Justo un año después de cerrar por todo lo alto su gira más exitosa, La Maravillosa Orquesta Del Alcohol reaparece con Ninguna Ola. Una cuarta entrega que supone un fiel reflejo de sus inquietudes y temores, al tiempo que abre un nuevo camino a explorar por el combo de Burgos.
Aunque intenten disimularlo, a estas alturas ya sabemos que los chicos de La Maravillosa Orquesta Del Alcohol son incapaces de parar la maquinaria. Por eso cuando en noviembre del año pasado anunciaron que se tomarían un largo descanso después de cerrar la gira de Salvavida (De Las Balas Perdidas) en un Palacio de los Deportes de Madrid abarrotado y rodeados de amigos como Juan Blas (Caboverde, Minor Empires, Nothink) o Morgan, en realidad ya todos asumíamos que esas ‘vacaciones’ serían para preparar su siguiente asalto.
Lo cierto es que el cuarto largo para esa cuadrilla que forman David Ruiz (voz, guitarra), Joselito Maravillas (acordeón), Alvar de Pablo (saxofón, clarinete), Nacho Mur (guitarra), Jorge Juan Mariscal (bajo), Caleb Melguizo (batería) y Jacobo Naya (teclados, banjo), ya llevaba gestándose en la sombra desde finales de 2018. Un proceso que les ha llevado por varios estudios y para el que han contado por primera vez con Raül Refree como productor, quien les ha ayudado a encontrar nuevas maneras de trasladar su intenso folk rock a estas canciones. El resultado es Ninguna Ola (PRMVR), un trabajo que, si bien todavía les sigue haciendo reconocibles, significa un antes y un después en su particular evolución y que seguramente generará debate entre su fanbase.
Un mes antes de su publicación, contactamos a través de Zoom con David para que nos explicase todo el camino recorrido durante estos últimos dos años, los contratiempos que les provocó el COVID-19 durante la grabación, e incluso hablar de nostalgia.en.los.autobuses, el proyecto en solitario que montó junto a Refree durante el confinamiento.
Quería empezar preguntándote por el último concierto que distéis en Madrid hace ya un año en el Palacio de los Deportes. El otro día recordaba lo que dijo Gorka Urbizu de Berri Txarrak cuando llenaron el BEC después de haber estado 25 años con el grupo, que era como haber tocado techo y se preguntó: «¿y ahora qué?». Vosotros habéis ido a un ritmo muchísimo más rápido y no digo que ya estéis quemados, ni mucho menos. Pero cuando distéis aquel concierto, ¿sentiste ese vértigo?
DAVID RUIZ «Hay algún momento en el que piensas: ‘en esta sala ya hemos tocado cuatro veces’. Nosotros, que tampoco somos un grupo gigante, vemos un poco el circuito de salas como si fuesen los campos de la Liga de fútbol que tienes que visitar cada vez que sacas un disco. Pero cada concierto es único y la sensación de tocar es muy gorda. Los mismos Berri Txarrak han actuado en el Palacio y en el BEC para miles de personas y también en Nantes para solo una. El enganche que te da la música en directo es así de bestia. Claro que es algo muy tocho tocar en un Palacio de los Deportes y nosotros lo disfrutamos, pero igualmente seguimos teniendo hambre de tocar, sea en un pabellón o en cualquier otro sitio. Teníamos pensado sacar este disco en noviembre ya desde hace un año. Lo hemos estado trabajando desde que salió Salvavida (De Las Balas Perdidas), casi dos años y medio. Y respondiendo a tu pregunta, cuando planteamos la gira queríamos hacer 8 o 9 noches seguidas en La Riviera. Lo teníamos reservado intentando meter a las mismas personas que habían estado en el Palacio, pero en una sala. Simplemente para no repetirnos y seguir descubriendo maneras nuevas de llegar a la gente. No queremos olvidarnos de lo que es tocar en una sala. Siempre es excitante estar de gira. Igual los Foo Fighters, AC/DC o Metallica se lo toman de otra manera. Y aún así lo dudo porque esto es muy adictivo, tanto para nosotros como para el público. Por eso no nos valen los streamings. Tocar en directo tiene algo único».
