Si eres de los que el disco de retorno de Refused no terminó de convencerte, el próximo 18 de octubre tendrás una nueva oportunidad de reconciliarte con ellos. Ese día verá la luz War Music, una obra violenta y radical pensada para incendiar, de nuevo, los escenarios. Hablamos en primicia con su vocalista Dennis Lyxzén.
Para alguien que lleva casi toda su vida cantando contra el sistema, el actual devenir de los acontecimientos podría ser vivido como una reafirmación de sus tesis. Pero lejos de soltarnos un ‘yo ya lo decía’, su actitud es la de seguir luchando desde el púlpito que ofrece ser el vocalista de una de las mejores y más innovadoras bandas que haya dado el hardcore. La principal diferencia respecto al joven Lyxzén es que ahora sabe que hace falta mucho más que un micro, una guitarra y un puñado de grandes canciones para cambiar el mundo. Quizá por eso, a sus 47 años -aunque viéndole brincar encima de un escenario nadie lo diría-, Lyxzén prefiere reivindicarse, por encima de todo, como un músico que simplemente aspira a que quienes comparten sus ideas no den la batalla por perdida.
Puede que su propia experiencia con la traumática separación del grupo en 1998, poco después de haber publicado su obra maestra The Shape Of Punk To Come, y con la promesa de no volver nunca más (el documental Refused Are Fucking Dead ofrecía pocas dudas) le hicieran pensar que difícilmente podía intentar organizar el mundo si no había sido capaz de mantener a su grupo unido. Pero también pude que su inesperada reunión en 2012 y que fueran capaces de grabar un gran disco, aunque incomprendido, como Freedom, le hayan hecho ver que el futuro nunca está escrito.
Una tarde de agosto tuvimos la oportunidad de charlar largo y tendido con el cantante sobre los dos aspectos que más han marcado su vida: la música y la política.
Después de la gira de Freedom ¿teníais claro que queríais grabar otro disco y seguir con Refused o fue algo que os tuvisteis que pensar?
DENNIS LYXZÉN “No, sabíamos que queríamos seguir haciendo música juntos. Durante la gira de Freedom ya empezamos a pensar en nuevas ideas. Pero al terminarla, quisimos tomarnos seis meses libres, sin ningún compromiso. Diría que ahora hace prácticamente dos años que empezamos a componer y grabar algunas cosas. Mientras nos sintamos creativos y a gusto, vamos a seguir”.
De hecho, el del Gasteiz Calling fue uno de los pocos conciertos que disteis el año pasado.
“Fue un buen concierto, sí. Mola ese festival. Dimos muy pocos conciertos el año pasado y éste fue porque estábamos esperando a poder sacar el disco. Queríamos tomarnos un descanso antes de volver empezar. También he grabado un nuevo disco con INVSN que saldrá el próximo año”.
Os he podido ver varias veces en directo desde la reunión y cada vez parecéis estar mejor.
“Muchas gracias. De vez en cuando tenemos un mal show, pero la mayoría son muy buenos. En los 90 teníamos mucha energía, y todo era más loco, y estaba muy bien, era fantástico. Pero cuando hicimos la reunión nos lo tomamos súper en serio. Ensayamos un montón, le echamos un montón de horas y pensamos en todos los aspectos de la presentación. Creo que en una buena noche somos imparables. Hay muchas bandas que se reúnen que lo hacen bien, pero la novedad pasa rápidamente. Nosotros queremos seguir siendo una banda relevante. Creo que hay unas cuantas canciones en este disco que van a ser la hostia en directo. Es un buen sentimiento que tener”.
¿Os veis mucho cuando no estáis de gira o cada uno hace vida por su cuenta?
“Estamos en contacto. Magnus (Flagge, bajo) y yo vivimos en la misma ciudad y nos vemos a menudo. Pero David (Sandström, batería) y Kris (Steen, guitarra) viven en Estocolmo y Mattias (Bärjed, guitarra) vive en una isla en la costa de Suecia. Pero si estamos todos en el mismo sitio, quedamos”.
No sé si estás al tanto de la opinión de la gente sobre Freedom, pero hubo mucha a la que no le gustó. ¿Descubriste que quizá tenéis fans más conservadores de lo que pensabais, al menos musicalmente?
