Si el dicho ‘lo que no te mata te hace más fuerte’ fuese cierto, Liher serían invencibles. Tras haber sufrido como pocos todos los males que ha traído consigo el virus, los donostiarras presentan nuevo trabajo sin intención de bajar las armas.

En mayor o menor medida, cada grupo podría contar su experiencia durante la pandemia y como ésta ha afectado su día a día. Pero de tener que realizar un documental sobre ello, sería extremadamente difícil encontrar una historia como la de Liher. Justo después de haber publicado su tercer álbum, un Hemen Herensugeak Daude por el que apostaron muy fuerte, el cuarteto de San Sebastián se embarcó en una gira europea de presentación a comienzos de marzo del año pasado.

Todo parecía ir viento en popa hasta que las repentinas cancelaciones y restricciones a causa del COVID-19 obligaron a Lide Herrando (voz, guitarra), Iñigo Etxarri (guitarra), Johska Natke (bajo) y Ander Berzosa (batería) a regresar a casa en una furgoneta que habían llenado de sueños e ilusiones. A pesar del durísimo golpe anímico, los donostiarras se negaron a tirar la toalla y consiguieron reconfigurar (no son dificultades) una gira de cerca de 40 conciertos, aún en circunstancias tan adversas para una banda de rock como tener que tocar ante un público que no podía moverse al ritmo de sus canciones.

De todos esos sin sabores, decepciones y de volver a levantarse trata Eta Hutsa Zen Helmuga. Un nuevo disco concebido a lo largo del último año que nos presenta a unos Liher dispuestos a seguir dando guerra, siendo conscientes de que el camino a recorrer en los meses venideros seguirá repleto de obstáculos. Pero como bien nos reconocieron Lide e Iñigo hace una semana cuando charlamos con ellos a través de Zoom, es la única vía para superar todo lo que les ha tocado vivir en los últimos tiempos.

Cuando os entrevisté recién llegados de la gira europea que tuvisteis que cancelar en marzo 2020, me comentabais que ya estabais con la cabeza puesta en rearmar todas las fechas que se habían caído. ¿La vuelta a la realidad fue más dura de lo que imaginabais?
LIDE HERRANDO «No lo recuerdo como algo duro porque era mejor que estar en casa (risas). Cualquier cosa que pudiéramos hacer en esas circunstancias era como para dar las gracias. Pero ahora sí que echo la vista atrás y tengo la sensación de que fue algo que no acabó de salir como nos hubiera gustado. Hemen Herensugeak Daude no llegó a dónde nosotros queríamos y creíamos que debía llegar. No pudimos dar ningún concierto con el público de pie, excepto los primeros que tocamos en Alemania y Suiza en marzo del año pasado. No hemos tenido ningún bolo de decir: ‘Este ha sido el mejor de la gira’«.
IÑIGO ETXARRI «Quizá en el segundo pase en la Helldorado de Vitoria fue cuando la gente se llegó a desmadrar más. También en octubre del año pasado tocamos con Cobra en Soreasu en Azpeitia y metimos 300 personas. Yo me he quedado con la sensación de que cada concierto ha sido algo que había que hacer, aunque no se diesen las condiciones para que nos pudiésemos expresar y recibir el feedback del público. Hemos tenido que dar siempre el 110% porque lo que nos alimenta a nosotros cuando tocamos es ver que la gente responde. Nosotros empezamos arriba y si vemos que hay una reacción, nos venimos todavía más arriba. Fue lo que nos pasó por ejemplo en Castellón hace un par de semanas, que se juntaron como unas 100 personas y salimos con un subidón muy guapo. Pero en esta última gira la gente estaba sentada, no se movían, no veías sus expresiones… Casi estaba deseando que llegase el último concierto para que todo esto pasase».
LIDE «También yo creo que ha habido grupos e iniciativas que han triunfado gracias a que todo el mundo tenía que estar sentado. Era la única opción, así que, ¿qué vas a elegir?: ¿un concierto de stoner o uno de folk? Es lógico que muchos prefieran ir al segundo porque pega más con la situación».
IÑIGO «En Euskal Herria hemos visto que ha habido un auge del formato de cantautor con guitarra acústica y una banda detrás. Si no hubiese sido por la pandemia, dudo que hubiesen salido tantos. Yo siempre digo que un disco de Lisabö no me lo voy a poner en casa, pero si dan un concierto voy de cabeza. Creo que es lo mismo».

