Mientras el año pasado Touché Amoré celebraban su décimo aniversario como banda regrabando su primer disco, en paralelo, ya estaban trabajando en el siguiente con Ross Robinson. Desde luego, Lament, lejos de mirar hacia atrás, sigue proyectándolos hacia el futuro.

Hay bandas que una vez entran en tu vida, ya no te imaginas cómo sería sin ellas. Touché Amoré es una de ésas. La primera vez que escuché su segundo álbum Parting The Sea Between Brightness And Me en 2011 sentí que hacía tiempo que no oía a unos músicos verter con tanta honestidad y crudeza todo lo que tenían dentro. Que encima fueran capaces de hacerlo en canciones de apenas 90 segundos, todavía me voló más la cabeza.

El idilio siguió con su siguiente disco Is Survived By (2013) y, aún más por cuestiones personales, con Stage Four (2016), en el que Jeremy Bolm (voz), Clayton Stevens (guitarra), Nick Steinhardt (guitarra), Tyler Kirby (bajo) y Elliot Babin (batería) abrían sus alas fuera de la rabia del screamo para abrazar influencias del indie o el post punk. Encima cuando tuve la oportunidad de tratarles en persona, me parecieron encantadores. Y por si fuera poco, seguían creciendo cada vez que les veía en directo; la última en el AMFest del año pasado. Qué cerca y qué lejos que queda…

En este desastroso 2020, la aparición de su quinto disco (sin contar el regrabado Dead Horse X) es de las pocas buenas noticias que vamos a tener. Sobre todo, porque en Lament (Epitaph), en el que han trabajado con el super productor Ross Robinson (Slipknot, Korn) el corazón del grupo sigue latiendo con poderío. Y es que, como nos contaba Jeremy a finales de septiembre desde su casa en Los Angeles, el amor es el hilo conductor de sus nuevas canciones.

El año pasado regrabasteis vuestro debut … To The Beat Of A Dead Horse e hicisteis la gira de aniversario. ¿Recuperar vuestras primeras canciones tuvo alguna influencia a la hora de hacer el nuevo disco?
JEREMY BOLM «La verdad es que no. Decidimos regrabar el disco por una cuestión de nostalgia. Hemos seguido tocando muchos de esos temas en directo, así que pudimos grabarlo super rápido. No nos llevó mucho tiempo ni preocupaciones, fue más bien como ‘vamos a hacerlo y luego seguimos con el nuevo disco’. De hecho, durante las sesiones de regrabar el debut, aprovechamos para hacer maquetas para Lament. Fue un proyecto divertido de hacer mientras estábamos preparando el nuevo álbum».

¿Habías ido componiendo desde que salió Stage Four?
«No somos el tipo de banda que componga mientras está de gira. Es más, cuando volvemos a casa, cada uno vuelve a su rutina, y no pensamos en la banda. Y entonces un día, alguien llama y dice ‘Oye, deberíamos empezar a escribir un disco nuevo’. Y el resto es como ‘¿en serio?’ (Risas). Nos lleva un tiempo que todos nos hagamos a la idea de volver a componer, porque todos sabemos el tiempo y la dedicación que conlleva. Es un trabajo duro que se alarga año y medio, dos años. No sólo es la música, es también el diseño del que se encarga Nick, que por cierto hoy es su cumpleaños, son muchas cosas».

Stage Four fue un disco muy personal para ti, ya que en él hablabas sobre la muerte de tu madre. ¿Hubo algún acontecimiento, obviamente no comparable, pero relevante, que te marcara la dirección en cuanto a las letras o conceptos del nuevo disco?
«Ésa era una de las cuestiones que me preocupaban sobre hacer un nuevo disco. Habían pasado un par de años, y normalmente espero que ocurra algún acontecimiento vital que me marque el camino, pero esta vez no había ninguno. Así que mi centré en pensar sobre dónde me encuentro en mi vida y lo que me rodea, intentando encontrar un mensaje en todo eso. Me llevó un poco de tiempo, pero una vez lo hice, encontré la inspiración. Me tuve que plantear que no todos los discos tenían que ser tan uniformes como Stage Four o Is Survived By. Tuve que recordar que no pasa nada por escribir un disco que contenga distintas ideas. Dead Horse y Parting The Sea… ya eran discos así en parte. Simplemente hablaban sobre cosas que estaban ocurriendo en mi vida, pero nada que fuera super trascendente como perder a tu madre. Así que el enfoque de Laments es más parecido al de esos discos».