“(Risas) Sí, sé que fue un disco muy divisivo. A mucha gente le gustó y a mucha gente no le gustó nada (risas). Pero bueno, tenemos que ser sinceros. El legado de The Shape Of Punk To Come es muy grande. Y los años que pasaron entre ése y Freedom hicieron que se convirtiera en un disco muy importante en la vida de mucha gente. Incluso quien lo descubrió tarde, tuvo como diez años para hacérselo suyo. Así que sabíamos que cuando sacáramos nueva música íbamos a tener que competir con un disco que se había convertido en algo más que un disco. ¿Cómo lo haces? Es prácticamente imposible. Una de las cosas que gusta de Refused es que somos impredecibles, pero Freedom no gustó a pesar de no parecerse a The Shape Of Punk To Come. Y si hubiéramos hecho un álbum parecido, nos hubiesen criticado por ser previsibles. Era una situación compleja. Así que con Freedom quisimos ser atrevidos y hacer algo que sintiéramos que estaba bajo nuestro control. Creo que es un gran trabajo y tiene un par de canciones maravillosas, pero es imposible luchar contra el pasado. Pero hacer ese disco y retomar el control de la banda ha hecho posible que hagamos War Music”.
Para mí Freedom sonaba como ‘somos una banda en el estudio’ y War Music más como ‘somos una banda de directo’. ¿Estás de acuerdo?
“Sí, es un análisis totalmente correcto de la situación. En Freedom tuvimos que volver a aprender a hacer música juntos porque llevábamos mucho tiempo sin hacerlo. Fue algo que hicimos en el local y en el estudio, pero yendo un poco a ciegas. En cambio, cuando empezamos con War Music, sabíamos qué canciones de Freedom habían funcionado mejor en directo. Creo que teníamos que volver a saber qué clase de banda éramos, y en Freedom probamos cosas distintas, y en cambio ahora lo teníamos mucho más claro. Pero hacer un disco de Refused nunca es fácil (risas). Nos llevó mucho tiempo hacerlo porque las canciones pasaron por bastantes cambios. Igual grababa un tema y al cabo de dos días David me llamaba y me decía ‘La hemos cambiado, tienes que volver a grabar las voces’. Hubo mucho de eso (risas)”.
Las nuevas canciones están mucho más orientadas a los riffs. Me ha sonado como una especie de versión europea de Rage Against The Machine.
“(Risas) ¡Oh, muchas gracias! Como te decía, teníamos que volver a descubrir qué banda éramos. La gira de reunión fue fácil porque sólo tocábamos temas antiguos, pero luego nos tuvimos que plantear quiénes éramos para poder hacer algo que fuera relevante. Creo que War Music define lo que somos y lo que queremos ser”.
De Freedom también se os criticó que hicierais dos temas con Shellback. ¿Habéis colaborado con alguien externo en el nuevo disco?
“No, no. Pero hay una canción en la que Shellback hace coros (risas). Todo ese asunto para mí demostró lo cerrada que es la escena hardcore y punk. Shellback hizo los arreglos y produjo dos canciones, pero en la hoja de prensa quisimos enfatizar que ha trabajado con Taylor Swift y gente así, para ver la reacción de la gente. Es irónico que la gente nos acusara de vendidos por trabajar con él cuando las dos canciones que hicimos eran las que más sonaban a Refused old school. Entiendo que si te gusta el hardcore haya canciones de Freedom que te descoloquen, pero no precisamente esas dos. Es una cuestión de percepción. Creo que tiene mucho que ver con las redes sociales. La gente reacciona por instinto, sin sentarse a escuchar antes de opinar. Además, Shellback es un tío que viene del metal y el hardcore. Le gusta Refused, Snapcase… ¿Sabes? Así que con todo eso, pensamos que sería divertido meterlo de nuevo en el disco (risas)”.
¿Hay algún otro invitado sorpresa?
“Mmm… Está una chica que se llama Miriam en la intro de ‘REV001’ y Pelle de The Hives hace coros en un tema, pero eso es todo”.
Además, lo habéis producido vosotros.
“Sí, David y Kris lo produjeron. El disco anterior lo grabamos en América con un productor que ha trabajado con grandes nombres del rock (Nick Launay –ndr.), pero esta vez quisimos hacer todo lo contrario. Grabarlo en casa y producirlo nosotros mismos”.
En ‘Malfire’ y ‘I Wanna Watch The World Burn’ cantas de manera un poco distinta… como si hubieras encontrado una nueva voz.
“Para mí ‘I Wanna Watch The World Burn’ es un poco más pop. Está más en la tradición de ‘Summerholidays Vs. Punkroutine’ de The Shape Of Punk To Come. Es como post hardcore. En Refused suelo gritar mucho, pero si me has seguido en The (International) Noise Conspiracy y especialmente en INVSN habrás visto que uso muchas voces distintas. En las estrofas de ‘Malfire’ uso una voz distinta, pero es que me gusta probar cosas nuevas en el contexto de una música más agresiva. Usar la voz como un instrumento. En los últimos 15 años he experimentado con mi voz, desde el garaje rock hasta el post punk súper depresivo de INVSN (risas)”.
Lo que es una constante en todos tus discos es el contenido político de las letras. ¿Te resulta difícil encontrar nuevas maneras para hablar de los mismos problemas?
