No es muy habitual que una banda desaparezca durante siete años después de haber sacado su primer disco y cuando todo el mundo creía que iba a petarlo. Sin embargo, ha sido justo el tiempo que necesitaba Mikaiah Lei para poder volver a arrancar The Bots.

Después de su actuación en Coachella en 2014, la web de Rolling Stone calificó a The Bots como ‘el grupo con más posibilidades de triunfar’ de todo el festival. En ese momento, pese a su juventud, el dúo de Los Angeles formado por los hermanos Lei -Mikaiah (voz, guitarra) y Anaiah (batería)- ya hacía tres años que había tocado en el Warped Tour, había grabado maquetas junto a Damon Albarn de Blur, y estabana punto de entrar a grabar su primer largo con Nick Zinner de Yeah Yeah Yeahs. Por si fuera poco, el disco, Pink Palms, aparecería en octubre de ese año a través del sello discográfico de la glamourosa revista Fader. Mejor hype imposible.

El álbum recibió buenas críticas y los hermanos se embarcaron en una gira descargando su garage punk por todo el mundo, pero tras terminarla fueron pasando los meses, y nunca volvimos a saber de ellos. Y sinceramente, con la cantidad de música con la que somos bombardeados, tampoco nadie les echó de menos.

De ahí nuestra sorpresa cuando el mes pasado, vimos que aparecía un nuevo disco de The Bots titulado 2 Seater (Big Indie Records). ¿Serían los mismos The Bots que recordábamos? Pues sí y no, porque en el grupo sólo queda Mikaiah y su sonido ha tirado más hacia el indie, aunque está realmente bien. Razón más que suficiente para contactar con él y averiguar los motivos tanto de su desaparición como de su regreso.

Tengo la sensación de haberme perdido algo. Cuando sacasteis vuestro primer disco erais unos críos, y ahora ya sois hombres. ¿Qué ha pasado?
MIKAIAH LEI «(Risas) Bueno, supongo que la vida. Después de sacar el primer disco, la intención era haber sacado otro disco, pero fueron ocurriendo cosas tanto a nivel profesional como personal de las que tenía que ocuparme… Llevaba tocando desde los 18 años y a esa edad tener a todo el mundo adulándote y regalándote cosas no es del todo bueno. Me llevo un tiempo poner los pies en el suelo, porque lo de ‘sexo, drogas y rock’n’roll’ puede acabar fatal. No fue nada extremo, pero con 18 años en Europa ya podía beber alcohol, y empecé a beber bastante. Básicamente necesitaba madurar. Y en parte el disco va sobre eso. Es una reflexión sobre esos siete años en los que desaparecimos. Hubiera preferido que ese parón no hubiera sido tan largo, pero las cosas son como son».

¿Bebías por que quizá sentías el síndrome del impostor girando por todo el mundo de tan joven y por el hype creado alrededor del grupo?
«No, no era eso. No me gusta sacar el tema, pero en la escuela, siendo un chico negro, un poco afeminado, porque no soy el típico macho, no fue fácil. Pasaba mucho más tiempo con chicas, simplemente porque encontraba que los tíos eran muy desagradables, y quizá eso me hizo más sensible. Y eso tampoco estaba muy bien visto en el mundo del skate, mi otra pasión. No sé si has visto la película Mid90s, pero refleja muy bien lo que viví. Mucha homofobia, agresividad, un ambiente muy tóxico… Me gustaban las chicas, pero intentaba tratarlas con respeto. Y quizá cuando empecé a tocar, y de golpe era un tipo cool, supongo que se me fue de las manos. Para mí era una aventura. Ahora tengo 28 años, y he aprendido, pero quiero seguir divirtiéndome también (risas)«.

¿Durante estos años alejado del público estuviste tocando o habías perdido la pasión por la música?
«No te mentiré, me tomé un descanso de la música bastante largo. Pero pasé por una ruptura, y eso me llevó a volver a la música como refugio. En el disco también están esos sentimientos, junto a otros más generales, como el querer sentirte parte de una comunidad».