Diría que igual el punto en común son que hablas de relaciones, ya sean sentimentales o de amistad.
«Sí, me fijé en las cosas positivas de mi vida, lo cual es algo extraño en mí (risas). Creo que escribir una canción de amor sobre música agresiva y mientras gritas es muy difícil (risas). Te lo puedes imaginar. Siento mucha envidia de otros estilos de música como el indie rock, el blues, el soul o el R&B en el que pueden hacerlo, porque son lienzos perfectos para expresar todo el amor que tienes en tu corazón. Pero con la música agresiva es duro. Era un desafío difícil, pero quise probarlo. Hablé de ello con Brendan de Turnstile. Le dije que quería escribir una especie de disco de amor, y mostró mucho entusiasmo, me dijo que creía que necesitábamos más discos de amor. Así que ‘Come Heroine’, ‘Savoring’ y ‘Limelight’ van en esa dirección».

«Me sentía muy intimidado por Ross Robinson y toda la leyenda que le rodea desde que era un crío» JEREMY BOLM

Para este disco reclutasteis a Ross Robinson como productor. Casi todo el mundo lo asocia al nu metal, pero se olvidan que también produjo Relationship Of Command de At The Drive-In. ¿Fue ese el disco que os hizo decidir por él?
«Diría que ese disco, pero también los que hizo con Glassjaw y The Cure. No es que nosotros sonemos a The Cure, pero son una de las influencias más cercanas al indie rock que traemos a lo que hacemos. No creo que haya ninguna banda de indie rock que no esté influenciada por The Cure (risas). Creo que esos tres discos reunían los elementos que buscábamos».

Supongo que lo recuerdas pero cuando elegimos Parting The Sea Between Brightness And Me como nuestro Disco del Año en 2001, hicimos la sesión de fotos con Berri Txarrak para la portada en casa de Ross Robinson en Los Angeles.
«Sí, claro. Fue la primera vez que conocimos a Ross. Recuerdo muchas cosas de ese día. Estaba muy impresionado por haber conocido a Ross Robinson, aunque fue de manera muy breve. Tenía una energía muy intensa, pensaba que estaba loco (risas). Recuerdo hablar con el cantante de Berri Txarrak y preguntarle cómo lo estaba llevando, y si Ross era tan loco como decía la gente. Fue una experiencia muy guay poder ver el estudio, conocer a Ross, y estar con Berri Txarrak».

¿Hizo Ross honor a esa intensad con vosotros en el estudio?
«Sí, desde luego. Hubo un proceso de aprendizaje. Yo me sentía muy intimidado por Ross Robinson y toda la leyenda que le rodea desde que era un crío. Recuerdo haber comprado el debut de Korn en cassette, y luego ver una entrevista en un VHS que sacaron en el 95, que se llamaba Who Then Now, y flipaba con lo interesante que era ese tipo, y lo que fue capaz de sacar de Jonathan Davis y con los otros artistas con los que trabajó después. Era muy consciente de lo que nos esperaba, así que estaba muy nervioso. Al principio creo que los nervios me impidieron dar lo mejor de mí, así que hubo un proceso de aprendizaje sobre lo que él esperaba y lo que nosotros esperábamos. Costó un poco ponernos de acuerdo, pero en ningún momento tuvo una actitud hostil. A falta de una mejor palabra, diría que estaba excitado. El enfoque de Ross no es hacer una locura, es conseguir la versión más real y auténtica de la banda porque cree en ella. Para formar parte de un disco quiere poder sacar la parte más real de la banda. Y quiere que todo el mundo esté super centrado en ese objetivo. La mayoría de charlas con él trataban sobre los sentimientos que nos empujaron a escribir estas canciones, y conseguir la energía para expresarlos durante la grabación».

