Después de celebrar a finales de 2018 su pasado con una gira conmemorativa por los diez años de su primer álbum, You Me At Six tuvieron que volver rápidamente al presente para trabajar en el que sería su séptimo disco. Porque incluso más importante que saber de dónde vienes, es saber a dónde quieres ir.

Impulsados en su momento como una de las revelaciones del pop punk británico, You Me At Six son hoy en día una banda muy distinta. Y no sólo porque los flequillos emo que en 2008 lucían el cantante Josh Franceschi, los guitarristas Max Helyer y Chris Miller, el bajista Matt Barnes, y el batería Dan Flint, hayan desaparecido, sino porque musicalmente también han crecido. Basta escuchar Suckapunch (Underdog/AWAL), su nuevo disco que han lanzado apenas hace diez días, para ver hasta qué punto.

Grabado en octubre y noviembre de 2019 en los Karma Studios de Tailandia, rodeados de playas y palmeras, su séptimo disco de estudio destaca por su enorme variedad. Si en una canción es como si estuvieses en un club de electrónica en Nueva York, en otra podrías estar en un concierto punk… Es más agresivo y electrónico a la vez, más edgy, como si, casi por primera vez, se hubiesen sentido totalmente libres para seguir sus instintos. De todo ello hablamos hace unas semanas con Max.

Empezasteis a trabajar en este disco antes de la gira de décimo aniversario de vuestro debut, Take Off Your Colours. ¿Qué sacasteis de esa experiencia?
MAX HELYER «La cuestión es que sin nuestros fans, no seríamos una banda. Tenemos la suerte de haber hecho un disco que diez años después todavía gusta. Es el disco que nos permitió tener una carrera. A medida que vas creciendo dejas de tocar muchos temas antiguos, pero canciones como ‘Gossip’, ‘Save It For The Bedroom’ o ‘The Rumour’ son las que nos ayudaron a que podamos estar aquí hoy. Así que tocarlas de nuevo fue una manera de celebrarlo con nuestros fans. Una manera de celebrar un momento importante en sus vidas, y en las nuestras, cuando el punk pop y el emo eran el movimiento que nos marcó a todos. Fue un acto de nostalgia, pero cuando terminó la gira nos dimos cuenta de lo mucho que nos habíamos divertido tocando esos temas que habíamos escrito cuando teníamos de 15 a 18 años. Éramos críos y ahora somos hombres. Nos ayudó a darnos cuenta de lo mucho que has crecido como personas, como músicos, y como amigos».

¿Qué adjetivos usarías para describir Suckapunch?
«Diría que es un disco redentor, y también rebelde. En algunos temas está la cara oscura de cosas por las que hemos pasado, pero en otras te muestra que hay luz al final del túnel. No puedes recrearte en la miseria, tienes que levantarte y luchar».

Yo también diría que es audaz. Encontramos canciones guitarreras, al lado de otras bailables o más ambientales, y se nota que habéis querido dar más importancia a la producción. ¿Qué os llevó en esa dirección?
«Todo el proceso empezó un mes después de que saliera nuestro anterior disco, VI, en noviembre de 2018. Estábamos en el estudio, ensayando para la gira de décimo aniversario, y a la vez estábamos jugando con varias ideas. Una de ellas era ‘What’s It Like’ que es la última canción del nuevo disco. Si hablas de producción, en ese tema arriesgamos un poco más, y nos dimos cuenta del potencial de lo que podíamos hacer como banda. Es algo que nos excitó, aunque fuera algo que quizá los fans no esperábamos que hiciésemos. Pero es que nos gusta poner retos tanto a los fans como a nosotros mismos. Saltar al vacío está bien cuando haces música. Hace que todo el mundo se ponga las pilas. Fue una manera de salir de nuestra zona de confort».

¿En qué se concretó?
«Decidimos intentar escribir canciones con nuestros portátiles, mejorando nuestras habilidades de producción y creando una identidad para cada una, creando loops, en lugar de simplemente grabar un riff de guitarra. Estuvimos componiendo desde febrero hasta septiembre de 2019, las canciones fueron saliendo de manera muy natural. Disfrutamos mucho del proceso, fue como volver a aprender a crear música, tomárnoslo como si fuera un juego. Muchos de nuestros fans consideran que Sinners Never Sleeps es su disco favorito, así que quizá por eso este disco es más rockero, pero incorporando todo lo que hemos ido aprendiendo en cuanto a producción».

Antes has comentado que os habían pasado cosas oscuras, ¿a qué te referías?
«Eran cosas personales, por ejemplo cuando en 2019 estábamos girando por Estados Unidos, yo estaba rompiendo con mi pareja sin ni siquiera ser consciente de ello. Y no era el único que pasó por algo parecido. Todas esas emociones acaban saliendo en las canciones. ‘Kill The Mood’ resume cómo me sentía. Y de la rabia que sentí después salió ‘Makemefeelalive’, donde básicamente me pregunto ‘¿Qué coño me está pasando?’«.

