Si lo bueno se hace esperar, entonces no hay duda de que el nuevo disco de Le Mur es buenísimo. Tras una larga temporada en la sombra, los murcianos reaparecen con Caelum Invictus dispuestos a recuperar el tiempo perdido.
Suele decirse con frecuencia en este mundillo aquello de que se tiene toda la vida por delante para hacer tu primer disco y solo seis meses para crear el segundo. Una sentencia no siempre aplicable a bandas pequeñas e independientes que no se sienten atadas a las exigencias de un contrato discográfico. En el caso de Le Mur, esos seis meses han acabado convirtiéndose en casi seis años hasta poder ver convertida en realidad su nueva obra. Aunque desde luego, tardar tanto tiempo no entraba en sus planes.
La edición en 2017 de su debut, El Brote, llevó a la banda murciana a moverse por buena parte de nuestra geografía y hacerse un pequeño hueco entre la escena underground. Es cierto que la pandemia les frenó a la hora de darle una continuidad, pero, tal y como nos cuenta su cantante Elsa Muñoz, hubo otros muchos motivos que les retrasaron en su creación.
Finalmente, y tras contar nuevamente con la ayuda de Manuel Cabezalí y Víctor Cabezuelo en la pre producción, y de Santi y Víctor García para la grabación y el mastering en Ultramarinos Costa Brava, a Caelum Invictus (The Braves, Maldito) ya solo le restan días para vez la luz el próximo 24 de febrero. Un álbum con el que Elsa, Pedro J. Carrillo (guitarra), Carlos Barceló (bajo) y Juan Carlos Becerra (batería) se postulan para ser uno de los bombazos nacionales de este 2023.
Me gustaría que empezaras explicando un poco el origen de Le Mur.
ELSA MUÑOZ “Cuando tendría unos 19 o 20 años, conocí a los chicos del grupo y empezamos a hacer el canelo, básicamente (risas). Quedábamos en el parque con la guitarrita, un cajón flamenco… todo muy hippie y fantástico. Era más entretenimiento que otra cosa, disfrutar e ir descubriendo poco a poco lo que nos gustaba. Para nosotras era más divertido que beber todas las noches y pillarte un pedo. Cada vez se juntaba más gente y decidimos darle forma y dedicarle más tiempo. Aquello era otro proyecto, pero en realidad eramos los mismos miembros. Lo que ocurre es que al haber nacido en el entorno de un parque y tal, el rollo de música que hacíamos no era lo que de verdad escuchábamos quienes llevábamos la parte creativa”.
¿Qué tipo de música era?
“Te diría que un poco estilo del Viña Rock, pero no de Reincidentes, sino más tirando a Canteca De Macao, en plan fusión (risas). Pero como al final cantaba yo, acababa yéndose hacia algo más metalero. En realidad no era el tipo de música que nos gustaba, pero era lo que estábamos explorando y con lo que empezamos a aprender. Pedro y Carlos sí que habían estado en bandas de metal. Nos llamábamos Yumaya, un nombre horrible (risas). Al final vimos que eso no iba a ninguna parte, pero nos gustaba mucho estar juntos, nos llevábamos muy bien, crecíamos musicalmente… En 2013 ya tuvimos la idea de hacer lo que realmente nos molaba y ahí es cuando nació Le Mur. En 2015 publicamos nuestro primer EP y desde entonces hasta ahora todo ha sido mucho más conciso”.
En 2017 editáis a través del mecenazgo vuestro primer largo, El Brote, con el que os movéis bastante dentro del circuito nacional. ¿Qué aciertos y errores encuentras ahora al escucharlo con más perspectiva?
“En cuanto a composición, creo que es evidente. Por ejemplo, con Caelum Invictus se nota que es un disco muy visceral, muy pasional… A veces es más la intención y la actitud que pones en la canción que todo lo que está pasando en ella. Creo que eso es algo que hemos solucionado mejor esta vez. Desde mi punto de vista, en El Brote teníamos menos experiencia y por tanto nos dejábamos llevar más por sensaciones, cosa que nunca hay que dejar de hacer porque al fin y al cabo esto es música. Pero en este álbum hay un poquito más de cabeza y esa energía está más direccionada hacia un sentimiento concreto. Diría que ese es un punto en el que lo hemos hecho mejor que con el primero. Es un trabajo más movido, cosa que a mí me apetecía bastante. No hay baladas prácticamente, aunque tiene sus detalles, mientras que El Brote era más sentido, por decirlo así. Aquel nos resultaba fresco y pienso que como primer disco es una buena declaración de intenciones, pero Caelum Invictus ha sido mucho menos complejo y más natural de hacer”.
