Cinco años después de haberse conocido a través de una web de anuncios, James Guile y Edward Barakauskas, lanzaron el viernes su debut como Teen Mortgage. En Devil Ultrasonic Dream, el dúo de Washington D.C. nos ofrece una ráfaga de garage rock de lo más excitante.
Con una serie de singles y EP’s, Teen Mortage habían creado la expectación necesaria en el underground como para que la llegada de su primer álbum no cayera en saco roto. Y así ha sido. Como si fuera un cóctel molotov lanzado a un escaparate, Devil Ultrasonic Dream, publicado por Roadrunner el pasado viernes 11 de abril, llega dispuesto a quemarlo todo. Combinando el garage rock cargado de fuzz con una actitud punk rabiosa y toques de surf, el dúo formado por James Guile (voz, guitarra) y Edward Barakauskas (batería) ha creado un sonido que es tanto nostálgico como completamente propio. Es el tipo de debut que no pide tu atención, simplemente te agarra del cuello y la exige.
En la víspera del lanzamiento del disco, tuvimos la oportunidad de charlar por Zoom con James, un tipo de Liverpool que se mudó a Estados Unidos por amor, pero que acabó encontrando a su pareja musical.
Mañana lanzáis vuestro primer álbum. ¿Cómo te sientes?
JAMES GUILE «Me siento bien. Es la primera vez que hemos tenido la oportunidad de hacer un disco completo. Así que estoy emocionado de verlo salir por fin. Ya sabes, trabajas mucho tiempo en estas cosas y es genial que finalmente sea una realidad».
Imagino que para cualquier artista sacar su primer disco implica mucho sacrificio y esfuerzo. Para el público es como la línea de salida, pero ¿para ti es casi como una meta de una primera etapa?
«Creo que es como… supongo que lo veo como un primer capítulo, porque hemos crecido en la era de promocionar singles. Sacas una canción y le sacas todo el jugo online, y hablas de ella todo el rato. Y ahora tenemos 11 canciones nuevas. Así que son 11 temas nuevos de los que hablar, tocar, y para que la gente los descubra… Tarda un tiempo en que la música cale, ¿sabes? Así que sí, es como si lo hubiéramos metido todo en la olla a fuego lento y ahora hay que esperar que la gente lo pruebe».
Tú habías tocado en bandas en Liverpool antes de mudarte a Estados Unidos. ¿Eran musicalmente parecidas a Teen Mortgage o algo completamente distinto?
«El grupo que me tomé más en serio se llamaba Bad Acid, era un poco como Teen Mortgage, pero no del todo. Era también un dúo y era más bien psych rock, algo más garage psicodélico, con rollo de camisetas tie-dye. Estaba más influenciado por Oasis y The La’s. Me encantaban The La’s. Ese rollo britpop, psicodélico…».
¿Qué diferencias ves entre tener en una banda en Reino Unido y en Estados Unidos? ¿La gente se lo toma de forma distinta, quizá más profesional…?
«Una cosa que me gustaba del Reino Unido es que creo que la gente es más fan del rock and roll, en general. Es un territorio más pequeño, así que eso ayuda a unir las culturas. América es mucho más regional: vas a un sitio y lo pillan completamente, y a otro y les parece algo alienígena. Otra diferencia es que aquí tienen más espacio para tener sus propios amplis y baterías en casa. En Reino Unido nadie tiene equipo, todo el mundo pregunta por el backline. Siempre es un lío averiguar quién va a usar la batería de quién».
Y claro, en Estados Unidos todo el mundo tiene un coche grande o una camioneta para llevar el equipo.
«Así es, aquí los coches no paran de crecer. Es un rollo. Los coches son cada vez más grandes, pero las carreteras siguen del mismo tamaño. Yo vivo en la costa este, que es la parte más antigua de Estados Unidos y en sitios como Baltimore las calles son relativamente estrechas como para que quepan vehículos tan grandes».
Tengo entendido que conociste a Ed a través de la web de anuncios Craigslist, ¿es cierto?
«Así es».
¿Qué estabas buscando exactamente?
«Buscaba a alguien… simplemente estaba desesperado. Me acababa de mudar de Liverpool a Estados Unidos. Quería continuar con Bad Acid, pero descubrí que ya había otra banda con ese nombre, así que lo cambié. Tenía unas maquetas y puse un anuncio. Me respondieron muchas personas extrañas. Gente que quizá no sale mucho de casa, ya sabes (risas). Ed estaba ahí simplemente leyendo los anuncios por diversión, riéndose de algunos porque eran bastante malos y me respondió. Así que fue bastante loco que nos encontráramos de esa manera tan rara».
¿Qué fue primero? ¿Sentir que podías conectar musicalmente o hacerse amigos?
«Creo que lo que nos unió que es que éramos bastante ambiciosos. Por eso hemos seguido juntos tanto tiempo, porque los dos lo queríamos con la misma intensidad. Puedes ser un músico increíble, pero si no tienes ganas de ensayar, conducir mil horas, tocar cansado y hacer todos los envíos… ¿de qué sirve? Es como ese dicho del árbol que cae en el bosque y no hay nadie para oírlo. Así que al principio éramos más bien como compañeros de curro con un objetivo común».
Ed es algo mayor que tú. ¿Compartíais referencias musicales o veníais de mundos completamente distintos?