Foto: Irantzu Pastor

«Queríamos jugar en el estudio y ver lo que nos podía dar» IÑIGO EXTARRI

De todos modos, habéis llegado a hacer cerca de 40 fechas. Creo que no son malos números teniendo en cuenta las circunstancias.
LIDE «En ese sentido sí que estamos contentas. Y lo que es más importante: ninguna de ellas ha sido en acústico. Por ejemplo, Willis Drummond se adaptaron a otro formato y han podido dar muchos conciertos así. Nosotras decidimos seguir adelante tal cómo somos y hemos podido rascar bastantes bolos».
IÑIGO «Marcos, nuestro manager, nos decía que ya se había convertido en algo casi obsesivo el querer tocar a toda costa. Pero es que teníamos un disco que enseñar».

De hecho, una de las cosas que más me llamó la atención fue que la mayoría de conciertos fueron en Euskadi, excepto las visitas a Madrid, Barcelona y alguna escapada al extranjero. Supongo que os hubiera gustado salir más por la Península.
IÑIGO «Más que nada el tema fue que, cuando volvimos de Alemania en marzo, teníamos menos de 1.000 euros en la cuenta corriente. Nos habíamos gastado todo lo que teníamos en hacer los videoclips, estar grabando el disco tres semanas en Sant Feliu con Santi Garcia… Así que lo primero que hicimos al volver fue ponernos a vender vinilos a saco para poder pagar el local, porque era algo súper urgente. Nosotros por el local de ensayo estamos pagando casi más que por la hipoteca de nuestra casa. La cosa fue mejorando con los meses. Pero hay que tener en cuenta que cada vez que salimos fuera de Euskal Herria significa alquilar furgoneta mínimo para dos días, gasolina, hostal, técnico… Nos ponemos en unos gastos de 1.000 euros por cada fin de semana».
LIDE «Estos dos primeros fines de semana que hemos salido a tocar con el nuevo álbum han sido subvencionados y aún no sabemos si habremos ganado algo (risas)«.
IÑIGO «Mi duda más bien es cuánto hemos perdido, porque estoy seguro de que hemos palmado pasta aún teniendo la subvención».
LIDE «Eso responde a la pregunta de por qué no hemos tocado mucho más fuera. Ha sido un tema económico».
IÑIGO «Tocar en Euskadi nos ahorra alojamiento, pagamos solo un día de furgoneta, las distancias son de hora y media como mucho… Ha sido un poco que no se han dado las circunstancias de que un grupo de rock como el nuestro pudiese, no ya ganar pasta, sino no perderla. Nuestro objetivo era sobrevivir. Y con lo poco que había nos hemos metido en otro disco. Somos así de imbéciles (risas)«.

Teniendo en cuenta como teníais las arcas, supongo que eso inclinó la balanza a la hora de elegir grabar en casa con Kaki Arkarazo.
IÑIGO «En realidad el estudio nos salió parecido a lo que nos costó grabar con Santi García el anterior disco. Lo que ocurre es que en Sant Feliu tuvimos que pillar tres semanas de alojamiento, dietas… Al final grabando en Garate podíamos comer y dormir en casa, con lo que bajaba bastante el gasto. Por otro lado, grabar tan cerca nos permitía poder dar conciertos si es que salía alguno, como fue el caso de irnos a Friuli en Italia. Ese fin de semana fue salir el jueves del estudio, pillar el avión, volver el lunes e ir directos otra vez a grabar. Era importante aprovechar las pocas oportunidades de tocar que tuviésemos. Lo que te decíamos: supervivencia».