Me resulta curioso que comentes que estas canciones estén más pensadas pero al mismo tiempo tengan ese punto más directo. A mí la mayoría me suenan a algo muy instintivo, que salen en el momento.
“Esa es un poco la magia de la composición. También por eso siempre contamos con el factor de la pre producción. Me refiero a que nuestras canciones vienen desde dentro. Pero llega un momento en el que, por mucho que las estés haciendo con corazón y cabeza al mismo tiempo, pierdes la perspectiva. Por eso siempre es interesante trabajar con personas que vengan frescas, que lo vean desde fuera y, dentro de todo ese batiburrillo de sentimientos que tú tienes, te digan que estás en el camino correcto. No me refiero a que me vengan a decir que lo que yo siento está mal, pero sí que nos ayuden a cuadrar mejor el resultado”.
«La formación que teníamos anteriormente no estaba funcionando a nivel creativo. Estábamos estancadísimas, no había Dios que saliera de ahí…» ELSA MUÑOZ
Han pasado casi 6 años hasta llegar a Caelum Invictus. Más allá del evidente parón por la pandemia, ¿qué es lo que más os ha costado para llegar a finalizar el disco?
“Para nosotras no ha sido solo la pandemia. Entre medias tuvimos un cambio de batería y realmente eso fue lo que ayudó a poder terminar el álbum. La formación que teníamos anteriormente no estaba funcionando a nivel creativo. Estábamos estancadísimas, no había Dios que saliera de ahí… Era una cuestión de comunicación y a base de hablarlo nos dimos cuenta de que nuestro mayor handicap fue ver qué le venía bien a cada una. Tomamos nuestras decisiones y al entrar Juan Carlos pudimos continuar, además de aportar la frescura, ideas… Ese punto de vista del que te hablaba antes”.
De hecho, hay un detalle que me gusta mucho y es que el disco se abre con esa intro de batería en ‘Prometeo’. Es cómo si estuviese diciendo: ‘aquí estoy yo’.
“Eso es totalmente intencionado. ‘Hola, ¿qué tal? Soy Juan Carlos’ (risas). Es un tío genial, se ha fundido totalmente con nosotras además de todo lo que nos ha aportado. Pero cómo te decía, lo que más nos frenó fue el tema de la composición. Cuando pasó la pandemia, prácticamente no nos vimos, y cuando lo retomamos nos dimos cuenta de que había cosas que no se estaban haciendo bien. No por nadie en concreto, pero la energía que teníamos entonces era muy oscura. Entras en el local de ensayo y te quieres poner a trabajar, pero tu cabeza no está en eso, sino en todos los problemas que hay y en cómo los vas a resolver. Estás estancado en una canción y no sales de ahí… Al final tuvimos que cambiarlo prácticamente todo y rehacer el disco desde cero. Llevábamos dos años escribiéndolo antes de cambiar la formación, pero yo considero que el álbum se ha creado desde que entró Juan Carlos. Fueron siete meses de hacerlo corriendo como locas”.
De lo que teníais al principio, ¿hay algo que se haya acabado quedando?
“Sí. Creo que si escuchas el disco y estás un poco familiarizado con nuestro sonido, te das cuenta de que es lo que se ha guardado de la etapa en la que estaba Marcelino (Navarro, anterior batería de Le Mur -ndr.) y de la composición previa al cambio de batería y la entrada de nuevas ideas”.
Por otra parte, sin que El Brote fuese un álbum que trascendiera más allá de los círculos habituales, sí que he tenido la impresión de que había bastante gente esperando algo nuevo por vuestra parte. Con los singles que habéis ido avanzando, ¿habéis tenido la sensación de que el público no se ha olvidado de vosotras?
