La nueva encarnación de The Smashing Pumpkins publica mañana su esperado doble álbum, Cyr. Pero quien desee ese torrente de guitarras que los hizo reinar en los 90 será mejor que busque en otra parte. Una vez más, Billy Corgan desafía a quienes quieren que su banda siga aferrada a su pasado, en lugar de darle una oportunidad a su presente.

The Smashing Pumpkins siempre han tenido un punto excesivo. Para lo bueno y para lo malo. A lo largo de sus 30 años de carrera, la actitud de Billy Corgan siempre ha sido la de hacer exactamente lo que quisiera, aunque fuera a costa de perder en el camino a muchos de sus seguidores, o a los propios componentes de la banda, quemando puentes en pos de un destino que sólo él parecía conocer.

De hecho, la reunión de la formación clásica banda en 2018, no fue realmente tal, pues su bajista original D’arcy Wretzky quedó fuera de la ecuación, y lo que tuvimos fue una especie de híbrido entre viejos y nuevos miembros, con la vuelta del guitarrista James Iha y el batería Jimmy Chamberlin, pero también con la estancia del guitarrista Jeff Schroeder, quien venía formando parte del grupo desde 2007. En cierta manera, esta decisión tiene mucho que ver con la filosofía que expone Corgan durante nuestra charla con motivo del lanzamiento de su nuevo trabajo Cyr (Sumerian Records). Para él, el pasado, el presente y el futuro son una sola cosa. Y uno no puede existir sin el resto.

La primera y única vez que entrevisté a Billy Corgan en persona fue con motivo de la publicación de su primer disco en solitario TheFutureEmbrace en junio de 2005. Entonces lo hizo en una habitación de un hotel casi a oscuras, como si estuviera ocultando algo. Han tenido que pasar quince años para que volvamos a vernos las caras, pero sin embargo, a pesar de hacerlo a través de una pantalla, me encuentro con un Corgan más cercano y con ganas de explicarse. Nunca es fácil enfrentarse a un personaje tan complejo y con tanta historia como él en apenas 25 minutos, pero creo que no fue mal del todo.

Me gustaría empezar contándote una anécdota personal. La primera vez que os vi en directo fue en la sala KGB de Barcelona en 1992. Me había comprado Gish un par de días antes, y me tocó la entrada en un concurso de una radio local. Cuando llegué al concierto, me quedé sorprendido porque sólo había 18 personas. Lo sé porque las conté (risas). ¿Qué recuerdas de aquella primera visita a España?
BILLY CORGAN «Lo que pasó es que Virgin en España no quería sacar el disco. Durante años estuvimos muy cabreados con ellos, porque era como si hubieran decidido que no teníamos futuro. Años después en la gira de Mellon Collie… no paraban de pedirnos perdón (risas). Nos encantaron esos primeros conciertos en España, pero obviamente estábamos muy decepcionados porque la situación no era buena».

Bueno, luego volvisteis con Siamese Dream y la sala Apolo estaba a reventar. Disteis un gran paso de tocar para 18 personas a hacerlo para 1200 en apenas dos años.
«Ya… Pero incluso entonces en otros sitios ya estábamos tocando para 5.000 personas. Nirvana habían explotado, algo estaba pasando, pero parecía que España estaba en la Edad Media, era como si no se hubieran enterado de todo lo que ocurría en el resto del mundo con el rock. Era como esas historias que escuchabas de que no querían que Elvis Presley tocara en algún sitio porque pensaban que el rock’n’roll era sólo una moda».

Llevo un par de días escuchando Cyr, así que todavía lo estoy absorbiendo, pero de entrada me ha parecido como si estuviera conectado con tu debut en solitario, TheFutureEmbrace, con muchos sintetizadores, mucha melodía y un sonido más 80’s. ¿Existe una conexión entre ambos discos?
«No, no, para nada. Alguna gente me lo ha comentado, y entiendo por qué lo dicen, pero para mí no hay ninguna conexión».

Ahora en la banda sois tres guitarristas, James, Jeff y tú, sin embargo el disco no está para nada orientado a las guitarras, a los riffs o la distorsión, ni tampoco encontramos muchas locuras en las baterías de Jimmy. ¿Te costó convencer al resto de la banda para que te siguieran en esta dirección?
«No, en absoluto. Nos sentimos muy cómodos siendo bandas diferentes. Sé que mucha gente nos identifica con el sonido de guitarras, pero si miras todo nuestro catálogo, quizá eso es sólo una cuarta parte de lo que hemos hecho. Así que siempre nos sorprende cuando la gente insiste en encasillarnos en esa misma cosa. Pero dentro del grupo no supone ningún problema porque siempre nos resulta más excitante probar cosas que no hayamos hecho antes».

