Gracias a su imponente primer disco y un poderoso directo, Gyoza irrumpieron con una fuerza en la escena nacional como rara vez suele ocurrir con una formación debutante. Esa seguridad en sí mismos se ve reafirmada en un segundo trabajo donde expanden aún más su abanico sonoro.

Al analizar las carreras de muchos grupos, es frecuente observar cómo cada lanzamiento supone un paso adelante en la búsqueda de una personalidad propia. Sin reinventar la rueda, se podría decir que Gyoza la encontraron a la primera. El debut homónimo que protagonizaron en 2017 Adrià Marva (voz, guitarra), Xavi Montferrer (guitarra), Alex F. Cardellach (bajo) y Antonio Postius (batería) oscilaba en una sugerente mezcla de rock alternativo, indie y una descarada tendencia por los riffs rompenucas en la onda de Queens Of The Stone Age, Muse y Audioslave. Un artefacto que les sirvió para curtirse encima de los escenarios durante los dos años siguientes, sumando más de un centenar de actuaciones y enganchando a todo aquel que tuviese la suerte de verles en acción.

Lejos de bajar el ritmo, el cuarteto barcelonés acaba de publicar Early Bird, una reválida que afianza todo lo bueno que encontramos en su ópera prima, pero que al mismo tiempo amplía su campo de visión incorporando nuevas influencias. Todo ello hace que nos encontremos ante uno de los álbumes nacionales que más alto apunta en este primer semestre del año.

Desde que apareció vuestro debut a finales de 2017 no habéis parado. Más de cien conciertos en poco más de dos años es una auténtica barbaridad, sobre todo para un grupo novel. ¿Esperabais tanta actividad o en realidad fuisteis a por ello desde el principio?
ADRIÀ MARVA  “Desde un primer momento dijimos que iríamos a por todas. Somos personas que nos gustan los retos y no las medias tintas. Hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí y somos de los que pensamos que cuanto más toquemos, mejor. Es verdad que ahora nos hemos relajado bastante y nos hemos vuelto más selectivos, pero nos seguimos apuntando a un bombardeo”.

En su momento se os etiquetó como una mezcla entre rock alternativo e indie, cosa que me sorprendió, porque en vuestras canciones hay una clara inclinación hacia los riffs gruesos y guitarrazos en la cara. ¿Creéis que es algo que puede llegar a confundir a algún oyente un poco despistado?
“Creemos que es el sello personal del grupo. En la misma canción te puedes encontrar estructuras suaves con estribillos pegadizos pero que acaben con un riff duro. Al final la cabra tira al monte (risas). No sabemos si puede despistar a algún oyente, pero lo que está claro es que hacemos la música que nos sale de dentro. Por eso a veces hay temas más electrónicos con guiños a Deftones y en otros gritos muy de la casa como Refused o Foo Fighters”.

Tengo que decir que me gustó muchísimo la producción que hizo Lluis Cots en Nautilus Estudio. Os sacó un sonido muy compacto y potente. Siendo así, ¿por qué esta vez os decidisteis por Santi Garcia en lugar de repetir con él?
“Nuestra idea principal para grabar el segundo disco era hacerlo otra vez con Lluis Cots, pero por varios motivos fue imposible. Básicamente, renovación del estudio, incompatibilidad de agendas… Casualmente, en diciembre de 2018, Santi le comentó a Antonio que algún día le fliparía producir un disco de Gyoza. A nosotros esto nos encantó y halagó. Que una persona como él, que ha trabajado con tanta gente que nos gusta, nos proponga esto, es increíble. En marzo, al saber que no podríamos trabajar con Lluis Cots, le reescribimos y por suerte aún tenía un hueco, ocho días entre junio y julio. Creemos que el sonido compacto y potente en gran parte se debe al haber grabado las baterías en Cal Pau. Esa reverb y el sonido de sala sólo se puede conseguir en una antigua masía”.