“A ver, eso es mucho decir porque han pasado cinco años. Tú que estás en la prensa ya sabes como funcionan las cosas en la música. Es un cambio constante. Ahora lo que se lleva es estar sacando singles continuamente. Considero que es algo normal y lo acepto como parte del movimiento, pero eso no quiere decir que me guste. Yo ya tengo claras las cosas que voy a conseguir o no con mi trabajo en la música. Prefiero economizar a la hora de involucrarme emocionalmente. Antes te decía que habíamos corrido para terminar el disco porque teníamos el estudio reservado ya con la fianza pagada a Santi. Pero no fue porque pensáramos que necesitábamos tener que sacar algo ya. A la vista está que no hemos tenido ninguna prisa (risas). No es que no piense en la gente que nos escucha, pero creo que al final todo es algo más fortuito. Hay quién se encuentra con nuestra música y, si le apetece, nos sigue. Otros se bajan a mitad de camino… Tenemos nuestros incondicionales también, pero realmente somos una banda pequeña, humilde y muy agradecida. El que quiera, que se venga y el que no, pues nada. Pero no considero que la gente estuviese esperándonos”.
En parte también es una ventaja el ser un grupo independiente que no le debe nada a nadie. Si miramos a los artistas más grandes, parece que ahora estén obligados a tener que publicar algo nuevo cada dos meses para no caer en el olvido. En cierto modo, estás forzando tu creatividad, lo cual no sé hasta que punto puede ser sano.
“Creo que esa misma sensación se traslada a los grupos pequeños. Si no estás haciendo cosas no eres nadie y estás muerto. Yo tengo la teoría de que cuando tú estás en un circuito concreto y cerrado, dónde el estilo de música que haces está muy definido por mucho que varíes, al final te mueves entorno a unos valores. Puedes ir evolucionando e ir añadiendo un montón de cosas, pero estás trabajando sobre un estilo. Creo que es más fácil pillar una línea de contexto e ir tirando por ahí. Otra cosa son las bandas como nosotras o un montón más que hay aquí de nuestro mismo rollo, que se nos da una hoja en blanco y hacemos lo que podemos. Me refiero a que dentro de lo que queremos hacer y podemos dedicarle a la música, el tener un estilo concreto ayuda mucho”.
«No me gusta que en el mundo de la música la gente vaya en plan de súper héroe, que a nadie le pasa nunca nada malo, todos son guapos, jóvenes, populares… Porque no es así” ELSA MUÑOZ
Antes me hablabas de la importancia de la pre producción. Me llama mucho la atención que la hicieseis con Manuel Cabezalí de Havalina y Víctor Cabezuelo de Rufus T. Firefly. Aunque de algún modo ambos vienen del rock, personalmente no acababa de asociarles a una música tan cañera como la vuestra.
“De hecho El Brote ya lo hicimos también con Manuel. Tu piensa que al final la labor de ambos en esta ocasión ha sido lo que te comentaba antes: afinar la teoría. Nosotras somos autodidactas y dentro del calor de la composición puedes llegar a perderte dentro de tu propia idea. Es muy positivo poder contar con un profesional que te corrija. Al final son correcciones de estructura o añadir cosas como ritmos concretos, rellenar partes que están vacías… Pero no es una producción buscando sonidos o que nos ayuden a componer algunos tramos. Digamos que vienen a ayudarnos a hacer las correcciones teóricas. Cuando vamos a Ultramarinos a grabar, que normalmente solemos coger dos semanas, Santi se mete de lleno con nosotras en el sonido, los coros… Ahí ya sí que es un tema más creativo y no tanto de tecnicismos. Ese es el trabajo que hemos hecho con Manuel y Víctor. Me encantaría llegar a tener el nivel adquisitivo como para poder contar con los dos y llevárnoslos a Ultramarinos y hacer la grabación con ellos. Pero no es posible, así que contamos con ellos lo que podemos”.
Y desde lo que llegáis a enseñarles a Manuel y Víctor a lo que acaba saliendo de Ultramarinos, ¿cambia mucho el resultado final?
“Yo diría que no, pero las variaciones que se hacen son tan necesarias que pueden llegar a transformar la canción sin realmente cambiarla. Ellos consiguen hacer que funcione. Por ejemplo, con ‘Atalanta’ llevábamos dos años intentando resolverla y llegó Víctor, la escuchó una vez y dijo: ‘OK, está parte la quitamos, esto lo ponemos aquí y esto otro aquí’. La tocamos y funcionó a la primera. La canción es la misma, pero sin su punto de vista nos hubiéramos calentado la cabeza y dado siete vueltas más para llegar a dónde queríamos llegar. Pero no es que cambie el disco, sino que lo mejora”.
Entrando estrictamente en la grabación, ¿hubo algo diferente esta vez respecto a cuando hicisteis El Brote?
