Pese a no haber sacado un álbum en casi siete años, Protest The Hero no estaban muertos, ni tampoco de parranda. Los problemas vocales de su cantante y las ganas de tomarse las cosas con más calma después de una década muy intensa, han hecho que los canadienses quieran priorizar la calidad por encima de la cantidad.

Unos años antes de que el metal progresivo y el djent salieran del underground, y bandas como Periphery, Dance Gavin Dance o Monuments se dieran a conocer, una pequeña banda de Ontario ya había sorprendido al mundo con una música que desafiaba la ley de la gravedad. Desde su debut Kezia, publicado en 2005, hasta su último disco Volition de 2013, Protest The Hero siempre fueron a la suya, retando a sus oyentes, y, pese a ser auténticos virtuosos con sus instrumentos, sin una pizca de ego. Además, su agenda de conciertos mostraba su total compromiso con un estilo de vida no apto para quienes buscan la comodidad. Cita cualquier grupo de metal o hardcore relevante de los últimos años, desde Avenged Sevenfold a Bullet For My Valentine, A Day To Remember o Trivium, y es seguro que Protest The Hero habrán tocado con ellos en algún momento. Pero tanta acción también conlleva un desgaste, sobre todo si tu esfuerzo no se ve compensado por unos ingresos considerables, y a partir de 2013, con la salida de la sección rítmica original, la banda empezó a bajar el ritmo y a ampliar sus horizontes vitales, formando familias y buscando otros retos profesionales.

Eso explicaría el tiempo transcurrido desde su anterior trabajo y el nuevo, Palimpset, que verá la luz el 19 de junio a través de Spinefarm y que es el primero que graba la formación actual con Rody Walker (voz), Luke Hoskin (guitarra), Tim Millar (guitarra) y Mike Ieradi (batería). Para conocer los detalles, contactamos a mediados de mayo con su cantante, quien a pesar de estar todavía confinado, parece que no lo ha pasado del todo mal. “He estado viendo Mulan con mi hijo un montón de veces, es una gran película, así que no me quejo”, nos dice riendo. “Y de paso me he ahorrado cumpleaños de niños, bodas y un montón de compromisos sociales en los que no quiero participar (risas)”.

Han pasado más de seis años desde que publicasteis Volition. ¿Se te han hecho largos?
RODY WALKER “La verdad es que no. Es muy raro. Sacamos el EP Pacific Myth entre medio, y supongo que eso ha hecho que no me parezca tanto tiempo. Pero si hecho la vista atrás, 2013, mirando en el estudio los play offs de la NHL mientras estábamos grabando Volition, me parece algo muy lejano. Son casi ocho años, porque el disco tardó unos cuantos meses en publicarse. Sin embargo, todavía tengo Volition como algo fresco en mi mente”.

Vuestro nivel de actividad se ralentizó mucho en estos años. ¿Cuál fue el motivo?
“Sí, supongo que puede parecerlo, pero hicimos la gira de décimo aniversario de Fortress, e hicimos otras giras mientras estábamos componiendo. Pero durante esa gira de Fortress, mi voz explotó y no volvió a ser la misma. Tuvimos que tomarnos las cosas con más calma e incluso el futuro de la banda estuvo en cuestión. Así que estuve un largo periodo intentando recuperar mi voz, y finalmente pudimos hacer el nuevo disco y publicarlo justo a tiempo para una pandemia mundial (risas)”.

¿Habías tenido problemas antes con tu voz o era la primera vez?
“Es curioso porque nunca lo había pensado hasta ahora, pero tuve un problema parecido después de publicar Scurrilous. Fuimos a Australia y no sé lo que fue, pero en el primer concierto perdí la voz y no la recuperé durante meses. Volví a casa y estuve viendo a médicos, pero al final me tomé un antibiótico y la cosa mejoró. Pero esto fue completamente diferente. Entonces creo que fue una infección vírica y no podía ni hablar. Pero esta vez podía hablar con normalidad, era simplemente que cuando intentaba cantar y sostener una nota, me resultaba imposible. No podía hacer un falsete. He escuchado a cantantes de ópera quejarse de eso, y se ve que toman un montón de esteroides para solucionarlo, lo cual también intenté (risas), pero no me funcionó”.