Early Bird mantiene vuestras señas de identidad, pero al mismo tiempo se abre a otras influencias que acaban enriqueciendo más vuestra propuesta. ¿Era lo que pretendíais con este álbum?
“A la hora de componer no nos basamos en un estilo en concreto. Con este disco hemos recopilado antiguos riffs, melodías y las hemos mezclado con nuevas ideas a medida que se iban creando los temas. Los llevábamos a nuestro local de ensayo o directamente nos las enviábamos por mail o WhatsApp para tener el visto bueno por parte de todos y seguir trabajando. Sí que es verdad que hemos comentado que este álbum tiene nuevos sonidos, pero se debe a que nunca hemos querido tirar por la vía fácil y sacar algo rápido. Nos gusta experimentar y probar diferentes cosas con la música que hacemos”.

Lo mismo es una sensación mía, pero temas como ‘Veins’ y ‘Glitch’ me han recordado en cierta manera a Incubus y Deftones respectivamente. ¿Diríais que hay una influencia, al menos indirecta, de esas bandas del nu metal que rápidamente se alejaron de los patrones comunes del estilo? Además, no sé si por edad son grupos que os tocaron de cerca cuando erais más jóvenes…
“No vamos a negar que ambas bandas nos encantan. Por edad en los 90 seguro que no nos pillaron, pero como son grupos que aún tocan… (Risas) Creemos que los últimos discos de Deftones tienen texturas o sonidos que nos han ayudado a componer en Early Bird. Hablando sobre esas dos canciones, ‘Glitch’ sale de un arpegio de guitarra que Xavi hizo hace más de cinco años y no fue hasta hace unos meses que lo rescaté y lo llevé un día al local hecho con un sintetizador y con una base totalmente electrónica. Por otro lado, ‘Veins’ es el primer tema que se compuso después de sacar el primer álbum y se quedó en un cajón para más adelante. Por eso es una canción que recuerda más al primer disco”.

Como decíamos, también habéis dado entrada a algunos arreglos electrónicos, que aunque son más bien puntuales, le dan otro aire a vuestra música. ¿De dónde os viene ese interés por explotar otros recursos que no sean los habituales dentro del rock? ¿Creéis que es algo que iréis expandiendo más en el futuro?
“Siempre nos ha gustado probar cosas nuevas. De hecho, yo dedico tiempo a preparar intros y arreglos para el impasse entre canciones en los directos. Así que aprovechamos para ver si podíamos utilizar estos nuevos recursos en el segundo disco. Definitivamente iremos probando nuevas técnicas para componer. Pero como hemos dicho antes, la cabra tira al monte y creemos que siempre acabaremos mezclando canciones animadas con riffs pesados… O no (risas)”.

¿De qué tratan las letras de Early Bird? Si es que hay algún hilo en común entre ellas…
“Inevitablemente al escribir siempre la misma persona, en este caso yo, creemos que es difícil no enlazar canciones a través de la letra y que compartan la misma temática. En algunos temas como ‘In My Room’, ‘Glitch’, ‘Sold’ y ‘Burden’, después de analizarlos con perspectiva podemos ver que están relacionados entre sí. También podemos ver esa relación entre ‘Up Where They Belong’  y ‘Young Stranger’ de nuestro debut, ya que ambas hablan sobre la posibilidad de que haya vida más allá de la Tierra. En general, Early Bird trata un poco sobre las inseguridades y miedos que puede sentir una persona hacia algo desconocido, hacia sí mismo, hacia la vida que tiene por delante”.

Me llama la atención que en la portada vuelva a aparecer la mano que también estaba presente en la cubierta de vuestro debut homónimo. ¿Hay algún tipo de historia detrás de todo esto o es una paranoia lynchiana para que la peña se coma la cabeza?
“Aunque el disco sea diferente al primero, musicalmente hablando ambos tienen similitudes y si escuchas uno seguido del otro puedes ver nuestra evolución. La portada no deja de ser un guiño al primer disco y, como con la música, demuestra una evolución ya que no olvidamos de dónde venimos pero tampoco volveremos a hacer lo mismo. Quién sabe si es una paranoia a lo David Lynch… Que la gente decida (risas)”.

GONZALO PUEBLA