Este mes The Menzingers vuelven a nuestro país para celebrar el 20 aniversario de RockZone con dos conciertos en Madrid y Barcelona. Una ocasión perfecta para repasar con Tom May, su co-vocalista y guitarrista, el trayecto recorrido por una de las mejores bandas de punk rock en estas dos décadas.
Cuando nos planteamos a qué banda queríamos invitar a tocar en nuestro aniversario el nombre de The Menzingers surgió rápidamente como posibles candidatos. El cuarteto de Filadelfia formado por Greg Barnett (voz, guitarra), Tom May (voz, guitarra), Eric Keen (bajo) y Joe Godino (batería) cumplía todos los requisitos: empezaron casi al mismo tiempo que nosotros (ellos en 2006, RockZone en 2005), su música nos encanta (elegimos su tercer disco On The Impossible Past como Mejor Disco Internacional en 2012), representan unos valores con los que nos identificamos (la amistad por encima del dinero), es un grupo que ha tocado muy poco en España y, no menos importante, su caché estaba al alcance de nuestros bolsillos. La providencia quiso, además, que con motivo del¡ su participación en el Manchester Punk Fest estuvieran en este lado del charco en las fechas que estábamos barajando, por lo que era factible traerlos en avión para dar estos dos bolos. Tras acordar el trato con su agente y anunciarlo a finales de agosto, por fin lo que parecía una cita muy lejana ya está a la vuelta de la esquina.
Los conciertos son el 22 de abril en la sala Copérnico de Madrid y el 23 de abril en La (2) de Apolo de Barcelona. Ah, y os recordamos que abriéndolos estarán Gorka Urbizu y Cándido Gálvez de Viva Belgrado haciendo un set especial juntos. Podéis haceros con vuestras entradas en este enlace. Ahí nos vemos.
Hola Tom. Ya que vais a estar en nuestros conciertos de 20 aniversario, me gustaría empezar preguntándote por cómo era tu vida hace 20 años.
TOM MAY «Claro. Hace 20 años yo me gradué del instituto y estábamos muy ilusionados con tocar música y con lo que íbamos a hacer con nuestras vidas. Ensayábamos en el sótano de mis padres, en el sótano de los padres de Eric… Así que hace 20 años era joven y un poco tonto, pero tenía mucho amor dentro y estaba excitado por todo lo que imaginábamos teníamos por delante. Han pasado muchas cosas desde entonces (risas)«.
Eric, Joe y tú ya tocabais juntos en la misma banda. ¿Cómo acabó Greg tocando con vosotros?
«Sí, nosotros tocábamos juntos y Greg tocaba en una banda con mi hermano. Un día dijimos: ‘Oye, deberíamos preguntarle a Greg si quiere tocar con nosotros’. Todo ocurrió mientras hacíamos lo que llamábamos una ‘blunt ride'».
¿Qué eso eso?
«Conducíamos hasta las afueras de la ciudad, al campo, y fumábamos hierba porque no había nada más que hacer. Muy responsable, sí (risas). Es día íbamos conduciendo y reconocí la zona porque era un sitio cerca de donde había recogido a mi hermano cuando iba a ensayar con Greg. Así que dije: ‘Dios mío, por aquí está la casa de Greg. Voy a llamarle’. Le dejé un mensaje voz preguntándole si quería venir a ensayar con nosotros. Y ahí empezó todo, empezamos a tocar juntos. En esos primeros años pasábamos mucho tiempo juntos. Joe y Greg se fueron a vivir juntos y comenzamos a pensar en lo que queríamos hacer con nuestras vidas. Nos dimos cuenta de que todos queríamos dedicarnos a la música. Estábamos en Scranton, que no era precisamente el mejor sitio para gente de nuestra edad que quería vivir de la música. Así que nos mudamos a Filadelfia. Yo me mudé a casa de mi amigo Curtis, con quien tocábamos en una banda justo antes, en el sur de Filadelfia, en junio de 2008. Luego vinieron los demás, y desde entonces no hemos parado”.
¿Había alguna banda local que os hiciera creer que vivir de la música era una opción realista o que os sirviera de guía?