¿Has tenido que cambiar tus hábitos o tu técnica?
“Desde luego. Tuve que visitar a un terapeuta vocal y me explicó la manera de llegar al registro al que intento acceder, que a veces es muy agudo para un hombre de 30 y pico años (risas)”.

Bueno, en el álbum no se nota para nada que hayas tenido problemas.
“Agradezco que lo digas, porque me costó mucho trabajo”.

“Te aseguro que es una mierda, despertarte con 30 años con una hipoteca, créditos por pagar y que te hayas quedado sin voz y ya no puedas rockear” RODY WALKER

¿Alguna vez te has arrepentido de haber grabado algo sin pensar que quizá te costaría cantar cuando te hicieras mayor?
“No, no. A ver, siento envidia de mi yo joven que podía alcanzar esas notas con cierta chulería, sin calentar nada. Siento mucha envidia del cantante que era entonces. Pero a la vez me siento muy orgulloso de lo que hice. Aunque acabe cantando como Vince Neil, lo cual no sería demasiado bueno, seguiría sintiéndome orgulloso de lo que hice e intentándolo. En el peor de los casos, lo que puede pasar es que tenga que cantar de manera distinta. Hay muchos cantantes que lo hacen. Escuchas a Milo de Descendents y no es lo mismo que antes, pero la realidad es que la voz cambia cuando te haces mayor. Hay que saber adaptarse. Es la jodida naturaleza (risas)”.

Después de tanto tiempo sin hacer un disco, ¿cambiasteis en algo vuestra manera de trabajar?
“Michael, nuestro batería, cogió mucho más peso. Luke siempre ha sido el compositor principal, pero necesita un socio. Siempre necesita un batería a su lado para que le toque el ritmo, si no, le cuesta mucho. Michael tenía mucho interés en componer, así que funcionó. Tim tuvo que dar un paso atrás porque tiene hijos y su propio negocio. Creo que ésa es la principal diferencia. Y en cuanto a las letras y melodías, me mandaron la música e hice lo que hago. Sea bueno o malo (risas)”.

La verdad es que si me mandaran las versiones instrumentales de estos temas, no sabría ni por dónde empezar. ¿Cómo encuentras las melodías dentro de una música tan compleja?
“Tío, has dado en el clavo. Cada vez que recibo la primera canción para un disco nuevo es como si tuviera que empezar de cero. La escucho y pienso ‘¿Cómo voy a hacer esto? ¡No sé cómo hacerlo!’ (Risas). Pero una vez me mentalizo y empiezo a convertirme en parte del proyecto me va resultando más fácil, y, al final, me puedes dar lo que quieras, que seré capaz de sacar una melodía pegadiza. Lo difícil es arrancar. Supongo que es sólo una cuestión de tiempo y esfuerzo. Yo no entiendo de signatura de compases o de teoría musical, sólo sé cantar más o menos afinado (risas). Sólo intento hacerlo lo mejor que puedo”.

¿Pero tienes algún truco? ¿Por ejemplo, aislar la pista de bajo y buscar algo que funcione con eso?
“A veces cuando estoy en el estudio, si me cuesta grabar algo, lo quito todo y canto sólo sobre la batería (risas). Mientras sepa el tono de entrada, para el resto, las guitarras pueden ser una distracción. Sobre todo en el pasado. Creo que en este disco lo han hecho mucho mejor, y las guitarras no están haciendo notas todo el rato (risas). En los estribillos por una vez han utilizado acordes abiertos, lo cual es de agradecer (risas)”.

