No han sido pocos los ensayos que hemos tenido en esta última década sobre los orígenes del punk, el hardcore y, en menor medida, el metal, en nuestro país. La mayoría de ellos ofrecían resultados sobresalientes. Lo que quizá faltaba era una obra definitiva sobre lo que fue toda aquel despertar musical, visto de una manera global, y no sólo centrado en escenas concretas.

Zona Especial Noise– Crónica De Una Destrucción Musical En El Underground Español De Los Años 80 (Beat Generation) viene a cubrir ese vacío. Conducido por el asturiano David von Rivers, estamos ante un ensayo mastodóntico, de cerca de 700 páginas, que tiene todos los números para ser la obra referencial sobre toda esa maravillosa música que se creó en un país en pañales y con todas las ganas del mundo de expresarse. Hablamos con su autor.

Para empezar es inevitable preguntarte por el origen del libro. ¿En qué momento te decides a hacer un libro de tal magnitud?
DAVID VON RIVERS “Desde el principio me planteé hacer algo amplio, así que diría que desde un primer momento. Es normal que este tipo de libros sean extensos, piensa en Swedish Death Metal, Harto De Todo o The Story Of H8000 Hardcore, por ejemplo. Lo que sucede es que durante todo el proceso me forcé a trascender el material que tenía elaborado y empujarlo a un nuevo nivel. Eso sucedió un par de veces, y además he de decir que Beat Generation, la editorial, me animó en ese sentido”.

¿Cuándo empezaste a idear Zone Especial Noise, ya tenías en mente hacer un libro de este calibre o la composición del libro fue mutando conforme fue pasando el tiempo?
“Cuando empecé a trabajar en lo que luego sería Zona Especial Noise, venía de terminar mi primer libro Navia Caótica, así que me planteaba cambiar de formato y hacer una especie de guía, aunque deseché la idea a los pocos meses, para decantarme, una vez más, por un relato cronológico. Es mucho más trabajoso, pero es lo que más me gusta hacer, y también es el que yo más disfruto como lector. A partir de ahí todo es aprendizaje y trabajo, hacer preguntas y muchas revisiones, y tratar de profundizar en cuestiones que se pueden haber pasado por alto. Con el tiempo, el libro termina por ser un monstruo enorme, que admite múltiples añadidos. Pero hay que escoger un momento en que dejarlo y darlo por terminado”.

Una vez acabado el libro, ¿Cómo describirías en tus propias palabras lo que es Zona Especial Noise?
“En verdad es una pregunta muy difícil de responder para mí. Recuerdo que para escribir la sinopsis de la contraportada estuvimos tres personas dándole muchas vueltas al asunto. A mí se me hace complicado resumir un trabajo tan extenso y del que conozco tantos detalles de una forma breve. Digamos que cuando se me ocurrió el juego de palabras «Zona Especial Noise», me di cuenta de que daba mucho juego y de que tenía múltiples niveles de lectura, como explico en el prólogo. De hecho, cada vez que lo pienso, suele dar de sí algo nuevo, y en realidad me gustaría que los lectores pensasen sobre el título antes y después de leer el libro, a ver qué se les ocurre. Se puede decir que la Zona Especial Noise es un espacio ficticio y fluctuante, donde habitan las bandas más extremistas de cada época, las que muchas veces son consideradas ‘ruido’, que va cambiando con el paso tiempo. Además, es un espacio en el que se ha insertado un elemento foráneo extraño, en forma de influencias que no se pueden considerar autóctonas”.

Uno de los puntos que más me atrae del libro es la contextualización. Normalmente los libros sobre ‘escenas locales’ pecan de no hablar de lo que estaba pasando fuera y como eso influía en la creación. Imagino que para ti fue un punto básico a la hora de encarar su contenido.
“Con el tiempo me he dado cuenta de que es una de las cuestiones vitales de escribir, hay que hacer que el lector se traslade a la época que estás tratando, y que el libro cumpla esta función tanto en el momento en que se publica como dentro de 20 años, si es que no ha ardido en una pira antes. En la contextualización también influye positivamente el hecho de que yo no participé en los sucesos que narro, y eso por una parte puede ser un inconveniente, pero por otro también es una ventaja, porque me alerta en seguida cuando hay algún evento o tema oscuro, del que hay poca información o que no resulta satisfactoria desde el punto de vista de alguien que quiere saber más sobre la época. De hecho, cuando entrevisto a alguien siempre invito a que den la mayor cantidad de información posible, aunque a veces a la persona le pueda parecer accesoria o intrascendente. Los testimonios que molan son los que son ricos y están llenos de anécdotas y vivencias personales. Eso, al final y en conjunto, da toda una constelación de datos que sirven para ubicar y contextualizar. Además, me gusta la historia y el cine, así que no me cuesta localizar eventos que pudieran tener relación con el relato. A veces hay unas sincronías muy curiosas”.