“Sí, es algo difícil. Llevo 30 años escribiendo este tipo de canciones. No quieres repetirte. Pero en este disco, por la manera agresiva en la que suena, por los riffs, me resultó bastante fácil. Y más si miras cómo está el mundo. Si quieres ser honesto como artista tienes que reflejar el mundo en el que vives. Pero mi trabajo es encontrar nuevas palabras para describirlo. Ése es mi trabajo como letrista”.
En Freedom quizá eran más narrativas; en éste son más directas, como eslóganes.
“Sí, en Freedom igual me pasé de listo (risas). Pero al final, cuando alguien te manda música o un riff, lo que te sale de la boca es una reacción a eso. En este disco la música es más directa y agresiva, así que las letras también son así. Es un disco más confrontacional”.
En la hoja que me han pasado con las letras, antes de que cada canción hay citas de gente como Oscar Wilde, Trotski o Frida Kahlo. Es algo que ya habéis hecho antes, pero ¿son estas citas el punto de partida de las canciones, o algo que añades luego para contextualizar su significado?
“Es un poco las dos cosas. Tengo un cuaderno en el que voy apuntando ideas y citas o referencias, y algunas las he usado para inspirarme y otras son para explicar mejor el mensaje. Al final en una canción sólo tienes tres minutos para contar lo que quieres (risas), así que está bien poder utilizar algún elemento más para que la gente entienda sobre lo que van. De todos modos, a lo largo de los años he pensado mucho y he llegado a la conclusión de que, al final, somos músicos. Sí, venimos de un pensamiento de izquierdas, pero somos músicos, no somos académicos, no somos políticos, no somos periodistas. El mensaje tiene que ir de la mano con la expresión artística, con la música. Y eso es bueno, porque como artista puedes exagerar o distorsionar las cosas para hacer llegar tu mensaje, cosa que no debería hacer un político o un periodista. Para mí es valioso conservar esa libertad”.
En ‘Malfire’ hablas de los refugiados, pero lo haces con una perspectiva interesante.
“Sí, la he escrito desde la perspectiva del refugiado. Nunca he sido un refugiado y espero no tener que serlo nunca, espero que no tenga que coger mis cosas y viajar a otro país donde la gente no me quiera. Cuando digo ‘los lobos están en las puertas’, lo digo porque ninguno de los refugiados de Siria o de otras zonas de conflicto querrían serlo. Pero cuando toda la ciudad sale corriendo, tú también corres. Cuando llegan las milicias y empiezan a bombardear la ciudad, y te vas con tus hijos, y llegas a Europa y nadie te quiere y sientes que no encajas, es algo horrible. Queríamos escribir una canción sobre esto porque por el ascenso del fascismo y la extrema derecha tratamos a estos refugiados como el enemigo, cuando en realidad son las víctimas”.
Durante muchos años en los que criticabas el capitalismo y el sistema, mucha gente os veía como radicales o como que quizá exagerabais. ¿Crees que la historia te está dando la razón? ¿Crees que quizá ahora la gente esté más receptiva a lo que decís?
“Espero que sí. De hecho a mucha gente le chocaba que cantáramos sobre esto siendo suecos, porque Suecia es uno de los mejores países del mundo. Nos decían que no teníamos ni idea porque nunca habíamos vivido una crisis. Y es triste que la historia nos dé la razón, pero ahora mucha gente ve que lo que decíamos tenía sentido. La gente busca maneras alternativas de ver el mundo, pero está todo muy fragmentado. El problema es que, en los tiempos difíciles, la gente con menos educación busca la solución más fácil, y con la economía de las redes sociales y el ascenso de la ultraderecha hacen que sea más fácil echarle la culpa a los inmigrantes que no a las estructuras capitalistas que causan estos problemas. La complejidad de estas estructuras hace que sean muy difíciles de explicar, es frustrante. Te hace sentir impotente ante las organizaciones mundiales de la banca. Yo soy de una generación que leía libros sobre política, sobre economía, intenté educarme sobre estos asuntos. Pero ahora a la gente no le interesa la educación, sólo tiene interés en las opiniones”.
Es complicado que la gente le eche la culpa a los verdaderos culpables y no al eslabón más débil de la cadena.
“Es muy difícil. ¿Cómo haces que la gente deje de votar en su contra? ¿Que deje de luchar en su contra? ¿Cómo le explicas la complejidad de la geopolítica para que entienda por qué estos refugiados están llegando a su país? Es muy complicado. Pero espero que este disco inspire a que la gente se eduque, a que aprenda sobre el mundo”.
“Desearía, sinceramente, que el dinero no importara. Que pudiéramos hacer música sin pensar en lo que nos pagan o en vender discos, porque creo que la música sería mucho mejor” DENNIS LYXZÉN
Siendo tan críticos con el capitalismo, ¿te has sentido culpable cuando os han pagado un pastón por tocar en un festival, por ejemplo? ¿Piensas que realmente lo merecéis o en el fondo le estáis sacando provecho al sistema que criticáis?