De todos modos, cada vez que acabáis una gira decís que os vais a dar un descanso, pero en realidad siempre estáis preparando el siguiente álbum. ¿Os resulta complicado a estas alturas parar de verdad esa inercia de disco-gira?
«Estamos cómodos con esa dinámica. Para nosotros este es como si fuese el primer disco que grabamos, con la misma ilusión. Lo que sí pasa más factura es estar de gira, tanto física como mentalmente. Desconectas de estar en el lugar donde vives. Llevamos desde 2015 prácticamente sin parar. Estos dos últimos años hemos hecho ciento y pico bolos. Llega un momento en el que necesitas descansar y por eso paramos en noviembre del año pasado, porque necesitábamos un respiro. Ninguna Ola lo grabamos en marzo en Portugal prácticamente entero hasta que llegó el coronavirus y tuvimos que parar forzosamente. Pero sí que es verdad que por mucho que te guste tocar, viajar y conocer a gente, el desgaste de las giras es muy particular. Seguro que mucho menos que el de currar en una fábrica o estar en una obra poniendo ladrillos, pero es diferente. También aprendes eso cuando estás en la carretera, a organizarte un poco y que si fuerzas la máquina, al final se rompe».
Decías que el virus os hizo detener la grabación casi en seco. No sé hasta qué punto paralizó vuestros planes.
«Empezamos a componer en 2018. Yo ya tenía unas 14 demos. Coincidimos con Raül Refree en un viaje a Colombia en el avión y ahí le conocimos. Íbamos a tocar en el Rock Al Parque. Estaban Pennywise, Bala, Angelus Apatrida… y Raül iba a tocar con Lee Ranaldo de Sonic Youth después de nosotros. Ya tomando una cerveza en el hotel, hablamos de la posibilidad de trabajar juntos. Eso se quedó en un acercamiento. En noviembre de ese mismo año tocamos en Dublín y en Londres, y esa semana antes Nacho y yo nos fuimos Galway a desconectar, componer, ver conciertos… Fue cuando empezó de verdad a coger forma. Durante la gira ensayamos canciones nuevas al margen, intentando no componer en los hoteles ni en las pruebas de sonido, dedicando el tiempo solo a eso. Con Raül hicimos una especie de prueba para ver cómo sería trabajar con él y también por su parte, porque no suele currar con bandas y tampoco lo tenía claro al 100% en un principio. De ahí salieron ‘Colectivo Nostalgia’ y ‘La Zona Galáctica’. Vimos que la cosa funcionaba muy guay y empezamos a hacer el disco con él. Se ha ido realizando en muchos momentos. Raül se venía una semana a Burgos, pillábamos una sala con un piano y trabajábamos con él, dejábamos de vernos durante dos meses mientras íbamos avanzando en las canciones, volvíamos a juntarnos… Hemos grabado en Madrid, en Adoain, en su estudio de Barcelona… Pero el grueso fue en Portugal en los Atlántico Blue, un estudio increíble al lado de Lisboa en Paço de Arcos. Es un sitio que nos ha enamorado a todos. En enero estuvimos haciendo un mes de pre-producción a saco, Raül vino otra vez a Burgos 15 días y a finales de febrero fuimos para allá. Llegamos ya con la noticia del virus, pero nosotros estábamos un poco ausentes. Por eso ha sido una grabación diferente, porque era muy visceral todo; las noticias que nos llegaban de España, como avanzábamos en el proceso y lo emocionados que estábamos… Era un contraste muy fuerte. Llegó un momento en el que nos quedaba por terminar un tema y fue cuando a Raül le llamó su familia comentándole que quizás cerrasen las fronteras y nos tuviésemos que quedar allí. Tomamos la decisión de no acabar aunque nos quedasen dos días más. Luego lo hemos ido finalizando un poco como hemos podido en Garate Estudios, algunas voces en el estudio de Raül… Nos pilló de pleno, pero por suerte pudimos finalizarlo prácticamente todo. Es la primera vez que hemos grabado en directo, sin claqueta, tocando prácticamente todos a la vez, salvo la voz que en algunas canciones se ha grabado al mismo tiempo y en otras posteriormente. Pero la mayor parte está grabada con todos nosotros mirándonos cara a cara en la sala del estudio. Había un feeling muy intenso, estábamos muy metidos en la grabación, pero salíamos de ahí y todo era el coronavirus. De hecho estamos haciendo un mini-documental para acompañar el lanzamiento del disco que hable de cómo ha sido el proceso de grabación y todos estos meses desde que volvimos a casa en marzo y se nos van todos los planes un poco al garete, como ha sido mezclarlo a distancia con Raül, el master con Alex desde Nueva York… Y todo eso siendo un grupo autogestionado, que si ya era difícil antes, ahora con todo esto ha sido una puta locura».
