En septiembre del año pasado OFF! reaparecían después de ocho años de silencio con un nuevo disco y una nueva formación. Free LSD, acabó en el segundo puesto de nuestra lista de Mejores Discos Internacionales de 2022, y ahora por fin tendremos la oportunidad de comprobar cómo suena en directo. ¿Pero será la última?

OFF! aparecieron de la nada a finales de 2009, fruto de un intento fallido por parte de Keith Morris de grabar un nuevo disco de Circle Jerks. En lugar de eso, el cantante decidió guardarse las canciones y, junto a quien debía ser el productor del álbum, Dimitri Coats, guitarrista de Burning Brides, formar una nueva banda con Steve McDonald (Redd Kross) al bajo y Mario Rubalcaba (Rocket From The Crypt) a la batería. Su pedigrí fue suficiente para ganarse el calificativo de supergrupo del hardcore; que el mítico Raymond Pettibone se encargara de diseñarles toda su gráfica solo contribuyó a aumentar su aura. Pero lo mejor fue que sus tres primeros discos, y sus directos, estuvieron a la altura de su reputación.

Sin embargo, tras publicar Wasted Years en 2014, lo que hasta entonces había sido una trayectoria imparable, empezó a torcerse un poco. Su intento de financiar una película que debía llamarse Watermelon a través de Kickstarter no alcanzó su objetivo, y a mitad de la pandemia, Morris y Coats perdían a su increíble sección rítmica. Lejos de tirar la toalla, la pareja reclutó a Autry Fulbright II, bajista de …And You Will Know Us By The Trail Of Dead, y a Justin Brown, un cotizado batería de jazz que ha tocado con Thundercat y Herbie Hancock, entre muchos otros, y tras comprobar que la chispa había surgido, grabaron con ellos su cuarto álbum Free LSD (Fat Possum), en el ampliaban su radio de acción del hardcore más ortodoxo hacia terrenos más experimentales. Incluso podían cumplir su sueño de rodar una película de ciencia ficción en la que participaron un montón de amigos suyos como Jack Black, David Yow de Jesus Lizard o Davey Havok de AFI.

En octubre del año pasado, OFF! tendrían que haber venido a presentar su nuevo disco a nuestro país, pero por «circunstancias imprevistas» tuvieron que cancelar la gira. Afortunadamente, el mes que viene los tendremos por aquí. El 1 de junio actuarán en el Primavera Sound de Barcelona, el 7 de junio en el Loco Club de Valencia, y el 8 de junio en el Primavera de Madrid. Mejor pillarlos ahora, porque como Dimitri nos dijo al final de la entrevista, no puede garantizar que la banda siga adelante.

La primera pregunta es bastante obvia. Llevabais ocho años sin sacar disco nuevo ¿no son demasiados?
DIMITRI COATS “Bueno, fuimos muy a saco con los tres primeros discos. Trabajamos sin parar, girando como si tuviéramos 20 años, pero no los tenemos, así que necesitábamos un descanso. Y había gente que quería hacer cosas con sus otras bandas. Pero se liaron tanto con ellas, que luego resultó complicado que volvieran a centrarse en Off!. Keith y yo estuvimos esperándoles para poder arrancar de nuevo, pero al final es como si estuviésemos encallados en el barro. Así que encontramos a nuevos músicos con los que tocar, y entonces llegó la pandemia”.

¿Entonces habíais reclutado a Autry y Justin antes de la pandemia?
“Sí, sí. Yo conocía a Autry de pasada. Llevaba 10 años en ….And You Will Know Us By The Trail Of Dead, y habíamos coincidido bastante. Sabía que era un gran fan de la banda y pensé que encajaría muy bien. Así que vino y tocó unas cuantas canciones como nosotros, y realmente cuajó en seguida. Y entonces Metallica nos pidieron hacer una versión de un tema del Black Album para su proyecto benéfico, y no teníamos batería. Autry conocía a Justin Brown de la banda de Thundercat, y nos sugirió llamarle, a lo que dijimos que sí. Justin vino con la idea de que le íbamos a contratar solo para esa canción, pero cuando tocamos los cuatro juntos la primera vez fue explosivo. Ocurre pocas veces que esa energía surja de manera tan inmediata”.

Y decidisteis ofrecerle el puesto de manera permanente…
“Sí. Resultó que a Justin le apetecía hacer música más cañera y agresiva, con guitarras fuertes, porque nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. Así que todas las piezas encajaron en el momento adecuado, y dijimos, ‘Esta es la banda, vamos a hacer el nuevo disco con ellos’”.