«Claro, había varias. En Scranton había algunas bandas mayores que nosotros como In The Money Notes, Wonder Dog y The Swims. También había bandas punk y hardcore a las que admirábamos. Y luego había bandas de amigos nuestros, de nuestra generación, como Tiger’s Jaw y Title Fight. Todos nuestros amigos tenían bandas distintas. Luego cuando nos mudamos a Filadelfia, admirábamos mucho a la gente que llevaba R5 Productions, que era, y sigue siendo, una promotora independiente. Había bandas como Paint It Black. Y muy, muy pronto, The Bouncing Souls se convirtieron en una banda que tomamos como modelo: por cómo se trataban entre ello y a la gente que conocían. Así que sí, había muchas bandas a las que admirábamos, Sin ellas seríamos una banda completamente diferente. Y seguimos admirando a un montón de bandas. Recientemente hemos hecho una gira con Dropkick Murphys y aprendimos muchísimo sobre cómo gestionan su banda, qué valores mantienen, cómo se relacionan con el mundo de una forma que es fiel a ellos mismos, a sus fans y a lo que han construido. Fue una experiencia increíble. Muy reveladora. Y además, como ellos son mayores que nosotros, podemos ver lo que hacen y decir: cuando tengamos su edad, queremos estar en una posición similar y hacer las cosas como ellos. Así que sí, constantemente estás aprendiendo. No hay una escuela a la que puedas ir para aprender a llevar una banda, tienes que ir improvisando sobre la marcha”.
¿Cuáles dirías que fueron los tres errores principales que cometisteis en vuestros inicios?
«A ver, la verdad es que como banda éramos buenos comunicándonos entre nosotros, no tuvimos demasiados problemas en ese sentido. Creo que algo importante para las bandas jóvenes es hablar entre ellos. Tener charlas profundas sobre lo que quieres en la vida es básico. Si vas a montar, yo qué sé, una empresa de fontanería y la mitad de la gente no quiere ser fontanera, pues no va a funcionar. Pero un gran error que cometimos fue no prestar suficiente atención a la información. Me refiero a cosas como anotar cuánto dinero ganábamos cada día, cuántas camiseras habíamos fabricado, cuántas habíamos vendido o cómo se llamaba el técnico de sonido del garito en el habíamos tocado un mes antes… Llevar un registro de ese tipo de cosas es importantísimo. Y al principio no lo hicimos porque solo queríamos pasarlo bien. Era como: ‘¡venga, a beber, a disfrutar!’. Y sí, hicimos amigos increíbles y vivimos experiencias brutales, pero podríamos haber evitado perder mucho dinero al principio si hubiéramos prestado más atención a esas cosas”.
¿Quién fue el primero en decir durante una gira: quizá estamos saliendo demasiado de fiesta, o deberíamos calmarnos con el alcohol o algo así?
«La verdad es que nunca ha habido una conversación seria del tipo: ‘vale, todos tenemos que dejar de beber’. Sí ha habido momentos en los que hubo consecuencias, como por ejemplo que todos hubiéramos bebido y no pudiéramos conducir. Entonces era como: ‘vale, pues estamos aquí atrapados’. Cada uno de nosotros ha tenido momentos personales en los que se ha acercado al precipicio o ha jugado con fuego. Y cada vez que ha pasado, esa persona lo ha sabido, porque se ha quemado. Así que nunca ha hecho falta sentarnos a tener ‘la charla’. Sí que ha habido un par de veces en el pasado donde lo hicimos por los demás. Por ejemplo, si alguien del grupo no estaba bebiendo porque tenía problemas o estaba pasando por algo, yo decía: ‘vale, pues yo tampoco voy a beber en toda la gira’. Hacemos esas cosas por los demás. Y ahora es curioso, porque aunque toquemos en salas más grandes y podamos conseguir todo el alcohol que queramos, ya somos mayores. Un día de concierto es un día largo: tienes que llegar pronto a la sala, estar centrado, y no es bueno ponerte ciego. Y con todos los estudios que salen últimamente, ya sabemos que no hay una cantidad segura de alcohol. Y lo mismo con la marihuana: es mucho peor de lo que nos decían cuando éramos jóvenes. Eso de que ‘la marihuana es medicina’… bueno, podría serlo, pero estar colocado todo el día no es una buena idea. Ha habido momentos en los que alguien te dice: ‘¿te pasaste un poco anoche?’, o situaciones legendarias… Nunca ha pasado nada realmente grave, como tener un accidente de coche o hacerle daño a alguien, pero sí cosas como que alguien rompiera las persianas del autobús, o que llegara tarde un par de horas… ese tipo de historias. Todo bastante inofensivo, pero sí que nos hemos divertido. Especialmente cuando vamos allí, y sobre todo en Barcelona, nos lo pasamos genial la última vez. Tuvimos unos días libres y acabamos encontrando a un tipo que nos vendía cerveza desde una alcantarilla. Levantaba la tapa y tenía todo lleno de hielo con bebidas ahí abajo. Nos lo pasamos muy bien en Barcelona. Yo me fui a la cama pronto, me porté bien (risas). Pero teníamos amigos de Estados Unidos y de Irlanda que vinieron a vernos y se pegaron una buena fiesta”.