Me sorprende mucho que comentes que habéis grabado tocando en directo cuando seguramente sea el trabajo donde más habéis experimentado con el sonido. Vosotros veníais de grabar con Santi García, que es un productor muy de rock, de capturar la energía de las bandas. Sin embargo, con Raül parece que habéis buscado un tipo de vibración muy distinta.
«Yo creo que justamente ésa es la opción que Raül suele trabajar. Es un productor con unas ideas geniales y no necesita dedicarlas mucho tiempo porque él es así. Normalmente curra con solistas y es un poco como dices: van al estudio, graban, escuchan y parten de eso. Es un tío que agarra cualquier idea por mínima que sea y es capaz de desarrollarla muy bien y muy rápido. Pero nosotros tenemos otro funcionamiento y teníamos muy claro que éste era un disco de La MODA en el que Raül colabora como productor. No es un álbum hecho a pachas entre él y nosotros. Con Raül hemos tenido un proceso artístico pero también personal, de identificarnos como si fuésemos animales que se ven por primera vez, se palpan y se toman las medidas. Creo que hubo cierta distancia al principio por las dos partes, tanteándonos. Hemos llegado a conocernos a un nivel muy profundo, pero también ha sido un recorrido muy visceral, con sus roces artísticos, cada uno tirando de la cuerda para su lado. Pero eso ha sido muy productivo, porque hemos llegado a un sitio al que no sabíamos que éramos capaces de llegar cuando empezamos. Ni él ni nosotros. Nos hemos dejado llevar, sin pensar demasiado. De primeras, creo que Raül hubiera experimentado de un modo más radical: más cajas de ritmos, más sintes, más locura… Llevarlo al extremo, que es lo que suele hacer. En cambio nosotros teníamos nuestra esencia y también nuestros miedos por ser el cuarto trabajo que hacemos. Y ahí ha habido un choque, hemos recompuesto los pedazos que habían quedado y hemos hecho el álbum más honesto que podíamos sacar. Todo ese proceso que te comento no ha sido cuando estábamos grabando en el estudio, sino antes. Nos proponía una idea, la pensábamos, la dábamos una vuelta, nosotros le lanzábamos otra, pasaban tres meses… No hemos dicho: ‘vamos al estudio a experimentar y vamos a meter mil historias’. Cada caja de ritmos, cada golpe, cada momento estaba muy bien pensado. En el estudio lo que hemos hecho ha sido centrarnos en la interpretación, en tocar a la vez, escucharnos los unos a los otros, no ir pensando en una claqueta. Es curioso porque siempre habíamos querido grabar así pero nunca habíamos podido. Con Santi ya lo intentamos y puedes llegar a sonar muy crudo grabando por pistas, pero esta vez queríamos acercarnos lo máximo posible al directo. O la toma la hacíamos todos juntos o no valía. No intentamos editar ni cuantizar golpes de batería. Queríamos que fuese lo más puro posible, con lo bueno y lo malo que es el grupo a día de hoy».