Aunque ha grabado algunas obras maestras, algunas de sus producciones para mi gusto pecan un poco de demasiado densas. Sin embargo, no es el caso de Lament. ¿Es algo que tuvierais que discutir con él?
«En realidad no. Creo que nuestra banda siempre ha tenido un sonido muy identificable. Tenemos guitarras limpias, con un bajo heavy y un batería hiperagresiva por debajo, y yo gritando encima (risas). A él le gustaba nuestro sonido. así que Ross se centró en buscar la mejor versión de ese sonido, lo cual encantó al resto de miembros porque todos son unos nerds de la música. Se pasaron horas probando amplis, pedales y guitarras. Recuerdo que en un momento había como 70 pedales enchufados en el suelo. Y hay cosas por debajo la mezcla como teclados o guitarras acústicas, que amplificaron el sonido, pero sin que fuera espeso. Creo que muchos grupos recurren a él porque quieren sonar lo más duro posible, y Ross es genial haciendo eso, pero creo que le encanta tener desafíos. En realidad, Ross nunca te dice lo que tienes que hacer, quiere que seas tú el que averigües la mejor manera de conseguir tu sonido».

La última canción del disco, ‘A Forecast’, parece el típico momento espontáneo que le gusta captar a Ross, parece como que vayas improvisando la letra. ¿Fue realmente así o fue algo más preparado para dar esa sensación?
«No fue algo espontáneo, pero la escribí cuando estábamos a punto de grabar el disco. La semana antes de entrar en el estudio, todavía me faltaba escribir varias letras, y me estaba volviendo loco. Así que me fui unos días al desierto, a Joshua Tree. Alquilé una cabaña muy barata en medio de la nada. Compré comida y agua suficientes para poder sobrevivir sin tener que salir de allí, y terminar las canciones. Son ‘Exit Row’, ‘A Broadcast’ y ‘A Forecast’. Ésta fue la última que escribir. Me costó un tiempo cómo afrontarla, cómo cantar sobre esa parte de piano. Me supuso un problema con la banda porque me encanta mucho del material más suave que componen, como ‘A Broadcast’, pero luego no sé qué hacer con ello (risas). Si me pongo a gritar sobre eso, puede sonar un poco estúpido. Así que en ‘A Forecast’ decidí cantar sobre la gente que nos viene escuchando, sobre todo a partir de Stage Four, la gente que nos apoya y que entendió ese disco. Es una carta abierta a ellos en la que hablo de manera muy directa mi vida».

Otro punto álgido para mí es ‘Limelight’ en la que colabora Andy Hull de Manchester Orchestra. ¿Escribiste esa melodía pensando en él?
«Escribimos el tema bastante al principio. Era una de las maquetas que grabamos mientras estábamos haciendo Dead Horse X. Sonaba muy distinta, Ross la llevó a otro nivel, pero la idea de que cantara Andy estaba ahí casi desde el primer momento. Él y yo siempre habíamos hablado de buscar alguna vía para trabajar juntos, ya fuera un 7″ entre Touché y Manchester, o lo que fuera. Este tema parecía una buena oportunidad, porque en la parte final había mucho espacio para hacer algo. Se lo envié a Andy y su respuesta fue ‘Oh, esos son los acordes que me van’ (risas). Mi idea inicial que hiciera sólo unos pequeños coros en plan ‘ooohs’ o ‘uuuhs’, pero la mañana en la que empezó a trabajar en el tema, me pasó un pantallazo con la letra que había escrito. Y me dijo ‘No me quiero entrometer, pero ¿te importaría si pruebo esto?’. Y le dije que claro, estaba muy emocionado por ver qué iba a hacer. Y empecé a mandarme pequeños vídeos de lo que estaba haciendo y me alucinó. ¡Era precioso! Posiblemente es mi parte favorita en un disco de Touché porque yo no canto en ella (risas). Puedo escucharlo y disfrutarlo gracias a Andy. Nunca le estaré suficientemente agradecido. La clavó».

En un par de temas de Stage Four usaste un registro de voz diferente, más grave. Sin embargo en Laments no lo has utilizado, sino que básicamente has vuelto a tu voz gritada. ¿Por qué?
«Lo que ocurrió es que cuando hicimos la gira de Stage Four me di cuenta que no me sentía nada cómodo cantando en ese registro en directo. Algunas noches pensaba que no lo había hecho mal, pero luego escuchaba una grabación y me parecía horrible. Así que pensé que en este disco sólo iba a gritar porque es lo que se me da bien. Pero aun así, el disco es muy melódico. Estoy gritando sobre una melodía. Aprendí mucho haciendo Stage Four, y quizá eso me ha permitido meter más melodías aquí, aunque no fuera consciente. ‘Reminders’ es muy melódica. Y también ‘I’ll Be Your Host’. Canto muchas notas aunque esté gritando (risas)«.