¿En qué momento os planteasteis tener un mánager o un agente contratación?
«Fue relativamente pronto, quizá un par de años después de que ya lleváramos tocando juntos. Nos mudamos a Filadelfia en 2008 y creo que conseguimos un agente en 2010. También conocimos a nuestro mánager, Tim, que sigue siendo nuestro mánager y uno de nuestros mejores amigos. Es uno de mis amigos más cercanos y alguien a quien realmente admiro, no solo por cómo lleva la banda, sino por lo que ha hecho por su familia y por todos los músicos con los que trabaja. Tenerle con nosotros es muy importante, porque Tim nos ayuda a mantenernos organizados con todas las personas con las que trabajamos, desde sellos discográficos hasta cualquier otro colaborador. Nos mantiene centrados y hace que todo funcione. Nuestro agente de contratación en Estados Unidos, Phil, también sigue con nosotros. Antes teníamos a Ryan, que tocaba en una banda llamada Outbreak, y también era genial. Pero fuimos creciendo un poco y empezamos a trabajar con Phil, que era más cercano, tenía más vínculos con Nueva Jersey y trabajaba para una agencia más grande. Desde entonces, ha cambiado de agencia como cuatro veces… ¡y nosotros le seguimos cada vez! Cuando empezamos con él, nos sacó a cenar y compartimos un montón de ideas emocionantes sobre hacia dónde podía ir nuestra carrera. Trabajar con Phil es increíble. Y en Europa trabajamos con Tom Taaffe, que es el mejor. Llevamos con él desde hace muchísimo tiempo, también lo seguimos de agencia en agencia. Nos cuida mucho y propone ideas buenísimas. Y ahora que llevamos tanto tiempo como banda —esto que decías de los 20 años—, tienes que preguntarte: ¿qué estamos haciendo?, ¿cómo seguimos creciendo?, ¿cómo cambiamos?, ¿cuál es el plan? Y todos ellos tienen esa visión más global, como una vista desde arriba. Es como cuando vas en moto y tienes que estar pendiente de lo que pasa más adelante, para que no te atropelle el coche que no te ha visto. Ellos son muy buenos en eso. Nos protegen y también nos muestran buenas oportunidades de futuro”.

«Los cuatro siempre decimos: primero somos amigos. Si no fuéramos amigos, no sería lo mismo. Cualquiera puede ser un simple compañero de trabajo» TOM MAY
Es remarcable que la banda tenga los mismo cuatro miembros que la empezaron, el mismo manager, los mismos agentes… ¿Dirías que la lealtad y la amistad son los dos valores más importantes para The Menzingers?
«Puede que sean los dos valores más importantes. Los cuatro siempre decimos: primero somos amigos. Si no fuéramos amigos, no sería lo mismo. Cualquiera puede ser un simple compañero de trabajo. He visto bandas donde los miembros son solo eso: colegas de curro. Hacen buenos discos, tocan buenas canciones, pero no hay esa conexión. Nosotros somos amigos, y eso influye directamente en las historias que contamos. Nuestras familias están entrelazadas. Greg se acaba de casar con la hermana de Eric. Mi hermano es el mejor amigo del hermano pequeño de Greg. Nuestros padres se conocen entre ellos. Somos literalmente una unidad, una familia que se mueve junta”.
Como la mafia italiana.
«¡Exactamente! Al 100%. Y eso define mucho de dónde venimos, a quién protegemos… Siempre estamos atentos para ayudar al que lo esté pasándolo mal, y también para decirle a alguien si se está pasando de la raya, como harías con tu hermano si está siendo un capullo. Aprecio mucho que lo digas, porque realmente creo que eso es lo que hace especial a nuestra banda: somos como una familia tejida, unida como una red”.
