Mañana sábado, 28 de enero, Vidres A La Sang volverán a subirse a un escenario para presentar por fin su último disco Fragments De L’Esdevenir en directo. La cita es en la sala La Nau de Barcelona, y todavía quedan unas pocas entradas disponibles en este enlace.
Que Vidres A La Sang no funcionan como un grupo al uso, lo demuestra que hayan pasado seis meses entre la publicación de Fragments De L’Esdevenir y su presentación en vivo. Mientras otras bandas parecen tenerlo todo programado como si su vida estuviera determinada por un plan de marketing, los de Terrassa parecen moverse más por impulsos.
Uno de ellos les llevó a separarse en 2010, después de haber publicado tres discos con los que se significaron como uno de los grupos de black metal más originales de nuestra escena, y otro a volver a juntarse en 2018 para grabar Set De Sang. Despojados del corpse paint y con nuevas inquietudes musicales, la banda iniciaba una nueva etapa que han consolidado con su quinto disco. De todo ello hablamos con Eloi Boucherie, cantante, guitarrista y visionario del grupo.
Supongo que con el disco anterior te preguntaron en cada entrevista porque habíais tardado tantos años en sacar algo nuevo, pero con Fragments De L’Esdevenir fuisteis relativamente rápidos teniendo en cuenta que hubo la pandemia por medio.
ELOI BOUCHERIE «Bueno, pasaron cuatro años desde Set De Sang, lo que pasa es que pasan muy rápidos. En teoría después del tercer disco la cosa se había terminado. Pero nunca se sabe, un día te levantas, te pica el gusanillo, y necesitas volver a hacer algo de ruido. Ahora, estando ya la banda en marcha, el periodo entre discos fue lo que considero razonable».
¿Quedaste contento con el retorno con Set De Sang?
«Sí, muy contento. Constatamos que la gente no se había olvidado, incluso que habíamos ampliado la base con gente joven que nos había descubierto cuando ya no existíamos. Ver que conservábamos el cariño de la gente fue una grata sorpresa. Ahora es diferente, como ya no se nos echaba en falta, este disco quizá no tenga tanta repercusión».
Es lo jodido para muchos grupos, parece que te tengas que ir para que se te valore.
«Sí, es como una relación de pareja. Para que te valoren en casa, a veces te tienes que ir (risas). Es la naturaleza humana. Necesitamos perder algo que mientras lo teníamos, no sabíamos valorar. Es como cuando se va la luz. El día que hay un apagón te das cuenta de lo importante que es».
«Es alucinante la capacidad que tenemos de autosugestionarnos con engaños, en lugar de vivir la vida que nos ha tocado vivir» ELOI BOUCHERIE
De todos modos, más allá de lo bien recibido que fue el disco, en general hubo un reconocimiento a lo que habíais aportado a la escena.
«Podría ser. Entiendo por dónde vas, pero creo que el hecho que el recuerdo de la gente que nos seguía al principio siguiera vivo ha hecho que se haya transmitido a más gente. Al principio quizá se nos veía más como una banda exótica, porque no había grupos que cantaran en catalán en este género, y hoy hay muchas más dentro del metal extremo. Pero tampoco ha cambiado tanto. No dejamos de ser una banda underground y nuestra repercusión es local. En Francia o Portugal no nos conoce nadie, excepto la prensa especializada. Incluso en el resto de España, no aspiramos a meter más de 100 personas en una sala. Dicho esto, la banda ha adquirido un estatus de reconocimiento en Catalunya por haber aportado algo diferente, como la vinculación con la poesía o con temas cotidianos de la vida cuando los clichés del género están más asociados al satanismo, dragones y mazmorras».
Eso en el mejor de los casos…
«Exacto, porque hay discursos que… En cualquier caso se ha reconocido que éramos más que cuatro amigos que queríamos hacer música y ya está. De alguna manera, queríamos aportar algo que trascendiese a la escena y hacer canciones que la gente pudiera hacer suyas. Hablamos de cosas reales que todo el mundo puede haber vivido en su propia piel».
