Los fans de Sôber tenían desde hacía tiempo la fecha del 18 de junio marcada en el calendario. Tras casi cinco años sin publicar material nuevo, la banda madrileña vuelve con E-L-E-G-Í-A, un álbum en el que combinan fuerza, oscuridad y sentimiento.

Pocos músicos en España pueden presumir de haber tenido una carrera tan fructífera como Carlos Escobedo. Desde que en 1994 empezara junto al guitarrista Antonio Bernardini a tocar bajo el nombre Sober Stoned, a los que al poco tiempo se uniría su hermano Jorge también como guitarrista, Carlos ha vivido todo tipo de emociones inevitables en una trayectoria de largo recorrido.

De los primeros pasos con su debut Torcidos, a convertirse en una de las revelaciones del metal patrio con discos como Morfología y Synthesis, al estallido comercial de Paradÿsso, al duro golpe de las muertes de su batería Alberto Madrid en 2005 y el productor Big Simon al año siguiente, a la separación temporal del grupo y su posterior vuelta en 2010, a los cambios de la industria discográfica, si hay una constante en todo ello es que Carlos nunca ha dejado de ponerle pasión en todo lo que hacía. Es la que encontrarás en las canciones de E-L-E-G-Í-A (El Dromedario Records), un disco cocido a fuego lento, del que tuvimos la oportunidad de charlar con él hace unos días.

Ésta es la vez que os habéis tomado más tiempo, estando el grupo en activo, para presentar material nuevo. ¿Fue una decisión consciente el tomárselo con más calma?
CARLOS ESCOBEDO «Realmente yo voy componiendo regularmente, porque tampoco ya hacemos esas giras de estar un mes fuera de casa, y también como método de vida. Yo empecé a componer cuando salió Vulcano, a finales de 2016, y durante estos más de cuatro años he ido recopilando ideas. El año pasado cuando tenía unos 22 temas fue cuando ya me junté con mis compañeros y empezamos a revisarlo todo en el local y a dar forma el disco. Ésa es una parte de las que más me motiva. Tenemos un estilo predeterminado y me gusta tener material con diferentes tempos y tonos porque es lo que le da dinámica al disco. Yo tenía claro que éste iba a ser un disco más oscuro, más sentimental, por el momento que todos hemos pasado. Yo creo que por la lírica, la temática y las melodías más oscuras, se parece más a nuestros primeros trabajos».

Una elegía es un poema asociado a la muerte. ¿Qué te motivó a titular el disco así?
«Sí, asociado a la perdida. Bueno, van pasando los años y vas perdiendo gente, algunos porque son mayores, otros por enfermedades, y al final ese sentimiento unido a que debemos ser de los pocos grupos que tan jóvenes nos quedamos sin dos compañeros, Alberto Madrid y Simon, me llevó a hacer una canción que tuviera un punto de homenaje y que esas voces te llevasen al ‘Requiem’ de Mozart, con un punto más visceral. El estribillo de ‘Elegía’ habla de que a pesar de que han pasados muchos años, el recuerdo sigue intacto como la primera vez. Es el leitmotiv de esa canción: que aunque la gente se va, mientras la recuerdes, sigue presente entre nosotros. Es una canción diferente a lo que veníamos haciendo, mucho más pesada de tempo, el riff, hay algunos instrumentos más cercanos a Ghost… Creo que a nivel de producción tiene un punto muy melancólico».

Antes decías que el nuevo disco se parece más a vuestros primeros trabajos, y en aquella época os comparaban, y os comparábamos, mucho con Tool. Y en este disco, el tema ‘Máscara De Hierro’ tiene ese toque también. ¿Qué puedes contarnos de esta canción?
«‘La Máscara De Hierro’ habla de esa escafandra que nos ponemos todos para que no nos hagan daño. Hay un punto de prepotencia que en el fondo esconde la debilidad del ser humano. Al final hablo de lo que me ocurre a mí, en primera persona; generas una máscara de hierro, un personaje, cuando en realidad eres una persona mucho más vulnerable de lo que realmente aparentas. A esa canción le acabé dando forma durante la pandemia, con lo cual ese punto de creernos la hostia, pero que te entre un bichito en el cuerpo y veas que no eres nadie, refleja ese punto de fragilidad. A nivel de sonido, sí que se parece a los discos antiguos. Tiene un ritmo que recuerda a ‘El Hombre De Hielo'».

