Después de la gran impresión dejada en el último Azkena Rock Festival, Tropical Fuck Storm vuelven a nuestro país para presentar su segundo álbum Braindrops. Si no te van las emociones fuertes, mantente alejado…
A lo largo de casi 20 años, The Drones se postularon como una de las bandas más interesantes y viscerales surgidas de Australia, pero su disolución en 2016 no fue el fin de la historia. El cantante y guitarrista Gareth Liddiard no perdió el tiempo y tras reclutar a la última bajista de la banda, Fiona Kitschin, formó Tropical Fuck Storm. Un grupo kamikaze que grabó su debut A Laughing Death In Meatspace cuando Erica Dunn (guitarra, teclados) y Lauren Hammel (batería) apenas llevaban unas semanas en la formación y que se lanzó a la carretera de inmediato. Quince meses después, el pasado agosto, lanzaban su segundo álbum Braindrops, donde la distorsión, los ritmos africanos, la electrónica y unas letras que pueden hablar desde el ocultismo en el nazismo al terapeuta de Brian Wilson de Beach Boys.
La semana que viene estarán el 19 de noviembre en Barcelona (Sala Upload), el 20 en Bilbao (Kafe Antzokia), el 21 en Madrid (Sala 0), el 22 en Alicante (Sala Las Cigarreras), el 24 en Valencia (Sala 16 Toneladas) y el 25 de noviembre en Donostia (Sala Dabadaba), pero antes hablamos con su cabecilla sobre música, drogas y sus colegas King Gizzard.
Escribisteis vuestro primer disco cuando todavía os estabais formando como banda. ¿Cómo influyó el conoceros mejor en la creación de Braindrops?
GARETH LIDDIARD «Oh, tío, los dos últimos años es como si hubieran sido una gira y una sesión de grabación continua. Supongo que la principal diferencia en este segundo disco es que sabíamos lo que esperar los unos de los otros y sabíamos que no nos decepcionaríamos. Cuando tocas con otros aprendes a tocar mejor, pero también aprendes a cubrir las flaquezas de los demás. Es algo bonito, es como ejército de chimpancés en el bosque. Te convierte en un organismo que carga con todo. Siempre hay alguien que es mejor que otro en algo, pero también es peor en otra cosa. Eso es una de las cosas buenas de las personas, somos interdependientes y nos mejoramos los unos a los otros cuando el equilibrio es correcto».
Tengo la impresión que con esta banda estáis buscando un rollo muy espontáneo, casi primitivo. ¿Crees que los grupos de rock tienden a calcular demasiado lo que hacen?
«No sé si es que calculan demasiado… Más bien es que tienden a no darle la suficiente importancia. La música es algo muy grande, pero tienes que pensar la manera para que no te coma. Hay montones de cosas que puedes encontrar por accidente, pero tampoco lo puedes dejar todo al azar».
¿Qué aspectos querías mantener de tu experiencia en The Drones y de cuáles te querías alejar?
«Estoy disfrutando de haberme alejado de las canciones de The Drones. Teníamos muchas canciones buenas y eso hacía que la gente esperara que siempre las tocáramos, al final era un poco repetitivo. Aparte de eso, no sé… No veo The Drones como una sola banda, veo las diferentes formaciones y los diferentes periodos. El común denominador éramos Fiona y yo y nuestra exploración de un tipo de música que puedes hacer con un equipo que puedes meter en una furgoneta e ir por todo el mundo. Todo lo demás son lecciones sobre relaciones. Aprendes mucho sobre eso estando en un grupo. Puede que seas alguien completamente irresponsable, estúpido, desconectado del mundo real y un desastre total, pero si estás en una banda vas a aprender más sobre trabajar en equipo y la realidad de los seres humanos que en cualquier otro trabajo».
La base rítmica y el groove es muy importante en vuestro sonido. ¿Qué os llevó en esta dirección?