Antes de seguir con el disco nuevo, quería preguntarte por la versión de ‘Holier Than Thou’ de Metallica. Diría que está entre mis cinco favoritas de The Metallica Blacklist. Supisteis llevarla a vuestro terreno, que creo que es lo debería ser una buena versión.
“Muchas gracias, yo pienso igual. La verdad es que pensé que era la que musicalmente podía darnos más juego”.

¿Escuchaste las versiones de los otros participantes?
“No escuché ninguna otra”.

¿Ni una? ¿No tenías curiosidad?
“A ver, vi los vídeos que Metallica iban colgando, pero no escuché el disco entero. No es que no tuviera curiosidad, pero no sé si necesito escuchar ocho versiones de ‘Enter Sandman’”.

Pues tienes que escuchar la versión de Kamasi Washington de ‘My Friend Of Misery’. Es una pasada.
“Sí, tienes razón, esa tengo que escucharla. Kamasi es una bestia”.

Bueno, volviendo a vuestro disco. ¿Cuándo os pusisteis a componerlo? Porque una cosa es que os molara tocar juntos, y la otra es componer.
“Empezamos en 2018, 2019, más o menos. Lo hicimos aquí en mi casa, desde esta misma habitación desde la que te estoy hablando. Lo compusimos Keith y yo”.

¿De verdad? Pues pensaba que Autry y Justin habrían participado porque este disco suena distinto a los anteriores. Pensaba que había sido por su influencia.
“En realidad ese tono diferente vino por la portada de Raymond Pettibone. Ya en 2012 hablamos de ello. Para el disco que íbamos a hacer entonces, el que acabó siendo Wasted Years, quería que la portada fuera negra con el logo blanco. Quería que lo grabáramos en el local de ensayo, en directo, y que tuviera una temática oscura. Y para el siguiente quería experimentar y hacer todo lo que se supone que una banda punk no debe hacer. Quería que la portada tuviera color. Queríamos que fuera nuestro Sgt. Pepper. Ese era el concepto, aunque no lo acabamos de definir hasta que Keith y yo nos juntamos aquí, y yo empecé a experimentar con diferentes afinaciones, y con pedales que compré a WT Nelson de Trogatronic, y a relacionarme con gente Henry Barnes de Amps For Christ y Bastard Noise. Ahí empecé un viaje personal en el que sumergí de nuevo en mis discos de Throbbing Gristle, y redescubrí el noise como género. Quería incorporar eso a lo que hacíamos nosotros. Pensé que sería muy interesante combinar free jazz y noise, y de ahí surgieron los cortes ‘F’, ‘L’, ‘S’, ‘D’. Nuestro amigo Jon Wahl, de la banda Claw Hammer, es un saxofonista excepcional, y tenía todo el sentido del mundo invitarle a tocar”.

Me parece muy interesante que conceptualmente ya tuvieras en la cabeza cómo sería vuestra discografía antes de grabar los propios discos. No es lo habitual…
“Así es. Además, en este caso, pensamos en el disco como la banda sonora de una película de ciencia ficción. Una vez nos comprometimos a hacer la película, se nos abrieron un montón de posibilidades. Lo veíamos como algo más que disco, un gran proyecto artístico. El disco influenció la película, y la película influenció el disco. Es como una versión hardcore de Purple Rain (risas). Además, Keith ama a Blue Oyster Cult, los primeros Yes, y música más experimental como los primeros King Crimson, así que le encantó la idea. Se sintió muy excitado por poder explorar áreas que no se había permitido en el pasado”.

Nunca hubiera pensado que Keith era fan del progresivo.
“Ya… Creo que hay como una especie de presión invisible para que siempre sea el mismo Keith Morris, la leyenda del punk rock, de Black Flag, Circle Jerks… Pero con el tiempo se ha dado cuenta que tener una mirada diferente sobre este estilo, y moverse en otra dirección, es en realidad mucho más punk rock. Lo más punk rock que podíamos hacer era romper las reglas del punk rock. Romper con todas las cosas que nos habían encasillado en los tres primeros discos. Dicho esto, creo que la pureza de los dos primeros discos fue un soplo de aire fresco, porque Keith sentía que este estilo se había diluido tanto, que le apetecía volver a las raíces y demostrarle a la gente joven cuál era la verdadera esencia”.

