Nunca se fue, pero la vuelta de The Afghan Whigs ha servido para reivindicar (si es que fuera necesario), la figura de Greg Dulli. El líder de una de las formaciones más especiales de los 90 entrega ahora su primera referencia en solitario. Una excelente excusa para sentarnos a hablar con él.

En ocasiones, las circunstancias que se dan en cada momento vital suelen ser caprichosas. Pensad en la cantidad de giros del destino que pueden haber sufrido nuestras vidas por mera casualidad. Aunque quizás no de una manera tan trascendental como pudiera parecer, es así como Greg Dulli se ha encontrado con que, en lugar de componer un nuevo álbum de The Afghan Whigs tras el notable regreso al ruedo que significaron Do To The Beast e In Spades, ha acabado haciendo lo propio con su debut como artista en solitario en más de tres décadas de carrera profesional.

Un feliz accidente que, tal y como nos explica el propio Dulli durante su visita promocional a Madrid a comienzos del pasado diciembre, tenía su idea inicial en trabajar nuevo material para la banda. Pero al encontrarse todos los miembros de los Whigs indispuestos por distintos motivos, se animó a convertirlo en Random Desire (Royal Cream/BMG), su primera aventura bajo su propia firma. Escuchándolo con detenimiento, es inevitable pensar en la formación que le hizo uno de los nombres más destacados dentro del mundillo alternativo de los 90 gracias a discos como Gentlemen y Black Love. Aunque esta vez el enfoque es algo más sofisticado que de costumbre.

Durante la conversación que mantenemos en las oficinas de su discográfica, Greg explica detalladamente los pormenores de su nueva criatura, además de comentar abiertamente otras cuestiones. A pesar de que confiesa no haber pegado ojo durante la noche anterior y llevar más de 35 horas despierto (su mánager tuvo que coger un vuelo de vuelta a Estados Unidos esa misma madrugada por motivos familiares casi nada más aterrizar en la capital el día anterior), no muestra signos de cansancio. Al contrario, se descubre como un interlocutor atento, sincero y agradecido. Un verdadero caballero de los que ya quedan menos.

He estado investigando un poco y he descubierto que ya en 2006 salió un disco bajo tu nombre titulado Amber Headlights. ¿Me podrías aclarar qué es exactamente?
GREG DULLI “En realidad Amber Headlights eran descartes de otro disco de The Twilight Singers, Blackberry Belle. Salió tres años después de aquel álbum, así que realmente no lo considero como un disco en solitario”.

OK. En ese caso, efectivamente, Random Desire supone tu debut con tu propio nombre. ¿Por qué has decidido sacarlo así en lugar de publicarlo como otro de tus proyectos?
“Bueno, en primer lugar ya había hecho actuaciones en solitario. Pero la razón por la que he hecho este álbum es porque en The Afghan Whigs todos estaban ocupados. Patrick Keeler, el batería, estaba en The Raconteurs. Grabaron un disco y salieron de gira. John Curley, el bajista, regresó a la universidad. Jon Skibic, el guitarra, tuvo un bebé con su esposa. Rick Nelson, el teclista, estaba construyendo un nuevo estudio de grabación en Nueva Orleáns. Así que todos estaban liados, menos yo (risas), por lo que decidí hacer algo por mi cuenta para estar también ocupado”.

Escuchando Random Desire, se nota que lleva tu sello. Aunque en general es un trabajado más sosegado, sin ser tan rockero, creo que muchas de estas canciones podrían estar sin problemas en cualquiera de los trabajos de The Afghan Whigs en esta última etapa. ¿Qué dirías que lo hace distinto a los anteriores que has grabado a lo largo de tu carrera?
“La diferencia es que aquí he tocado todos los instrumentos. Yo soy la banda (risas)”.

¿Y crees que has podido hacerlo mejor que los otros?
“Por supuesto que no (risas). Sé tocar la batería, pero no soy batería. Así que escribí canciones en las que sí era capaz de tocar lo que había compuesto. Cuando había algo que no sabía hacer, llamaba a mi amigo Jon Theodore, de Queens Of The Stone Age, quién sí es un increíble batería, mucho mejor que yo, desde luego. Pero la mayoría lo he grabado yo. El 80% de lo que escuchas en el álbum es mío”.

¿Intentaste darle un nuevo enfoque musicalmente a las canciones o fue muy parecido a lo que sueles hacer con los Whigs o The Twilight Singers?
“Bueno, dímelo tú (risas). En Afghan Whigs hay dos guitarras eléctricas. En Random Desire sólo vas a encontrar una canción con guitarra eléctrica en todo el disco. Dos como mucho. Sí es verdad que es un álbum mucho más diverso. No voy a decirte que he reinventado la rueda y que he hecho un disco reggae o algo así (risas). Al final estaba grabando pero no tenía un grupo, así que intenté mantenerlo lo más simple posible. Y le puse mi nombre. Me encanta (risas)”.

