Pocos grupos hay tan fiables dentro del punk rock como The Menzingers. Disco tras disco, los de Filadelfia se han ganado la admiración y afecto de los amantes de las grandes canciones. Su nuevo álbum Hello Exile quizá presenta una visión más oscura que en anteriores ocasiones, pero mantiene el listón tan alto como siempre.

A menudo recurrimos a la música como vía de escape, para olvidarnos durante un rato de la realidad que nos rodea. Pero si lo pensamos bien, son los artistas que son capaces de retratar esa realidad con los que acabamos conectando a un nivel más profundo. Desde que publicaran su primer disco A Lesson In The Abuse Of Information Technology en 2012, The Menzingers se han especializado en escribir canciones que reflejan su momento vital y, por extensión, de quienes las escuchan. Al contrario de tantos grupos que intentan aferrarse a la idea de la juventud eterna, aunque ya luzcan canas, Greg Barnett (voz, guitarra), Tom May (voz, guitarra), Eric Keen (bajo) y Joe Godino (batería) han sabido plasmar en sus letras las inquietudes y problemas que uno va afrontando a medida que cumple años.

Si con su anterior trabajo, el excelente After The Party (2017), se preguntaban “¿Dónde vamos a ir ahora que nuestros veinte han terminado?”, en su nuevo disco Hello Exile (Epitaph) encontramos la respuesta. Y fieles a sus principios, quizá no es la que te gustaría. Desde la pareja con dificultades económicas de ‘Strain Your Memory’ a lo que se te pasa por la cabeza mientras vuelves a la ciudad donde creciste para asistir a un funeral en ‘Farewell Youth’, la incredulidad hacia el rumbo que ha tomado la política en ‘America (You’re Freaking Me Out’) o tu relación con el alcohol en ‘I Can’t Stop Drinking’, cualquiera que pase de los 30 puede sentirse identificado con lo que cuentan, y que podría resumirse en pocas palabras: la vida es mucho más difícil de lo que te imaginabas.

Que sus irresistibles melodías y acordes también hayan ido madurando desde el punk rock juvenil de sus inicios a un rock de corte más clásico, ayuda a que la coherencia de su propuesta sea absoluta. Pocos días antes de que publicasen su sexto álbum teníamos la oportunidad de charlar con Tom May, 50% del núcleo compositivo de una banda a la que hay que querer. Porque entre tantas mentiras, es de agradecer que alguien se atreva a decir la verdad.

Durante el último año habéis lanzado tres singles, ‘Toy Soldier’, ‘The Freaks’ y ‘No Pennace’, que no aparecen en Hello Exile. ¿Cuál fue el origen de estas canciones y por qué las descartasteis para el disco?
TOM MAY “La historia fue que el álbum anterior, After The Party, no acabó saliendo hasta casi un año después de que lo hubiéramos grabado. La espera se nos hizo eterna y no queríamos que nos volviera a ocurrir. Pensamos que para la banda, y para nosotros como compositores, sería bueno ir grabando nuevo material entre discos. Antes de ponernos a trabajar en Hello Exile, nos salieron estas canciones que nos gustaban mucho, y en lugar de guardarlas, decidimos ir sacándolas. Estábamos convencidos de que podríamos escribir más temas a la misma altura, y nos gustaba la idea de no desaparecer por completo entre disco y disco”.

La banda ha ido creciendo un poco más con cada álbum. ¿Os influye a la hora de componer saber que cada vez hay mayores expectativas?
“La realidad es que vivimos de la banda, es nuestra única fuente de ingresos. Así que del éxito del grupo depende que podamos seguir pagando nuestras facturas (risas). Queremos hacer música que nos guste y que refleje quiénes somos, pero somos muy conscientes que también queremos que guste a otra gente. Si no, simplemente podríamos hacer música en nuestra casa y ya está. No creo que sea posible hacer música sin tener a tu público en mente. Cualquiera que diga lo contrario me parece pretencioso, cuando no falso. Queremos hacer música que guste a nuestros fans, partiendo de la base que sus gustos musicales se parecen mucho a los nuestros. No vamos a hacer un disco experimental porque sí. Nos emocionamos mucho cuando nos sale una parte que sabemos que va a funcionar en directo. Estamos impacientes por tocar algo que sabemos que la gente podrá cantar o bailar con nosotros. Puedo visualizarlo. Me importa mucho más eso que lo que un crítico pueda decir sobre nosotros, desde luego”.

Bueno, en general, la crítica os trata muy bien. ¿Alguna vez has leído algo que te haya molestado o dolido?
“Supongo que cuando dicen que nuestra música es aburrida o poco original. Pero nunca ha habido algo que me haya ofendido, o al menos no lo recuerdo. También pienso que hoy en día algunos críticos simplemente escriben algo muy negativo para destacar o llamar la atención. Si escribes algo polémico es más fácil que tengas clicks. Siempre tienes que tener en cuenta qué motivaciones hay detrás de una mala crítica, aunque todo el mundo tiene derecho a expresar lo que quiera y a veces un comentario negativo puede ayudarte a mejorar”.

