No es fácil que cuando una banda entra en su cuarta década en activo grabe uno de sus mejores discos. Pero The Mighty Mighty Bosstones acaban de lograrlo con When God Was Great, un álbum en el que han contado con la inestimable ayuda de Tim Armstrong de Rancid.

Aunque su nombre siempre irá asociado a la ciudad de Boston, desde hace años Dicky Barrett vive en Los Angeles, donde trabaja poniendo la voz en off que suena en las presentaciones del famoso late-night Jimmy Kimmel Live!. De hecho, cuando hablamos con él hace unas semanas, se disculpó por tener que acortar la entrevista porque tenía que salir pintando para ir a grabar el programa.

Pero si dentro del mundo televisivo, Barrett no deja de ser un personaje secundario, en el del ska punk es toda una institución. Prueba de ello es la cantidad de invitados que han participado en su decimoprimer álbum de estudio, When God Was Great. Desde Freddy Circien de Madball, que mete su voz en ‘Bruised’, pasando por las decenas de músicos de todas las generaciones que participan en ‘The Final Parade’ -Jake Burns (Stiff Little Fingers), Angelo Moore (Fishbone) Jay Navarro (Suicide Machines), Jimmy G (Murphy’s Law), Christian Jacobs (The Aquabats), John Feldmann (Goldfinger), The Interrupters…-, hasta Tim Armstrong, que ha co-producido el disco junto a Ted Hutt, y los ha fichado para su sello Hellcat Records, cerrando un círculo que empezó cuando el capo de Rancid militaba en Operation Ivy.

Sin embargo, más allá de lo llamativo que resulte ver todos esos nombre juntos, quienes de verdad brillan son los miembros del grupo -el guitarrista y fundador Nate Albert, el guitarrista Lawrence Katz, el bajista Joe Gittleman, los saxofonistas Tim Burton, Leon Silva, y Ben Carr, el trombonista Chris Rhodes, el batería Joe Sirois y el teclista John Goetchius- por haber sido capaces de crear un disco que desprende buen humor y calidez pese haber sido creado cuando el futuro parecía más negro que nunca.

No sé si lo recordarás, pero la última vez que tocasteis en Barcelona acabaste saltando del escenario y te liaste a puñetazos con un tío.
DICKY BARRETT «¿Que me pegué con alguien?».

Sí, en la sala Bikini.
«Suena como algo que podría hacer (risas). ¿Empecé yo?».

Pues ni idea.
«¿Estabas ahí?».

Sí, sí.
«Oh, tío, me siento avergonzado».

No pasa nada, hombre. Creo que ganaste la pelea.
«Pues si gané es raro, porque siempre suelo perder (risas). Ahora estoy empezando a recordar algo. Creo que fue por culpa de nuestro conductor de autobús, Morris. ¿Crees que la gente de Barcelona estará todavía cabreada conmigo?».

No lo creo (risas). Bueno, hablemos de When God Was Great, creo que es lo mejor que habéis hecho en muchos años.
«¿Te gusta aunque me peleara con alguien de Barcelona? (Risas) ¡Muchas gracias! Creo que con la pandemia, el confinamiento y toda esa mierda, ese caos, nos inspiró. Nos juntamos y empezamos a crear de una manera como hacía tiempo que no hacíamos. Dado que todo era tan incierto, nos centramos en algo en lo que sí podíamos confiar: la banda. Nos gusta formar parte de The Bosstones y ese entusiasmo nos llevó a crear este disco. Cuando te lo quitan todo, tienes tendencia rebelarte y trabajar aún más duro. No queríamos que la pandemia nos arrebatara lo que más queremos, así que todo el mundo se puso las pilas. Fue diferente a cualquier otro disco».

«Tim Armstrong fue importante para que este disco fuera mágico.
Su huella está en todo el disco» DICKY BARRETT

Para mí, casi podría ser un greatest hits. Cubre todos los estilos que sois capaces de hacer, cosas más punk, otras más pop, reggae, ska…
«Bueno, así es como debería ser, aunque no es algo que decidiéramos. A veces haces un disco de un estilo, y ya no vuelves a hacerlo nunca más, porque quieres progresar, pero creo que siempre intentas hacer el mejor disco posible, aunque no lo consigas. Al final es arte, no deporte, y todo depende de lo que consigas hacer sentir a la gente. Desde luego, si alguien dice que éste es nuestro mejor disco, no lo discutiré, pero hubiera dicho lo mismo cuando sacamos el anterior».