También he notado que hay momentos en los que cantas de un modo diferente. Usas tonos más graves, como en ‘Lockless’.
“Sí, uso ese registro en ‘Lockless’ y en algún tema más. Básicamente, es la misma voz con la que Bob Dylan canta ‘Lay Lady Lay’ (risas)”.

¿De dónde viene el título Random Desire?
“Trata sobre la selección aleatoria. Lo único que preferí cambiarlo por la palabra ‘deseo’ porque pensé que quedaba mejor así (risas). Pero para ser más claro, el título es una referencia a la elección de hacer mi disco en solitario, lo cual fue de algún modo un deseo aleatorio. Algo que surgió por azares del destino”.

Siempre te has caracterizado por ser alguien cuyas letras giran sobre las relaciones de pareja: primeros amores, matrimonios, infidelidades… ¿Cuánto hay de ficción y de tus propias experiencias en lo que escribes?
“La verdad es que desde que hice Gentlemen ya no escribo de una manera autobiográfica. De eso hace ya mucho tiempo, 25 años atrás. Eso ocurrió cuando sufrí mi primera ruptura realmente seria. Creo que ahora uso más mi imaginación. A día de hoy suelo escribir más en términos abstractos. Por supuesto hay algo mío en todas las canciones, porque son mías. Pero siempre he dicho esto: no hay nadie tan interesante como para escribir sobre sí mismo. La gente suele fijarse mucho en estas cosas… Escuchas conversaciones, alguien te cuenta una historia… Es como si un pájaro estuviese construyendo un nido. Hay piedras, clavos, plástico… Al final vas cogiendo lo que puedes para hacerlo tuyo”.

Debo confesarte una cosa: cuando era más joven y estaba en la universidad, escuchaba mucho Gentlemen y Black Love, especialmente los domingos por la mañana con una resaca espantosa después de haber estado de fiesta la noche anterior. Puede que fuese un tanto masoquista, pero de algún modo era bastante terapéutico. ¿Dirías que escribir ese tipo de temas te servían de alguna forma para lidiar con tus propios demonios?
“Como decía antes, el arte es una catarsis. Durante la época que compuse Gentlemen recuerdo estar muy confundido, sin saber qué estaba ocurriendo… Así que empecé a escribir sobre ello para intentar averiguarlo. Pero una vez que te das cuenta de que tener el corazón roto no va a acabar contigo, ya no necesitas volver a hacer algo así nunca más. Por eso Black Love es menos masoquista que Gentlemen para mí. Black Love realmente es una historia, probablemente el único disco conceptual que he hecho. Tenía un relato y lo conté de principio a fin. Fueron dos discos muy distintos. Después, quizás Blackberry Belle sí que fuese un poco autobiográfico. Pero tras eso, no hay mucho más. Me dedico a observar y escribir canciones usando mi talento”.

Cuando The Afghan Whigs aparecisteis en los 90 erais completamente distintos a lo que triunfaba en aquel entonces en la radio. A pesar de estar en Sub Pop, vuestra música poco tenía que ver con el grunge o el britpop. Incluso vuestra imagen era diferente. ¿Crees que eso es lo que os hizo especiales para tanta gente?
“¿Te refieres a nuestra ropa? (Risas) Siempre lo he visto de esta manera: uno de los grupos más famosos del mundo son The Rolling Stones. Y ellos ya vestían así antes de que yo naciera (risas). No es como si quisiésemos ser como ellos, pero a todos nosotros nos gustaba esa música. Recuerdo que cuando formamos el grupo solíamos tocar canciones de The Temptations, Marvin Gaye… Era divertido tocarlas con una guitarra eléctrica, con un sonido un poco más pesado y rápido, pero con muchísimo amor y respeto. Ése era el modo en el que nos comunicábamos entre nosotros. Cuando firmamos con Sub Pop, nuestro primer disco fue Up In It. Ahí sí que pienso que estábamos intentando encajar un poco. Hay un par de buenas canciones, pero no funcionó. En cambio, Congregation fue el siguiente, y ése es con el que empezamos a despegar. Ahí sí que comencé a sentir que estaba escribiendo canciones verdaderamente interesantes. Había temas lentos, influencias del country, hicimos una canción de Jesuschrist Superstar (se refiere a ‘The Temple’ –ndr.). Éramos raros para esa época, y eso mismo es lo que hizo que sonásemos genuinamente a nosotros. Creo que Congregation fue el momento en el que empezamos a hacer algo realmente propio”.

Como decíamos, vuestros primeros álbumes fueron editados por Sub Pop, a donde ahora habéis vuelto. ¿Sentíais algún tipo de cercanía con toda la escena de Seattle?
“Lo cierto es que no sabíamos mucho de todas esas bandas. El grupo del que me sentía más cercano era Tad. También The Fluid, que eran de Denver, muy buenos colegas. Me gustaban los grupos que tenía el sello por entonces, pero no llegué a conocerles realmente. Sí coincidí alguna vez con Kurt Cobain y Chris Cornell, pero nosotros éramos como unos outsiders. No encajábamos, ni siquiera vivíamos allí. Pero siempre que tocábamos en Seattle teníamos un público genial y le gustábamos a la gente. Y Sub Pop siempre nos trató con el mismo respeto que a todos los demás. Seguimos siendo amigos de toda esa gente a día de hoy”.