Foto: Irantzu Pastor

¿Cuándo empezaron a salir las primeras canciones de Eta Hutsa Zen Helmuga.? ¿Visteis claro desde el principio que teníais que hacer otro álbum lo más pronto posible?
IÑIGO «Es gracioso porque pensábamos que todos los temas se habían compuesto durante el confinamiento. Pero ayer encontramos en el ordenador de casa una carpeta dónde ya había canciones de hace tiempo (risas)«.
LIDE «En realidad es solo el último corte del disco, ‘Paradoxak’. Es de 2019  y se nota porque es un medio tiempo más stoner en la onda de Hemen Herensugeak Daude«.
IÑIGO «Durante la cuarentena desmonté el estudio de posproducción que tengo del curro y me lo traje a casa. Y como no podíamos hacer nada, compuse 15 temas».
LIDE «Y yo uno (risas)«.
IÑIGO «A mí lo que me gusta es ir al monte con mi perra y hacer canciones. Y como al monte no podía ir, pues… (risas). Luego hubo que contárselo a Johska y a Ander. No les quise decir nada tan pronto porque si les llego a soltar: «Oye, que en febrero sacamos un disco, pero ya tengo otro hecho», seguramente me hubieran mandado a tomar por culo (risas)«.
LIDE «También había que dejar que las canciones se aireasen. No es que hayan cambiado mucho, pero siempre viene bien».
IÑIGO «Luego en agosto teníamos que rodar el videoclip de ‘Zulo Bat Gehiago’. En un principio íbamos a salir nosotros en él, pero nos llamaron de la productora diciendo que no daba tiempo».
LIDE «Así que aprovechamos para hacer una mini reunión y ahí Iñigo ya les soltó todo encima. Fue cuando decidimos hacer algo nuevo. Como era agosto, nos fijamos el objetivo de sacarlo un año después».

Musicalmente, el disco suena más crudo que el anterior. No es que Hemen Herensugeak Daude fuese un álbum sobre producido, pero quizás el desprenderse del aire conceptual ha hecho que salga un trabajo más duro.
LIDE «Más que crudo, yo diría que está menos editado en el sentido de que está tocado como nosotros lo hacemos. Es más real. Al final Santi García tiene su manera de grabar. Sabe cómo editar. Los golpes de batería suenan todos igual. Eso hace que todo tenga una sensación de uniformidad que este nuevo trabajo no tiene».
IÑIGO «En Ultramarinos han conseguido un sonido súper característico. El tío sabe lo que hace y va a piñón. Por eso salen tantos discos de allí. Y sin embargo con Kaki, cada cacho de cada canción se miraba con lupa. Probaba todas las combinaciones de guitarras y amplis hasta que, según su criterio, tenía el sonido que él pensaba que necesitaba cada parte. El bajo y la batería se grabaron en un par de días cada uno, pero con las guitarras estuvimos 6 días. Es una persona que no para quieta hasta encontrar lo que busca. Entre los paseos que se ha dado de la mesa a la sala ha debido de hacer kilómetros como para una maratón (risas). Con Santi eso no pasaba. Te decía: ‘Pilla este ampli, este micro y a grabar’. Él ya sabe como funcionar y va a toda hostia».
LIDE «Nosotras grabamos Hemen Herensugeak Daude con él porque sabíamos lo que hacía y era lo que queríamos. No buscábamos experimentar, que es lo que nos ha pasado con Kaki, que graba los discos según le salga en cada momento. Antes de empezar nos preguntó: «¿Qué queréis? ¿Sonido de rock moderno o experimental?». Y nos tiramos a experimentar (risas)«.
IÑIGO «El disco de rock moderno ya lo hicimos con el anterior. Ahora queríamos jugar en el estudio y ver lo que nos podía dar, tanto la sala como el equipo que tienen en Garate. Al final no puedes ir con Steve Albini y esperar que suene como con Santi. Son dos estilos totalmente opuestos. Si vas con Albini sabes que nos vas a salir con un disco súper limpio. Y con Santi sabíamos dónde nos metíamos y era lo que queríamos. Pero ahora con Eta Hutsa Zen Helmuga hemos buscado otro sonido».

Aún así, hay unas cuantas canciones dónde recuperáis vuestras influencias más soul como en ‘Ain’t No Lullaby’ y ‘Hasi’, que tal vez en Hemen Herensugeak Daude quedaban más camufladas.
LIDE «En cierto sentido, creo que hemos vuelto a hacer una especie de Tenpluak Erre evolucionado. No hemos ido hacia atrás porque hay otro álbum de por medio, pero es regresar a esa mezcla de canciones más rápidas y pesadas con el contrapunto de otros temas más souleros. Es verdad que en Hemen Herensugeak Daude había medios tiempos, pero tiraban  más hacia el blues. No tenía mucho soul ni funky, aunque en 14 canciones había cabida para casi todo».
IÑIGO «De hecho, el otro día haciendo el tonto con el riff de ‘Ezti Eta Etsizko Egunak’, el segundo tema del anterior álbum, me di cuenta de que era un blues (risas). Está tocado a toda leche, pero si le bajas la velocidad tiene ese rollo. De todos modos, en las dos canciones de Eta Hutsa Zen Helmuga que has dicho, colaboran Noa y Lidia, que cantan góspel en otra banda con Lide».