A pesar la inevitable influencia de lo de fuera, es cierto que tanto el punk, hardcore o metal estatal de los 80, tenía un sonido muy característico si lo comparábamos con lo que venía del resto del Europa o Estados Unidos. ¿Estás de acuerdo? ¿Crees que nos benefició estar algo aislados de lo que pasaba fuera?
“El aislamiento no es bueno, y menos si viene dado por circunstancias políticas y sociales tan desdichadas como las españolas, con cuarenta años de dictadura a sus espaldas. Las escenas del punk, del hardcore y del metal extremo undergound son en realidad comunidades, y el aislamiento impide participar en la comunidad underground internacional de una forma plena, aunque en este país siempre ha habido casos de personas que se las han arreglado para tener contactos fuera y, en consecuencia, eso les ha enriquecido muchísimo, sólo hay que ver, por ejemplo, las bandas referentes que conocía la gente del fanzine Penetración en 1983, cuando aquí la mayoría de punks no pasaban de Ramones, Sex Pistols, UK Subs o Exploited. En ese sentido, creo que en el país ha habido una larga historia de endogamia de referentes, que ha llevado a fenómenos como el rock kalimotxero, el punk patatero y el heavy metal español, que hay quien dice, con bastante mala intención, que es un subgénero en sí mismo (risas). En el libro menciono un artículo de Javier Piñango en que mencionaba las idiosincrasias del punk español, y Robert Beltrán (vocalista de bandas como El Kaso Urkijo o 24 Ideas) me facilitó la expresión «conversión ibérica» para explicar cómo se transforma o traduce la subcultura foránea para que pueda ser asumida en España, algo que habitualmente ofrece resultados bastante cómicos, por no decir esperpénticos. Volviendo al tema: a mí me cuesta reconocer ese sonido característico que comentas sobre las bandas estatales, creo que debido a que conozco a muchas de ellas, y cuanto más se conoce una expresión cultural más matices se encuentran y menos se tiende al estereotipo. Supongo que hay elementos como el uso del castellano o ciertos detalles de la producción que a unos oídos foráneos les puedan sonar como distintivos o incluso ‘exóticos’. De todas formas, te pones a pensar, y ves que bandas como Tortura Sistemátika o GRB no podrían ser más diferentes entre sí. Ahora mismo me estoy acordando de lo que decía Tim Yohannan, creador e impulsor de la revista Maximum Rocknroll, en una reseña del grupo IV Reich: que las bandas españolas que había escuchado compartían una rabia y una crudeza que resultaba muy creíble y genuina”. 

¿Piensas que toda nuestra escena tiene el reconocimiento que merece? Puede que el hecho de que la mayoría de bandas cantasen en castellano, haya sido un hándicap para un mayor conocimiento en Europa.
“Creo que el idioma no es un obstáculo en absoluto. Date cuenta que bandas del hardcore italiano, que cantaban en su idioma, como era el caso de Negazione, tuvieron una amplia repercusión fuera de su país. Por otro lado, Kortatu lo petaron en Europa cantando en euskera, lo mismo que Negu Gorriak años más tarde. Ya en el ámbito del libro, Subterranean Kids usaban el castellano y fueron, ya en los 80, una de las bandas del hardcore catalán y español más reconocidas internacionalmente. Otros casos más underground fueron los de Anti/Dogmatikss o HHH. En realidad, todas estas bandas que estoy mencionando fueron reconocidas fuera de nuestras fronteras por un motivo, y es que hicieron un esfuerzo adicional, que otras bandas de su época, a lo mejor mucho más populares, no hicieron. El caso de Subterranean Kids es muy gráfico: en 1988 y en 1990 hicieron dos giras europeas bastante extensas, una de ellas en condiciones bastante malas. Anti/Dogmatikss sólo tocaron en una ocasión en Francia, pero se esforzaron mucho en distribuir de forma internacional su maqueta Rompan Filas, lo mismo que HHH con Sin Identidad, y sin tocar en el extranjero, y apenas sin tocar, realmente, sí que tenían muchos contactos fuera. En ese sentido, creo que el reconocimiento se lo ganó el que supo ganárselo”.

