Pasar dos años en la cárcel marcarían a cualquiera. Domenic Palermo, el cantante, guitarrista y compositor de Nothing, no es una excepción, pero al menos parece que, poco a poco, se va alejando de su atormentado pasado.
Según ha contado Domenic Palermo, la aparición de la primera fotografía de un agujero negro en abril del año pasado fue la chispa que encendió la creación del cuarto disco de Nothing. Domenic recortó la foto, la enmarcó y la colgó encima del escritorio donde suele escribir. Un día mirándola escribió la frase «La existencia daña la existencia».
Con ese prisma no sorprende que las canciones de The Great Dismal, publicado el pasado 30 de octubre por Relapse Records, aborden temas existencialistas como la soledad o la extinción, aspectos que en cierta manera predecían lo que la humanidad iba experimentar con la llegada de la pandemia.
Fue justo entonces, y después de dos semanas de autoconfinamiento, cuando Palermo y sus compañeros, el bajista Aaron Hard, el batería Kyle Kimball y el guitarrista Doyle Martin (Cloakroom) se dirigieron a Studio Four en Pennsylvania para reencontrarse con el productor Will Yip. Tras cinco intensas semanas, el excelente The Great Dismal ya era una realidad. Un pequeño milagro teniendo en cuenta que, como nos cuenta su autor, estuvo a punto de tirar la toalla.
Grabasteis el nuevo disco en al inicio de la pandemia. ¿Tuvo algún efecto en el resultado final ver todo lo que estaba sucediendo a vuestro alrededor?
DOMENIC PALERMO «Supongo que sí, pero no de manera consciente. Había estado trabajando en las maquetas como un año antes de entrar en el estudio. Realmente estaba en cuestión si íbamos a grabar un cuarto disco o simplemente dejarlo. Este proyecto está llegando a sus diez años de vida, y hacer este disco iba a ser determinante para su futuro. Tenía muchas dudas de qué hacer. Pero a medida que fui trabajando en las maquetas empecé a ganar confianza y a dejar esas dudas atrás, y de repente estábamos reservando el estudio, y empezamos a pensar en cómo íbamos a grabarlo de manera segura. La idea era haberlo grabado en abril, pero viendo como estaban las cosas, decidimos adelantarlo porque veíamos que podía ser que lo cerraran todo y nos quedáramos atrapados en el estudio. Normalmente nos tomaríamos los sábados libres, pero lo aceleramos todo para poder terminar todo en cinco semanas. Fue muy extraño. Estábamos aislados de todo, en un pueblo de Pennsylvania, viendo como el mundo se derrumbaba. No pudimos ver a nuestras familias durante cinco semanas. Toda mi familia está en Nueva York, que era el epicentro de la epidemia, y me sentía mal por no estar con ellos. Me costó concentrarme. Pero bueno, lo terminamos, pudimos volver a casa, y nadie enfermó, así que salió bien. Pero esto no ha terminado. Todavía hay mucha incertidumbre».
Supongo que cuando ocurre algo tan grande como una pandemia hace que te cuestiones que lo que tú haces, sea grabar un disco o entrevistar a un músico, es en realidad insignificante.
«Sí, así es. Cada día me levantaba para ir del apartamento al estudio y me tenía que motivar para seguir trabajando. Tenía el depósito del coche lleno para poder marcharme en cualquier momento. No sabíamos lo que iba a ocurrir. Veíamos lo que estaba pasando en Italia y España, y había rumores de que iban a cerrar todos los puentes y túneles de Nueva York. Era angustioso. Y tienes razón, te cuestionas si deberías estar haciendo tu trabajo o estar con tu familia. Pero la parte buena fue que todos en la banda y a nuestro alrededor nos apoyamos. Era un disco importante para mí».
De tu primera respuesta me ha surgido una duda. ¿Te estabas planteando dejar Nothing o dejar la música en general?
«Bueno, es duro seguir adelante. Empecé esto hace diez años por pura necesidad, para poder seguir adelante con mi vida. Había superado mi década anterior al grupo, pero nunca me había tomado el tiempo para reflexionar sobre ello y enfrentarme a eso. Esta banda era más que música, era una manera de enfrentarme a mi pasado. Creo que una vez saqué Guilty Of Everything lo había conseguido, pero en realidad sólo había abierto la puerta, pero no me paré a pensar en lo que dejaba atrás. Sacamos Tired Of Tomorrow casi por inercia, y Dance On The Blacktop fue un poco seguir en esa línea. Así que llegué al punto en que me lo planteé todo. Tuvimos otro cambio de formación, que es algo a lo que estoy acostumbrado, pero se me hacía una montaña todo lo que conlleva. Estaba muy quemado con los medios, con quienes me critican, con la vida en la carretera… Te vas haciendo mayor y piensas si merece la pena seguir. Pero por fin ahora creo que he conseguido lo que quería. He dado un giro total y puedo mirar atrás y enfrentarme a todo lo que he hecho y echarle el cierre. No creo que este disco sea el último que haga, pero si lo fuera, me sentiría satisfecho con lo que he hecho».