¿Qué relación tienes con tu hermano desde que dejó la banda?
«Mi hermano está muy ocupado con otros proyectos musicales, y por eso dejó el grupo. La verdad es que no hablo demasiado con él. Estoy muy liado y apenas hablo con mi familia. No es algo de lo que me sienta orgulloso… Pero en octubre los veré a todos en la boda de mi hermana. No hay mal rollo, pero tomamos caminos diferentes».

¿Pensaste en empezar otro proyecto o querías mantener una continuidad usando el nombre de The Bots?
«Personalmente, siendo una formación distinta, quizá hubiera cambiado de nombre. De hecho, tengo otro nombre artístico, Eskimo Kisses, que utilizo para otras cosas. Pero matar a The Bots hubiera implicado tener que empezar de cero. Con Eskimo Kisses hago música mucho más extraña, así que todo el mundo me dijo que era mejor seguir como The Bots para la música de banda».

Musicalmente 2 Seater es más variado, pero conserva ese punto de energía que recordaba de The Bots.
«Me alegro que lo digas, porque hay gente que piensa que es demasiado suave. Creo que hay algunos temas cañeros, y hay riffs post punk…».

Quizá antes erais más punk, y ahora sonáis más refinados, pero se nota de dónde vienes.
«Sí, siempre formará parte de mí. Incluso si toco una canción folk va a tener actitud. Estas canciones tienen una producción más cuidada, pero en directo suenan muy potentes. Y eso me gusta, porque haga lo que haga creo que esa parte rockera de The Bots siempre me acompaña».

«Este disco es una reflexión sobre esos siete años
en los que desaparecimos» MIKAIAH LEI

¿Habías acumulado mucho material en estos años? ¿Cuál fue el criterio para la selección?
«Tenía maquetas como de 20 temas para The Bots, y seleccionar las 10 para el disco fue complicado, pero aún me costó más decidirme por el orden. Estuve como un mes dándole vueltas. Por suerte, tenía un gran productor, y el nuevo batería, Alex, que son muy creativos y me ayudaron mucho. Son mucho mejores músicos que yo (risas). Alex tiene una educación clásica y en cambio yo soy mucho más primario. Tener un tema acústico como ‘Looking Back’ y terminar con un tema indie un poco electrónico como ‘Tattle Tell’ te da la posibilidad de tener subidas y bajadas que hacen que el disco fluya mejor».

Adrian Quesada de Black Pumas te ha producido el disco. ¿Qué es lo más valioso que aprendiste de él?
«Muchas cosas, sobre todo que no tenía ni idea de nada (risas). Yo quería meter un montón de guitarras, y básicamente me enseñó qué es el espacio. No puedes meterlo todo a tope porque entonces no hay dinámica. No puedo ni creerme que nadie me lo hubiera dicho antes. Creo que descubrí que antes me dejaban grabar lo que quisiera, y luego simplemente lo ponían muy bajito en la mezcla (risas). Mi mentalidad antes era de ‘más es mejor’. Y en directo sigo pensando igual, pero en disco creo que es bueno utilizar otros recursos. Utilizamos técnicas que nunca hubiera pensado. Por ejemplo, algunas baterías las grabamos usando palillos de comer, en lugar de baquetas, y suena de la hostia, tiene un toque más como The Strokes. Así que la gran lección es que ‘menos es más’ (risas). Estuvimos 16 días grabando el disco y fue una gran experiencia. Lo pasamos muy bien».

¿Ves el disco como una representación de quién eres ahora o una representación de tu evolución hasta el momento actual?
«Creo que es una representación de esa evolución, pero llega hasta el presente. He escrito ya bastantes temas para el siguiente disco, porque después de escuchar este disco terminado me volvieron las ganas de seguir creando. No tengo la intención de volver a desaparecer».

JORDI MEYA