Es indudable que Puscifer es conocido entre el público como la tercer proyecto en importancia de Maynard James Keenan, por detrás de Tool y A Perfect Circle. Y también como el más excéntrico. Pero con su último disco, Existencial Reckoning, publicado el pasado octubre, quizá las cosas empiecen a cambiar.
Si en un principio, la percepción es que Puscifer era prácticamente la de ser un seudónimo de Maynard James Keenan en solitario, hecho en colaboración con múltiples colaboradores, desde Tim Alexander de Primus a Paul Barker de Ministry, a lo largo del tiempo ha ido mutando hacia una banda mucho más equilibrada de lo que imaginábamos. Y en ello, ha tenido mucho que ver Carina Round.
Inglesa de nacimiento, y estadounidense de adopción, Carina tenía una prometedora carrera como solista en su país de origen hasta que decidió mudarse a Los Angeles en 2005, y unos años más tarde tuvo la oportunidad de conocer a uno de los cantantes más especiales de las últimas décadas. Desde que entrara en la banda en 2009, su papel creativo ha ido creciendo cada vez más, culminando en Existencial Reckoning (Alchemy/BMG), el cuarto largo del combo en el que el guitarrista Mat Mitchell es la tercera pieza clave.
Dado que la actividad de Puscifer siempre está sujeta a los otros planes de Maynard, Round ha seguido trabajando con otros artistas como Tears For Fears o The Twilight Singers, o con la banda Early Winters, pero después de charlar con ella está claro que se siente de lo más feliz por la evolución que ha tenido el grupo.
¿Cuál tu primera aportación a Puscifer y cómo ha cambiado tu rol a lo largo de los años?
CARINA ROUND «Mi primera colaboración fue en el tema ‘The Humbling River’ (del EP C Is For… de 2009 -ndr.). Fui con Mat a Arizona para conocer a Maynard. Cuando nos reunimos ya había una pista de referencia grabada con su voz. Era una especie de prueba para ver qué podía hacer. Lo que me quedó claro es que no buscaban una corista para salir de gira, sino alguien que pudiese aportar cosas. Luego ya participé en su segundo álbum (Conditions Of My Parole de 2011 -ndr.). Y con el tiempo mi confianza ha ido creciendo y la suya también. No he tenido que luchar para hacerme un hueco. Cada uno es fuerte en su parcela y hay confianza y libertad. Es un gran relación artística, lo cual no es frecuente».
¿Crees que ahora sois más una banda y no tanto un proyecto más de Maynard?
«No quiero tener problemas, pero esto nunca ha sido tanto el proyecto de Maynard como la gente piensa. Al final Mat es el que hace la música, pero el público quiere pensar que es Maynard quien lo hace todo. Pero tienes razón en que en Puscifer está siempre en metamorfosis hacia lo que podamos ser en el futuro. No queremos cerrarnos puertas».
Maynard siempre ha mantenido un aura muy misteriosa. ¿Es una manera de proteger su vida privada o simplemente es una persona muy reservada?
«Creo que el efecto de su manera de actuar es que su vida privada ha quedado muy preservada. Es una persona muy inteligente. Todo lo que ha creado y ha compartido con el mundo ha sido fruto de una decisión muy meditada. Es consciente que mantener ese misterio juega en beneficio de sus creaciones. Es una persona reservada y ha encontrado el equilibrio entre poder expresarse como necesita, pero mantener esa distancia».
«Una de las cosas que atrajo de esta banda es que no hay normas. Nunca sabes hacia dónde va a ir, ni siquiera cuando eres miembro del grupo» CARINA ROUND
¿Cambiasteis en algo vuestra manera de funcionar en Existencial Reckoning respecto a discos anteriores?
«Un poco. Fue parecido, aunque yo me involucré antes en el proceso. Mat escribió la música durante la última gira en distintas habitaciones de hotel. Una vez tuvo toda la música recopilada se la mandó a Maynard, y cuando éste tuvo tiempo seleccionó 15 ideas sobre las que trabajar. Normalmente yo no intervenía hasta que Maynard ya había puesto sus voces, pero en éste pude intervenir más. Hubo más colaboración».
Muchas veces en las bandas ya no es que haya una lucha por el control creativo, sino que la lucha es por los ingresos que te genera el tener los derechos de autor.
«Puedes ser. Por desgracia, porque también trabajo como compositora, he estado en situaciones en las que aún escribiendo una canción, si hay otra persona en la habitación, ésa se lleva el 50%, sin importar lo que haga. En esas situaciones es algo que tienes que acordar de antemano. Pero al final en muchas ocasiones tiene más que ver con el ego y con tener el control de la dirección artística. Yo también soy culpable de eso. Para que una banda funcione tienes que tener una mente abierta. Y también no apegarte demasiado a lo que imaginas que será el resultado final. Al final, de lo que se trata es de disfrutar del proceso y no cerrarte a los cambios que puedan surgir».
