Zeal & Ardor no es solo el nombre de la banda liderada por el suizo Manuel Gagneux, sino también el de su esperado tercer álbum que verá la luz este viernes. Un trabajo en el que su interesante sonido sigue expandiéndose.

Manuel Gagneux nos saluda al otro de la pantalla desde Basilea, Suiza, en lo que parece ser una taberna. Pero cuando inclina ligeramente la cabeza, y su mata de pelo se difumina, nos damos cuenta de que en realidad se trata de un fondo de Zoom. Descubierto el truco, Manuel se ríe. Y es que a pesar de la estética satánica de su banda y su afición por el black metal, su persona no transmite para nada oscuridad o mal rollo. Más bien todo lo contrario.

No hay que olvidar que el origen de Zeal & Ardor salió a través de un reto en un foro de 4chan para mezclar dos estilos que no tuvieran nada que ver. Nadie, ni él mismo, podía esperar que la sugerencia de un forero (juntar cánticos de esclavos con metal) pudiera abrirle la puerta a convertirse en un músico profesional.

Nueve años, dos discos muy bien recibidos (Devil Is Fine y Stranger Fruit), un EP (Wake Of A Nation), y muchos conciertos después, Manuel está a punto de mostrar al mundo su última obra. Un disco homónimo en el que, como no podía ser de otra manera para alguien tan inquieto como él, sobre aquella idea inicial ha incorporado nuevas sonoridades.

En Zeal & Ardor sueles trabajar la música de manera bastante autónoma, por tú cuenta. Supongo que fue una ventaja a la hora de poder hacer el disco durante la pandemia.
MANUEL GAGNEUX “Sí, no hubo una gran diferencia, la verdad. Seguí yendo a mi pequeño sótano y componiendo mis tonterías. Marc Obrist, uno de los coristas de la banda, construyó un estudio, y lo grabamos ahí. Aparte de un par de giras que tuvimos que cancelar, no nos afectó demasiado”.

¿Estamos ante un disco conceptual o cada canción tiene su propia historia?
“Cada canción es autónoma, pero al final podemos cambiar el principio de un tema o el final de otro para que todo fluya bien. No hay una narrativa común, pero para nosotros es muy importante que funcione de principio a fin como un álbum”.

Zeal & Ardor empezó como algo muy específico, la unión de black metal con música de esclavos. Pero ese concepto se ha ido ampliando, y por ejemplo en ‘Golden Liar’, hay algo de country.
“Sí, la realidad es que me aburro fácilmente. Para mí es divertido incorporar distintos estilos de música. Me resulta extraño que haya bandas que solo toquen un estilo porque no me parece nada estimulante”.

¿Todavía estás abierto a nuevas influencias o como mucha gente una vez has pasado los 30 resulta difícil que algo te sorprenda?
“A mí me encantan las cosas nuevas. Para mí descubrir nueva música es como descubrir un caramelo con un nuevo sabor. Cosas como Arca me estimulan muchísimo y me llenan. Otra cosa es cuánto influencian mi propia música, pero supongo que es imposible escuchar algo y que de una manera u otra no te afecte”.

¿En qué canción tienes la sensación de haber hecho algo que no habías hecho antes?
«Creo que ‘Golden Liar’ es la canción que me llevó más tiempo. Tiendo a escribir canciones muy cortas, y la primera versión de ‘Golden Liar’ era muy, muy corta. Así que tuve que darle unas cuentas vueltas porque sabía como quería que empezarse y acabase, pero quería que ofreciera una experiencia».

En los últimos meses has ido publicando singles de adelanto, creo que hasta cinco. ¿Te gusta esta manera de ir presentando el álbum poco a poco o es una obligación?
«En el mundo del streaming es lo que tienes que hacer. Yo prefiero un álbum, la verdad».

¿Podrías explicar en qué beneficia a los artistas hacerlo así?
«Es el algoritmo. El algoritmo favorece las canciones más recientes, así que cuanta más alta es tu frecuencia de publicación, más lo tienes a tu favor. Por eso lo hacen todas las grandes estrellas de pop. Si sacaras sólo un tema y dos meses después el álbum entero, pasarías sin pena ni gloria. Todos somos esclavos de eso».

