa.
En estas fechas vas a visitarnos en formato dúo acústico. ¿Fue una decisión artística o más logística?
FRANK TURNER «Ha sido por una cuestión más logística. Desde la pandemia todo el mundo de la música ha cambiado, y creo que todavía se está acabando de ajustar. Intento tener una visión más general de lo que son mis giras, y me di cuenta que hacía mucho tiempo que no iba a España. Ir con la banda al completo, iba a ser complicado, así que decidí ir yo con Matt (Nassir). De todos modos, va a ser un show completo, e igualmente tengo toda la intención de poder volver con el grupo en algún momento del año que viene».
Para ti tocar en acústico no es algo nuevo, fue como empezaste. ¿Te sientes diferentes en el escenario? ¿Te da la oportunidad de vivir los temas de una manera distinta?
«Sí, es algo con lo que disfruto. Cuando tocas con la banda tienes que estar pendiente de muchas cosas, en cambio solo, o en dúo, puedes centrarte más en el sentimiento de los temas. Y también es más fácil improvisar. Con el grupo, normalmente escribo el setlist y me ciño a él, pero cuando toco solo, si me apetece cambiar algo en el momento, lo hago».
¿Crees que tu directo ha sido el factor más importante a la hora de construir tu carrera, incluso por encima de los discos?
«Es muy posible. Creo que mi directo ha hecho que me haya ganado tanto el respeto del público como de las bandas con las que hemos tocado. Todo eso es importante a la hora de establecerte como artista. Y supongo que mis canciones tampoco están del todo mal (risas)«.
¿Tienes la sensación que en Estados Unidos por fin también te han empezado a apreciar? ¿Crees que girar con bandas como Dropkick Murphys o The Interrupters ha tenido mucho que ver?
«Lo primero que me gustaría decir es que creo que es importante para mí no emplear demasiado tiempo en pensar cuál es mi atractivo para un público determinado. Si lo haces, te acabas volviendo en un departamento de marketing y eso hace que tu música se vuelva una mierda. Creo que un compositor no debe pensar en esas cosas. Dicho esto, siempre he intentado que mi público creciera, tocar para gente nueva… Y es extraño porque durante los años de la pandemia mi público ha crecido. Quizá tenga que ver con que musicalmente he cerrado el círculo en cierta manera».
¿En qué sentido?
«No quiero sonar pretencioso, pero es como que he vuelto al punk. Yo crecí yendo cada sábado noche a ver conciertos de punk. Durante los 90 vi cada banda de punk ocho veces. Toqué en una banda de pop punk horrible siendo adolescente, está en mi ADN. Pero luego, con mi carrera en solitario jugué con el folk, con el indie rock, incluso con el pop… y estoy orgullos de ello, pero con el disco FTHC, me di cuenta que me apetecía tocar punk rock. Me siento como en casa haciendo esa música, tocando para ese público. Y creo que también fue importante hacer el disco compartido con NoFx. Fat Mike y yo llevamos siendo amigos desde hace años, y en 2019 hicimos algunos conciertos juntos en Europa y me lo propuso. Creo que ese disco me di cierta credibilidad ante gente que no sabía nada de mí. Este verano hemos tocado casi exclusivamente en festivales de punk rock y nos hemos sentido muy a gusto. Ahora estamos grabando el nuevo disco con la banda en un cobertizo en el jardín de mi casa. Y es un disco de punk rock. Supongo que lo quiero decir es que he encontrado mi sitio».
¿Qué más puedes contarme del nuevo disco?
«Es una puta maravilla (risas). Estoy muy orgulloso de FTHC, pero en perspectiva lo veo como un disco de transición. En parte porque he tenido la misma banda desde siempre, pero en 2020 se fue el batería, y grabamos ese disco con Ilan Rubin de Nine Inch Nails a la batería. ¡Y no le he visto nunca! Lo hicimos todo a través de internet, a distancia. En cambio, ahora tenemos a Callum y es una pasada. Es como que la pandemia ya ha quedado atrás, y podemos trabajar todos juntos. El nuevo disco transmite esa diversión y energía de una banda tocando. Pero bueno, nunca puedes estar seguro de si tu próximo disco va a gustar o no».
Aunque decías que has tocado básicamente en festivales de punk rock, estuviste abriendo para Bruce Springsteen en sus conciertos en Londres. ¿Cómo lo viviste?
«Fue una locura. Soy muy fan de Springsteen, tengo un tatuaje suyo en el estómago. Por eso no me quité la camiseta en ningún momento, no quería que se asustase (risas). Aunque el backstage estaba super dividido, y no llegamos ni a verle, fue un gran honor que nos pidieran tocar ahí. Había 65.000 personas y creo que dimos un buen concierto. Intentamos adaptar un poco el repertorio, y aún así parte del público no acaba de entender lo que hacemos. El ambiente era muy corporativo, y una parte de mí quería prenderle fuego y grafitear las paredes, pero no lo hice por respeto. Al final fue como estar de vacaciones en un sitio donde lo pasas bien, pero no querrías vivir. Pero fue una buena exposición y creo que algunos fans sí que hicimos».
