Consolidados como una de las bandas instrumentales más exitosas dentro de nuestras fronteras, Los Mambo Jambo reaparecen con nuevas canciones después de cinco años. En Exotic Rendezvous demuestran que no han perdido su toque para hacernos mover los pies.

Aunque lleva cerca de cuatro décadas dedicando su vida al saxofón, no ha sido hasta estos últimos diez años que Dani Nel·Lo ha empezado a recoger el fruto de toda una carrera. Desde que decidiese llevar a otro nivel la banda que capitaneaba en Taboo, el espectáculo de burlesque de la sala Apolo, no ha parado de ver como la aceptación de Los Mambo Jambo crecía entre crítica y público. Junto a Ivan Kovacevic (contrabajo), Anton Jarl (batería) y Dani Baraldés (guitarra), ha sido capaz de desarrollar el llamado sonido jambofónico aunando lo mejor del swing, el jazz, el surf y el rhythm n blues.

A pesar de que su actividad no ha cesado en ningún momento, hacía cinco años que el combo de la ciudad condal no nos deleitaba con nuevo material. Exotic Rendezvous (Buenritmo) viene a satisfacer nuestra demanda de volver a llevarnos a los oídos esa propuesta de regusto old school pero de mentalidad y actitud contemporáneas. Escuchando sus 12 canciones, no solo queda claro que Los Mambo Jambo siguen en plena forma, sino que todavía son capaces de estirar los límites de su peculiar universo.

Justo la semana pasada pillamos a Dani Nel·Lo en plena visita promocional a Madrid para atender amablemente nuestras preguntas.

Si obviamos el  disco que grabasteis con la Arkestra, han pasado ya cinco años desde Jambology. ¿Había ganas de hacer un álbum puro y duro de Los Mambo Jambo?
DANI NEL·LO «Efectivamente. Para nosotros el disco de la Arkestra sirvió para marcar el fin de un ciclo. Escogimos un repertorio entre todo lo que habíamos hecho durante los últimos 10 años y con el que nos sentíamos plenamente identificados. Le pusimos un traje de gala con los arreglos de la big band para cerrar esa etapa. Y con Exotic Rendezvous se abre otra nueva. Salimos a una media de un álbum cada dos años, pero el truco está en que por medio han salido un montón de 7″, hemos hecho colaboraciones… Parados no hemos estado. Además, todo esto ha venido acompañado de unas giras bastante extensas. Somos de tocar mucho durante el año, menos en 2020, claro (risas). Por lo tanto, teníamos ganas de pasar página porque llevábamos mucho tiempo tocando una serie de canciones a las que estamos agradecidos, pero ahora queríamos abordar otras nuevas».

«Los ingredientes para la receta del sonido jambofónico son cuatro elementos que, si se conjugan bien, bastan para evocar y transmitir todo lo que queremos» DANI NEL·LO

Como comentábamos, entre medias ha aparecido el disco con la Arkestra, pero también otros proyectos satélites dentro del universo Mambo Jambo. Has publicado tus trabajos en solitario junto a Los Saxofonistas Salvajes, salió él álbum de Rambalaya, proyecto de Anton Jarl que también produjiste… ¿Todas esas aventuras extramatrimoniales acaban repercutiendo de algún modo a la banda madre?
«Bueno, a nivel logístico nuestra agenda es una pesadilla porque está llena de colaboraciones y todo el mundo tenemos nuestros proyectos. Pero a nivel musical, lo bueno es que todo lo que hacemos fuera de Mambo Jambo después enriquece el discurso del grupo porque trabajamos otras sonoridades. En mi caso, el haber producido los dos discos de Los Saxofonistas Salvajes, Koko Jean & The Tonics y Rambalaya, hace que pueda afrontar con más garantías encargarme de un álbum de Mambo Jambo. Sin esa experiencia previa me hubiera costado un poco más».

Me llama la atención cómo, precisamente, con todos estos proyectos tan grandes en los que os habéis metido últimamente, sobre todo con tanto personal, en Exotic Rendezvous regreséis a lo básico. La magia de tocar los cuatro y ya está. Sin más añadidos.
«Es muy esencial, ¿verdad? Los ingredientes para la receta del sonido jambofónico son cuatro elementos que, si se conjugan bien, bastan para evocar y transmitir todo lo que queremos. El trabajo de los arreglos ha sido minucioso y profundo. Yo estoy muy contento. Siempre se dice eso de ‘el último disco es el mejor‘, pero es que es verdad (risas). El balance de composición, arreglos, melódica y armónicamente es muy rico. Hemos intentado tocar ritmos que nunca habíamos ejecutado, pasar por sitios inexplorados e incluso exóticos. De ahí viene el título. Buscar ese exotismo, lo inaudito que cada uno lleva dentro».