Una de las primeras bandas con las que girasteis fue Anti-Flag ¿Cómo viviste todo lo que ocurrió con ellos hace un par de años, su separación, las acusaciones contra Justin Sane por agresión sexual…? ¿Te afectó a un nivel personal?
«Sí, fue devastador. Toda la situación es terrible. Nadie quiere ver a gente herida de esa manera. Como decías, Anti-Flag fue una de las primeras bandas que nos llevó de gira. Desde entonces he podido hablar con algunos de ellos… No quiero hablar más de la cuenta ni revelar cosas personales, pero muchas veces en esta vida te encuentras con algo tan duro, tan devastador, y fuera de tu control, que es muy difícil de procesar. Y en el mundo actual, además, hay una parte pública de todo esto. Quiero decir, yo tengo mis sentimientos personales como Tom May, pero como también estoy en una banda, y parece que hay una forma pública en la que se espera que te sientas o actúes. Es muy difícil de procesar porque es algo verdaderamente horrible. Conozco personalmente a personas que fueron víctimas. Vivimos en Pensilvania, estamos muy cerca de Pittsburgh, y tenemos muchos amigos allí. Así que todo esto es un dolor constante, frustrante, y te hace sentir impotente ver cómo algo que supuestamente representaba unos valores morales y virtuosos resulta ser lo contrario. Es muy, muy jodido. Y no puedes hacer nada. Es una mierda. Y lo que quiero dejar claro es que todo esto es horrible. Para mí hay dos cosas: una es cómo lo vivo yo, como Tom de The Menzingers, y otra es que conozco personalmente a muchas de las personas implicadas. Y todo es un puto desastre. Una tragedia. Es como una muerte sin cuerpo. Una muerte sin que haya muerto nadie. Un daño tremendo que se ha infligido a personas reales. Y eso ahora forma parte del relato cultural más amplio. Y joder, Anti-Flag era una de las bandas políticas más influyentes, especialmente en Europa, una banda que unía a la gente. Y darte cuenta de que eso que todos admirábamos también contenía algo malvado… Sigo hablando con algunos de los miembros de Anti-Flag, y quiero mucho a Chris #2. Lo considero un amigo cercano. Y también a la gente que trabajaba con ellos, como Mark y Josh, que son muy buenos amigos míos. Así que todo esto es tremendamente trágico. Siento una pena enorme por todas las personas que se vieron afectadas, directamente y también por todos los daños colaterales”.
Te entiendo perfectamente. ¿Alguna vez te ha pasado lo contrario? Alguna banda o músico que pensabas que era un imbécil porque no te gustaba lo que decía o su música, y luego la conociste en persona y pensaste: pues en realidad es muy buena gente.
«Esa es una gran pregunta. A ver… ojalá pudiera pensar en alguien concreto ahora mismo, pero sí, definitivamente ha habido ocasiones en las que teníamos una percepción de una banda o de alguien por sus redes sociales. Por ejemplo, el típico tipo que sale en las fotos sin camiseta, con chaqueta de cuero, moto, el pelo hacia atrás… y piensas: este tío tiene que ser un gilipollas. Y luego lo conoces y… es un gran tipo. O ves a la chica de una banda con cara de pocos amigos todo el tiempo, y piensas que va a ser súper borde, y luego está ahí tomando té, leyendo un libro, hablándote de cualquier cosa súper interesante. Con el tiempo, y después de verlo tantas veces, he aprendido a ser mucho menos prejuicioso. Y creo que también es porque me he aceptado más a mí mismo. Y como banda también nos aceptamos más, cada uno a su manera. Ahora cuando veo a alguien con cierto look o actitud, en lugar de pensar ‘este será un imbécil’, pienso: no tengo ni idea de lo que está pasando en su vida. Hoy mismo vi un accidente de tráfico que casi ocurre, y uno de los conductores empezó a gritarle al peatón, y el peatón le gritó de vuelta. Y luego el peatón simplemente bajó los brazos, se dio la vuelta, y seguió andando con cara de ‘hoy no merece la pena meterme en un lío’. Y ahí te das cuenta de que no sabes lo que está pasando en la vida de esa persona en ese momento. Dicho eso… también hay algunos gilipollas en esta industria. Ves entrevistas donde alguien se pasa el día criticando a otros, tirando mierda, y piensas: seguro que es un imbécil. Así que sí, hay personas dentro de la industria musical —y no voy a dar nombres porque no quiero problemas— que siempre mantendré a distancia. Cuando los veo venir, pienso: vale, somos compañeros de trabajo, pero no amigos. Si no estuviéramos de gira juntos, no compartiríamos nada. Hay dueños de sellos y gente así con los que tengo claro que nunca firmaría un contrato, simplemente por cosas que he oído. Y confío en esas historias”.