También es evidente que incluso para los fans de un grupo que lleva mucho tiempo en activo es difícil que sienta la misma ilusión por cada disco. 
«Sí, claro. Todo depende del momento vital en el que estés. No es lo mismo si escuchas un disco de The Bosstones cuando estás en el instituto que cuando estás casado y con hijos. Lo que sentías entonces no es algo que nosotros podamos hacerte recuperar, pero intentamos hacer música que sea fiel a lo que somos. A veces también el público te castiga porque otro grupo parecido hace un disco de mierda y parece que toda la escena sea una mierda, pero incluso cuando pasas de moda, es importante seguir trabajando y seguir divirtiéndote. Llevamos 30 años y nunca he sentido que fuera una carga o aburrido, siempre ha sido divertido».

¿Cómo de importante fue que Tim Armstrong se involucrara en este disco?
«Tim es un estudioso de este estilo que todos amamos. Todos queremos a Tim y es un tío genial con el que trabajar. La verdad es que fue muy importante porque tiene su propio estudio. Tener un estudio disponible en verano de 2020 no era poca cosa. Pero además, aportó su conocimiento y su energía. Puedes sentir su presencia en el disco ¿verdad?».

Totalmente.
«Exacto. Es un disco de Bosstones, pero Tim estaba en el estudio. Es un facilitador. Hace que todo sea muy cómodo y sabe que lo que hace. Fue importante para que este disco fuera mágico. Su huella está en todo el disco».

La primera canción que adelantasteis del disco es ‘The Final Parade’ que has descrito como una carta de amor al ska. ¿Cómo descubriste el ska?
«Me crié en una pequeña ciudad al lado de Boston, y un chaval un año o dos mayor que yo se mudó muy cerca de mi casa. Nos hicimos amigos, y él tenía un montón de discos de punk y ska que nunca había visto. Me llamaron mucho la atención los discos de The Specials y Madness. Pero lo que cimentó mi amor por el ska fue que fui a ver a The Pretenders, y los teloneros eran The English Beat. Cuando los vi, me enganché totalmente. Luego conocí al resto de chicos de la banda y a otros fans del ska de Boston, pero no había una gran escena, había sólo un par de grupos, así que decidimos empezar el nuestro».

¿Y cómo llegaste a la música jamaicana?
«Supongo que como cualquier chaval de mi edad fue a través de los grupos de ska británicos. Al principio no tenía ni idea que esa música venía de Jamaica, sólo conocía lo que sonaba en la radio, pero poco a poco fui haciendo los deberes y descubrí los orígenes de todo eso. Pero para mí, por la que época en la que crecí, me gusta más la segunda ola del ska, que la primera, y luego a mucha distancia, la tercera, de la que yo formé parte. Y espero que llegue una cuarta».

Pues podría llegar.
«Sí, eso parece. Están The Interrupters, The Skints… Igual al final me gustará más la cuarta ola que la tercera (risas)«.

¿Cómo conseguisteis que participaran las docenas de invitados en ‘The Final Parade’? A nivel logístico parece una pesadilla.
«Pues fue más fácil conseguir a la gente que hacer la canción. Nos pusimos a preguntar a la gente y a mandarles las pistas. Me gusta que la gente piense que estuvimos ahí todos juntos a lo ‘We Are The World’ (risas), pero tuvimos que hacerlo remotamente. Algunos los llamé yo, pero otros como Jake Burns de Stiff Little Fingers lo llamó nuestro manager. Todos miramos en nuestra lista de contactos para ver a quién conocíamos. Y Tim conoce a todo el mundo (risas). La parte bonita de la historia es que todo el mundo dijo que sí, y que estaban dispuestos a grabar sus partes desde casa. Tardaron unos cuantos días en poder montarlo todo, pero quedó muy bien. Dura ocho minutos, pero no aburre en ningún momento, te dan ganas de seguir bailando. Creo que es un final perfecto para este disco».

Deberías convencer a tu jefe Jimmy Kimmel para que pagara un billete a todo el mundo y tocarais la canción en su programa.
«¿A todos?».

Bueno, tiene la pasta para hacerlo.
«Desde luego más que yo (risas). La verdad es que sería genial».

JORDI MEYA