Siempre ha existido esa lucha entre la idea que la gente tiene de la banda y la idea que tú tienes de lo que son The Smashing Pumpkins. ¿Crees que algún día podrás ganar esa guerra?
«No, creo que la perdí hace mucho tiempo. No tengo la necesidad de defenderme o discutir sobre ello. Es lo que es, y no pasa nada porque hemos hecho mucha música que ha perdurado en el tiempo. Incluso ahora la gente me habla de TheFutureEmbrace como un disco avanzado a su tiempo, cuando en su momento fue incomprendido, así que ya no es algo que me moleste. Supongo que también tiene que ver con hacerte mayor y tener hijos. Te concentras más en quién eres en ese momento y documentarlo, y dejas que sea el resto del mundo quién discuta sobre lo que deberías haber hecho o dejado de hacer. Mira, si mi madre no hubiera muerto, quizá nunca habría hecho Adore. Si Zwan no hubieran terminado tan mal, quizá nunca habría hecho TheFutureEmbrace. En la vida es fácil mirar atrás y pensar ‘Oh, quizá debería haber hecho eso’. Pero creo que es peor vivir arrepindiéndote de no haber hecho exactamente lo que querías en ese momento».

Quizá te has dado cuenta de que en tu vida la música, o al menos discutir sobre música, no es lo más importante.
«No, no. La música sigue siendo muy importante para mí. Supongo que crecí en una época en que si tocabas la guitarra, ya te encasillaban en un cierto estilo. Y veía que a la gente no le interesaba cualquier cosa que hiciera que se saliera de ese esquema. Se nos metió en el grunge y para mí era muy curioso que dijeran que The Smashing Pumpkins hacíamos grunge. De acuerdo, salimos en la misma época, pero nuestra música era muy diferente a la del resto de bandas. Y nuestras influencias eran muy distintas. Estábamos mucho más influenciados por la new wave, y las bandas británicas como Siouxsie And The Banshees, y cosas así. Pero lo entiendo, la gente está ocupada y se vuelve perezosa para describir las cosas adecuadamente. Pero a veces, las cosas son más complejas. Es como decir que The Beatles son una banda de rock. Sí, son una banda de rock, pero también son una banda psicodélica, una banda de blues… Pero no me molesta, porque no significa nada. Lo que quiero decir es que durante 30 años he escuchado tantas cosas… ‘Eres esto’, ‘Deberías hacer aquello’, ¿Por qué no pruebas lo otro?’… Al final es sólo ruido, porque no existe una verdad revelada. No existe una verdad sobre la historia de The Smashing Pumpkins. Puedes leer un artículo y dirá todo lo contrario que el siguiente que leas. ¿Cuál es la verdad? No hay una verdad. Y ahora vivimos en la época de la posverdad, especialmente en América. Los periodistas simplemente se inventan la realidad. Ya no hablo sólo de rock’n’roll, sino de cosas más importantes como la política, la sociedad… Simplemente se lo inventan. Usan citas que nadie ha dicho. Crean narrativas que no existen. Así que yo simplemente me dedico a tocar la guitarra o el sintetizador y dejo que los demás discutan».

¿Pero en algún momento de estos 30 años de carrera te has sentido comprendido?
«No, no. Y estoy dispuesto a aceptar que quizá es culpa mía. Quizá quiero ser un incomprendido. Te podría contar historias de cuando era muy joven, cuando todavía no sabía nada del mundo, y la gente me decía cómo era yo, y yo pensaba ‘pero ése no soy yo’. Es algo que me ha seguido toda mi vida. Y llega un punto en el que empiezas a jugar el papel de ser un incomprendido porque te sientes más cómodo. Juegas a ser el antagonista, el rebelde».

«Prefiero jugar con la imagen que los demás tienen de mí que molestarme en que intenten comprenderme» BILLY CORGAN

Ahora que ha salido el nuevo disco de AC/DC, ¿qué piensas de alguien como Angus Young que parece estar en el polo opuesto a ti a nivel artístico? ¿Para ti sería un infierno estar en una banda como ellos que sólo saca 10 canciones cada cinco años y se mueve siempre dentro de los mismos parámetros?
«No es algo que yo haría, pero lo respeto totalmente. Soy fan de AC/DC y para mí son geniales. No intento convertir a todo el mundo a mi religión. Y recuerda, no es como si hubiéramos sacado ‘Cherub Rock’ y hubiéramos sido el nº1 en todo el mundo y la gente nos dijera ‘no cambiéis’. No fue así. Antes hablábamos de España… No lo petamos y de repente estábamos tocando en estadios. Fuimos tocando en salas, teatros, y fuimos creciendo. Éramos parte de algo mayor que nosotros, pero no es que todo el mundo quisiera lo que estábamos haciendo. De hecho, había más gente que nos rechazaba, que no que nos aceptara. Así que cuando la gente tiene una visión romántica o sentimental del pasado, se equivoca. El pasado fue complicado. No es que me enchufara a un pedal Fuzz y todo fuera perfecto. Al revés, cuando me enchufé a ese pedal causó un montón de problemas (risas)«.

