Que levante la mano quién no se coma la cabeza con cosas que no lo merecen. En su tercer disco, Elena Nieto, alma mater de Yawners, nos abre de par en par las puertas a sus neuras, ilusiones e inseguridades. Eso sí, envueltas con sus melodías más pop hasta la fecha.

Si algo bueno tiene cumplir años es que aprendes a relativizar las cosas. Una situación que antes te podía arruinar una semana, igual ahora solo lo hace unos minutos. Lo que antes parecía una montaña, ahora es solo un bache. Es un proceso de aprendizaje por el que Elena Nieto ha ido pasando desde que en 2022 publicó Duplo y que plasma a la perfección en Superbucle, su nuevo álbum que hoy ve la luz a través de Montgrí y que también se publica en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido mediante Counter Intuitive Records y en Japón con Inpartmaint Inc..

Si bien cualquiera que escuche su tercer trabajo encontrará el sello de Yawners, también apreciará a una Elena más directa tanto en lo musical como en lo lírico, a la vez que un sonido que, sin perder su espíritu indie rock, no tiene miedo de abrazar lo sintético. Con el apoyo en el estudio de productores como Santi Garcia, Emili Bosch, Juan Pedrayes, David Soler y Marcel Bagés que entre todos acumulan grabaciones con Toundra, Carolina Durante, Amaia o Alizzz, amén de Joan Delgado de Cala Vento -quien además de haber grabado las baterías y ser el 50% de su sello, es su pareja- Elena ha facturado su trabajo más personal y redondo.

Felicidades por el disco. El título Superbucle me parece muy acertado porque, por un lado, los temas son tan pegadizos que dan ganas de escuchar el disco en bucle, pero también porque, por las letras, deduzco que igual te comes tanto la cabeza que eres tú la que entra en un ‘superbucle’ y no sabe cómo salir.
ELENA NIETO “La interpretación es libre, pero por ahí va la cosa. Puedes explicar varias cosas y cualquiera de los significados estaría en lo correcto. Superbucle habla de una historia, una narrativa en particular. Es un poco más conceptual, pero luego el propio título y varias de las canciones también hacen referencia a una parte de mí muy grande, que es que tengo tendencia no deseada al overthinking y a darle mil vueltas a las cosas. Cualquiera que me conozca mínimamente lo puede confirmar. Entonces, también es un poco una parodia de eso, como que no hace falta comerse tanto la cabeza. Todas esas vueltas que le damos a las cosas que realmente no merecen tanto tiempo ni energía… deberíamos reírnos un poco más de todo, yo creo”.

De hecho, el disco empieza con ‘Un Día Genial’ y termina con ‘Un Día Horrible’, lo que también refuerza esa idea de bucle. ¿Tenías claro ese concepto cuando te pusiste a pensar en el disco o fue algo que salió durante el proceso?
“Inicialmente no lo tenía tan claro. Habitualmente suelo hacer primero la música, que es la parte que más tiempo me lleva, pero cuando empecé a escribir las letras se me ocurrió este concepto. Hasta ahora, en mis otros dos discos, realmente no existía mucho concepto, eran canciones y ya está. Entonces se me ocurrió lo de Superbucle, que es una historia que empieza en ‘Un Día Genial’ y termina en ‘Un Día Horrible’ y se repite en bucle infinitamente. Es como una historia interminable. A todas nos pasan cosas en la vida o tenemos ideas, y muchas veces nos creemos especiales porque se nos ha ocurrido algo o nos ha pasado un acontecimiento que creemos único en el mundo, pero la realidad es que es algo que le ha pasado a mucha más gente antes que a ti y que le va a pasar a gente después que a ti. El título se refiere también a esto, a un bucle de comportamiento humano, cíclico, que se va repitiendo porque, al final, todos nos parecemos mucho. Bueno, hay gente más mala, hay gente más buena, eso seguro, pero al final todos nos parecemos mucho más de lo que creemos. Todo eso lo he plasmado en una historia más concreta, con vivencias mías y con letras bastante reales y explícitas”.

«Creo que he llegado a un punto muy guay en el que me da todo bastante más igual que antes» ELENA NIETO

Desde luego te has abierto más que nunca hablando de relaciones, de tus neuras, inseguridades. ilusiones… Creo que has sido valiente exponiendo tanto.
“Sí. ¿Sabes qué pasa? Creo que he llegado a un punto muy guay en el que me da todo bastante más igual que antes. Entonces, me desnudo más porque me la pela lo que la gente diga. Con el disco he ido un poco a por todas, también a nivel de producción, porque he tardado casi dos años en hacerlo. Y en las letras ha sido en plan, ‘venga, pues si voy a hablar, voy a hablar y ya está’”.