Sé que sois grandes seguidores del rap y el hip hop. Tú mismo has hecho colaboraciones con gente como Los Chikos Del Maíz, en el disco anterior estaban Víctor Rutty y Rober Del Pyro. Esta vez en ‘Un Bombo, Una Caja’ habéis metido ritmos programados e incluso tiene un groove similar a esa música.
«Me alegro de que lo veas así. Hemos intentando incorporar las influencias que van surgiendo en nuestro día a día. Creo que a Raül también le inspira bastante el rap o la música urbana en general y dentro de esa vertiente hay cosas que nos resultan interesantes como en todos los estilos. En algunas canciones hemos trabajado más con loops, samplers… Por ejemplo, la batería de ‘Conduciendo Y Llorando’ es un loop que se repite prácticamente inmutable durante toda la canción. Nos gustaba esa parte más minimalista que ha traído Raül. Nosotros somos siete tíos. Lo más sencillo sería atacar la épica todos a una, que es lo que solemos hacer muchas veces los grupos, ir subiendo la intensidad añadiendo elementos. Raül nos abrió una ventana a componer de otra manera, a entender que a la emoción se puede llegar de muchas formas y que teníamos que utilizar los elementos mínimos para conseguirlo. No hace falta hacer fuegos artificiales. A veces hay que saber ser más sutil. Nos pareció un punto de vista muy interesante porque después de diez años y cuatro discos seguimos con la ilusión de crear cosas que nos parezcan nuevas con la dificultad de no perder lo que somos y que se siga reconociendo nuestra base en las canciones. No queremos quedarnos con la misma fórmula porque una canción haya funcionado y haya que repetirla una y otra vez. Nos vemos un poco en la necesidad de auto boicotearnos, porque pudiendo repetir algo que sabemos que funciona al final nos acabamos complicando la vida. Pero es algo que necesitamos».
«A mí me da igual tocar en un pabellón lleno si cuando salgo por la puerta veo a una persona que está pidiendo para comer. Uno no puede sentirse bien con eso» DAVID RUIZ
Mi impresión es que es vuestra obra más diferente hasta la fecha, precisamente por esa búsqueda del minimalismo que comentabas. Por eso mismo, aunque es muy diferente y en realidad Ninguna Ola ya estaba pensado mucho antes, creo que hay cierta similitud con lo que has estado haciendo estos meses con nostalgia.en.los.autobuses. Y pienso que eso en parte es culpa de Refree.
«Yo creo que a Raül le hemos dejado meter mucha menos mano en las canciones de lo que él hubiera querido. En nostalgia.en.los.autobuses no hay acordeón ni saxo. Todos son elementos electrónicos que en Ninguna Ola no vas a encontrar salvo en dos temas en los que coexisten la caja de ritmos y la batería. Sin querer se establece una conexión entre ambos proyectos y creo que es normal porque la voz es la misma. Pero yo noto una diferencia brutal. Si algo ha influido ha sido que en ambos casos los temas estaban compuestos antes de que llegase Raül. No ha habido ninguna canción suya o que se haya escrito con él. Ha sido La MODA o nostalgia con Raül aportando lo suyo posteriormente. Ése es el proceso. Ya como cada uno lo sienta es cosa suya y es dueño de sus sensaciones».
También veo que todos los temas en conjunto comparten un estado de ánimo muy marcado. Nunca habéis sido un grupo que cante sobre cosas alegres, pero me ha parecido un disco muy de bajona.