¿Cómo fue la composición esta vez? ¿Hubo muchas reuniones de Zoom?
«Veníamos de una lista de 25 o 30 canciones, de las cuales solo han sobrevivido 12. Ha habido una buena criba para tener una representación muy significativa de lo que hemos estado componiendo. Nos identifican plenamente y estamos muy orgullosos. Queríamos que cada tema tuviese su ambiente, con su título, su melodía… Reuniones telemáticas en el aspecto creativo no tuvimos, más bien fueron de organización. Cada uno trabaja desde su espacio y luego lo llevamos al local. Si es verdad que esta vez la mayoría de los temas los firmo yo, pero es que no sé estar quieto (risas). Con Jambology, cambiamos la manera de trabajar. Antes estábamos muy obsesionados en captar la energía del directo en el estudio. Con aquel álbum nos dimos cuenta de que no tenía por qué ser así. Es una forma de trabajar que hemos seguido aplicando en Exotic Rendezvous. Nosotros preparamos mucho la pre-producción, discutimos cada arreglo de una manera muy minuciosa, y luego en el estudio pasamos muy poco tiempo. Vamos con la lección bien aprendida y en tres días ya tenemos un disco grabado. Hemos abierto el abanico de sonoridades. Yo siempre digo que el rock and roll instrumental es un lenguaje muy válido para transmitir emociones y contar historias. Dentro de ese lenguaje nosotros hemos encontrado un idioma particular y ahora se trata de ir ampliando el vocabulario para seguir expandiendo nuestro sonido».

En vuestras canciones el saxo siempre ha sido un actor protagonista. Sin embargo, y aunque sigue jugando un papel principal, esta vez noto que hay más espacios para que los demás instrumentos brillen.
«Quizás esta más equilibrado, sí. Cada tema necesita un tratamiento distinto. Hay algunos que exponen más la melodía, donde el saxo hace las veces de voz y después no hay mucho más que desarrollar. Es sota, caballo y rey. Por ejemplo, en ‘Rastro De Carmín’, el saxo ‘canta’, después hay un solo de guitarra y ya está».

Pero supongo que con el nuevo material podrás respirar algo más en los conciertos.  ¿Es duro físicamente aguantar un repertorio de Los Mambo Jambo?
«No tengo esa sensación. De momento aguanto (risas). Creo que es más una cuestión tímbrica. Si te está cantando la misma voz todo el rato, llega un momento en el que tu cerebro desconecta alcanzado un límite. Cuando repartes juego, todo es más digerible. Es como la comida. A mí me encantan los macarrones, pero si te comes un platazo enorme y no lo combinas con ensalada y unos traguitos de vino, pues al final te hartas del mismo sabor».

Es el primer álbum de Mambo Jambo, sin contar el de la Arkestra, en el que ejerces de productor.  ¿Te sentías más que capacitado para poder asumir la tarea?
«La verdad que he estado aprendiendo poco a poco. Igual que con el instrumento, no hay un momento en el que digas: ‘ahora ya sé producir‘. No. Es una cosa complicadísima que depende tantos elementos… Ahora con los home studios ya hay una labor de sonido bastante fuerte. Puedes hacer demos un tanto utilitarias, que suenen fatal pero que sirven para enseñar la canción. Pero a mí ya desde la maqueta me gusta dirigir un poco hacia dónde va a ir la producción. Si trabajas a diario grabando y mezclando, lo más lógico es que sepas a qué quieres sonar y luego ya con un proyecto más grande en un estudio de verdad quieras producir. Ahora mismo me resultaría raro que viniera una persona a dirigir lo que hacemos. Mola contar con un productor externo cuando también se mete en lo artístico. Si no, es un simple ingeniero. Pero cuando va más allá, hay gente que ha sido capaz de aportar tanto como Phil Spector, George Martin, Rick Rubin… que acaban teniendo su propia firma».