Si te parece, siguiendo un poco el tono retrospectivo de la entrevista, me gustaría hacer un pequeño repaso por cada uno de vuestros discos. Pero antes, teniendo en cuenta que tanto Greg como tú componéis y cantáis ¿alguna vez hablasteis de hacer un reparto 50-50? ¿O simplemente dejasteis que fluyera? Porque supongo que como compositor, hay una parte de tu ego que quiere grabar el máximo de canciones en cada disco, ¿no?
«No, nunca tuvimos esa conversación. Empezamos repartiendo los temas más o menos a un 50-50, pero con el tiempo Greg se volvió más prolífico componiendo, escribe con más frecuencia. Íbamos componiendo los discos y nos dábamos cuenta de que, bueno, ‘vamos a trabajar esta canción, luego esta otra’… Nunca fue como que nos sentáramos y dijéramos: ‘Vale, hoy una de Tom, mañana una de Greg’, ni nada de eso. Simplemente fue fluyendo así. Yo me metí más en los aspectos melódicos y técnicos de la composición, y también sentí menos impulso de contar ciertas historias. Así que, de forma natural, empecé a aportar menos, y creo que nos funciona muy bien. No siento la presión de tener que escribir más y más, y Greg sigue escribiendo un montón, así que el equilibrio es bueno. Ahora mismo estamos escribiendo un nuevo disco, y de momento tenemos cuatro canciones: dos mías y dos de Greg. Aunque lo más probable es que terminemos como siempre: yo escribiendo o cantando un tercio de las canciones, y Greg el resto”.
Entonces… ¿dirías que para ti escribir canciones es algo difícil? ¿Te cuesta sacar una canción de dentro?
«A veces sí. Pero ahora mismo, no. Ya te digo, justo ahora no. Acabo de pasar por un gran cambio en mi vida, algo que ha hecho que muchas cosas cambien… y ahora estoy escribiendo canciones como loco. Pero sí, ha habido momentos en los que fue muy difícil, especialmente cuando escribimos Hello Exile. Me costó muchísimo escribir letras. Había algo que no funcionaba en mi forma de ver la composición. A veces, la narrativa que tienes en tu cabeza se apodera completamente de tu percepción del mundo. Y en ese momento, mi narrativa era: no se me ocurre nada, odio el local de ensayo, hace frío, no quiero estar aquí, no sé si quiero seguir siendo esta persona. Y todo eso se reflejaba directamente en las canciones. Afortunadamente, como banda y como personas, siempre estamos hablando y reflexionando sobre lo que hacemos, y eso te permite cambiar tu perspectiva. Ahora mismo, vuelvo a disfrutar componiendo como antes. Así que, sí, pasé por una época baja, personalmente. Pero como banda estamos súper activos, sacando canciones, probando instrumentos nuevos, escuchando música diferente… Está siendo muy divertido”.

«Vamos a seguir haciendo música que refleje quiénes somos y hagan que la gente se sienta menos sola» TOM MAY
Bueno, pues vamos a repasar vuestros discos. Los he agrupado un poco a mi antojo. Empezamos por A Lesson in the Abuse of Information Technology de 2007 y Chamberlain Waits de 2010. ¿Qué piensas ahora cuando los escuchas?