Hablando de esa coraza que te pones, ¿cómo recuerdas ese momento en que la gente empezaba a reconcerte o se te acercaban desconocidos? ¿Lo llevaste bien o te costó?
«A día de hoy creo que fue un momento de liberación. Fue más o menos en 2001, cuando dejamos otros trabajos y me pude dedicar 100% a la música. Eres portada de revistas, sales en la MTV… Recuerdo una vez que el cantante de Disturbed me dijo, ‘Vengo del hotel y te acabo de ver en la MTV’ (risas). Así que para mí fue una experiencia positiva. Pasé de estar trabajando en la construcción a dedicarme a la música, así que era muy consciente de dónde venía. No era como chiquillo que se pensaba que era la hostia. Todo lo contrario. Gracias a venir de dónde venía, estamos todavía aquí, porque no te vuelves loco, y sabes que para tener carrera como artista, tienes que montar negocios paralelos y tener los pies en el suelo. Yo lo viví de una manera muy bonita, pero había momentos en los que estabas desbordado por la cantidad de trabajo, y las cosas que tenías que hacer, desde ir a un presentación de Rolling Stone, alfombra roja no sé dónde, a ir a conocer a Tarantino que venía a presentar una de Kill Bill... Al final cuando sales de toda esa vorágine te das cuenta que todo es muy volatil, y que de dónde tu vienes es la parte que realmente te gusta. Yo creo que el parón que hicimos, con lo de Skizoo y Savia, nos vino fenomenal porque volvimos a los orígenes, y cuando vino la vuelta de Sôber en 2009, lo afrontamos todo de una manera mucho más madura y sabiendo lo que queríamos. Como por ejemplo, no hacer un disco hasta que tengas todas las canciones, por mucho que la compañía lo pida. Por ejemplo, con Reddo nos dijeron que necesitaban un disco para el año siguiente, y al final te provocas a componer, y aunque es un disco al que le tengo cariño, ahora lo hubiera hecho de una manera distinta. Se trata de coger las riendas, y llevar tu carrera como tu quieres».

Quería preguntarte algo que siempre he tenido curiosidad. Desde que te conozco siempre te he visto con la cabeza rapada. ¿Hay algo que te llevó a tomar esa decisión de tan joven?
«(Risas) Yo empecé a quedarme sin pelo a los 16, 17 años cuando llevaba melena. Y la verdad… yo es que afrento las cosas de cara. Para qué vas estar que sin las entradas, que si tal… Así que decidí raparme y antes de los 18 ya me rapé al 1. Y vi que tenía la cabeza redondita y no quedaba mal (risas). Y ya me quedé con la imagen de calvo y con perilla, que también quedaba muy rockero (risas). Cuando estuve en casa de Scott Ian cuando hicimos Paradÿsso, le dije que me había empezado a rapar por su estética. Fue de los primeros».

Pues fuiste valiente porque con 18 años no tuvo que ser fácil.
«La verdad es que fue una manera liberarme, pero me costó una buena bronca con mi madre porque en aquella época ir pelón significaba que estabas enfermo o algo (risas)«.

¿Has visto el documental de Héroes Del Silencio?
«Sí, lo vi, lo vi».