“Hemos trabajado más en el sonido pero porque ahora sabemos más. Santi está ahí para darte lo que tú decidas y lo que pueda aportar él, siempre te lo va a proponer. Es un tío súper participativo, muy positivo… es genial. Yo se lo recomiendo 100% a todo aquel que le interese este tipo de sonido. Es una parte muy importante no solo porque crea un buen ambiente para hacer que la grabación fluya, sino que todo lo que pueda aportar, lo hace. Esto te va a parecer una tontería, pero a veces le estaba mirando grabar desde detrás de la silla y me imaginaba dentro de mi paranoia que estaba recogiendo el sonido con sus orejas (risas). Está diseñado para esto. Es un tío muy divertido además de un gran profesional. Y su hermano Víctor también, se trabaja muy rápido con él”.
En cuanto a las colaboraciones con las que habéis contado, más allá de lo que cada una ha aportado, me gusta sobre todo el trasfondo que tienen. Hilando con lo que hablábamos antes, mientras que en el mainstream los álbumes están plagados de colaboraciones con el único fin de conseguir reproducciones, en vuestro caso se nota que hay una intención de remarcar el compañerismo entre las bandas y el sentido de comunidad.
“Es más, te digo que si seguimos componiendo y haciendo música, para el siguiente trabajo ya sé a quién voy a llamar. No lo veo como una oportunidad de presumir que he cantado con este y el otro, porque en realidad es bastante incómodo. Tanto Jaime de Catorce como Blue de Bones Of Minerva, viven muy lejos de dónde estábamos grabando y tuvimos que hacerlo todo a distancia. Luis de Pyra sí que se pudo venir al estudio con nosotras porque él es de aquí. Fue un experimento maravilloso y es una de las cosas por las que hago esto. Has escrito una canción, se la das a gente a la que admiras para que la canten contigo y te la devuelven mejor de lo que era. Su parte hace que el tema explote y eso ha pasado en las tres colaboraciones. Estoy muy contenta. Son cojonudas, y mira que yo no suelo hablar así nuestro trabajo porque tengo ese gen fatalista (risas). Pero es que son muy buenas”.
Recuerdo cuando estabais grabando en Ultarmarinos, subisteis un story de ‘Monoceros’, el tema que canta Luis. Cuando lo vi, pensé: ‘Menudo trallazo va a ser esto’. Y no me equivoqué.
“Esa canción me gusta mucho. Me siento muy a gusto con ella”.
Es lo que dices: “Coser, cantar. Solo fluyo, no lo pienso”.¿Es una letra que habla sobre como te sientes cuando estás sobre el escenario?
“En realidad es más sobre cómo me he querido sentir siempre cuando tocamos en directo. Es lo que intento conseguir, pero el agobio de la previa, las expectativas, si viene gente a verte, si has perdido pasta, si el sonido está bien, si tienes buen rollo con la otra banda con la que estás tocando… Son muchas cosas y yo soy propensa a comerme la cabeza. ‘Monoceros’ es una declaración de intenciones absoluta en ese sentido. Vale para todo, pero perfectamente se puede aplicar a la fuerza y la potencia que tu ganas en el momento que pisas el escenario”.
Siguiendo con las letras, al igual que ocurría en vuestro debut, con Caelum Invictus habéis vuelto a rodear las canciones de un concepto. En El Brote, cada una llevaba el nombre de un planta o flor. Esta vez repetís optando por bautizarlas con nombres de constelaciones.
“Héroes, heroínas, titanes… Soy una fanática de la mitología, aunque sé menos de lo que me gustaría. Es algo que tenemos en común Jaime de Catorce y yo. Él es historiador, es quién sabe de todo esto. Yo soy la que está preguntando todo el rato (risas). Realmente es un tema que me interesa mucho, hasta tal punto que los podcasts que suelo escuchar para dormirme son de mitología. Tengo una pequeña obsesión. Y con las canciones lo vi muy claro. Me resulta fácil ponerlas títulos y si además las puedo dar un concepto conjunto, mejor. Le mande a Alain (Martínez, diseñador de Holy Fire Studio además de cantante y guitarrista de Qverno -ndr.) un pequeño resumen con el significado de cada una de las figuras mitológicas que representan las canciones. El título del álbum traducido es Cielo Invicto y la historia que cuenta es que al final vamos a morir todos (risas). Que en la vida se pasa muy mal pero lo único que va a permanecer cada día sobre la tierra es el cielo. Es lo único que va a seguir siempre ahí, nosotras no vamos a estar. Entonces el legado que nos queda es vivir la vida, superar las dificultades y crecer mientras tanto. Esto vendría a ser una pequeña historia contada desde mi punto de vista de lo que he vivido desde que empezamos Le Mur hasta ahora. Todo lo experimentado en cuanto a emocionalidad, conexiones, auto juicio y redención de las cosas que creo que he hecho mal, etc.”.