El trabajo de documentación es simplemente espectacular. ¿Tienes alguna metodología para acudir a archivos, etc…? ¿Cómo has podido acceder a ese material? ¿Es todo de tu colección personal?
“Mi metodología es, básicamente, conseguir y utilizar el mejor material posible, así que no sigo un método de investigación específico. En ese sentido soy bastante punk y utilizo lo que tengo, me guío bastante por instinto y por mi interés personal en ciertos temas. A fin de cuentas, esto no es una tesis, ¡y menos mal! He tenido la suerte de contar con un buen puñado de amigos y buenos colaboradores que me han facilitado el acceso a material muy diverso, o que directamente me han puesto sobre la pista de algunas cosas importantes. Es algo que agradezco muchísimo, por eso siempre que me veo en la ocasión, intento hacer lo mismo con gente que está trabajando en sus libros, creo que al final el que se publiquen libros mejores gracias a pequeños gestos es algo que nos beneficia a todos. He ido reuniendo un archivo personal bastante potente, pero creo que lo más importante es estar en contacto con otras personas que puedan, asimismo, echar mano de sus propios archivos en un momento dado. De todas formas, ahora sí que noto que tengo un método algo más ordenado”.

Ruido de Rabia en Andoain (1986). Foto: Aitor Arregi, ‘Txisto’.

Me gustaría saber un poco sobre tus gustos personales. ¿Ha sido complicado para ti mantener una objetividad sobre lo que explicabas? Parece que Ruido De Rabia es una banda por la que tienes especial predilección.
«No creo firmemente en la objetividad, creo que hay que mostrar pasión por lo que te gusta y lo que te disgusta, pero a la vez, tratar de ser justo y respetuoso en todo momento. Mentiría si dijese que me gustan todos los grupos que incluyo en el libro, pero he tratado de seguir un criterio y prestar la debida atención a todas las bandas que lo cumplen. Para ello, a veces he tenido que obligarme a practicar la escucha activa con material que en realidad no me gustaba, aunque fuese en un periodo de unos pocos días, para intentar obtener el máximo de información posible, tal como hago con los grupos que me apasionan. Llamo a esto «El Método», en honor a Stanislavski (risas). Por otro lado, es cierto que siento predilección por Ruido de Rabia, me parecen un grupo muy peculiar, inteligente e incluso surrealista y, por varios motivos, como señalo en el prólogo, sirven muy bien como hilo conductor del relato, tal como podrían serlo Napalm Death en Choosing Death. Otra de las bandas que me apasionan son HHH, con los que personalmente me siento muy identificado, El Kaso Urkijo me parece una banda completamente disparatada y única en su especie, y también me gustan muchos otros como Último Resorte, Frenopaticss, Attak, RIP, Anti/Dogmatikss, Violent Headache Necrophiliac… Muchas bandas para poder mencionarlas a todas. Aparte, tengo que decir que disfruto con muchas otras músicas distintas, claro”.

Siempre se vendió que las escenas de las diferentes ciudades, estaban unidas entre sí… pero siempre parecía haber algún conflicto. ¿Cuál es tu visión de la interacción entre las escenas?
“Los conflictos que ha habido, que hay, y que siempre habrá, porque somos humanos y lo de partirnos la crisma unos a otros es algo que nos mola bastante, se suelen dar entre individuos, grupos o colectivos concretos, no existe ninguna animosidad total entre escenas de regiones distintas, a no ser que estén involucrados otros factores, entre los que se me ocurre el futbol, o cuestiones identitarias y nacionales. En realidad, un rasgo de la cultura de la comunidad underground es que tiende a ser internacionalista, o así debería ser, al menos”.