«Ok, vamos a ellos. A ver en el primero no había mucha estructura en las canciones, por decirlo de alguna manera. No había muchos respiros ni pausas, ni intros o puentes como tal. Eran pura energía y caos, y reflejan perfectamente la época en la que estábamos viviendo. No sabíamos lo que hacíamos. Éramos muy jóvenes. Tenía 19 años cuando grabamos el primer disco. Está lleno de estallidos de energía, mucha rabia. Y hace poco tocamos un concierto en el bar de nuestra ciudad donde solíamos ir justo después de sacar ese disco, cuando todavía no podíamos beber legalmente. Tocamos ‘No Ticket’, la última canción del álbum, y fue una locura escucharla y pensar: Recuerdo que escribí este riff de guitarra haciendo fingerpicking mientras estaba colocado de setas en casa de alguien en Moscow, Pensilvania, que está a las afueras de Scranton. Me transportó directamente a esa época de incertidumbre total. Lo único claro en nuestra vida era la banda. También me hace pensar en Jesse Cannon, que fue quien grabó el disco. Lo hicimos en Union City, Nueva Jersey, y para nosotros era un estudio enorme. Fue una pasada. Recuerdo lo emocionados que estábamos. Chamberlain Waits lo escribimos en el sótano de nuestra casa en el sur de Filadelfia, y otra parte en un local de ensayo que alquilábamos justo enfrente de una empresa militar que se llamaba Chamberlain, en pleno Scranton. Ese disco representa otro nivel de caos, pero un poco más controlado. Fue el momento en el que empezamos a escribir sobre nuestras vidas, más que sobre ideas abstractas de rebelión, política o ir en contra del sistema. Empezamos a aplicar esos valores a lo personal. Hay más introspección. Cuando lo escucho ahora, Chamberlain Waits también me suena más libre y salvaje en algunos aspectos. Hay muchas armonías vocales o riffs de guitarra raros, cosas que hoy no haríamos igual. Seguíamos experimentando, dejándonos llevar. Teníamos 21 o 22 años. Y no teníamos ni idea de lo que estaba pasando con nuestras vidas”.
Pasemos a On the Impossible Past que elegimos como nuestro Disco del Año en 2012.
“¡Sí, lo recuerdo!”.
Fue el disco con el que debutasteis en Epitaph. ¿Sentisteis que os estabais volviendo más profesionales en ese momento?
«Sentíamos que estábamos siendo más profesionales… pero no éramos más profesionales (risas). Habíamos escrito un montón de demos acústicas. Toby, de Red Scare, nos envió un cheque de unos doscientos de dólares para que empezáramos a grabar esas canciones acústicas en la cocina de nuestra casa. La idea era hacer un disco acústico. Pero entonces Epitaph mostró interés. Ahí fue cuando entró en escena nuestro mánager, Tim. Él habló con Epitaph, y ellos querían oír las demos. Así que les enviamos esas canciones acústicas que habíamos estado grabando. Les encantaron. Entonces transformamos esas canciones en lo que acabó siendo On the Impossible Past, y además escribimos muchas más. Algunas las escribimos en casa de la madre de Greg, y otras en el sótano de nuestra casa en el sur de Filadelfia. Fue una época en la que empezamos a conocer a un montón de gente nueva en Filadelfia y por todo el país, gracias a que había conciertos cada noche. Conocimos a promotores, a gente que organizaba conciertos en casas, a músicos… Se abrían nuevas relaciones, nuevas formas de ver el mundo. Mucho caos, pero también mucho crecimiento. Queríamos ser profesionales, sí. Nos llevaron a Los Ángeles, a la sede de Epitaph. Para algunos de nosotros, ese viaje fue la primera vez que cogimos un avión en la vida. Cuando llegamos al aeropuerto, había un tipo esperándonos abajo en las escaleras con un cartel con nuestro nombre. Ahí dijimos: vale, esto ya es profesional (risas). Pasamos una tarde en las oficinas de Epitaph tomando cervezas y fumando puros con Brett (Gurewitz, de Bad Religion y dueño del sello – ndr). Y nos contó un montón de historias sobre los comienzos del sello. La gente que trabajaba allí nos decía: ‘Nunca le habíamos oído contar estas historias’. Grabamos el disco con Matt Allison en Chicago y trabajamos muchísimo. Empezamos a darnos cuenta de que el estudio se podía usar como un instrumento más. No nos volvimos locos haciendo experimentos, pero sí hicimos cosas con los tempos, con la estructura. Fue cuando empezamos a entender que las canciones que escribíamos para tocar en sótanos en Filadelfia podían sonar muy diferentes cuando las grababas en un estudio. Y eso fue el comienzo de un nuevo camino para nosotros: aprender por qué compones de una forma o de otra según el sonido que quieres conseguir. Es un poco técnico, lo sé, pero fue el momento en el que realmente aprendimos eso”.