Abrís con ‘Prometeo’ y cerráis el disco con ‘Epimeteo’. No sé si, al igual que pasa en la mitología griega, podemos hablar de canciones hermanas.
“Sí, también es intencionado. ‘Prometeo’ es muy sentida. Trata de ‘¿por qué me pasa esto a mí después de haber dado tanto?’. En cambio, ‘Epimeteo’ es más del rollo ‘no me calientes la cabeza’ (risas). Es decir: ‘estoy hasta el moño, no me cabe más de esto, estoy aquí para divertirme’. Al principio del disco se busca la respuesta a la pregunta al por qué si he hecho algo que creía que era bueno no he recibido lo que esperaba a cambio. Y la última canción dice que todo se cae para darte cuenta de que no merecía tanto la pena preocuparse, que lo importante es la sensación, el fuego, lo que tienes dentro. Hay mucho más intrincado por ahí porque son muchas cosas, pero más o menos es eso”.
Esto me lleva a preguntarte sobre un tema mucho más personal, y es que hace unos meses atrás reconociste, además de una manera muy abierta, que estabas sufriendo depresión. ¿Cómo te encuentras a día de hoy?
“Estoy mejor. Sigo en tratamiento y de baja laboral. Son siete meses ya. Han ido saliendo muchas cosas después de esto. Era una depresión química causada por una intervención quirúrgica que tuve por un problema que me trastocó las hormonas. Y claro, cuando una mujer tiene las hormonas revolucionadas por lo general suele ser malo (risas). Me sentía triste, nerviosa, muy ansiosa. De hecho, he llegado a hacer alguna entrevista antes de que ocurriera todo esto y me he visto sudando, temblando… No estaba siendo yo. Empezaron a hacerme pruebas y físicamente tenía hipertiroidismo y tiroiditis, que es una infección en la tiroides que afecta bastante a tu estado de ánimo, y psicológicamente un desorden de personalidad que estoy tratando con terapia, antidepresivos y ansiolíticos. A nadie le gusta medicarse, pero creo que es importante hablar de esto y que la gente tenga en cuenta que no pasa nada. Que estar desordenado en la cabeza, que a veces no tienes claras las cosas o si ves que algo se te escapa… hay una solución y suele empezar por hablar las cosas. No me gusta que en el mundo de la música la gente vaya en plan de súper héroe, que a nadie le pasa nunca nada malo, todos son guapos, jóvenes, populares… Porque no es así”.
Precisamente a mí me impresionó bastante porque en las redes das la impresión de ser alguien muy alegre y extrovertida, además de una fuerza de la naturaleza cuando estás en el escenario. Pero claro… Instagram no es la vida realidad.
“En absoluto. De todas maneras, sí que me considero una persona enérgica. No te puedo decir feliz porque no es así. No soy alguien positiva, sino más bien agorera (risas). Pero sí que me gusta estar de buen rollo, divertirme y estar bien. Es algo que tenemos algunas cantantes que está muy guay, y es que somos emisoras. Si yo siento alegría, me gusta emitir eso. Y en estos últimos meses lo que me estaba pasando, no lo estaba sintiendo y había que ponerle solución. Y la verdad es que ya estamos casi casi en ello”.
Me alegra oírlo. Por otro lado, como decías, creo que es importante que hablases de ello. La verdad es que cada vez me encuentro con más gente de mi alrededor que sufre de ansiedad y depresión. Me siento mal por lo que están pasando, pero veo muy positivo que esté habiendo un cambio de mentalidad generacional en este sentido. Lo digo porque creo que en la época de nuestros padres y abuelos parece que no era aceptable socialmente que la gente pasara por algo así y que pudieran cogerse una baja laboral porque eran incapaces de salir de casa.