Precisamente, ¿cómo se os ocurrieron las colaboraciones?
LIDE «Fue algo gradual. Tanto Noa como Lidia hicieron coros en Tenpluak Erre. Y mientras estábamos haciendo las nuevas canciones, pensé que molaría mucho que ‘Ain’t No Lullaby’ la cantase Noa porque es una tía que viene del soul y el blues, pero es cañera. Solo que esta vez quería proponerlo como dueto. Y claro, a Lidia también había que buscarla una canción. Ella tiene una voz más tierna, así que le dimos ‘Hasi’, que es la balada del disco. La verdad es que ese tipo de tema, americana-folk, en realidad no le va tanto. Suele tirar más por el funky, neo soul… Pero lo hizo genial».
IÑIGO «Además, Lidia tiende a tirar hacia los agudos y aquí le dijimos que bajase una octava. Y descubrimos que tiene una voz grave guapísima».
LIDE «Y a partir de ahí nos lanzamos. En ‘Mairubaratza’ tenemos al colega Alain de Qverno para que le diese el toque glam. Y la cuarta y última colaboración es Miren Narbaiza, que es uno de mis mayores referentes musicales desde que yo era adolescente. La vi cantando en un estilo súper raro, psicodélico… que nunca antes había escuchado en euskera. Flipé y quise cantar como ella. Estaba en un grupo que se llamaba Napoka Iria y para cualquiera que le guste la música que viene de aquí creo que tumbaron muchos prejuicios. Fue algo súper fresco. Ahora tiene otro proyecto llamado MICE que es más rollo PJ Harvey. Yo la tenía mucho respeto, pero nos dijo que sí y quedamos súper contentas».
IÑIGO «De hecho, su pareja Joseba Baleztena también colaboró en Hauts, nuestro primer disco. Y le dije: ‘Quiero que seas como nuestro John Frusciante con The Mars Volta, que colabora en todos los discos’ (risas). Pero no pudo ser».

Al final de cada canción hay diferentes sonidos que hacen las veces de outros. Hay aplausos, una caja de música, un juicio, revueltas, lo que parece música folklórica vasca… ¿Tienen relación con las letras?
LIDE «Este disco no es conceptual como pasaba con Hemen Herensugeak Daude. Pero si aquel no hubiese existido, entonces diríamos que este sí tiene un concepto (risas). Cuenta una transición emocional de un lado a otro. Desde la rotura hasta la aceptación de lo que nos ha pasado durante la pandemia y la entrada en ese vacío espiritual y sanador. A Iñigo se le ocurrió colocar pasajes sonoros entre canción y canción. Me pidió que le diese tres conceptos de cada tema y él buscaría un final para cada uno. Y de ahí viene el título del primer tema, ‘Kintsugi’, que es una antigua técnica japonesa que consiste en reparar los objetos rotos con oro para que así adquieran más valor. Vimos un símil entre esos pasajes que unen todas las canciones del disco. Por ejemplo, al final de ‘Non Zaren Ere’, donde se habla de las redes sociales y el juicio que cada uno se crea de sí mismo con la imagen que proyecta y el que hacen los demás sobre ti».
IÑIGO «Cada interludio está basado en una serie de ideas que se mencionan en todos los temas. Yo siempre he sido muy fan de Negu Gorriak y ya en los 90 Kaki hacia lo que él llamaba refritos. Pillaba samplers de James Brown y lo mezclaba con folklore vasco. Lo único que él lo hacía con cintas, vinilos… de forma artesanal».

También en ‘Orri Zuri Batek’ habéis incluido un fragmento Jorge Oteiza en el que habla sobre el miedo a la página en blanco.
LIDE «Ese speech representa justo lo que queremos transmitir al final del álbum. Cuando se te pone delante una página en blanco, un silencio incómodo o cualquier concepto que tenga que ver con el vacio, siempre se afronta desde la ansiedad y el miedo. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo empiezo? Y Jorge Oteiza iba siempre a contracorriente. Decía que una página en blanco es lo más esperanzador que existe. Y ahí hicimos click, porque esa canción trata de eso. Para nosotros la pandemia ha significado un paréntesis en el que no hemos podido mostrar nuestra creación. Y aunque nos hemos frustrado muchísimo, después de unos cuantos meses hemos llegado a la conclusión de que lo que único que hay que hacer es seguir creando y tirar adelante».

GONZALO PUEBLA