¿Crees que es por una cuestión de simplemente ir cumpliendo años o has hecho un poco de autoexamen? En plan: quiero cambiar esto que no me gusta de mí, o no me gusta depender tanto de la opinión de los demás…
“Creo que es una cuestión de ir cumpliendo años y un poco de darte cuenta de cómo son las cosas en términos generales, ir como tocando tierra con la realidad. Darte cuenta de que nada es tan importante como pensabas. Al final, todos somos personas. Tampoco es que hiciera o dejara de hacer cosas por lo que pensaban los demás, pero ahora si quiero decir algo, lo digo y no pasa nada. Y también, como músico, vas haciendo más discos y te sientes más segura de ti misma. Es como que lo tienes más claro todo”.

¿Hubo alguna situación concreta que te encendió la bombilla para hilar el disco bajo este concepto?
“No sé, supongo que vino alrededor de hace seis meses. Era un momento en el que estaba un poco desencantada en general, de la vida y con mi alrededor, cuando no ves las cosas con demasiada luz. Y era un poco en plan: ‘bueno, es que todos somos iguales’, relacionado con esto del overthinking”.

¿Cómo casa el overthinking con la frescura que tienen las canciones?
“Pues te diré que el overthinking me afecta prácticamente en todas las facetas de mi vida, excepto en la composición de canciones. Cuando estoy en un periodo en que estoy escribiendo música y letras, no suelo dudar prácticamente nada. Tengo una idea, la ejecuto, arreglo la canción. Tengo dudas, natural, pero bastante mínimas, de si escoger este bombo o escoger este otro. Pero en el momento de composición no le doy vueltas a nada. De hecho, te diré una cosa un poco rara siendo mi tercer disco, y es que todas las canciones que he compuesto en mi vida, todas las he grabado y todas se han publicado. Nunca he tenido ningún descarte”.

Sin duda es tu disco más pop, no has tenido nada de miedo a la hora de repetir estribillos. En plan: este estribillo mola y os lo vais a comer un montón de veces. ¿Crees que te estás convirtiendo en una gran compositora de estribillos pop?
“Bueno, me encantaría. A mí me pasa una cosa, y es que la música que, como consumidora, como oyente, más me gusta es la más sencilla y efectiva que pueda existir, o todo lo contrario: la más enrevesada, que tenga detalles más locos. Lo que está entre medias me jode un poco, ¿sabes? Entonces, como oyente disfruto mucho cuando un estribillo es increíble y te lo tragas, y es como ¡Dios, cómo mola! Y me pasa lo mismo cuando compongo, en plan: ‘¡Cómo mola esto que he hecho! ¡Jolín! Pues sí, lo repetiré’. Es que, ¿por qué no?”.

Dame dos ejemplos de lo más pop y de lo más enrevesado que estés escuchando.
“Bueno, igual tampoco es súper enrevesado, pero Black Country, New Road, que son como diez en el escenario con saxos, percusiones… Y lo más pop… Charli XCX o cosas mega mainstream que funcionan porque tocan una tecla del cerebro de las personas que le gusta a todo el mundo, ¿sabes? O Justin Bieber. Son cosas como de ASMR del cerebro”.

En los otros discos me parecía que a veces ‘fingías’ que Yawners era una banda, pero en este que has metido más cosas electrónicas, suena más como un proyecto unipersonal casero, de tú rodeada de tus máquinas, sobre todo en ‘Las Horas Pasan’. ¿Te apetecía dejar claro que en disco Yawners eres tú sola?
“Bueno, me apetecía sobre todo experimentar con otros instrumentos y a nivel de producción. Este lo he pre-producido entero en mi casa. Luego en el estudio le hemos dado como una vuelta más, pero me apetecía un poco salirme de la zona en la que estoy más cómoda, de lo más típicamente rock. Y tocar palos de sintes, tocar palos de baterías electrónicas, más modulación de voz, hacer las guitarras un poco más frikis. Y la verdad es que me ha gustado mucho. Y no ha sido por intentar demostrar que soy yo sola, porque no creo que sea tan relevante. Bueno, o sí, porque también tiene valor que una persona haga todo esto, ¿no? Pero no ha sido intencionado ir en esa dirección”.

Tampoco lo decía en el sentido de que quisieras ponerte la medalla de que lo has hecho tú sola, sino de, enlazando con lo de desnudarse más, dejar muy a la vista que Yawners eres tú.
“Sí, sí. Supongo que ahora queda más claro. Sí, puede ser”.