«Un poco de ambas cosas. A los dos nos gustaba mucho el stoner metal y el desert rock, tipo Kyuss, Fu Manchu, Melvins, todo ese rollo influenciado por Black Sabbath. Queríamos hacer algo con ese espíritu, pero mezclado con otros géneros como el surf rock. Ed no era muy fan del surf rock ni del garage antes de tocar juntos, así que eso ayudó a fusionar estilos».

«El skate es como la música: requiere tiempo y dedicación. Tiene ritmo» JAMES GUILE
Hablemos un poco del álbum. Como mencionaste, hay muchas influencias distintas, pero tiene un toque muy 90’s ¿no?
«Sí, es interesante. Los 90 fueron una época en la que mucha gente reinterpretaba música del pasado. Mencionamos antes el britpop. Oasis es un buen ejemplo: eran glam rock, con un toque punk, a veces shoegaze, psicodélico… una mezcla de todo. Ese era mi objetivo: hacer un disco de rock and roll que yo querría escuchar. El stoner, el rock lento, el desert rock… todo eso influyó en el grunge. Así que hay temas más grunge y otros más rockeros. El garage rock es un concepto tan amplio que hay muchas formas de interpretarlo. Puede ser pesado, puede ser ligero, lo que sea. Para mí es como una plantilla. Potentes acordes con distorsión y batería, y puedes hacer muchas cosas con eso».
¿Grabasteis todo el álbum entre los dos o tuvisteis músicos adicionales?
«En directo solo estamos Ed a la batería y yo. Y en el disco, más o menos igual. Yo grabo guitarras, bajo, voces y percusión. En directo es más crudo, más minimalista porque no hay overdubs, claro».
¿Te sentiste cómodo en el estudio? ¿Fue una experiencia divertida o estresante?
«No, fue muy divertida. Grabamos con Kenny Eaton de Mystery Ton Studios, con quien ya habíamos trabajado antes. Tenemos una buena relación y eso ayuda. Es alguien local, así que todo fue muy fluido. Era como hacer una versión mejorada de lo que ya habíamos hecho. Lo único malo es que como tienes que escuchar todas las pistas mil veces, te acabas fatigando y ya no sabes lo que está bien o lo que está mal. Tienes que decidir conscientemente cada detalle. Y siendo un dúo, todo recae más en nosotros».
¿Cuánto tiempo lleváis con el álbum terminado?
«No mucho. Lo acabamos en noviembre del año pasado. Las canciones sí las escribí durante el año anterior, entre giras. Escribí como 23 o 24 temas y elegimos la mitad. La grabación fue rápida: pam, pam, pam y listo».
El álbum sale con Roadrunner. ¿Cómo acabasteis con ellos?
«Nos contactaron directamente. Dijeron que alguien del sello iba a vernos en un concierto. Hablamos y todo fluyó. No fue como ‘gran oportunidad’, sino algo natural. Nos vieron hacer lo nuestro, vieron que teníamos público, y encajó».
En vuestras letras jugáis con el satanismo. ¿Es una reacción al fanatismo religioso que impera en muchas partes de Estados Unidos?
«Sí, absolutamente. Me inspiro en el punk desde sus inicios: cruces de hierro, estética motera, satanismo como estética, terror, heavy… me encanta todo eso. Es como Halloween. Los cristianos radicales se ofenden mucho, pero es simplemente humor negro. Es sobre todo un vehículo para criticar sus miedos y fanatismo».
Creo que te gusta mucho el skate. Es algo común entre músicos, y siempre me sorprende. Un mal golpe y una gira se puede cancelar. ¿Tomas precauciones extra ahora que la banda va para arribar?
«Sí, claro. El skate es muy mental. Es mente, cuerpo y espíritu. Cuanto más en serio va la banda, más consciente soy de que no puedo lesionarme. He ido de gira estando lesionado. Recuerdo una vez que me fastidié un dedo y no podía doblarlo, pero con un poco de Advil y cerveza, tiré adelante. El skate es como la música: requiere tiempo y dedicación. Tiene ritmo. El sonido de una tabla al caer se parece a un fill de batería. Por eso muchos músicos también patinan».
El año pasado girasteis con The Smashing Pumpkins y Weezer en Reino Unido. ¿Tuviste algún contacto con Billy Corgan o Rivers Cuomo?
«Sí. Aunque llevaban mucha gente en su equipo. Tenían reservada su propio ala del recinto, pero una noche nos invitaron a cenar con todos ellos. ¡Y llegamos tarde! (Risas). A Ed le sentaron con los demás, pero a mí me sentaron en la mesa de los mayores, con Billy, Rivers, Brian Bell, Jimmy Chamberlin… Fueron muy majos. Le dije a Billy que usaba su versión del pedal Big Muff y me contó que si lo abres, tiene un grabado de una calabaza por dentro. Luego Rivers me preguntó si quería ir con él al concierto de Doja Cat, y fuimos juntos. Fue como un sueño porque tocábamos en el mismo recinto al día siguiente. Y luego en Cardiff, Rivers me dijo si quería ir a visitar un castillo con él. Fue increíble».
Es raro porque no parece la persona más social del mundo.
«Ya, pero es muy auténtico. Se nota en su música, tiene buenas intenciones. Fue una experiencia muy divertida y surrealista».
JORDI MEYA