«Pero si te das cuenta es el álbum con más letras de amor en toda la historia de La MODA. Y tiene algún momento que, para mí, es de los más ñoños de nuestra historia (risas). El disco surge de un lugar como el que tú describes, pero acaba en otro. Empieza con ’93 Compases’, que es un poco caótico, con alguien que parece que está drogado y cree que está enamorado. Eso pasa y es una noche. Luego viene la bajona que es ‘La Vuelta’. Estás perdido. A continuación llega la resaca en ‘Un Bombo, Una Caja’, que es la miseria más absoluta. ‘Conduciendo Y Llorando’ habla de la sociedad, lo chungo que está todo, pero ya el estribillo es de pop, de amor… Lo que te decía: lo más moñas que he escrito en mi vida (risas)«.
A mí personalmente me ha encantado ‘Semifinales’. No sé hasta qué punto es autobiográfica, aunque por lo que me estás contando imagino que hay mucho de eso. Para que te hayan salido estas letras, ¿en estos últimos tres años te ha pasado algo que te haya tocado a nivel personal? No sé, que te hayas enamorado o te hayan roto el corazón…
«No, lo de romper el corazón creo que era más con los primeros discos (risas). Es verdad que es autobiográfico, pero también hay contrastes. Lo es hasta un extremo muy personal, más de lo que ha sido nunca. Pero también hay una parte en la que me gusta escribir poniéndome en la piel de otras personas. No hablo de contar historias. Me gusta escucharlas cuando vienen de otros artistas que lo saben hacer de un modo increíble. No hace falta que cite a Tom Waits o a Nick Cave. Pero a mí no me gusta escribir narrando una historia. Siempre hay algo mío en las canciones, pero también algo mío como humano en el que puedo ponerme en tu papel o en el de personas que no conozco, que nunca he visto pero que me imagino y quiero pensar que son cercanas a la realidad. Intento describir sentimientos que nunca he tenido como el de una persona mayor o el de una madre que tiene un hijo, que es algo que yo nunca voy a sentir al parir y llenarse de felicidad y al mismo tiempo de miedo porque teme que eso le sea arrebatado o le pueda pasar algo malo. En las canciones intento pensar como lo harían otros seres humanos. Y como te decía, hay mucho de autobiográfico, pero esta vez el narrador se moja y cuenta más de sí mismo que nunca. Y eso le permite curarse más. En los anteriores discos había esperanza, pero ya no sé si el narrador la cantaba para creérsela él mismo. Y aquí hay algo más de paz. En una canción como ‘Semifinales’ se mira al pasado pero para hacer las paces con un mismo desde un punto de vista más tranquilo, de cerrar heridas. ‘Memorial’ va más de abrazarte a ti mismo. Y ‘Colectivo Nostalgia’ resume el proceso de la obra. Empiezas solo y acabas cantando que lo has perdido todo pero lo haces con un montón de gente, compartiendo esa derrota que es muchas veces la cruda realidad. Hay muy pocas victorias en la vida. Entonces, Ninguna Ola trata el punto de vista de una persona desde un prisma mucho más equilibrado y tranquilo, a pesar de que eso no quita que describa todo lo que no le encaja o que no entiende de esta sociedad. Es más triste en el sentido de que tiene que ver con que hemos vivido unos tiempos políticamente extraños tanto en España como a nivel mundial, con líderes y movimientos cada vez más radicalizados, con mensajes en los que se vuelve a épocas pasadas muy oscuras como el racismo, la homofobia, los muros… Se ha vuelto a hablar de cosas que pensábamos que estaban superadas. Siguen viéndose desigualdades más acentuadas que nunca. Y creo que esa es una parte que sentimos que también tenemos que cantarla, porque aunque nos vaya bien en nuestra parcela al final esto es como en el puto fútbol. Tú puedes tener en tu equipo al mejor jugador del mundo con el mayor talento, pero ese tío solo no vale nada. El equipo lo es todo. A mí me da igual tocar en un pabellón lleno si cuando salgo por la puerta veo a una persona que está pidiendo para comer. Uno no puede sentirse bien con eso. Todos tenemos nuestras incoherencias y contradicciones y sabemos que somos muy privilegiados, pero no queremos disociar eso de las letras. Creo que en nuestro mundo conviven un poco todas esas facetas».