Aunque ya habíais tocado en el Resurrection Fest, a finales de mayo disteis vuestros primeros conciertos en sala en nuestro país. A pesar de que lleváis bastantes años girando por todo el mundo, ¿te sigue sorprendiendo ver a gente cantando vuestras canciones tan lejos de vuestra casa?
“Sí, sigue siendo una sorpresa. Por cierto, tengo que decir que la gente que vino a vernos en Barcelona y Madrid cantaba muy bien (risas). Es increíble y nunca deja de emocionarnos cada vez que ocurre. Poder viajar y experimentar otras culturas me ha ayudado a crecer más que ninguna otra cosa en mi vida. Poder ver cómo la gente come, cómo hablan de sus gobiernos, cuáles son sus valores, te ayuda a darte cuenta que existe un mundo mucho más grande que el tuyo. Seguramente ir a Japón fue el viaje que más me cambió. Hay diferencias muy sustanciales en la manera en que los individuos actúan en esa sociedad. Siguen siendo humanos, pero su manera de actuar no tiene nada que ver con la nuestra. Te hace poner muchas cosas en perspectiva y pensar”.

¿Es de esas reflexiones de donde salen canciones como ‘America (You’re Freaking Me Out)’ de vuestro nuevo trabajo?
“En parte sí. Expresa nuestro deseo de poder vivir en otro tipo de sociedad, una en que las personas estuvieran más conectadas. Ahora mismo hay una división extrema a nivel político, cultural, racial, social, económico, que no existía antes. Es como si todo el mundo se hubiera aferrado a la idea de que hay un enemigo al que hay que derrotar y eliminar. Tenemos que encontrar la manera de trabajar juntos y dejar el odio a un lado. Realmente se hace muy incómodo a la que sales de la burbuja en la que vives porque no sabes ni cómo comunicarte con quien piensa distinto a ti porque no puedes utilizar argumentos racionales, todo es muy visceral. Demasiado”.

Creo que en ese aspecto los medios tienen una gran responsabilidad. Es lo que decías antes, lo que vende es el conflicto. Si no hay conflicto no hay interés.
“Así es. El modelo de las noticias se basa en el conflicto y eso hace que la gente se separe. Se apela a los instintos más bajos. Entre todos tenemos que trabajar para darle la vuelta. Al menos nosotros lo intentamos”.

En ese sentido sois una banda que no busca destacar o polemizar. Parece que todo empieza y acaba con escribir buenas canciones.
“Creo que tienes razón. No prestamos demasiada atención a los aspectos del grupo que no tienen que ver estrictamente con la música. La mayoría de nuestro tiempo la dedicamos a escribir canciones. No tenemos una imagen o una estética que fabriquemos para ocultar quienes somos. Creo que salta a la vista que somos gente normal (risas)”.

¿Sentís que ser normal casi se ha convertido en una anomalía en el mundo de la música?
(Risas) Puede que sí. Incluso la gente ‘normal’ proyecta una imagen en las redes sociales para que sus vidas parezcan más extraordinarias. Personalmente he dejado de usar Twitter y apenas entro en las redes. Y gracias a eso me siento mucho mejor. Ahora hablo con la gente sobre cosas que les ocurren en la vida real y no sobre lo que aparentan vivir en las redes”.

Eso enlaza con el contenido de vuestras canciones. Habláis de experiencias con las que es fácil identificarse, y las de Hello Exile no son una excepción.
“Sí. Siempre intentamos escribir sobre lo que ocurre en nuestras vidas. A medida que nos hemos hecho mayores, por ejemplo, hemos visto el efecto que han tenido las redes en el clima político. Personalmente me apetecía tomar cierta distancia de todo ese ruido y hablar de las cosas que son verdaderamente importantes en mi vida. No es que no quiera participar de la vida política, pero creo que en este disco hemos intentado reflejar quiénes somos en una época de muchos cambios”.

“Hay mucha gente que, a la que entra en la vida adulta y adquiere responsabilidades, se siente como culpable porque le sigue gustando la música punk o ir a conciertos, pero no hay nada malo en ello” TOM MAY 

¿Alguna vez os ha dado apuro exponeros demasiado?
“Es interesante que lo menciones porque ayer estaba pensando en ello. Hace mucho tiempo escribí una canción sobre alguien en concreto, y me he dado cuenta que quizá cuando la gente canta esa canción puede que esté hiriendo sus sentimientos y la haga sentir mal con sí mismo. No había pensado en las consecuencias que una canción puede tener. Volvería a hacerlo, pero ahora tengo más cuidado. Como mínimo a la hora de que las personas sobre las que escribo, lo sepan. Algunas veces ha habido personas que se han cabreado conmigo por una canción que ni siquiera era sobre ellas (risas). Supongo que son los riesgos de escribir como lo hacemos”.

El primer single del disco fue ‘Anna’. ¿Está inspirada en alguien en concreto o es un personaje inventado?
“Todo lo que escribimos estaba inspirado en la realidad, pero son historias inventadas a partir de varias situaciones reales. Se trata de que cada uno pueda hacer su propia interpretación”.