¿Te inspiró ver a un hombre de 73 años seguir tocando con tanta energía?
«Desde luego. Yo tengo 41, así que verle te da muchos ánimos. Llevo haciendo esto toda mi vida adulta, y a veces te preguntas hasta dónde podrás llegar. Pero igual que me inspira él, también lo hacen la cantidad de bandas jóvenes con las que nos cruzamos. Creo que hay una generación de bandas increíbles de punk rock que ni siquiera habían nacido cuando yo empecé a girar. Y cuando hablo con ellos, su ilusión, también me motiva. Me resulta super curioso hablar con ellos sobre cuando empecé a girar en 1998, cuando teníamos GPS ni nada. Íbamos con mapas en la furgoneta, y si no encontrabas el local, el consejo era buscar a a alguien con una chaqueta de cuero y preguntarle. Lo hicimos en Leeds ¡y funcionó! Cuando explicas estas batallitas a los jóvenes, se quedan con los ojos como platos (risas)«.
«Es llamativo que esta sea una profesión en la que el alcohol está más a tu alcance que la comida» FRANK TURNER
Antes decías que nunca sabes si tu próximo disco va a gustar o no. ¿Crees que vas a tener que vivir para siempre con esa incertidumbre?
«Creo que esa inseguridad ya forma parte de mí. No es inseguridad, pero sí un cierto escepticismo. Creo que es una actitud sana para un artista. Hay algunos que se creen los putos amos, y también está bien, pero cuando me siento a componer, prefiero pensar que tengo que hacerlo mejor que la última vez. Un consejo que doy a los grupos jóvenes es que tomen notas. Y con eso quiero decir que, por ejemplo, cuando giré por primera vez con Dropkick Murphys en 2012 por Estados Unidos, vi su show cada puto día para aprender por qué eran tan buenos. Creo que esa es la mejor actitud que puedes tener para mejorar».
Supongo que una cosa buena buena de tu carrera es que nunca has tenido un super éxito con un disco que haya eclipsado al resto, sino que tu crecimiento ha sido muy progresivo. ¿Es algo que valores ahora, pero quizá en el momento te haya dado rabia?
«No, estoy contento. Mi disco más popular es Tape Deck Heart, y varias de sus canciones estarán en mi repertorio durante mucho tiempo, pero era mi quinto disco ¿sabes? Nunca lo he petado, y hay una parte de mí que le gustaría, pero… ¿conoces el grupo Bastille?».
Sí.
«Pues su cantante Dan es un viejo amigo. Tocamos juntos durante mucho tiempo en pubs, y en un año pasó de tocar ahí a hacerlo en pabellones. Y sinceramente pienso que eso le trastocó negativamente. Ahora está bien, y es un tío muy guay, pero le costó unos años gestionar todo eso. Yo me veo más en la línea de un Elvis Costello, unos NoFx o un Nick Cave. No son artistas conocidos por un solo disco o una sola canción. A largo plazo, creo que es mejor».
De todos modos, tú también has tenido tus propios años oscuros. Has hablado bastante abiertamente de tu adicción a las drogas. ¿Le echas la culpa al estilo de vida del rock’n’roll o es algo más profundo?
«He pagado mucha pasta a mi terapeuta para averiguarlo. Desde luego esta vida no ayuda. Es llamativo que esta sea una profesión en la que el alcohol está más a tu alcance que la comida. Si te lo bebes todo, alguien te va a traer más. Y si quieres algo más fuerte que el alcohol, también es muy fácil de conseguir. Y si te ganas la reputación de que ese es tu rollo, entonces te ofrecerán droga antes de pedirla. Pero por suerte, la gente que tengo cerca, mis hermanas, mi banda, mi equipo siempre me echaban la bronca cuando me pasaba. Eso me ayudó mucho. Diría que tengo una personalidad adictiva, y mi infancia no fue precisamente feliz. Supongo que todo influye. En Londres corre un montón de cocaína y si tienes una banda es fácil que llegues a ella».
Bueno, también hay mucha cocaína en el mundo de las finanzas.
«Desde luego, está presente en muchos ambientes. Pero solía ir a un bar en Camden que parecía que estuviera construido con cocaína. ¡Dios! Por suerte, ya nunca voy».
Ya no nos queda más tiempo. ¿Algo más que quieras decir a tus fans?
«Solo que me sabe mal no haber tocado en España durante tanto tiempo. Voy a intentar refrescar mi español antes de los conciertos, pero no puedo prometer nada (risas). Ya veremos… Hasta igual me atrevo a cantar un tema en español. Todavía nos quedan algunos ensayos por delante».
JORDI MEYA