“En mi caso, la baja se me alarga porque hay factores físicos. Si no, ya sé que me hubieran puesto pegas, sobre todo por parte de la mutua porque todo es pasta. Aunque tampoco te creas que es mucho porque soy autónoma (risas). Pero sí es cierto que mi médico ha estado al 100% en esto conmigo y no me ha minimizado en cuanto a los síntomas que pudiera tener ni en ayudarme. Hay gente que todavía piensa que la depresión no existe y es un cuento. Ya sabes: “si te pones triste, pues ponte feliz”. Es una tontería, pero cuando subí aquel post a Instagram, perdí un montón de seguidores. A la gente no le gusta ver que estás mal. Pero también fue precioso porque tenía la bandeja de privados llena con mensajes de personas que lo habían pasado y que jamás en la vida te lo hubieras imaginado. Me dijeron que me tomara mi tiempo, que mirase dentro de mí… Creo que Jim Carrey en una entrevista dijo que cuando estás ‘depressed’, lo que necesitas es un ‘deep rest’. Tu cuerpo necesita un gran descanso y no es nada más que eso. Desconectas, descansas y a seguir. Con suerte tienes apoyo y tardas poco en salir de ahí. Pero con mala suerte, te puedes hundir”.
Imagino que no porque esto fue posterior a la grabación del disco, pero, ¿dirías que hay algo de todo esto que hayas acabado volcando en las letras?
“Claro, por supuesto. Una depresión se cuece con meses y años de soportar una cosa e ir todos los días al mismo sitio donde no estás bien, o soportar el peso de algo sobre tu familia o de tu grupo de música. En mi caso ya te digo que fue por una intervención que tuve y se me rayó la cabeza, pero previamente ya no estaba teniendo actitudes que fueran positivas para que mi cerebro estuviera preparado para la intervención. Hay muchísimas confesiones escondidas en este disco, pero tampoco creo que den mucho lugar a hablar de qué es lo que me ha podrido la cabeza. Creo que simplemente hay que llevar cuidado con quién estás, de las decisiones que tomas y ser consciente de lo que te haces a ti misma”.
Para terminar con algo más alegre, debo decir que lo primero que me impactó cuando os descubrí fue tu voz. Sé que puede ser una comparación injusta por muchos motivos, pero en cierto sentido me recordó a cuánto me impresionó la primera vez que escuché a Kantz en Areté Despierta de Tenpel. De pensar: ‘¿En serio hay un tío en España que es capaz de cantar así?’. Y contigo tuve una sensación similar.
“El guitarra de Dûrga me dijo exactamente lo mismo en un bolo que hicimos en Alicante (risas). Tuve la suerte de encontrarme con Kantz en Málaga hace unos meses porque fui a hacer una pequeña colaboración con Hoy Es Siempre Todavía. Él también cantaba una canción con ellos y fue ahí dónde empezamos a hacer migas con The Braves Records, que al final editamos Caelum Invictus con ellos, además de Maldito Records. Hay un montón de cosas en común aparte de admiración y respeto. No creo que tengamos tantas similitudes porque me parece que él es un grandísimo profesional y que yo no tengo tantas tablas. Pero aprendo rápido (risas)”.
¿Cuándo aprendiste o te diste cuenta de que podías cantar de esa manera?
“En realidad te das cuenta cuando lo haces. Incluso no te das cuenta de lo que has hecho hasta después que te paras a pensarlo y dices: ‘jo, que guay’. Pero creo que nunca he cantado igual. Siempre soy yo y tengo mi forma de hacerlo. Y creo que a Kantz le pasa lo mismo y es lo que me gustaría pensar de mí. Voy evolucionando y añadiendo pequeñas cositas. Lo mismo me puedes ver haciendo una cover de soul de los Rolling Stones con Qverno o que te cante una canción de los Smashing Pumpkins dos octavas por encima. Me gusta saber que puedo hacer muchas cosas, y si hay algo que no sé, me pico enseguida e intento aprender. Eso se acaba reflejando al final en tu forma de componer. Pienso que Kantz está más nutrido en ese aspecto porque ha trabajado con muchísima más gente. Espero poder estar algún día a ese nivel, al menos en cuanto a transmisión y percepción en directo porque es una pasada. Para mí es una alegría porque cuando empezamos el grupo no conocíamos a nadie y ahora hemos grabado con Santi, producido el disco con Manuel y Víctor, canto con Jaime, Blue y Luis, trabajamos con Kantz y Jose Miguel de The Braves… Son personas que admiro un montón. Esto es todo lo que yo quería. No puedo pedir más”.
GONZALO PUEBLA