Pero una canción como ‘I Can’t Stop Drinking’ sí parece muy personal. En muchas de vuestras canciones había referencias al alcohol, pero aquí ofrecéis una visión más oscura del tema.
“Sí. Ésa es una canción que escribió Greg, pero vivimos vidas muy parecidas, así que puedo hablar de ella. Personalmente me estoy tomando un largo descanso respecto al alcohol. Llevo 150 días desde mi última bebida. Y no es que lleve la cuenta cada día, o me considere una persona ‘limpia’, porque fumo hierba, pero personalmente creo que al estar en una banda, lo que implica un fácil acceso al alcohol, está bien tomarse un descanso y poner un poco en perspectiva por qué bebes. Creo que muchos músicos lo usan como una forma de automedicarse porque no es un estilo de vida fácil de llevar. Seguro que algún día volveré a beber cuando esté con mis amigos, pero no quiero que forme parte de mi día a día. Pero hablando de la canción en sí, la bebida es más una metáfora sobre cosas que querrías cambiar de ti, pero no eres capaz. Al menos eso es lo que significa para mí”.

¿Te has hecho más consciente de los riesgos que implica la vida en la carretera?
“Desde luego. A medida que haces esto una y otra vez, aprendes a no caer en la tentación de simplemente dejarte llevar. Creo que es muy importante rodearte de gente que se preocupe por ti y mire por tus intereses. Tenemos una crew que es increíble y eso nos ha ayudado a superar todo tipo de problemas. Siempre va a haberlos en cualquier tipo de relación, pero creo que hemos llegado a un lugar en el que hay verdadero amor y todos tenemos los mismos objetivos”.

¿Cuál dirías que fue el momento más bajo por el que habéis pasado como grupo?
“Probablemente han sido por cosas que escapaban a nuestro control. Una vez nos robaron. Me acuerdo una vez en la que estábamos de gira y se nos estropeó la furgoneta en medio de la nada y no teníamos dinero para arreglarla. Fue duro. O tener que seguir girando cuando estás enfermo. También nos han pasado cosas a nivel personal que quizá no supimos comunicar de la mejor manera y que no voy a explicar en una entrevista, pero creo que al final siempre nos hemos acabado apoyando”.

Aunque antes decías que nunca haríais un disco experimental, yo al menos veo una intención de que cada álbum tenga su propia personalidad.
“Sí, creo que en cada disco intentamos variar un poco. La tecnología nos ayuda en ese aspecto. Y también el tener algo más de éxito nos ha permitido tener más tiempo para grabar el disco. Ahora tenemos un local equipado para trabajar en las maquetas, y podíamos ir trabajando en ellas cuando no estábamos de gira. Digamos que ahora tenemos más herramientas”.

La producción de Will Yip también es un poco distinta respecto a la de After The Party.
“Will tiene un enorme conocimiento tanto sobre composición como a nivel técnico. Es capaz de llevar los temas a su mejor versión posible. Todos vamos metiendo cosas y él es muy bueno sacando todas las que no son necesarias. Para este disco queríamos conseguir sonidos que molasen y con eso me refiero a que cada instrumento tuviese una gran dinámica, en lugar de ir todos a saco. Quizá la gente no note la diferencia, pero cuando nosotros lo escuchamos podemos oír un montón de detalles que nos encantan. Y creo que también las voces están tratadas de una manera que quedan mejor integradas con la instrumentación, no como un elemento que va aparte”.

Un tema recurrente en vuestros discos es la idea de hacerse mayor. Parece que os preocupe mucho la idea de envejecer dignamente en el contexto de una banda de rock.
(Risas) Sí, aunque no sé si nadie tiene la respuesta. Pero nos preocupa no sólo como músicos, sino como personas. Creo que al principio teníamos una visión muy nihilista y adolescente de lo que era tocar en una banda de punk rock. El hecho de que sigamos tocando juntos tantos años después no deja de ser una excentricidad. A alguna gente le puede parecer algo banal o tonto, pero para nosotros no lo es. Creo que escribimos sobre ello, a veces con cierta nostalgia, pero también como una manera de reconciliarnos con el estilo de vida que hemos escogido. Y en cierto modo creo que no sólo nos ayuda a nosotros, sino también a nuestros fans porque están creciendo con nosotros. Hay mucha gente que, a la que entra en la vida adulta y adquiere responsabilidades, se siente como culpable porque le sigue gustando la música punk o ir a conciertos, pero no hay nada malo en ello. Creo que es un proceso que estamos viviendo todos juntos”.

¿Alguna vez te ha dado vergüenza decir que tu oficio es tocar en un grupo?
(Risas) Nunca me he sentido avergonzado. Creo que hemos intentado distanciarnos de la gente que pudiera hacernos sentir de esa manera. Pero desde luego hubo un tiempo en el que tuve que convencer a mi familia de que lo que estaba haciendo no era una locura. Mirando atrás, me siento afortunado porque hubiera sido muy posible que tuvieran razón (risas)”.

Por último, ¿con qué te gustaría que la gente se quedase después de escuchar Hello Exile?
“Me encantaría que la gente escuchase el disco mientras va en coche y al final del viaje se sintiese mejor respecto a ellos mismos o las cosas malas de sus vidas».

JORDI MEYA