Con su cuarto álbum, Metz quieren que además de oírles, les escuches. Si antes, el trío de Toronto se caracterizaba por buscar los límites de la distorsión, en Atlas Vending han optado por rebajar el ruido, aun conservando la misma potencia.

Como ha ocurrido con otros discos aparecidos en los últimos meses, la pandemia los ha dotado de un nuevo significado pese a haber sido concebidos antes de que el virus empezara a paralizar el mundo. Alex Edkins, vocalista y guitarrista de Metz, es el primer sorprendido de que las letras que escribió para Atlas Vending (Sub Pop/Popstock!) el año pasado sean tan vigentes, pese a que las circunstancias hayan cambiado tanto. Seguramente tenga que ver porque antes de que las palabras COVID o confinamiento entraran a formar parte de nuestro vocabulario, ya había mucha gente que se sentía inquieta y ansiosa ante un mundo cambiante y cada vez más polarizado.

Desde que empezaran a tocar juntos hace 12 años, Edkins y sus compañeros Chris Slorach (bajo) y Hayden Menzies (batería) habían conseguido llamar la atención por haber inyectado al noise rock de un nuevo vigor. Sin embargo, llegados a su cuarto trabajo, Metz querían que sus composiciones tuvieran la oportunidad de salir a la superficie. Junto a Ben Greenberg (Uniform), la banda ha conseguido un disco más limpio, sin renunciar a su esencia. Charlamos de ello con el capitán de la nave. 

Atlas Vending
me ha sonado más grande y ambicioso que vuestros trabajos anteriores. Cuando empezasteis a componer y grabar el nuevo disco ¿tenías la sensación de que iba a salir algo distinto?
ALEX EDKINS
«Estoy de acuerdo en que suena más grande y ambicioso. Sabía que las canciones habían progresado, no sólo a nivel compositivo, sino también por nuestra habilidad como músicos. Llevamos tocando juntos mucho tiempo, y en cierto modo siento que la nuestra ha sido una progresión lenta. Si comparas este disco con el primero, creo que nuestra manera de tocar ahora es más elaborada. No creo que fuéramos totalmente conscientes de ello cuando lo estábamos creando, pero si es algo que noté cuando lo escuché terminado. Es más musical, y es algo de lo que me siento orgulloso. Creo que es más grande, más claro, más escuchable. Queríamos que la gente lo escuchara más de una vez (risas). No queríamos que les volara la cabeza y lo dejara, sino que pudiera acudir a él repetidamente. Seth Manchester hizo un gran trabajo con la mezcla, consiguiendo que fuera punzante y duro, pero no demasiado saturado o abrasivo. Creo que algunos de nuestros discos anteriores estaban tan saturados con distorsión que era como ‘Argghhhh!’ (risas). El objetivo era que eso no ocurriera (risas)«.

Quizá antes la gente conectaba con vosotros por el sonido, el volumen, la energía, pero no tanto con las canciones en sí. Y en cambio en este disco, creo que sí puede ocurrir.
«¡Me encantaría! Eso molaría mucho. Yo soy un gran creyente en las canciones (risas). La letra adecuada o los acordes adecuados pueden crear magia. Conectar con la gente es algo que siempre que buscas».

¿Tuvisteis que cambiar mucho vuestra manera de grabar para conseguir este sonido más limpio?
«No demasiado. La principal diferencia es que bajé un poco la distorsión de las guitarras, y también que es el primer disco en que escribí partes específicas para dos guitarras distintas. En el pasado había hecho overdubs, pero esta vez lo hice como si hubiera dos guitarristas en el grupo (risas). Usé un Jazzmaster y un Rickenbacker, más limpio. Creo que eso le añadió más profundidad. También pusimos menos compresión en la batería. Creo que es el disco en el que mejor suena. La mayoría se grabó en directo, directamente a la cinta, y luego añadimos algunas cosas».

«Creo que éste es el disco definitivo de la pandemia (risas)» ALEX EDKINS 

Mirando atrás, ¿crees que os escondíais detrás del ruido para ocultar ciertas limitaciones para escribir mejores canciones?
«Tampoco diría eso. Creo que era más lo que éramos como banda entonces. Siempre hemos sido honestos. Siempre hemos hecho lo que sentíamos en cada momento. El cambio de sonido en el nuevo disco viene porque tenemos más confianza, pero tampoco creo que antes compusiéramos desde el acomplejamiento. Pero supongo que como cualquier banda estamos embarcados en un viaje en el que vas aprendiendo a medida que avanzas».

A menudo se os ha calificado como noise rock, y me gustaría hablar de ello contigo. Todos hemos tenido experiencias en la que estás escuchando algo, y alguien te dice: ‘eso no es música, es sólo ruido’. ¿Existe para ti la diferencia entre música y ruido?
«Creo que las etiquetas y los géneros son algo peligroso. Nunca hemos intentado clasificar nuestra música. Es algo totalmente subjetivo. Un sonido agudo y metálico puede ser un sonido hermoso si es eso lo que necesita tu cerebro. Creo que todo el mundo tiene su propia percepción de lo que es bonito y lo que es horrible. Se dice que somos punk o noise rock, pero hay gente que no nos considera ni punk, ni noise rock (risas), y no pasa nada. Con nosotros lo que ves es lo que hay. Tenemos muchas influencias distintas. Al final es música, y si conecta con una sola persona, ya es suficiente».