«Aunque tengamos un público rockero también les gustan
las canciones con sentimiento» CARLOS ESCOBEDO

¿Te sentiste identificado? No sé si pensaste que podríais haber acabado como ellos…
«Guardando las distancias, sí te sientes identificado. Cuando salen en la furgoneta, estando tantos kilómetros todos juntos… Cuando decidimos hacer el parón, el grupo tenía una pequeña herida, pero no una enfermedad grave, y nos fue genial. Hubo seis, siete años en los que yo veía más a mis compañeros que a mi familia. Ya sabes, las tonterías de los egos… Además, la prensa, siendo el frontman, te pone en un lugar que no has elegido, tienes que dar la cara, y eso es algo que también le pasó a Enrique (Bunbury). He tenido la suerte de poder hablarlo con él alguna tarde/noche intensa. Yo creo que nosotros supimos cortarlo a tiempo, porque queríamos alargar nuestra carrera. Quizá lo que hicimos mal fue decirlo, porque hay grupos como Marea que desaparecen cuatro o cinco años y nadie se ha enterado. Podríamos haberlo hecho igual, porque nos fuimos en 2005 y volvimos en 2010. Pero al decir que nos separábamos, todo se embarrulló un poco. Pero cuando nos juntamos en el local después de cinco años, y sin haber ensayado, las canciones sonaban perfectas, te das cuenta que ahí es donde reside la realidad de Sôber».

También en el caso de Héroes, el documental deja intuir que además de la magnitud del grupo, tampoco supieron controlar todo el tema de las drogas. Vosotros os habréis pegado vuestras fiestas, pero no tengo la sensación de que fuera algo que os arrastrase.
«No, qué va. Es más, la época más dura, en la que teníamos más bolos, y tocábamos muchos días, es cuando menos fiestas había porque tenía que cuidar la voz. Acababa el bolo y el road manager te llevaba al hotel, y ahí descansabas. Cuando le metes tanta caña a la voz, el mayor miedo es perderla. Los mejores años del grupo, fueron los peores en cuanto a fiestas. Luego, cuando el ritmo bajó, igual sí que terminas y te vas a tomar algo, pero con total naturalidad. Muchas veces las ‘enfermedades’ de los grupos empiezan por ahí. Hemos tenido la suerte que no nos tocara. Loquillo decía que lo único que podía joder tu banda son las drogas, el dinero y las mujeres (risas). En nuestro caso, no fue para nada así».

Antes decías que igual no tendrías que haber dicho que os separabais, pero también es cierto que a veces el público es un poco ingrato con los grupos que aguantan y aguantan. Es difícil mantener la llama viva más de 20 años, y a veces una separación, hace que los fans vuelvan a valorar más lo que es el grupo.
«Yo hasta la fecha lo único que tenemos hacia los fans son palabras de agradecimiento. Creo que tenemos los mejores fans. Han estado con nosotros a las duras y a las maduras. Hasta cuando me he vuelto un poco loco y planteo hacer algo con una sinfónica, el primer concierto en Madrid sin haber un referente, porque era el primero y no había vídeos en YouTube, se vendieron 700, 800 entradas en el primer día. Y no eran entradas baratas porque un Palacio de Congresos los gastos son impresionantes. Y luego te vas a Málaga y metes más de 1000 personas. Nunca fallan. Y nos dicen que es porque nunca defraudamos, pero es que para nosotros lo más importante es no defraudarnos a nosotros mismos. Tienes que respetar lo que haces, hacer los discos con la misma pasión, y si no la tienes en ese momento, esperar un poco, que tampoco pasa nada. De la preventa del nuevo disco, con un solo single, ya llevamos más de mil discos. Hoy en día, que la venta física es casi anecdótica, es de agradecer. También hay que tener en cuenta que muchos fans ya tienen hijos y ya no pueden ir a todos los conciertos, pero la pasión de nuestros fans sigue siendo la misma. Hay gente que te ha visto 40 ó 50 veces y siguen estando en primera fila. Para eso no hay palabras».