¿Por qué ir a Tailandia para grabar el disco?
«Amigos nuestros como Enter Shikari, Young Guns o Bullet For My Valentine han grabado allí, y nos habían hablado muy bien del sitio. Era una aventura, una apuesta porque tienes que coger un vuelo de 12 horas y luego conducir tres horas hasta que llegas al estudio, así que si no te gusta, no puedes decir ‘oh, no me gusta, me vuelvo a casa’ (risas). Pero nos fue bien una escapada de ese tipo. Poder estar en un sitio donde nadie te controla, y puedes hacer ruido toda la noche si quieres. Nos sentimos como en casa y nos hizo sentir muy creativos. Creo que por primera vez todos estuvimos 100% concentrados en hacer el mejor disco posible».

¿Cuéntame cómo era el día a día?
«Lo bueno era que el alojamiento estaba en el mismo estudio. Así que igual me levantaba a las 9 y me tomaba un café con Dan Austin, el productor. Luego hacía algo de ejercicio, y me metía en el estudio a las 10. Y no había un plan fijo, hacíamos lo que nos inspiraba ese momento. Luego hacíamos una pausa para comer y seguíamos trabajando hasta la hora que quisiéramos. A veces nos daban las 3 o las 4 de la madrugada. Nos íbamos a dormir, y al día siguiente, otra vez lo mismo. Lo bueno también fue que lo grabamos en octubre y noviembre, cuando en Inglaterra ya empezaba a llover mucho y hacer frío, y en cambio hacía sol, y calor. Estábamos muy relajados».

«Saltar al vacío está bien cuando haces música.
Hace que todo el mundo se ponga las pilas.»
MAX HEYNER

A lo largo de vuestra carrera habéis grabado discos en Inglaterra, en Los Angeles, en Nashville, ahora en Tailandia. ¿Le dais mucha importancia al entorno?
«Es muy importante. Cuando hacemos un disco nos sumergimos en el entorno, en la cultura. Hemos grabado tres discos en Reino Unido, dos en Reading y el anterior cerca de Birmingham. Los dos primeros los hicimos en el estudio casero de un amigo. El tercero en Sunset Sound en Los Angeles, que es un sitio histórico donde han grabado Led Zeppelin y Rage Against The Machine. Los Red Hot Chili Peppers nos echaron del estudio para que pudieran grabar ellos (risas). Todo eso te influye porque te estás impregnando de ese ambiente. La segunda vez que volvimos a L.A. para hacer Cavalier Youth fue aún mejor porque lo grabamos con Neal Avron, que ha trabajado con Linkin Park y Fall Out Boy, y te transmite esa energía. No paramos de salir de fiesta (risas). Y en Nashville grabamos con Jacquire King que ha trabajado con Kings Of Leon y Tom Waits, en los estudios Blackbird que son de los mejores del mundo, y es otro tipo de experiencia».

En cierto modo este nuevo disco es como un viaje en sí mismo.
«Sí, mi idea para este disco era hacer algo cinematográfico. Cerraba los ojos y pensaba en qué imágenes me sugería. Y para mí este disco me sugería como una persecución de coches, en la que la tensión va subiendo. Estás huyendo de algo. Me encanta que hayas dicho que el disco te ha hecho sentir como que estabas viajando, porque queríamos que el disco fuera un viaje de principio a fin. Creo que tiene la variedad de Sinners Never Sleep, pero con la experiencia acumulada en los últimos diez años. El tema ‘Suckapunch’ es como un tema dance de los 90, como si hubieras estado en Ibiza (risas). Y ‘Makemefeelalive’ es como estar en el CBGB en Nueva York».

Sí, hay una gran mezcla de influencias…
«Intenté incorporar algo de la música que escuchaba de adolescente como Prodigy o Marilyn Manson. En ‘Suckapunch’ le pedí a Dan que me ayudara, y creara unos cuantos loops. Cuando al día siguiente, el resto vino al estudio alucinaron con lo que habíamos hecho. Pensaron que era una locura, pero tenía ese toque punk, de ser un tema corto y directo. El tema no tiene ni un puente ni nada. Termina y quieres volver a escucharla. Por eso queríamos que los fans la escucharan como avance del disco. Y en cambio ‘Glassgow’ es una balada a lo Taking Back Sunday o Brand New porque no queremos olvidar de dónde venimos. Y por ejemplo, el cuarto tema ‘WYDRN’, que es el acrónimo de ‘What You’Re Doing Right Now’, muestra nuestra cara más pop, más R&B, que es una música que todos escuchamos. Se trata de mostrar la música que nos gusta y no tener miedo».

JORDI MEYA