Ahora no tanto, pero el black metal estaba muy asociado a una estética concreta. ¿En qué momento te das cuenta que la estética no es tan importante y que os podéis presentar con otros códigos visuales?
«Sobre todo fue cuando volvimos después de nueve años con Set De Sang. Nos dimos cuenta que no hacía falta jugar a disfrazarse. Ya en la primera etapa desafiábamos un poco la estética, pintándonos de rojo y negro, en lugar de blanco y negro, simbolizando el negro como el color de la muerte, y el rojo como el color de la vida, de la materia orgánica. Pero al final pensamos que formaba más parte del circo que no de la música, que es lo que nos interesa».
Pero en la primera etapa ¿lo vivíais o era por inercia?
«Lo vivíamos, pero siempre desde la distancia. Nunca nos pusimos nombres artísticos que es algo que se hace en el black metal. Y cualquiera que viniera un concierto podía ver que había algo de ironía respecto a los tópicos del género. Nos burlábamos de nosotros mismos, pero la música siempre no las tomamos en serio, y también todo el contenido lírico. El concierto forma parte del espectáculo, del show business. Ahora hacemos lo mismo, un poco el payaso, pero sin pintarnos, a cara descubierta, y con menos pelo y más barriga (risas)«.
Fragments De L’Esdevenir me pareció un disco más oscuro que Set De Sang que era más luminoso ¿De dónde salieron estas canciones respecto a las del anterior?
«Coincido contigo en que Set De Sang era más luminoso en general, sobre todo porque había voces limpias, y en este último no. Set De Sang fue fruto de una crisis existencial personal. La crisis de los 40, hablando en plata (risas). A partir de ahí sale la motivación de volver a escribir para Vidres para salir del pozo y sacar mi enfado con el exterior. Intenté transformar toda esa agresividad en luz creativa. Es un disco profundamente emocional y que también tiene su parte oscura. Pero en general es energía negativa transformada en energía positiva y fuerza. En cambio Fragments De L’Esdevenir nace más del exterior, del contexto pandémico. Fue traducir en música una situación que nos afectó a todos y que me llevó a reflexionar sobre lo que nos hemos convertido como sociedad. Y también dejar algo de esperanza en el tema final, ‘Ara És Demà’. Pero el aura del disco es más negativa. Es un disco más indigesto y que necesita más escuchas. Básicamente sale de mi percepción de que el mundo está al borde del colapso. No soy vidente, igual no pasa nada, pero tengo la sensación de que la sociedad occidental y el planeta no pueden aguantar mucho más».
¿Es más fácil trasladar a la música algo que te viene de dentro o absorber algo negativo que está en el exterior y transformarlo?
«Yo te diría que es más fácil absorber la energía negativa del exterior. Sobre todo porque es más fácil que culpar. Como decía Jean Paul Sartre, ‘el infierno son los demás’. No es tan fácil descubrir tus propias mierdas interiores. Yo sobre todo a la hora de componer me guío por emociones extremas. Cuando algo exterior me afecta, intento procesarlo en el interior para saber por qué me perturba y cómo asimilar y convivir con ese dolor. Al final, en la vida todo se basa en la aceptación. En qué medida podemos integrar las frustraciones y el dolor que nos trae la vida. Si somos capaces de integrarlo y racionalizarlo, podemos tirar adelante. Si pasamos de puntillas, es cuando la máquina empieza a chirriar. Siempre vamos escondiendo la mierda debajo de la alfombra, y de vez en cuando hay que airearla. Tenemos que aceptar qué somos, y no engañarnos tanto, ni idealizar proyectos de vida que no existen. Es alucinante la capacidad que tenemos de autosugestionarnos con engaños, en lugar de vivir la vida que nos ha tocado vivir».
¿El no meter voces limpias en Fragments De L’Esdevenir obedece a una decisión estética o tuvo que ver con esto que estás contando?