“Bueno… (Risas). Creo que cualquier ser humano que hace algo porque le gusta, le sorprende que le paguen por hacerlo. Seguro que a ti, como periodista, a veces te cuesta creer que te paguen por entrevistar a bandas de rock. Pero el sistema está montado así. Desearía, sinceramente, que el dinero no importara. Que pudiéramos hacer música sin pensar en lo que nos pagan o en vender discos, porque creo que la música sería mucho mejor. Pero la realidad es que vivimos en el capitalismo. Tengo que pagar mi alquiler, tengo que pagar para comer, hay todos estos parámetros de los que no puedes salir. Hoy por hoy no puedes salir del capitalismo. Hace muchos años que decidí que no quería trabajar en un comercio o en una fábrica, quiero vivir de hacer música y para hacer eso tienes que hacer concesiones. Pero no puedo sentirme culpable porque me paguen. Ojalá hubiera otro sistema, es lo que más deseo, pero por ahora no lo hay. Pero déjame decirte que me siento increíblemente privilegiado por poder vivir de la música. Es maravilloso. No me lo tomo a la ligera, porque sé que no todo el mundo tiene la misma suerte que yo”.
¿Pero no os habéis planteado, por ejemplo, hacer una gira por squads en lugar de en salas convencionales?
“Con INVSN lo hacemos a menudo. Y con David tenemos una banda de hardcore que se llama AC4 y la mayoría de veces tocamos en squads o centros cívicos. Así que en mi mundo eso sigue estando presente. Sigo girando en furgoneta, sigo vendiendo el merch, pero Refused se ha convertido en algo demasiado grande. Me gustaría que Refused pudiera ser una banda más flexible, pero todo el mundo DIY sigue presente en mi vida”.
¿Qué papel puede jugar Refused en el momento actual teniendo en cuenta que la música ha perdido influencia social?
“La fragmentación de la oferta hace imposible que una sola banda pueda ser una fuerza radical. En los 60, en los 70 y en los 80, cada movimiento social tenía su música. Iban de la mano. Eso ha desaparecido por la manera en la que se consume música. Antes había subculturas, eras heavy, o punk, o hardcore, ahora la gente simplemente escucha música. Pero con Refused hay tres cosas a tener en cuenta. La primera es que quieres tocar para cuanta más gente sea posible para tener el mayor impacto posible. Me encantaría ser como Rage Against The Machine, que pudieron cerrar Wall Street. Eso sería increíble. La segunda es que mucha gente que viene a vernos ya sabe de qué vamos. No creo que a nadie le sorprenda que hablemos de política. Cuando tienes ideas similares a las nuestras, creo que está bien que haya un grupo que te inspire a seguir pensando en estas cosas. Y quizá si vienen un par de chavales y se sienten inspirados y hacen algo creativo, puede ser suficiente. Ésa es mi principal motivación. Sé que porque saquemos un nuevo disco no vamos a destruir el capitalismo, lo sé. Pero quizá inspiremos a alguien para que lea un libro o para que vaya a una manifestación. Eso es a lo que aspiro. Ser un catalizador. Y también hay otra cosa a tener en cuenta: no puedes decidir lo que le va a gustar a la gente de ti. Puedes ser la banda más política y radical del mundo y que haya gente que lo único que le gusta de ti sea la música. O al revés, gente que comparte tus ideas, pero no le gusta la música. Conozco ambos casos”.
Antes decías que no hay nada fuera del capitalismo. ¿Hay algo fuera de este espejismo de democracia en el que vivimos, que dista mucho de ser una democracia real?
“Es una de las cosas de las que queríamos hablar en el disco. Yo soy un demócrata, creo que el pueblo tiene que gobernarse a sí mismo, pero si no tenemos una democracia económica, no existe una democracia real. Las corporaciones, el capital, es el que toma las decisiones. Podemos votar cada cuatro años, pero no creo que vivamos en una democracia real. Vale, tú vives en España y tuvisteis una dictadura fascista que era mucho peor. Ahora tenemos la suerte de poder decir lo que pensamos, pero el poder económico es el que domina el mundo y no tenemos ningún voto sobre eso. Por eso creo que primero hay que destruir el capitalismo. Pero yo soy músico, no soy político, no soy yo quien tenga que tener respuesta sobre un nuevo sistema democrático. Es normal que nos pregunten estas cosas, pero a la mayoría de músicos no les preguntarían cuál tiene que ser la alternativa al capitalismo (risas)”.
Bueno, sería interesante preguntárselo a Jon Bon Jovi.
“Sí (risas). ¿Qué te diría? ‘América es genial y todo va bien’ (Risas)”.
JORDI MEYA