‘Reminders’ es otra de mis favoritas. Tiene un rollo más punk rock.
«Ese tema pasó por muchos cambios. Pero cuando llegué al estribillo sabía que quería meter una voz femenina por debajo para hacerlo más pop. Cuando la escuché en el estudio pensé que era la canción más pegadiza que hemos hecho nunca. Así que sugerí ir hasta el fondo y hacerla aún más pegadiza con la voz de Julien Baker».

Pese a ese punto melódico que podéis tener, las dos veces que os hemos podido ver en una sala por aquí, una fue con Code Orange y la otra con Deafheaven. ¿Os gusta tocar con bandas que son más duras que vosotros?
«Una de las cosas de las que me siento más orgulloso de la banda es que hemos sido capaces de ser parte de distintas escenas, y tocar en distintos entornos, y que tenga sentido. Tenemos la suerte de poder hacer una gira con Circa Survive, Rise Against o AFI, pero también con Converge o Deafheaven, y no he sentido que estuviéramos fuera de lugar. Me gusta girar con bandas super agresivas, es divertido, y nos hace destacar. Siempre animo a los grupos que no hagan lo mismo que el resto. Si en un festival eres la banda un poco diferente, gustes o no a la gente, se acordarán de ti. Sobre todo porque siempre se agradece un cambio de sonido, lo admitan o no. Si tocas con 12 bandas hardcore en plan mosh y salimos nosotros, seas fan nuestro o no, veras que sientes algo distinto (risas)«.

«Cuando veo mucha gente reunida sin máscara, me cabreo mucho. Siento un odio muy profundo hacia esa gente porque pienso que ellos tienen la culpa de que yo no pueda trabajar» JEREMY BOLM

Deduzco que el disco estaba terminado antes de que empezara la pandemia. ¿Hay una parte de ti a la que le hubiera gustado poder meter un tema sobre el COVID o el Black Lives Matter, por ejemplo?
«‘Reminders’ la escribí el día que Trump se salvó del impechement por toda la frustración que sentí. Pero Touché Amoré no es una banda muy política. En nuestra primera maqueta y en el primer disco había algún tema político, pero dejó toda mi rabia política para mi otra banda, Hesitation Wounds. No es que me dé miedo cantar de política en Touché, pero creo que no encaja. Si en Stage Four hubiera habido un tema político, no habría pegado. De hecho, cuando empezó el confinamiento, el disco casi estaba terminado, pero viendo que todo se iba a retrasar, trabajé unas dos semanas más con Ross en las voces y hacer algunos retoques. Lo hicimos de forma segura, con sólo uno o dos miembros en el estudio. Pero para serte sincero no me apetecía escribir sobre algo tan específico como el COVID. Creo que cuando pase, nadie querrá que una canción se lo recuerde (risas)«.

¿Eres optimista sobre que os podáis librar de Trump?
«Me gustaría decir que sí, pero estoy en el polo opuesto. Soy bastante pesimista. No confío en la bondad de la gente. Sé que está mal decirlo, pero lo vi en las últimas elecciones. Hay mucha gente que se caga en Trump en las redes, pero luego son demasiado vagos para ir a votar. Creo que para mucha gente ser anti-Trump es sólo una moda. Espero equivocarme, pero prefiero tener las expectativas bajas, porque creo que es la única manera que sobreviviré si el día de las elecciones sale reelegido. Espero equivocarme, pero las cosas no pintan bien. De hecho, ‘Reminders’ es una manera de recordarnos que no podemos esperar que el gobierno nos aporte felicidad, tenemos que buscarla en nuestros corazones».

¿Y lo eres más en cuanto a poder volver a tocar en directo?
«Cuando veo mucha gente reunida sin máscara, me cabreo mucho. Siento un odio muy profundo hacia esa gente porque pienso que ellos tienen la culpa de que yo no pueda trabajar. Eso a pequeña escala. A gran escala, pienso que por su culpa la gente está muriendo. Es un sentimiento horrible que no me gusta tener, pero así son las cosas. La verdad es que da miedo pensar en el futuro de la música, pero ojalá que el año que viene hayan cambiado las cosas».

JORDI MEYA