«Las voces limpias funcionaron muy bien, y fueron muy bien aceptadas. Pero en este disco vi que no había espacio para eso. En Set De Sang eran necesarias, pero en este no. Quería una voz más oscura, más narrativa y poética. Es una voz atormentada. Al final, Vidres A La Sang siempre se ha expresado en voces guturales, pero no descarto que en el próximo sean todas limpias. Yo me muevo por impulsos, así que depende de la emoción que quiera expresar».
¿Para componer necesitas crear un clima concreto? Te imagino en tu estudio por la noche, rodeado de velas, leyendo poesía con la guitarra y entrando en trance… ¿Es así? ¿Quieres desmitificarlo o hay algo de verdad?
«(Risas) Voy a desmitificarlo por completo. Sí que cuando grabo, me pongo un poco a oscuras para concentrarme, y apago el móvil, para aislarme. Cuando entro en fase compositiva, me pueden pasar las horas sin que me dé cuenta. Pero yo soy una persona diurna, por la noche no funciono. Pero madrugo mucho. Me es más fácil programar baterías o escribir letras durante la mañana».
Tengo la sensación que, no sé si por aislarte o porque no te interesa, no escuchas metal extremo.
«(Risas) La has clavado. Pero no es porque no quiero que me influya, al final todos tenemos influencias, lo que pasa es que los grupos de ahora no me parecen suficientemente buenos, no me interesan. Cuando un escucho un grupo de death actual, técnicamente son muy buenos, pero a mí me la sigue poniendo dura Morbid Angel o Deicide. Y en el black metal me pasa lo mismo. Escucharé a Emperor, Satyricon, lso primeros Dissection, Burzum, Darkthrone… pero luego todo me parecen repeticiones. Me interesan más las bandas progresivas que vienen de un pasado extremo, como Leprous, aunque el último disco no me ha gustado. En el heavy pasa lo mismo. Nadie desbancará a los clásicos, Maiden Judas… por algo son clásicos. Quizá es una versión muy carca».
Bueno, es ley de vida. A alguien más joven es normal que le impacten más los grupos de su generación.
«Sí. También es ley de vida que a partir de cierta edad estés de vuelta de todo. Yo estoy de vuelta de todo. Quizá haría bien en descubrir nuevos grupos, pero es que no los disfruto. Disfruto más de la música haciendo música, estudiando las producciones de diferentes épocas. Mi vinculación ha cambiado. Siempre te puedes llevar alguna sorpresa. Me pasó con los australianos Voyager, aunque ahora se nota que ya quieren hacer pasta».
¿Crees que hacer música más accesible siempre implica que haya una intención comercial detrás o puede ser una expresión genuina artísticamente?
«Es una muy buena pregunta, y seguramente no tengo la respuesta. Cualquier artista lo que quiere es que lo que hace guste al mayor número de gente posible. Eso ya es un condicionante. Pero a unos se les nota más que a otros (risas). Vamos a entrar en polémica (risas). Es el caso de Ghost, por ejemplo. Me parece un grupo liderado por alguien con mucho talento, que sabe interpretar muy bien las reglas del juego, y a quien no le niego ni una pizca de todo el esfuerzo y trabajo que conlleva conseguir lo que ha conseguido. No lo discuto. Pero, me parece un producto totalmente pensado y diseñado para llegar a las masas. ¿Es menos artístico? Quizá no, pero a mí no me enamora tanto. O Metallica. Seguramente cuando hicieron Master Of Puppets ya querían en ser la banda más grande del mundo, pero no pensaban en ello. En cambio cuando hicieron Load u otros, seguramente sí. Seguirán siendo buenos discos, pero me parecen productos pensados para hacer pasta. Sabaton, Amon Amarth, me parecen productos. Pero bueno, la gracia de la música es que cada uno puede pensar lo que quiera. Tampoco me creo con la verdad absoluta».
JORDI MEYA