En casi todas las canciones de Cyr, hay coros femeninos. ¿Ahora que no hay ninguna mujer en el grupo es importante para ti mantener ese elemento femenino en el sonido de la banda?
«No pienso de esa manera (risas). Ni se me pasa por la cabeza. Si suena bien, suena bien. Si tu voz sonara bien, te llamaría a ti. No me importa. Nunca me ha importado el género de los miembros de la banda. Era algo de los periodistas. Para mí eres un músico, y lo que me interesa es lo que aportas como músico. Es como pintar usando distintos colores».

Pero más allá del sexo de los componentes, sí diría que comparado con otras bandas de los 90 como Pearl Jam o Soundgarden, ese componente femenino era distintivo en vuestra música y estética.
«Sí, pero eso tiene más que ver conmigo que con los demás. Es mi naturaleza. Cuando era un crío odiaba la estupidez de los hombres de mi entorno. Me repugnaba el rollo de los jugadores de fútbol o rugby. Ese rollo macho era una mierda. Así que era mi manera de rebelarme contra ese mundo».

Aun así eres muy fan del wrestling…
«Bueno, soy un hombre (risas). Sigo siendo una persona masculina. Lo que quiero decir es que nunca tuve un problema en el equilibrio entre mi parte masculina y la femenina. Por eso nunca he tenido un problema con la orientación sexual de cada uno. He conocido mujeres muy masculinas, y hombres muy femeninos… Yo creo que encontré en el equilibrio entre las dos cosas. Lo que me molesta son los estereotipos, creo que cada uno debe sentirse como quiera».

Ya, pero ese equilibrio no es fácil de encontrar, especialmente cuando eres un adolescente. Muchos adultos nunca superan los complejos o traumas de esa etapa. ¿Podría ser tu caso?
«No lo sé… No me sentía cómodo con quien era a los 14 años, así que nunca mostré esa persona al mundo. Como te apuntaba antes, la gente siempre me decía que tenía un problema. Billy siempre era un problema. Era demasiado extrovertido, demasiado reservado, demasiado alto, demasiado aquello… Quizá le pasa a todo el mundo, pero no entendía porque se fijaban tanto en mí, cuando lo que yo quería era estar en un rincón leyendo un libro. Llamaba la atención, incluso cuando quería. Así que aprendí a jugar con esa atención. Hacía como Mohamed Ali, que simulaba estar contra las cuerdas y que le pegaran, y luego contraatacaba. A los 14 o así, aprendí a fingir a ser otra persona. Si alguien me decía algo que no me gustaba, respondía para provocar que la situación fuera mucho peor. En lugar de intentar mejorar su opinión sobre mí, mi actitud era la de ‘que te jodan’. Jugaba con la imagen que tenían de mí. Y supongo que en cierta manera sigo siendo ese chaval de 14 años. Prefiero jugar con su imagen de mí que molestarme en que intenten comprenderme».

Eso me parecía. El nuevo disco tiene 20 canciones, y ya has comentado que estás trabajando en 30 más para las secuelas que has anunciado de Mellon Collie & The Infinite Sadness y Machina/The Machines Of God. Es como si la música no parase nunca de brotar de ti. ¿Alguna vez has pasado por un bloqueo creativo?
«Sí. El peor fue en 1992. Fue el último. Antes de Siamese Dream«.

¿Cómo lo superaste?
«Bueno, la primera parte fue no suicidarme (risas). Pero hubo muchas drogas y alcohol. De algún modo lo superé».

Y desde entonces nunca más…
«Desde entonces nunca más he tenido problemas para componer. Lo que les digo a los artistas es que no puedes aspirar a la perfección. El arte es imperfecto. Tienes que estar dispuesto a hacer cosas buenas y malas. Y a veces lo que parece malo es bueno, y lo bueno no lo es tanto como piensas porque es genérico… Por ejemplo, si te pongo dos ideas musicales, puede que te guste más una, no porque sea mejor, sino porque te resulta más familiar. Lo que no resulta familiar necesita más esfuerzo. Muchas veces hago música y no tengo nada con lo que compararlo, ningún referente. No puedo escuchar una canción de Queen y pensar ‘Ah, vale, haré lo que ellos hicieron aquí’. Muchas veces no tengo un mentor o un colega que me guíe. No existe un referente. Ahora mismo en el pop ni siquiera hay un referente para las melodías. Ahora hay muchos hits que carecen de melodía. ¿Quién sabe qué es un hit ahora mismo?».