¿Y como artista cómo te sientes que un algoritmo determine como presentas tu trabajo?
«Bueno, no es lo ideal. Pero en el fondo la industria siempre ha tenido sus normas. Así que es es lo mismo, pero de manera distinta».

¿Prestas atención a cuáles de tus canciones tienen más escuchas? ¿Te influye a la hora de componer material nuevo?
«No, no. Intento escribir lo que me gusta, si intentara hacer algo más calculado no sería honesto. Y la gente puede oler cuando la intentas engañar. Así que nunca voy a hacerlo».

«Eso es lo que da miedo; que ser de extrema derecha mole» MANUEL GAGNEUX

El caso es que con cada disco la banda ha ido creciendo y tenéis más oportunidades. Habéis estado en la gira de Mastodon y Opeth por Estados Unidos, y también estaréis en la próxima gira europea de Meshuggah. ¿Cómo han surgido?
«No tengo ni idea. Creo que en el momento en que haga demasiadas preguntas, todo se irá a la mierda (risas). La verdad es que en ambos casos fue una verdadera sorpresa, lo cual es fascinante. Creo que ofrecemos algo nuevo, y quizá la gente quiera estar asociada con eso. Pero al mismo tiempo significa que no durará para siempre ¿sabes?».

¿Tienes esa sensación? ¿De que Zeal & Ardor tiene una fecha de caducidad?
«Bueno, es la realidad. A fin de cuentas la música es un juego de popularidad, y nada es popular para siempre. Creo que que es necesario no olvidarlo».

Pero también es cierto que si la gente conecta a un nivel más profundo, esos fans van a estar ahí para apoyarte.
«Hasta cierto punto sí. Pero no puedes esperar a que crezca continuamente. Para mí estar hablando contigo sigue resultándome muy raro. Porque esto empezó como un desafío estúpido, y todo lo que ha venido después, para mí es desproporcionado. Estoy encantado de tener la oportunidad de hacerlo, pero para mí es importante ser consciente de que he tenido mucha suerte».

El disco empieza con la canción ‘Zeal & Ardor’ que es también el título del álbum. ¿Querías escribir algo así como un himno para la banda? ¿Cuál era la idea?
«Bueno, para empezar no lo habíamos hecho antes. Para mí Zeal & Ardor no es un estilo, es más bien un estado de ánimo, una atmósfera. Creo que ese tema te lleva ahí de manera inmediata, a nuestra estética y nuestro sonido».

En tus canciones has tratado, ni que fuera a través de la fantasía, temas como el racismo. En Europa quizá no tenemos la conciencia de una división racial como en Estados Unidos, pero en la manera en la que se trata a los inmigrantes y los refugiados hay racismo. ¿Crees que llegará un día en que se erradique por completo?
«Erradicar es una palabra demasiado fuerte, pero creo que podemos pequeños pasos en la buena dirección. Aunque viendo lo que ha ocurrido en los últimos años, no invita al optimismo».

Especialmente con el auge de la extrema derecha. ¿Te da miedo?
«Desde luego. Antes he hablado con algunos periodistas polacos y me han pintado un panorama muy negro. Cuando a una manifestación anti-feminista va más gente que a una feminista es que hay un problema enorme».

Supongo que lo decepcionante es que venimos de una época en que se había avanzado a los derechos sociales, y ahora se dan pasos para atrás. Y no estoy seguro que estemos mentalizados para luchar contra eso.
«Creo que mucha gente joven está tirando hacia la derecha porque ahora eso es lo contracultural Nosotros venimos de cuando la contracultura estaba en la extrema izquierda, pero una vez el status quo se mueve hacia posiciones liberales, la extrema derecha ocupa ese lugar. Eso es lo que da miedo; que ser de extrema derecha mole».

¿Has tenido algún problema por el color de tu piel?
«No con Zeal & Ardor porque viajamos en una burbuja, somos unos privilegiados. Pero antes, sí, claro. Aquí en Suiza me arrestaron un par de veces sin motivo, simplemente porque, ya sabes, parecía sospechoso. Y lo mismo en Nueva York. Pero cuando estás en una banda es como si vivieras en una sociedad paralela».

¿Quizá es porque es más una cuestión de clase que racial?
«Sí, desde luego. Pero no siempre. Supongo que en Sudáfrica tienen otra opinión (risas)«.