Otro de tus mejores amigos, Mark Lanegan, viene de allí. Con él hiciste un disco conjunto como The Gutter Twins en 2008. ¿Qué recuerdas de aquella experiencia?
“Acabar ese álbum, Saturnalia, nos llevó cinco años. Y fue porque teníamos otras cosas entre manos. Mark llegó a unirse a The Twilight Singers durante una temporada. Fue cuando hicimos la versión de ‘Live With Me’ de Massive Attack. Ahí es cuando se vino con nosotros. Estábamos de gira, él había dejado de cantar con Queens Of The Stone Age y estaba de vuelta en California. Escuché la canción de Massive Attack y quería tocarla. Pero entonces pensé que Mark podría hacerla mejor que yo, cantando juntos… Le llamé y le dije: ‘¿Quieres venir a Nueva Orleáns y cantar conmigo?’. Al final acabamos tocando también alguna de sus canciones y se quedó en el grupo durante un año (risas). Y ahí es cuando empezamos a planear el disco de The Gutter Twins”.

¿Habéis vuelto a hablar de colaborar juntos de nuevo?
“Sí, de hecho grabamos una canción el año pasado que aparecerá más tarde en 2020. Saldrá bajo mi nombre. Él será mi estrella invitada (risas)”.

Hablando de volver, me gustaría saber tu opinión sobre los regresos de muchas bandas míticas de los 90 que estamos viendo últimamente: Faith No More, The Black Crowes, Rage Against The Machine… Sé que es una pregunta comprometedora porque The Afghan Whigs también habéis hecho lo mismo, pero ¿no te aburre un poco tanta gira de reunión? Es como si la gente quisiera aferrarse eternamente al pasado.
(Hace el gesto del dinero con su mano – ndr.) No sé, deberías preguntarles a ellos. Si te dicen que no lo hacen por la pasta, están mintiendo”.

Precisamente, mientras estaba preparando el cuestionario, me encontré con una entrevista tuya de 2010, previa a la reunión de The Afghan Whigs, en la que decías que no volveríais, que sería como aceptar dinero para volver a quedar con una de tus ex. ¿Qué es lo que te hizo cambiar de opinión?
“Que alguien me pagó suficiente dinero como para querer volver con una de mis ex (risas). Y te estoy siendo totalmente honesto. Pero la diferencia entre esos grupos y el mío es que hicimos una gira de 70 conciertos y eso fue todo. Cuando decidimos continuar, fue con un nuevo álbum”.

Ése es el punto al que quería llegar. ¿Piensas que es algo que todos deberían hacer? Demostrar que todavía pueden seguir siendo válidos a día de hoy y no sólo dedicarse a tocar en directo.
“Estoy de acuerdo. Pero mira, si la gente quiere ir a verles y darles su dinero, están en su derecho. No se lo echo en cara a nadie. Personalmente, lo hice una vez y fue exclusivamente por el dinero. Pero la siguiente, fue por el arte”.

“Adoro a Nick Cave y Ghosteen me parece un disco precioso» GREG DULLI

¿Y hay planes a la vista de un nuevo disco de Afghan Whigs próximamente?
“Sí, eso espero. Sólo que el año que viene estaré ocupado girando con este disco… Pero la idea está ahí”.

Siento tener que preguntarte por Dave Rosser (guitarrista en la segunda etapa de Afghan Whigs que falleció en 2017 por un cáncer de colon –ndr.). ¿Cómo ha afectado su pérdida al grupo?
“Musicalmente, era una persona increíble. Entre 2006 y 2017 hicimos juntos todos los conciertos, grabamos todos los discos, estábamos trabajando en música todo el rato… Pasé más tiempo con él que con cualquier otra persona en el mundo. Era irremplazable. A pesar de que estaba en todas las canciones de In Spades, no pudo participar en esa gira, pero él quiso que la hiciéramos. Perderle fue devastador, era como un hermano para mí. Pienso en él todos los días. Como le estaba contando antes a alguien, cada vez que se me ocurre algo divertido, me pongo a escribirle un mensaje y cuando me quiero dar cuenta de que ya no está desde hace un par de años, tengo que parar”.

Para acabar la entrevista con algo más alegre, ¿podrías decirme cuál ha sido tu álbum favorito de este último año? Ayer estaba escuchando Randome Desire y pensé que me recordaba un poco a Ghosteen, el nuevo disco de Nick Cave And The Bad Seeds. Creo que tienen una vibra similar, en cierto sentido.
“Adoro a Nick Cave y Ghosteen me parece un disco precioso. De todas maneras, me siento más atraído por Skeleton Tree, el álbum anterior. Quizás lo que más haya escuchado este año sea Black Pumas. Si no les conoces, échales un vistazo”.

GONZALO PUEBLA