Los músicos, además de creadores, sois también fans de la música. ¿Qué has escuchado en el último año? ¿Te dejas influenciar todavía por lo que escuchas?
«Como estoy en el estudio trabajando con gente más joven y nuevos estilos, sigo bastante al día. Me gustan cosas más progresivas tipo Periphery que hacen cosas muy interesantes, incluso con sonidos que a veces te sobrepasan. Por ejemplo, Bring Me The Horizon, que utilizan muchos sintes para reforzar las guitarras, es algo que he estado explorando. En nuestro disco, aunque estén muy bajitos, hay sintes que le dan otro color, un punto más moderno. Al final los riffs y las melodías son muy Sôber, pero a nivel de producción, le da otro color. Sobre todo Manu (Reyes, batería) y yo, somos un poco más modernetes; Jorge también escucha cosas nuevas, pero quizá es más clásico. Pero la verdad es que durante la pandemia, como estaba tan tan metido en nuestro disco, he estado un año sin escuchar música externa. Porque yo hasta que me meto en una canción y no tengo el sonido y el arreglo, prefiero no contaminarme. Una vez has terminado igual sí que te pones en el estudio a escuchar otros grupos que están haciendo producciones que son una maravilla».

Una de las cosas que más llama la atención es la versión de ‘Eclipse’ con La Bien Querida. Nunca os hubiera imaginado juntos.
«(Risas) Quizá por eso es tan interesante. Al final lo obvio, es muy evidente. En el Blu-Ray que sacamos de Madrid tuvimos a Ruth Lorenzo, que tiene una voz impresionante, con una fuerza, con una estética, con todo muy acorde a nosotros. Y la gente nos decía que teníamos que hacer un disco conjunto, pero cuando hice ‘Eclipse’ salió con una guitarra acústica, algo muy visceral, y luego la pasé a piano. Durante el confinamiento he hecho con varios clásicos de Sôber, que fui colgando en YouTube. El caso es que hace dos años un amigo en común me pasó un disco de La Bien Querida, y la sensibilidad y sinceridad de la voz me impactó mucho. Tenía ese punto que me gusta, de una conexión con uno mismo. Decidimos quedar en el estudio y ver si surgía algo. Pusimos la letra en un papel y empezamos a soltar las estrofas, y fue química pura. Su voz más sensible y sensual, con la mía más grave, más oscura, quedaba muy bien. Me pareció un singlelazo. Espero que podamos tocarla en algún concierto con ella. No fue provocado, ni impuesto, era más buscar esa sensibilidad, que buscar a un personaje».

Este año se cumplen 20 años de Synthesis. ¿Tenéis pensado hacer algo para celebrarlo?
«Ahora estamos en el local ensayando para la próxima gira, rescatando temas, y la verdad es que tanto Synthesis como Morfología van a estar bien representados para esos fans del principio. Claro, vas sacando discos, y vas quitando de lo antiguo, para meter de lo nuevo, y es algo que queremos cuidar mucho, haciendo un repertorio más largo. De momento, tenemos dos temas de Synthesis y creo que caerá alguno más. Es un disco muy querido y que encaja muy bien con el nuevo».

Para terminar, ¿qué canción de E-L-E-G-I-A crees que no hubieses podido componer hace diez o cinco años?
«Una canción como ‘Eclipse’ tienes unos tonos super altos, que antes no me hubiera atrevido. Los cantantes nos conocemos y sabemos dónde está nuestro límite sobre todo en directo, así que buscas estar en tu zona de confort. Pero esta la subimos a Fa, que es una tonalidad un poco extraña. Yo creo que hace 5 ó 6 años no me hubiera atrevido ni por la letra ni por la tonalidad. Pero esa canción tiene algo. En tres días en YouTube lleva 80.000 visitas. Creo que aunque tengamos un público rockero también les gustan las canciones con sentimiento. ‘Náufrago’ lleva casi 3 millones de visualizaciones, así que tampoco me extraña que ‘Eclipse’ esté conectando tanto».

JORDI MEYA