Creo que con Rented World de 2014 todavía experimentasteis más con otro tipo de sonidos y también siento que hay una conexión con After The Party de 2017, que quizá es vuestro primer álbum maduro, ¿no?
«Sí, fue la primera vez que fuimos realmente maduros. Creo que en Rented World intentamos serlo, de alguna manera. Algunos ejemplos: tratamos de no grabarlo todo con metrónomo. Intentamos grabar la batería y el bajo en directo para que tuvieran más feeling. En nuestra cabeza, eso era una forma más madura de hacerlo, mejor que lo que haría una banda punk cualquiera. Jonathan Low, que produjo ese disco, nos enseñó muchísimo. Empezamos a usar un delay de cinta, una máquina de eco con cinta real que se va degradando con el tiempo. Eso nos hizo pensar en la relación entre el sonido, el paso del tiempo y la entropía. Nos cambió la forma de ver las cosas. También queríamos sonar un poco más pesados. Nos sentíamos mayores, más duros. Así que empezamos a incluir más riffs, movimientos de acordes más marcados, a medio tiempo, todos tocando juntos. Estábamos muy influenciados por lo que estaban haciendo nuestros amigos de Title Fight. Y además, nuestro local de ensayo estaba en un edificio lleno de bandas de metal y hardcore. Escuchábamos lo que tocaban a través de las paredes, y eso también nos influyó. Y luego llega After the Party, que fue totalmente… eso: el después de la fiesta. La idea era: vale, todo esto ha estado genial, ¿y ahora qué? Era como mirar de frente al futuro. No un abismo, pero sí el inevitable paso del tiempo. Pensar: ¿quién voy a ser? ¿En qué me voy a convertir? ¿Va a durar la banda toda la vida? Porque ser músico es algo que en teoría hacen los jóvenes, y nosotros ya no lo éramos tanto. Empezabas a sentir que quizá ibas a estar con alguien para siempre… y luego no. Teníamos amigos y familiares empezaban a morir. Estábamos creciendo, y eso se notaba. Esa época también coincidió con el inicio de la crisis de los opioides en la que perdimos a muchos amigos. Así que sí, After the Party fue el momento en el que realmente empezamos a madurar. Y además, llevábamos tanto tiempo tocando nuestros instrumentos que ya sabíamos hacer cosas que antes no. Ya no eran solo acordes y riffs sencillos. Podíamos experimentar mucho más”.
Vale, y por último, vamos con Hello Exile de 2019 y Some Of It Was True de 2023. Para mí, en Hello Exile hubo un ligero bajón…
«Bueno, a mí me encanta. Cuando lo escucho ahora, me sigue gustando mucho. Es cierto que tomamos algunas decisiones a nivel de producción que quizá no fueron las mejores… Algunos tratamientos de sonido, algunas texturas. Pero creo que las canciones son buenas. Lo que pasa es que me recuerda a una época que personalmente odié. Hablo por mí, claro. No es que pasara nada en concreto, simplemente estábamos en una etapa complicada, y creo que eso se nota. Pero From Exile, que surgió justo después, fue un punto de inflexión. Tomamos las canciones de Hello Exile y las reimaginamos, las grabamos nosotros mismos. Y eso cambió por completo la trayectoria de la banda. Aprendimos a usar tecnología de grabación, empezamos a experimentar con otros instrumentos, nos replanteamos qué es lo que hace que una canción funcione. Y nos entusiasmamos muchísimo con todo eso. Para mí, From Exile es uno de mis tres discos favoritos que hemos hecho. No cuenta como un LP oficial, pero si lo escuchas, tiene 12 o 13 canciones completamente distintas de las originales. Y me encanta. De hecho, te lo puedo enseñar: mira (gira la cámara de su ordenador – ndr.), ¿Ves ese USB conectado al equipo de música? Solo tiene una cosa: los archivos del máster de From Exile. A veces lo pongo y lo escucho entero. Me flipa”.
¿Y qué me dices Some Of It Was True?