¿Hay alguna canción en el disco que hable sobre esto?
«Sí, pero lo que pasa es que como escritor prefiero ser más vago. En el EP Wake Of A Nation sí que fui muy específico, y me alegro de haberlo hecho, pero no querría repetirlo. Las canciones tienen mensaje, pero están más ocultos. Y al final si tienes un buen mensaje en una canción mala, no sirve para nada (risas)«.

¿Te cuesta escribir las letras?
«Depende. Tengo una pequeña libreta en la que voy apuntando cosas. A veces la uso, pero muchas otras la música, la cadencia, bastan para que te salgan las palabras. En general no me cuesta».

Cambiando de tema, hace unos años tocaste con Marilyn Manson…
«Tocamos con él en un festival, sí».

Ok. ¿Qué te parece toda la situación que está viviendo?
«La verdad es que apenas tuvimos contacto. Subimos al escenario y había una bombona de oxígeno a la derecha. Creo que hacía poco que su padre había muerto y estaba fatal. Sobre su situación… No sé, creo que ha hablado suficiente gente para que la situación esté clara. Los ídolos caen del pedestal porque son personas. Son personas».

¿Debe separarse la obra del artista?
«Sí, hasta cierto punto. Pero si todo lo de Marilyn Manson es cierto, para mí será un no. Es una pena por sus canciones, pero… Eso también te demuestra que nunca conoces al artista que estás escuchando. Siempre es un algo distinto».

También vivimos en una época en la que es muy difícil mantener secretos, así que da la sensación que para librarte de cosas así tienes que tener a mucha gente que te proteja.
«Sí, por eso me parece bien que haya transparencia».

«La primera vez que tocas en una sala llena flipas, pero cuando llevas meses de gira, ya no es lo mismo». MANUEL GAGNEUX

Supongo que también tiene que ver con cierto sentimiento de impunidad que se adquiere cuando alcanzas un cierto nivel de éxito o cuando te crees demasiado tu propio personaje. Hasta cierto punto tú tampoco eres el mismo Manuel dentro y fuera del escenario. ¿Cómo lo controlas?
«Para mí el personaje se limita al tiempo que estoy en el escenario, es donde lo suelto todo. Pero nunca soy esa persona cuando estoy cenando (risas). Es una actuación y se limita a eso. Aunque sea algo muy emocional, también es hasta cierto punto calculado».

¿Pero no es difícil controlar tu propio ego?
«Bueno, a todo el mundo le gusta gustar, y es genial. Pero cuando termina mi concierto, puedo pegarme una ducha, salir al público con una sudadera y nadie se entera. En la gira con Mastodon podía ponerme en primera fila durante su show y nadie se enteraba. Era genial (risas). Además, el ‘éxito’ me ha llegado con 27 años. Es demasiado tarde como para que me suba a la cabeza, porque hace diez años estaba comiendo mierda. Así que conozco demasiado bien la otra cara como para ser un capullo».

¿Es más díficil gestionar el éxito que el fracaso?
«No. Gestioné mis fracasos yo solo, y en cambio ahora tengo un manager (risas). ¿Pero te refiferes emocionalmente?».

Sí, porque supongo que con el éxito viene el miedo de perderlo. En cambio cuando no tienes nada, las cosas solo pueden ir a mejor.
«Lo que pasa es que el subidón del éxito no es algo sostenido. La primera vez que tocas en una sala llena flipas, pero cuando llevas meses de gira, ya no es lo mismo. Lo importante es controlar tus expectativas. Si no esperas nada las cosas te sorprenderán de manera positiva. En cambio si crees que deberías estar tocando en Fuji Rock o lo que sea y no ocurre, estás destinado a decepcionarte».

Gran parte de tus seguidores vienen del metal. ¿Crees que es un buen momento para la escena?
«Depende de cómo lo mires. Creo que es un gran momento par escuchar metal, pero hace 20 años si ofrecías un sonido nuevo te catapultaba a tocar en pabellones, ahora un nuevo sonido significa estar en una playlist de Spotify durante una semana. Así que en realidad el gran público está menos abierto, pero a nivel underground ocurren cosas muy chulas como Alcest o Liturgy. Nunca llegarán muy arriba, pero al aceptarlo, les permite ser aún más experimentales. Así que como oyente es genial, pero como creador vanguardista no estoy tan seguro».

JORDI MEYA