Jesse Malin arranca hoy en Sevilla una gira para presentar el doble álbum, Sad And Beautiful World, publicado en septiembre del año pasado. Hablamos con él sobre este proyecto y sus amistades con Todd Youth, Bruce Springsteen y Ryan Adams.
Jesse Malin no es Géminis, pero si existiera un signo del zodíaco musical ese sería el que más se le ajustaría. Desde que empezara con 12 años cantando con Heat Attack, posiblemente la banda de New York Hardcore más joven de la historia, hasta su consolidación como cantautor, pasando por su etapa punk rock con D Generation, Malin siempre ha tenido una guitarra acústica en una mano y una eléctrica en la otra. Esa dualidad es la que quiso plasmar en su último disco Sad And Beautiful World (Wicked Cool Records) en el que participaron invitados como Tommy Stinson, HR, Lucinda Williams, Joseph Arthur, Ryan Adams y Dave Immerglück, entre otros.
Esta noche lo presentará en la sala X de Sevilla, en una gira que pasará el 30 de marzo por Valencia (Loco Club), el 31 por Madrid (El Sol), el 1 de abril por Badalona (Blues i Ritmes Festival), el 2 por Vitoria (Helldorado) y el 3 por Bilbao (Crazyhorse). Y por si fuera poco en apenas un mes le tendremos de nuevo como telonero de Brian Fallon, el 12 de mayo en Barcelona (Sala Apolo), el 13 en Madrid (Ochoymedio Sala But) y el 14 en Cascante (Estaciones Sonoras). Quien se lo pierda, es por que quiere.
Después de 20 años, ¿está tu carrera en el punto en el que te hubiera gustado cuando sacaste tu primer disco en solitario The Fine Art Of Self-Destruction?
«Es una gran pregunta, amigo mío. La verdad es que siempre quiero más. Siempre tengo hambre, y me siento como el aspirante. Voy a sacar mi primer disco, de Heart Attack, mi grupo de hardcore de cuando tenía 14 años. Me siento afortunado de haber tenido distintas carreras, de D Generation a mi carrera en solitario. Me siento agradecido por tener fans, pero sigo teniendo hambre. Siempre estoy mirando hacia adelante, pero a veces es bueno parar y apreciar lo que has conseguido. Estoy aprendiendo a hacerlo. Ahora intento en cada concierto absorber ese momento, porque es lo único que tenemos. Creo que en los dos últimos años todos hemos aprendido a valorar más el presente».
Históricamente cuando un artista o una banda publicaba un doble disco solía marcar un hito en su carrera. ¿Por qué te decidiste a hacerlo ahora?
“Para mí fue como una colisión entre mis dos mundos. Por una parte el cantautor que cuando era un chaval tocaba una acústica en el metro para ganar dinero, y que luego descubrió el Nebraska de Bruce Springsteen, a Billy Bragg, Graham Parker y Neil Young, y por otra la persona que quiere salir al escenario y pegar botes. Creo que esas dos personas que últimamente habían encontrado su lugar en directo, por fin encontraron su hogar en un disco. Siempre he disfrutado por igual de las baladas tristes como de las canciones que te agarran por el pescuezo por su fuerza. Y dicho esto, tanto unas como otras tienen una historia, un significado y forman parte de un viaje. El disco empieza con un tema con el que suelo cerrar mis conciertos. La canción empieza por la mañana, cuando te levantas, y al final del disco estás viajando por el mundo, y te das cuenta que todo está conectado”.
De todos modos, últimamente parecía que tu faceta de cantautor había ganado la partida. ¿Crees que a medida que te haces mayor es más difícil escribir buenos temas de rock and roll?
“Bueno, en el disco anterior, Sunset Kids, ya tenías temas más movidos como ‘Meet Me At The End Of The World Again’. Y en este tienes ‘State Of The Art’ o ‘Backstabbers’ que tiene ese groove más Velvet Underground o ‘Todd Youth’ que es más pop. Me siguen gustando las dos cosas. Me gusta tener canciones con las que puedo mover mi cuerpo cuando las toco”.
El disco incluye una versión de ‘Crawling Back To You’ de Tom Petty. ¿De qué manera encajaba en la narrativa de tus propias canciones?