¿Pero alguna vez cuando estabais ensayando o grabando y no os salía lo que queríais has pensado: ‘esto no es música, es sólo ruido’?
«Creo que tendemos a hacer canciones relativamente convencionales. Como he dicho antes, me gusta hacer canciones. Creo que es un arte en sí mismo. Tocamos los dos extremos. Escribimos de manera tradicional y luego le inyectamos dosis de puro ruido y acoples. Creo que es una mezcla de composiciones pop y experimentación. Y nosotros estamos en medio».

Desde luego aquí las letras son más fáciles de entender. ¿Sentías que tenías algo más importante que decir? ¿Querías que el mensaje llegara mejor?
«Mmm… Siempre quiero que la gente me entienda. Nunca he pensado que fuéramos tan oscuros. Supongo que es una cuestión de gustos».

Bueno, y de que el inglés no sea tu lengua materna.
«Claro, claro. A ver, que también le pongo distorsión a la voz a veces. Creo que en este disco buscábamos un sonido más limpio y eso también afectó las voces. Respira más. Hay más espacio entre los instrumentos, no está todo apretujado. Así que me alegro si es más fácil de entender. Pero no creo que las letras de este disco sean importantes, porque siempre han salido de un lugar sincero. Siempre me cuesta mucho escribirlas, no es fácil. Todo lo que acaba en un disco es auténtico. Da un poco de miedo compartirlo con el mundo, la verdad. Quizá lo que dices tiene que ver con que las letras son más directas. Me he desnudado más. No hay tantas metáforas como antes. De nuevo, eso tiene que ver con crecer y sentirme más confiado con nuestras habilidades y decisiones».



Publicasteis ‘A Boat To Drown In’ como primer adelanto del álbum. Siendo un tema de 7 minutos, el más largo con diferencia, sacarlo el primero fue una especie de declaración de intenciones.
«No creo que fuera eso, pero sabíamos que llamaría la atención porque nuestras canciones suelen ser cortas. Pero ése no era el motivo, simplemente queríamos compartir algo que nos gustara mucho. Y es el último tema del disco, así que queríamos que mucha gente lo escuchara. Nuestro amigo Tony, que toca en una banda que se llama The Armed, dirigió el vídeo, y él insistió en que quería hacer el vídeo del tema más largo. Y Ben Greenberg, que co-produjo el disco, quería que fuera el primer tema del álbum, y yo le dije ‘Ni de coña’ (risas). Pero el caso es que gustaba mucho a la gente de nuestro entorno. Es un tema del que nos sentimos muy orgullosos y creo que es representativa del cambio de sonido de este disco».

Una influencia que ha estado ahí, pero que en este disco está más presente es que la sección rítmica suena más mecánica, más kraut rock. 
«Sí, sí. Queríamos tener ese groove. Es música que siempre nos ha encantado. Siempre habíamos hablado de hacer algo así de hipnótico, y en ‘The Mirror’, por ejemplo, lo hicimos. Incluso la música de Fela Kuti siempre nos ha gustado. Esa idea de coger un ritmo y machacarlo».

Algunos de los temas que tratas en el disco, la soledad, la ansiedad, la paranoia, están muy presentes desde que empezara la pandemia. ¿Te sorprende que algo que escribiste hace un año encaje tanto en lo que está sucediendo ahora?
«Estoy completamente asombrado. Es de locos. Creo que éste es el disco definitivo de la pandemia (risas)«.

Deberías poner una pegatina con eso en la portada (risas)
«(Risas) Sí. Como dices, lo terminamos como seis meses antes de que pudiéramos imaginar nada de lo que está pasando. Recuerdo que estábamos de gira con Refused por la Costa Oeste de Estados Unidos, y empezamos a oír que algunos amigos no iban a venir al concierto, y vimos que la cosa se estaba poniendo seria. Y cuando volvimos a casa, ya empezó el confinamiento. Pero un tema como ‘Pulse’ creo que encaja perfectamente con lo que mucha gente puede sentir encerrada en casa. Creo que las canciones están adquiriendo un nuevo significado. La verdad es que siento un vacío enorme por no poder salir a tocar y conectar con la gente. Te das cuenta de lo mucho que dependes de ello. No quiero disimularlo. Es muy duro sacar el mejor disco de tu carrera, y no poder salir a tocar. Somos una banda de directo. Intentamos acostumbrarnos, pero lo importante es que la gente esté sana. Hemos empezado a ensayar con mascarillas, y es posible que hagamos un livestream próximamente. Estamos trabajando en ello.».

JORDI MEYA

PD: Hoy y mañana sábado, Metz ofrecerán dos livestreams desde The Opera House en Toronto. Más información y tickets en este enlace.