Y realmente lo conseguisteis. Creo que por eso el grupo se ganó tanto respeto de manera inmediata.
“Sí. Keith veía a muchos grupos punk sonar en la radio, y cómo el estilo se había vuelto más comercial, con discos sobreproducidos, pensados para vender. Creo que cuando empezamos le emocionaba la idea de despojar este estilo de todo eso, y volver a cómo se hacían las cosas en el pasado y cómo deberían hacerse ahora”.

«Lo más punk rock que podíamos hacer era romper las reglas del punk rock» DIMITRI COATS

Lo curioso es que tú venías de otra escena.
“Así es. Para mí fue un proceso de aprendizaje, tuve que aprender a tocar ese estilo, porque yo vengo más del rock y el metal. Más Black Sabbath que Black Flag. Pero creo que a Keith eso le parecía interesante. Realmente, y es algo que digo mucho, nuestra colaboración surge de la amistad y de pasarlo bien estando juntos. Nos gustar ir a tiendas de discos, a comer, a tomar algo… Y hacer música es solo una parte más de esa relación. Lo hacemos porque queremos”.

¿Pero a nivel creativo como definirías vuestra relación?
“Yo tengo un background en el mundo del teatro también. De hecho, la película la escribí y dirigí yo. Así que cuando trabajamos, yo me veo como el director, y a Keith como la estrella. Desde los inicios de OFF!, Keith es el protagonista, y mi trabajo es hacer brillar su esencia, aflorar aquello que hizo que Keith fuera una leyenda. Por eso le hacía muchas preguntas, como, por ejemplo, cómo habían grabado esos discos en los primeros 80. Y me contaba que tenían un amigo que tenía un estudio, y se colaban ahí por la noche, y lo grababan todo del tirón, porque no tenían tiempo de pensar en nada. Escuchando eso, le dije que es como deberíamos enfocar esta banda. Escribir los mejores temas posibles, ir al estudio, tocar los temas a saco y punto. Así lo hicimos, y, en realidad, también lo hicimos en este disco. Nos llevó mucho tiempo reunir la nueva formación, y escribir unos temas que fueran sólidos y diferentes, pero una vez los tuvimos, grabamos 14 canciones en dos días. Y en otros dos, grabamos lo que faltaba y algunos temas extras que iremos lanzando. Durante las sesiones, hubo momentos en los que nos dedicamos a improvisar, nos metimos en ese terreno más free jazz ruidoso que queríamos explorar”.

¿Qué piensas cuando ves que un grupo se pasa seis, siete meses en un estudio grabando un disco?
“Ya… Es como ‘toca la canción y ya está’. No sé. Quizá es inseguridad. Creo que la mayoría de la gente se preocupa mucho por lo que hace y quieren que un disco sea una obra monumental, un hito. Por eso quieren que la batería suene perfecta, que la guitarra y el bajo suenen perfectos, y entonces le añaden un teclado y una sección de vientos, y lo que pasa es que empiezas a darle demasiadas vueltas y acabas enterrando toda la esencia que tenía en un inicio. De manera accidental te alejas del espíritu del rock, y especialmente del punk, que no va necesariamente de ser un gran instrumentista, sino de transmitir energía y urgencia. Creo que es importante para las bandas de este estilo ponerse en situaciones en las que simplemente tengan que hacerlo, sin tiempo para analizar lo que están haciendo”.

¿Cuándo empezaste a trabajar con Keith en 2009 pensabas que OFF! duraría tanto? Desde fuera Keith parece una persona a la que le cueste concentrarse en una cosa durante mucho tiempo.
“Cuando empezamos nuestra idea era sacar un 7” y quizá tocar en alguna fiesta. Pero entonces Pitchfork nos dedicó un artículo muy positivo, y pensamos que quizá tendríamos que tomárnoslo más en serio. Y el resto es historia. Keith y yo disfrutamos mucho trabajando juntos, y decidimos seguir. No sé cuánto tiempo más va a querer seguir haciendo el sacrificio de salir de gira, y yo también tengo ganas de desarrollar otras historias, pero puedo decirte que nos sentimos muy orgullosos de este disco y del proyecto en general. No sé si seremos capaces de superarlo, así que igual sería una buena manera de decir ‘gracias, hasta aquí hemos llegado’. Ninguno de nosotros se hará rico con esto, ganamos dinero haciendo otras cosas, pero si las circunstancias lo permiten, porque tenemos un batería super demandado en el mundo del jazz, a todos nos gustaría seguir adelante, pero no puedo prometer nada. Si esto acaba aquí, al menos habremos dejado el pabellón bien alto”.

JORDI MEYA