«Grabamos el disco hace casi exactamente dos años, con Brad Cook, quien nos enseñó muchísimo. Nos enseñó a mirar la música de una forma completamente diferente. A dejar de obsesionarnos por tonterías… pero también a cuidar lo que de verdad importa: el conjunto, la idea general de una canción o de un álbum. Grabar ese disco fue la mejor experiencia de estudio que he tenido. Nos fuimos al desierto, a un sitio mágico, Sonic Ranch, con un equipo increíble. Grabamos en directo, tocando todos juntos. Refleja perfectamente lo que somos como banda en esta etapa de nuestra carrera. Me encantan las canciones, y creo que el sonido del disco es el mejor que hemos conseguido nunca. Grabamos con una configuración muy sencilla: una guitarra en cada lado, espacio en el centro, y Brad nos ayudó a enfocarlo todo de forma muy clara. Me hizo darme cuenta de que lo que hacemos es mucho más grande que nuestras pequeñas paranoias. Y después, John Low hizo la mezcla. Para mí, es el disco que mejor suena de todos los que hemos hecho, sin duda”.
Para mí lo mejor de Some Of It Was True es que muestra a la banda que sois hoy, no un intento de copiar lo que hacíais cuando erais jóvenes.
«Increíble. Muchísimas gracias apreciarlo. La verdad es que para nosotros es muy importante que se perciba así. Lo atribuiría a lo que hablábamos antes: lo comunicativos que somos entre nosotros y, en este sentido, lo centrados que estamos. Mantenemos el foco en lo que hacemos. Podríamos entrar en el estudio mañana sin tener 12 canciones y sacar un disco que suene espectacular, pero que sonaría exactamente igual que el anterior. Por eso, lo que hacemos es llegar y preguntarnos: ¿qué hemos estado escuchando últimamente?, ¿de qué queremos hablar?, ¿qué historias queremos contar? Y el hecho de tirar mucho de nuestra experiencia personal nos permite mantenernos fieles a nuestra edad. No voy a mentirte, tío. Cuando empezamos a tocar, cuando salimos de gira, si es entre semana y se hace tarde, pienso: ‘tengo casi 40 años, esto empieza a ser un poco duro’. Pero sigue siendo muchísimo mejor que, por usar una analogía, si fuéramos un grupo de fontaneros… No sé por qué hoy solo hablo de fontaneros (risas), lo digo con todo el respeto del mundo, de verdad. Intentamos ser conscientes de lo que somos. No voy a subirme al escenario y parecer una estrella del rock: soy calvo desde los 19 años, tenemos familias, tengo nueve sobrinos y sobrinas, nuestros amigos se están haciendo mayores. Y queremos seguir escribiendo historias que ayuden a la gente de nuestra edad a sentirse identificada, a sentirse menos sola, o que no sienta que tiene que estar persiguiendo algo mejor todo el tiempo. Cuando escuchas ciertos discos en determinadas etapas de tu vida, se convierten en lo más importante que has oído nunca. Yo escuché Milo Goes to College de Descendents cuando tenía 14 años, y ese disco siempre me lleva a un lugar emocional muy profundo por lo que significaba para mí en ese momento de mi vida. No hay un solo disco en el mundo, ahora mismo, que pueda escuchar en 2025 que me haga sentir tan profundamente como lo que escuché en mi adolescencia tardía o en mis primeros veinte, por eso entendemos perfectamente que algunos fans se sientan así respecto a nuestros primeros discos, pero vamos a seguir haciendo música que refleje quiénes somos y hagan que la gente se sienta menos sola. Espero que el próximo disco esté a la altura”.
¿Sería justo decir que como banda os sentís más cercanos a The Hold Steady que a Green Day?
«Sí, totalmente. Diría que sí. The Hold Steady es una de nuestras bandas favoritas, los escuchamos todo el tiempo. Las historias que cuentan son súper fascinantes. Green Day molan, claro, pero lo que cuentan The Hold Steady nos toca más de cerca, es más específico para gente de nuestra edad que ha crecido en esta época. Y además añaden más instrumentos y detalles así. Me encantan las dos bandas, pero definitivamente estamos más cerca de The Hold Steady».
Bueno Tom, muchas gracias por la charla. Estamos súper ilusionados con vuestros conciertos.
«Nosotros también. España es mi país favorito para visitar en Europa. De verdad. Estudié español durante muchos años, trabajé con un montón de hispanos… Y te aviso: te voy a castigar. Voy a practicar mi español contigo. Me voy a negar a hablar en inglés (risas)”.
No hay problema. Nos vemos en tres semanas.
«¡Nos vemos!”.
JORDI MEYA