Aun así, ¿piensas que sin ese tejido de escenas, muchas bandas no hubiesen tenido la notoriedad que tuvieron?
“Desde luego. Si por algo se caracterizan las escenas del punk, el hardcore o el metal, es que crean una verdadera red de apoyo y difusión para sus bandas y colectivos, a través de muy diversos medios. Puede que la infraestructura fuese y sea escasa, pero ahí estaba, y son escenas consolidadas. Otros géneros musicales son mucho más accesibles, tienen una mayor viabilidad comercial e incluso una mayor visibilidad mediática, pero carecen por completo de esta red de apoyo, estas bandas han de buscar otras vías para llegar a un público, de ahí que existan concursos y cosas por el estilo, que resultan tan ajenas e incluso ridículas desde el punto de vista underground. De hecho, aún hoy, hay músicos profesionales que militan en bandas de medio pelo que flipan al comprobar como, por ejemplo, bandas hardcore punk que apenas saben tocar -y que secreta o públicamente consideran una mierda-, son capaces de girar por toda Europa y tener un público y un seguimiento. Creo que es uno de los motivos por los que a veces no se entiende bien el underground: no son sólo bandas que por brutas, crudas, controvertidas o cutres son sólo conocidas por cuatro colgados, si no que el underground es toda una comunidad que se comunica y comparte. Por eso existe también esa ojeriza a las bandas underground que, de pronto, por cualquier motivo, consiguen pegar el salto y se profesionalizan y suben de división: siempre parece quedar la sospecha de si habrán utilizado la infraestructura del underground como carril de aceleración”.

Como cualquier escena underground, al final hay bandas que destacan y se hacen populares. El llamado Rock Radical Vasco, fue el mejor ejemplo de ello, pero las bandas nunca vieron mucho dinero de ello ¿Crees que hubo mucha gente que se aprovechó del momento y de la ignorancia de las bandas en temas de negocios?
“Algunas bandas del RRV tuvieron trayectorias largas y fructíferas, mira a Barricada, La Polla Records o Fermin Muguruza. Suele pasar que las etiquetas que surgen a priori de un fenómeno, como es el caso del RRV, y otras como grindcore o grunge, se las suele mirar con desconfianza porque parecen algo prefrabricado y poco genuino, en el propio underground las etiquetas son más mutables, sobre todo al principio. Al Rock Radikal Vasco se le ha dado bastante caña en ese aspecto, pero también por la participación de la izquierda abertzale en el fenómeno, cuando hasta 1983 había visto todo lo que tuviese que ver con el rock como algo indeseable y extranjerizante. Irónicamente, el RRV resultó un producto completamente autóctono que fue muy influyente, tanto en Euskadi, como en España, como en países de habla hispana, y todo ello sin contar con el apoyo de prensa o radio musical especializada, con lo que estamos hablando de un fenómeno popular. No hay duda de que el RRV creó una infraestructura de la que se beneficiaron incluso bandas que distaban mucho de la etiqueta, así que, con sus pros y sus contras, lo veo como un fenómeno que dio una gran exposición a algunas bandas, y que las que supieron o pudieron hacerlo, se beneficiaron de ello. Evidentemente, no es lo mismo la carrera discográfica que mantuvieron Kortatu o La Polla Records, a la de RIP, mucho más ruinosa y de culto, a la de Tortura Sistemátika, absolutamente underground. Por otra parte, es innegable que, por desgracia, la picaresca parece ser una parte indisoluble de nuestra cultura”.

Me gusta mucho la página de Facebook que has creado de Zona Especial Noise. Va mucho más allá del libro en lo que ha información se refiere. ¿Quieres que sea al final un ente totalmente independiente del libro?
“¡Muchas gracias! Mi intención con la página de Facebook era crear un anexo multimedia para incluir materiales que, por las limitaciones evidentes del formato, no se podían incluir en el libro, como videos, audios, o algunas fotografías o recortes de prensa. También me interesaba subrayar o ampliar algunas cuestiones que aparecían en el libro, o hablar de otras que ni siquiera aparecen. Todo está encaminado tanto al eventual lector como a quien tenga interés en el tema y no haya adquirido el libro. No obstante, no creo que vaya a ser una entidad independiente del libro, aunque sí una herramienta a explorar ahora que estoy trabajando en el segundo volumen”.

Cuesta pensar que sobre lo que has explicado en la primera parte, quede mucho por explicar para una segunda. ¿En que estará centrado el segundo volumen? Creo que te gusta bastante el tema industrial y post punk… ¿pueden ir por ahí los tiros?
Zona Especial Noise es una crónica, así que la segunda parte se dirige hacia el único lugar que puede ir: los años 90. Es una década muy interesante en la que hubo una fuerte explosión underground, y sobre la que en realidad se ha escrito bastante poco, parece que la literatura sobre punk, hardcore o metal termina en los años 80. En la segunda parte aparecerán bandas, una vez más, de corte extremista, hardcore, grindcore, noisecore, industrial, algo de death metal… todo ello contextualizado a su época”.

RICHARD ROYUELA