A diferencia de los anteriores, en el disco sólo hay una canción en inglés, ‘Self-diagnose’. ¿Fue porque no te cuadraban las melodías con palabras en castellano o por algún otro motivo?
“Te lo cuento, pero no sé si te lo vas a creer. La intención era hacer el disco entero en castellano, y ya las tenía casi todas así, pero un día, echándome la siesta, soñé entera esta canción. Una cosa super freaky. Soñé la melodía, soñé los acordes, soñé los arreglos de piano y soñé la letra en inglés entera. Me desperté, me puse en el ordenador y estuve hasta las 12 de la noche produciendo la canción entera. Grabé una voz de referencia con la letra y dije: ‘Jolín, es que ahora no la puedo cambiar’”.

¿Era la primera vez que te pasaba algo así?
“Sí, sí. Fue muy raro. Y luego es de mis favoritas del disco, me parece una canción bastante chula. Antes me daba más apuro cantar en castellano y ahora me pasa un poco lo contrario. Cantando en inglés me siento un poco impostora. Son sensaciones. De repente, ahora siento esto, pero igual se me pasará. No sé”.

«Antes me daba más apuro cantar en castellano y ahora me pasa un poco lo contrario. Cantando en inglés me siento un poco impostora» ELENA NIETO

No sé cómo de conocida eres, pero da la sensación de que en Japón has ido creando una base de fans. ¿Te has planteado hacer alguna canción en japonés?
“Pues… sí. Bueno, a ver, puntualizo. Más que una canción en japonés, estaba hablando con un grupo de allí que es muy guay, que se llama Subway Daydream. Me escribieron un mail en plan: ‘¡Guau, somos superfans!’ y me escuché su disco, y moló un montón. Estuvimos hablando para hacer una canción conjunta. Lo que pasa es que, claro, no es fácil, porque ellos están en Japón y yo estoy aquí, aunque ahora es más fácil que nunca. Me gustaría hacer una colaboración de verdad, no que yo les mande una canción ya hecha y que cante ella, o viceversa. De momento no se ha llegado a eso, pero bueno, es una cosa que está ahí pendiente y que a lo mejor surge. Sería un puntazo cantar en japonés, la verdad, aunque no tengo ni puta idea (risas)”.

¿Y qué feedback te llega de Japón en general? ¿Estás creciendo?
“La verdad es que sí. El sello que edita el disco allí hace un buen trabajo, sobre todo de promo. En tiendas físicas siempre ponen como carteles, que yo flipo porque al final ves ahí tu cara con un montón de carteles en japonés que no sabes qué coño dicen (risas). Lo noto especialmente en Bandcamp, veo que hay japoneses que me compran todo el rato una canción, el disco entero, el merch y tal”.

¿Cuando lanzas un single nuevo eres de las que mira cuántas escuchas tienes respecto a los que lanzaste antes o intentas evitar mirar las estadísticas?
“Pues lo miro porque es que, ¿qué vas a hacer? ¿No mirarlo? Miro eso y miro los likes de Instagram y me trae un poco por el camino de la amargura. Necesito encontrar la manera de que me la sude completamente, ¿sabes? Porque al final la realidad de mi proyecto es que es un proyecto pequeño, de mediano tamaño, ¿no? No te puedes estar comparando con bandas mucho más grandes”.

Volviendo con el overthinking, en las letras hablas mucho de la intensidad de los momentos en pareja, pero también de la ausencia, que supongo que es algo que se acentúa mucho más en una relación a distancia y todavía más siendo Joan y tú músicos. En algún momento te planteas incluso si merece la pena. ¿Hacer este disco te ha ayudado a aceptar mejor esa situación? Lo que decías de quitarle dramatismo a las cosas…
“A ver, yo creo que, en cualquier caso, siempre verbalizar las cosas y los sentimientos ayuda mucho a aclararlos y a ponerles cara. Entonces, en el caso de escribirlo para una canción, no es que lo escribas en un papel y lo guardes en un cajón y no lo vuelvas a ver nunca más, es que escuchas eso 500 veces más cuando estás grabando y durante los próximos tres años que estarás girando (risas). O sea, son palabras que van a tener peso al final, ¿no? Entonces, supongo que sí, que es un poco autoterapia. Y supongo que ayuda a darte cuenta de las cosas, porque cuando escribes algo, lo escribes porque lo sientes”.

A diferencia de alguien que escriba algo y lo meta en un cajón, en tu caso sabes que la otra persona de la que hablas lo va a escuchar. ¿Se lo cuentas antes o es en plan: ‘escúchate esto a ver si lo pillas’?
“Yo no cuento nada ni antes, ni durante, ni después. Yo ahí vomito lo que quiero decir y lo digo, y quien se quiera dar por aludido, que se dé, y quien no, pues no, ¿sabes? Que luego eso también está guay. También tengo canciones que hablan de mis amigos. Pero se dice el pecado, no el pecador. Quien quiera analizarlo, que lo analice”.

JORDI MEYA