¿Crees que tu paternidad ha influenciado el álbum de algún modo?
Mmm… Me gustaría decir que no, pero ha influenciado mi vida en tantas cosas que seguramente en el disco lo ha hecho de maneras de las que no soy consciente. Mi instinto me dice que soy el mismo tío de siempre, aunque beba un poco menos (risas), pero seguro que he cambiado”.

Sí, es algo peculiar. Es evidente que tener hijos te cambia, pero la mayoría de imbéciles que tienen hijos, lo siguen siendo después de tenerlos.
(Risas) Sí, tienes toda la razón. La cuestión es que no necesitas ser inteligente o buena persona para tener hijos. Cualquiera puede ser padre. Lo difícil es ser un buen padre. Yo lo intento, pero sin dejar de ser demasiado la persona que soy”.

Antes has mencionado Pacific Myth, el EP que sacasteis a través de Bandcamp. Supongo que queríais explorar nuevas maneras de publicar música, ¿pero crees que funcionó?
“Yo creo que sí. Como proyecto o experimento fue exitoso. Quizá algunas canciones podrían haber terminado siendo mejores, pero, por ejemplo, ‘Caravan’ es una de las mejores que hemos hecho. No sé cómo la gente lo percibió, pero tampoco me importa. Creo que parte del proceso creativo es también ser creativo con cómo vas a publicar tu música. Sé que este disco parece que sea como una vuelta en serio, pero en Estados Unidos vamos a lanzar Palimpsest a través del sello de nuestro guitarrista. Es muy artesano en el fondo, pero para él es el lanzamiento más importante y resulta muy emocionante”.

Supongo que la intención es siempre llegar al máximo de gente posible, pero es evidente que vuestra música no está hecha para un público amplio. ¿Crees que habéis tocado techo?
“Seguro que hay mucha más gente a la que podríamos gustar que no nos conoce, pero cómo llegar a ellos, es algo que no tengo ni idea. No sé si es una cuestión de promoción o qué, pero no me importa. Estoy orgulloso de esta banda y de la música que hacemos, y si seguimos así para siempre, me moriría feliz. Lo más probable es que nuestro público no crezca, sino que se haga más pequeño, hasta que desaparezcamos en la oscuridad. ¡Pero no pasa nada! Es el ciclo de la vida. He podido seguir siendo un crío más tiempo que la mayoría de gente. Nunca he ido a la universidad, lo cual es bueno y malo (risas). Me siento agradecido por la vida que he llevado hasta ahora”.

Teniendo eso en cuenta, si tu hijo quisiera ser músico, ¿le animarías?
“Ése es un asunto peliagudo (risas). Posiblemente no. Le diría que mantuviese sus inquietudes artísticas como un hobby y que buscase un trabajo normal. Si quisiera hacer música le ayudaría, pero le diría que no se centrase en eso”.

Es una respuesta sincera.
(Risas) Bueno, al final hará lo que le dé la gana. Pero te aseguro que es una mierda, despertarte con 30 años con una hipoteca, créditos por pagar y que te hayas quedado sin voz y ya no puedas rockear (risas)”.

¿Y a nivel de giras cómo os afecta?
“Dios, no vamos a seguir como antes. Sinceramente, lo de girar como locos es cosa del pasado. Dejando de lado el COVID-19, nuestra idea ya era la de no girar mucho. Seguiremos haciéndolo, pero no tan a tope. La verdad es que nos gusta más hacer música que tocar en directo. Queremos dar conciertos y presentar el álbum, pero sin perder la cabeza. A nivel logístico nos será más fácil hacerlo a nivel doméstico que internacional”.

¿Cuánta gente metéis en Canadá?
“Depende de la zona. Podemos estar entre 800 y 2.000”.

No está nada mal.
“Bueno, 2.000 sólo las metemos en Toronto (risas). Pero ya veremos la próxima vez que lo hagamos. Ha pasado mucho tiempo”.

JORDI MEYA