«Teníamos muy claro que éste era un disco de La MODA en el que Raül colabora como productor. No es un álbum hecho a pachas entre él y nosotros» DAVID RUIZ
Sin embargo, aunque no fuese intencionado en un primer momento, estas canciones encajan muy bien con la situación por la que estamos pasando.
«Pienso que la pandemia ha sacado a la superficie sensaciones que ya estaban ahí y ahora se han exagerado más. Pero yo veo este disco como el más optimista de los que hemos hecho. El mensaje es que el amor en todas sus formas está por encima de todo. Amor a tus semejantes, a tu pareja, a tus hijos, a tu familia, a los animales… Cada uno que exprese su amor como quiera, porque en el fondo eso es lo que nos equilibra y nos da un sentido. Todas esas experiencias que nos marcan y nos llenan tienen más que ver con el amor que con el odio. La crítica viene desde el punto en que haya más justicia e igualdad social y en el que todo el mundo pueda tener acceso a eso que hace darle sentido a la vida».
Para ir terminando, aunque lo hemos mencionado antes, quería hablar más en profundidad de nostalgia.en.los.autobuses. Durante el confinamiento la gente se dedicó a quemar Netflix y aprender a hacer pan en casa. Tú en cambio seguiste escribiendo canciones.
«Me apetecía hacer algo diferente a lo que veníamos trabajando durante año y medio con Raül. Quería hacer algo con él sin que hubiera normas, justo todo lo contrario a lo que estábamos haciendo con La MODA. No es que en el grupo haya normas, pero sí que hay reglas no escritas. Llevamos casi 10 años en esto y tenemos muy claro lo que nos sale y lo que queremos expresar. Con Raül queríamos trabajar de una forma colaborativa pero teniendo muy claro hasta donde estábamos dispuestos a llegar y donde queríamos poner el límite. No porque las ideas de Raül sean mejores o peores que las de cualquier otro productor. Lo hubiéramos hecho así con cualquiera. Con nostalgia.en.los.autobuses fue diferente porque ahí le pude dar a Refree rienda suelta para que hiciese todas las locuras que él sabe, que también molan la hostia y a todos en el grupo nos flipan. Pero claro, el álbum de La MODA era un partido diferente (risas). También es curioso cómo la gente hace sus conexiones, porque creo que si hubiera sacado un disco de rumbas igualmente habría quienes hubieran hecho asociaciones con Ninguna Ola. Es algo que sabía que iba a pasar e incluso lo comentaba con Raül. Al final es la misma voz, el mismo productor y es inevitable establecer esos puentes. Pero si la gente supiese el proceso que ha habido vería que no tienen nada que ver, es todo lo contrario. Pero también mola eso, que cada cual se haga sus propias teorías, porque si no estás obligando a que el público piense como tú quieres y eso no está bien. Lo que sí es verdad es que ambos, tanto nostalgia como Ninguna Ola, comparten esa filosofía que trajo Raül de ‘menos es más’. Lo que pasa es que en nostalgia no podíamos meter mucho más. Estábamos jodidos (risas). Él me decía que si lo hubiéramos grabado en un estudio normal, sin la pandemia de por medio, no sería así».
¿Le darás continuidad al proyecto en un futuro colaborando con otra gente?
«¿Sabes qué pasa? Ahora mismo estoy tan emocionado con lo nuevo que vamos a sacar que no me apetece otra cosa que no sea escribir más canciones con La MODA, tocarlo en directo, presentarlo, que la gente lo escuche… Es el trabajo en el que lo hemos puesto todo y el más ambicioso. Hemos ido al estudio al que queríamos ir, nos hemos dado el lujo de tener más días para mezclar… No puedo pensar en otra cosa que no sea en lo que viene ahora».
GONZALO PUEBLA