De todos modos, para alguien tan prolífico como tú, o como pasaba con Prince, siempre existe el peligro de que mucho material pase desapercibido. ¿Te preocupa?
«No, no me importa. Ya lo descubrirán cuando esté muerto (risas). Tengo muchísimo material que no he publicado. Alguien se ocupará de ello (risas)«.

¿Qué dirías que las 20 canciones de Cyr dicen sobre ti ahora mismo?
«No lo sé. Sé que es una mala respuesta, pero no lo sé. Para mí es más como una lucha. Una lucha para estar en el presente. Cuando llevas mucho tiempo haciendo música, tienes que luchar contra tu pasado. No sólo luchar por un espacio en el que puedas crear algo nuevo, sino luchar para hacer algo bueno y que sea relevante y que merezca la pena. Requiere mucho tiempo. Horas y horas que dejas de ver a tus hijos. Supone mucho esfuerzo».

Pero tengo la sensación de que te gusta ese esfuerzo. Como si necesitaras ir al límite para sentir que lo que haces merece la pena.
«No, no me gusta en absoluto. Ojalá fuera fácil. Nunca me ha gustado tener que trabajar tan duro. No es una necesidad. Creo que he hecho cosas muy buenas que han sido ignoradas, y quizá quiero compensarlo haciendo algo tan grande que no pueda ignorarse».

¿Qué te diría a ti si alguien sólo quisiera hablar sobre algo que hiciste hace 20 años? Es como decirte ‘No me interesa nada de lo que haces ahora’» BILLY CORGAN

Pasando a algo práctico. ¿Cómo habéis acabado en un sello como Sumerian Records que está orientado básicamente al metal?
«Es una cuestión de relaciones personales. Mi manager es amigo del tío que lleva el sello y que es muy fan de la banda. Así que le hacía ilusión tenernos en su sello. A mí me gusta que el sello tenga ese punto progresivo y cañero. De hecho, el disco anterior también salió en un sello que era básicamente de metal. El problema con los grandes sellos en América es que no te quieren si no tienes 10 millones de seguidores en Instagram. Están fichando artistas solamente por el número de seguidores en las redes sociales, no por su capacidad de vender discos o atraer gente a sus conciertos. Yo estoy contento de trabajar con cualquiera que quiera trabajar con nosotros. Y si nadie quisiera, sacaría el disco yo mismo. Ya no necesitas una discográfica».

Para terminar me gustaría que me explicases algo más sobre esas secuelas. ¿Para alguien que está tan interesado en el futuro, no es contradictorio querer volver a trabajar con conceptos del pasado?
«A mí resulta muy cómodo, y la música que estamos haciendo encaja muy bien con esos conceptos. No lo veo como algo incompatible. La banda existe en el pasado, el presente y el futuro. No me molesta el pasado siempre que incluya el presente y el futuro. Pero mucha gente sólo quiere nuestro pasado. Ahí es donde marco la línea. Pero mucha gente confunde eso con que reniego de mi pasado. No es eso. Es pasado, presente y futuro. Estoy muy contento con tocar mis viejas canciones o de hablar sobre mi pasado, si incluye el presente y el futuro. Hace poco hice una entrevista de una hora y 20 minutos, y el periodista no me hizo ni una sola pregunta sobre el nuevo disco. Era todo sobre la vida y el pasado. ¿Qué te dice eso? ¿Qué te diría a ti si alguien sólo quisiera hablar sobre algo que hiciste hace 20 años? Es como decirte ‘No me interesa nada de lo que haces ahora’«.

A mí me cabrearía.
«A mí no me cabreó, pero por eso soy tan firme en mi posición de que no importe lo que digan los demás. La única manera de ser un artista en 2020 es vivir en el pasado, presente y futuro. No puedes fingir que no tienes un pasado, porque existen las plataformas de streaming y YouTube. Cada día la gente comparte fotos mías de hace 5 meses o de hace 50 años. Es como una celebración constante. Pero si dejas de luchar por tu presente, es como rendirte y lo único que te queda es morirte. Y eso no va a ocurrir. Mi abuela vivió hasta los 103, y tenía un espíritu muy fuerte. Siempre me decía que debía tener una mente joven. Tu cuerpo envejecerá, pero debes mantener tu mente joven. Y eso es lo que intento».

JORDI MEYA