Para tirar una banda adelante se necesita mucha fuerza mental. A menos que tengas suerte, cada paso cuesta mucho y tienes la sensación de que nunca recibes lo que supone tanto esfuerzo.
«Exacto. Siempre sentía que nunca era suficiente. Había abierto la caja de Pandora, haciéndole ver al mundo todo lo que sentía, pero no lo estaba haciendo de una manera saludable. Pensaba que abrirme sería suficiente, pero cuando me miraba al espejo veía que tenía muchas cosas pendientes que resolver. No quiero decir que ya lo haya hecho, pero al menos ahora soy consciente de ello, lo cual es un gran paso. Escribir este disco, el 95% del disco, me dejó en un estado muy vulnerable. Pero siento que he progresado y estoy muy ilusionado con que la gente pueda escucharlo. Es muy extraño que algo tan personal salga en un momento en el que el mundo se está derrumbando. Es como tener que ir subiendo una escalera que nunca tiene fin».
Teniendo una nueva formación, supongo que volver a recurrir Will Yip como productor fue una manera de tener alguien conocido en quien agarrarte.
«Absolutamente. Lo primero que hice cuando empecé a reorganizar mi vida fue alejarme de la gente que no era buena para mí, y a reconstruir mis cimientos con gente buena. Will es un gran amigo y un gran productor y es capaz de sacar cosas de mí que me dan miedo. Antes había trabajado con Nick Bassett (su antiguo bajista – ndr.) como una unidad, pero Kyle (Kimball) es quien siempre ha estado ahí. Lleva siete años conmigo, lo cual es todo un logro. Esta gente es la me apoya. Kyle dijo que este disco fue como un parto provocado porque tenía todo esto dentro de mí durante mucho tiempo (risas). Si te soy sincero, esta grabación ha sido la más agradable de todas las que he hecho».
«Mi objetivo cuando empecé a componer este disco es que nadie pudiera decir que era ‘otro disco de Nothing'» DOMENIC PALERMO
En relación a lo que te decía Kyle, me ha parecido tu trabajo más puro. Como si las canciones existieran antes de que las hubieras escrito.
«Sinceramente, nadie lo había dicho así de bien. Creo que voy a robártelo para el resto de entrevistas (risas). Estoy totalmente de acuerdo. Cuando me puse a grabar las maquetas, la música empezó a salir en cascada. Es como si siempre hubieran estado ahí, pero no hubiera tenido la valentía para sacarlas. Siempre he tenido el control a la hora de componer para la banda, pero siempre intentaba evitar entrar donde lo he hecho ahora. Supongo que he necesitado diez años para llegar a este punto. No podría haberme saltado ninguna de las fases anteriores para llegar a este punto. Es extraño dónde te lleva la vida. Nunca pensé cuando me mudé de Los Angeles a Filadelfia para empezar el grupo que diez años estaría aquí. Es fascinante».
Ese proceso de permitirte abrirte al mundo ha ido en paralelo a no depender tanto del volumen o la distorsión en vuestra música. ¿Existe una relación entre una cosa y otra?
«Odio cuando la gente nos relaciona con el hardcore, la verdad. Supongo que la gente no sabía cómo describirnos, y eso era lo fácil. Pero siendo sincero, creo que en realidad usaba todo ese ruido para esconderme. Mi objetivo cuando empecé a componer este disco es que nadie pudiera decir que era ‘otro disco de Nothing’. Creo que Tired Of Tomorrow y Dance On The Blacktop eran muy parecidos, excepto por la producción, podría haber sido un disco doble. Habíamos aprendido a escribir un disco de Nothing, y lo hacíamos con el piloto automático. Mi mayor miedo era que alguien pudiera pensar lo mismo del próximo disco. Y sinceramente, creo que he conseguido evitarlo».
A nivel musical, y en especial con las guitarras ¿de qué te sientes más orgulloso de The Great Dismal?
«Siempre intentamos usar las guitarras como un paisaje, como si fueran arreglos de cuerda. He cogido los armónicos que a la gente le gusta de Nothing, y los he puesto en el fondo, casi ni se oyen, pero se nota su presencia. Creo que en este disco he perfeccionado esa técnica. Creo que nunca había conseguido algo único, que fuera sólo mío, y en este disco pienso que sí. Antes sólo era reverb, reverb, reverb, delay… (risas). Tocar con delay es un infierno porque todo lo oyes con retraso (risas)».
Antes hacías referencia a los medios o a la gente que te critica, pero creo que no se te ha juzgado por tu música, si no por tu comportamiento personal. ¿No crees que a veces has sido el peor enemigo de Nothing?
«Sí (risas). Pero creo es natural. La mayoría de personas son su peor enemigo. Cometo muchos errores. Mi gran objetivo es no hacer daño a la gente y defender a quienes están siendo tratados injustamente. Son mis dos pilares. Pero tienes razón, he sido mi peor enemigo porque no me había enfrentado a mí mismo».
No te conozco personalmente, pero a pesar de que me pareces un tío problemático, de tu música también se desprende mucha sensibilidad.
«Muchas gracias (risas). Intento hacerlo lo mejor que puedo. De verdad. O quizá es simplemente que me estoy haciendo mayor».
JORDI MEYA