Como ocurre en prácticamente todas las bandas instrumentales, el no tener letras no impide que al final la música, los títulos de las canciones y el artwork, acaben sugiriendo al oyente una serie de imágenes o escenas. ¿Cuáles serían en Exotic Rendezvous?
«Esto es muy subjetivo. Una de las cosas positivas que tiene la música instrumental es esto mismo que acabas de decir: cada cual se puede montar su película a través del título, la música, la estética del disco… En esta ocasión lo hemos concebido, sin quererlo, como un álbum, que es algo de lo que nos dimos cuenta posteriormente. No es una colección de singles. El ambiente que tiene por un lado es este espíritu hedonista, disfrutar de la vida, y luego otro punto más dramático, de tintes un tanto bizarros entre lo exótico y lo inexplorado, un poco David Lynch… También la ilustración de la portada es de un artista canadiense llamado Ryan Heshka. Es un tío que bebe mucho del pulp, la ciencia ficción de los años 50… pero todo ello desde la contemporaneidad. No tiene una voluntad revivalista. Y musicalmente nosotros hemos querido hacer eso mismo. Algo de aquí y ahora. Tampoco me gusta dar sóolo mi visión, porque podría contarte que hay un poco de jazz, otro poquito de surf, de rhythm n blues… pero no nos acercamos a ellos desde la ortodoxia».

Precisamente el videoclip de ‘Exotic Rendezvous’ parece una especie de guiño a los espectáculos que hacíais con Taboo en vuestros comienzos en la sala Apolo de Barcelona. Toda la imaginería del burlesque, los encantadores de serpientes, faquires que tragan fuego…
«Sí. De hecho, la estética del videoclip toma mucho de la propia portada. La duplicidad, el hecho de que salimos nosotros con nosotros mismos. Aunque es verdad que David Lynch utilizó las cortinas rojas en Twin Peaks, en realidad esto viene de mucho más lejos, de los espectáculos de variedades, el burlesque, el teatro de pequeño formato, los clubes de jazz… Es toda una imaginería y una estética que nos acompaña desde hace mucho tiempo. Antes, durante y después de Taboo incluso. Por ejemplo, el faquir que sale en el video había trabajado con mi padre y le conozco desde que era pequeño».

Quería aprovechar la ocasión para rememorar tus inicios con Los Rebeldes, allá por los 80, cuando apenas eras un adolescente. ¿Qué recuerdos te vienen a la mente de aquellos años?
«Debuté con ellos en el 85. Tenía 17 años. No tocaba muy bien al principio, pero tenía mucha actitud. En realidad yo aprendí a tocar en directo con Los Rebeldes y le debo mucho a esa escuela. Trabajar junto a Carlos Segarra ha sido un lujo durante muchos años. Fue un periodo que me enseñó muchísimo».

Desde entonces, te has dedicado en cuerpo y alma a la música en infinidad de proyectos, espectáculos de big band y burlesque incluso. Para gente como vosotros, que lleváis toda la vida en esto, ¿cómo habéis sobrevivido a 2020, dado que ser músico es vuestra verdadera profesión?
«Creo que esto es algo muy vocacional, casi como una montaña rusa. Sabes que va haber momentos de subida pero también de bajada. Te vas acostumbrando a ello y aprendes a ser flexible en ambas situaciones. Es un modo de vida. A parte de tocar, tengo un programa de radio, que es algo complementario que he estado haciendo durante los últimos tres años. Sigue estando ligado porque estoy compartiendo música. No me imagino en un despacho o un taller. No sé que más podría hacer además de tocar».

Aún así, muchos grupos se plantean que la única manera de subsistir, es salir al extranjero. Vosotros lo habéis hecho, pero también habéis demostrado que se puede desarrollar una carrera sin salir de España.
«No necesariamente, pero si quieres vivir de esto tienes que hacer muchos bolos. Nosotros, que ya llevamos mucho tiempo siendo una banda de rock and roll instrumental, sabemos hasta donde podemos llegar. Está claro que no vamos a llenar el Palacio de los Deportes, pero tenemos una audiencia de sala media entre un rango de 400 y 800 personas. En cualquier caso, vivir de la música tiene que ser un compromiso vital y has de trabajar para ello con el convencimiento de que tienes que llevar calidad haya dónde vayas».

GONZALO PUEBLA