Todos venís de escenas diferentes. ¿Dirías que el denominador común es vuestro amor por la música de los 80?
«Yo diría que el denominador común es la buena música, sin importar la década. Pero cada uno tiene fuentes de inspiración distintas. Hay cosas que Maynard hace que yo no entiendo, o cosas que yo hago que Mat no entiende. Todo el mundo aporta algo, y tenemos un montón de ideas, lo cual es genial. Creo que el que en este disco Mat usara un Fairlight CMI y un Synclavier, que son teclados muy asociados al sonido de los 80, hicieron que las canciones desde el principio tuvieran esa inclinación. Y yo nací en 1979, así que la música de los 80 es la de mi infancia (risas). Es algo que me sale de manera natural. Además, aunque la ames o la odies, en esa época se rompieron muchos moldes y tiene una personalidad. Porque ¿qué es la música de los 90? ¿El grunge? ¿Qué es la música de los 2000? En cambio cuando hablas de los 80 todo el mundo sabe de lo que hablas. Fue una época importantísima. Nacieras o no en esa época, si eres músico siempre puedes acudir a los 80. Tiene mala reputación por culpa de mucha mierda que sonaba en la radio, pero si profundizas un poco, encontrarás música genial».
¿Crees que es bueno o malo que puedas identificar una década con un sonido?
«Bueno, cuando puedes asociarlo quiere decir que esa música tuvo un gran impacto, y que fue innovadora. Creo que en general es bueno porque significa que generó un movimiento».
Posiblemente tienes razón. Ahora con la cultura de las playlists y el consumo rápido es muy difícil generar un movimiento.
«Así es. Supongo que la parte buena es que hay mucha diversidad, pero también hay mucha gente en la listas copiando simplemente lo que funciona. En cualquier caso, este disco no es un homenaje a los 80, sino que se usaron dos herramientas muy asociadas a los 80. Pero nada más. Es como si alguien usa una guitarra Fender, y sabes que es una Fender. Desde luego nos han influenciado Peter Gabriel, Kate Bush, Japan o Art Of Noise, pero también muchos otros artistas de otras décadas».
No estaba insinuando que fuerais una banda retro ochentera, de hecho, la visión de la banda me parece bastante futurista.
«Sí, estoy de acuerdo. Creo que las letras de Maynard lo llevan todo a otra dimensión, y la sensibilidad de Mat es muy vanguardista. Y también creo que mis aportaciones son singulares. Para mí también somos una banda futurista».
¿Crees que la percepción del grupo ha cambiado con el nuevo disco? No sé si por el nombre de la banda, o los vídeos, o algunos títulos se os veía un poco como un grupo de broma.
«Creo que una de las cosas en las que Maynard y yo conectamos al principio fue el humor británico. Monthy Python, The League Of Gentlemen… También me descubrió Kids In The Hall que es canadiense. Uno de sus medios para expresarse es la comedia. Creo que para él es tan importante como la música. No quiero hablar por él, pero ésa es la sensación que me da. Pero Puscifer no es una banda normal. Cuesta un poco entrar en ella, pero creo que a él no le importa. Su actitud es más la de ‘jódete si piensas qué sabes de que va esto’. Al final el oyente tiene que tener una mente abierta. Creo que espera mucho de vosotros (risas)«.
Creo que combinar humor y música es muy complicado, porque el oyente siempre espera identificarse con el artista, y el humor puede distorsionar la intención del mensaje.
«Sí, por supuesto. Una de las cosas que atrajo de esta banda es que no hay normas. Nunca sabes hacia dónde va a ir, ni siquiera cuando eres miembro del grupo (risas). Para mí es muy refrescante. Es fácil caer en la monotonía o en tus propias ideas, y nunca saber qué ocurrirá es el antídoto contra eso».
Tú eres inglesa. ¿Te supuso un gran cambio cultural cuando empezaste a trabajar en Estados Unidos?
«Fue un cambio enorme. Los primeros cinco años los pasé borracha (risas). Era todo muy extraño. Para serte sincera, no sólo era por el trabajo, era por otras cosas en mi vida. Pero mudarte de tan joven a 6000 kilómetros de todo lo que conoces es muy bestia, así que también me merezco una palmadita en la espalda por haberlo hecho. La cultura es muy distinta, especialmente aquí en L.A.. Siempre me vi más como una chica que encajaría mejor en New York, pero nunca acabé allí. Hay cosas que todavía me siguen resultando complicadas. Hay una gran disonancia entre esta ciudad y quién soy yo como individuo. Pero al mismo tiempo me siento muy agradecida por todo lo que he conseguido».
JORDI MEYA