“Vi el último concierto que dio Tom Petty en el Hollywood Bowl, porque mi amiga Lucinda Williams era la artista invitada. Nadie sabía que iba a ser su último concierto. Me rompió el corazón. El caso es que tocó esta canción y fue mágico. No es una canción a la que hubiese prestado mucha atención, pero fue muy, muy especial, y me apeteció mucho grabarla. Esa canción habla sobre volver. Hemos estados tan desconectados y aislados durante la pandemia, que quise versionar ese tema porque para mí resumía ese sentimiento”.
A nivel logístico ¿cómo te las apañaste para grabar el disco con tantos invitados?
“Tuvimos mucho, mucho cuidado. Llevábamos siempre mascarilla, y solo grabamos cuando sentíamos que era seguro hacerlo. No grabamos durante días seguidos, sino que íbamos haciéndolo cuando podíamos. No es un disco sobre el COVID, pero se hizo durante ese periodo. Hay un par de canciones que las produjo Lucinda Williams que no terminamos a tiempo para Sunset Kids, y el resto lo produjo mi guitarrista Derek Cruz y Geoff Sanoff”.
En los créditos aparece Ryan Adams. ¿Te planteaste no incluir su colaboración debido a las acusaciones que han salido sobre él?
“Ryan es familia. Creo que se le ha castigado para que sufriera. No parece que hay mucho sentido del perdón en la cultura de la cancelación. No es un violador, se retiraron los cargos… No es un Harvey Weinstein. Creo que mucha gente se sintió herida por él, pero es mi amigo. Sé que las mujeres han estado oprimidas durante mucho tiempo, y han sufrido cosas horribles, no quiero quitarlo hierro. Pero Ryan fue novio de mi hermana, y siempre se portó bien con ella, y a mí también me ayudó mucho al principio. Creo que los medios y las redes sociales lo exageran todo. Puede que haya cometido errores, pero por mi experiencia, la de mi hermana, y la de mis mujeres amigas. Ryan siempre ha sido un caballero”.
Además del disco también estuviste involucrado en el livestream homenaje a Joe Strummer. ¿Intentaste mantenerte ocupado durante la pandemia para no perder la cabeza?
“Sí, intentaba estar conectado a otra gente. Hice entrevistas a artistas como Debbie Harry. Me gusta estar ocupado. También ayudé a recaudar dinero para salvar las salas de concierto, y también la fundación de Joe Strummer. Recaudamos 50.000 dólares para las salas independientes de Estados Unidos”.
«En Nueva York, cada vez que sales por la puerta, sientes que la vida empieza» JESSE MALIN
Antes has mencionado ‘Todd Youth’. Háblame sobre tu relación con él y cómo te inspiró.
“Le echo mucho de menos. Era un tío con mucho talento, pero que tenía muchos problemas. Tocó en Agnostic Front, Warzone, Murphy’s Law, D Generation, Danzig, Motorhead, Ace Frehley… Era uno de esos tíos que no se despedían. Si se iba de tu banda, simplemente se iba. Creía en algo tipo Hare Krishna, así que una parte de las cenizas las pusimos en una árbol, aquí en Tompkins Square, y otra, su familia la llevó al río Ganges en India. La gente tiene que saber que las drogas le mataron. Su espíritu estuvo con nosotros en el estudio. La canción habla de su última noche en la tierra desde su propia perspectiva”.
Te has convertido en uno de los artistas que representa la vida bohemia de Nueva York. ¿Cómo describirías la influencia que ha tenido la ciudad en tu música?
“Crecí en una vecindario muy cerrado, de clase media, ignorante y con prejuicios, así que para mí Nueva York era un lugar en el que podía ver diferentes clases de personas. Para mí era un sinónimo de libertad. Veías personas de todas las edades comportándose como individuos. Y aunque es verdad que la ciudad ha cambiado mucho a lo largo de los años, y la gentrificación y todo eso, todavía hay un montón de energía con gente haciendo cosas y sintiéndose viva. Es un lugar para soñadores. En Nueva York, cada vez que sales por la puerta, sientes que la vida empieza”.
Además de Lucinda Williams, eres amigo de Bruce Springsteen. ¿Qué has sentido cuando has compartido micro con él?
“Es surrealista. Pero una vez le conoces, te das cuenta que es una persona como nosotros. Le gusta salir y tocar rock and roll como a nosotros. Le gusta escuchar música como a nosotros. Pero es muy divertido ver la reacción que tiene el público cada vez que sale, y me gusta que mi banda pueda experimentar ese subidón. Lo más divertido es cuando estamos en el camerino, tocando la guitarra ensayando, siempre es algo especial”.
JORDI MEYA