«Por algún motivo es algo que no habíamos explorado demasiado, aunque en el último disco de The Drones empezamos a hacerlo. Siempre he sido fan de las baterías y las cajas de ritmos, así que ha sido divertido ponerlos en primer plano y reemplazar un muro de guitarras con ritmos».
También usáis elementos electrónicos. ¿Cómo fue el proceso de integrarlos en vuestra música?
«Hoy en día es imposible evitar la electrónica. Solíamos tener un montón de cajas de ritmos, teclados y efectos que usamos en grabaciones pasadas. En 1990 Rui (Pereira, bajo) de The Drones y yo grabamos un disco llamado Bong Odyssey en el que utilizamos todo eso. Pero cuando nos mudamos de Perth a Melbourne lo vendimos todo y sólo nos quedamos con las guitarras. Así que estoy feliz de utilizar esa mierda de nuevo. Puedo utilizar cualquier cosa si puedo sacar una canción de ahí».
¿Juegan las drogas un papel en vuestro proceso creativo? Y si es así, ¿cuáles os funcionan mejor?
«Ocasionalmente tomamos setas o ácido cuando estamos componiendo, grabando o tocando en directo, pero no estoy seguro si tienen un gran efecto en nuestro sonido. Sonamos raros de todas formas (risas)«.
Háblame sobre el score que habéis hecho para la película No Es País Para Viejos. ¿Cómo salió ese proyecto?
«Nos lo pidió un tío de Melbourne que lo hace con muchas películas y bandas. Así que metimos una gran pantalla en nuestro estudio, tomamos ácido e hicimos la banda sonora en un par de días. Está medio estructurado, medio improvisado y hay muchas cosas electrónicas que normalmente no usamos en nuestros conciertos».
En vuestras letras cubrís un montón de temas distintos. ¿Crees que vuestros fans que no hablan inglés se están perdiendo mucho?
«En parte sí, pero no es como si fuéramos Bob Dylan donde las letras son geniales y la música es algo secundario y no tan buena. Siempre me han gustado Beethoven, Stravinski, Miles Davis, Led Zeppelin, Black Sabbath, the Dirty Three…. y con ellos las letras no importan tanto. Recuerdo una crítica de Rolling Stone sobre Led Zeppelin que decía que hacían ‘música que sólo trataba sobre lo genial que sonaba’. Se suponía que era una crítica negativa, pero lo mismo podría decirse de Erik Satie o Lightning Bolt. Creo que puedes disfrutar de los sonidos raros Tropical Fuck Storm sin entender las palabras. Me encantan Einsturzende Neubauten y normalmente no tengo ni idea de lo que hablan».
Para terminar, ¿qué relación tienes con los tíos de King Gizzard? ¿Qué te parece su manera de funcionar
«Somos amigos de hace mucho tiempo. Hay épocas que nos vemos mucho y otras en las que apenas porque estamos muy ocupados. Estamos en su mismo sello en Australia. Les queremos y nos inspiran muchísimo. Normalmente no me siento inspirado por otras bandas de rock’n’roll porque he escuchado a los Stooges, he visto a Fugazi y Bad Brains. He visto de lo mejor que el rock tenía por ofrecer, así que prefiero escuchar Shostakovich o Abdel Hadi Halo o cosas así. Pero cuando los Gizz hicieron el disco Nonagon Infinity y empezaron a hacer locuras fue increíble. Me gusta mucho el pequeño universo que han creado. Me encanta cómo funcionan. Tienen un almacén/oficina/estudio en Melbourne. En cierta manera son como SST Records, totalmente DIY y pasan totalmente de las reglas del negocio. Me encanta cómo tocan y siempre tienen muchas ideas. Hicimos juntos el disco Fishing For Fishies en tres días y compusieron y grabaron Infest The Rats sólo dos semanas después. Están locos y son muy buenos tíos. ¡Y son todos muy altos! Son la banda más alta que conozco».
MARC LÓPEZ