Si descontamos el disco Synthesis de 2017, en el que Evanescence reinterpretaban algunos de sus temas en clave sinfónica, hacía nada menos que una década que la banda no publicaba material nuevo. Tiempo más que suficiente como para que gran parte de los millones de fans que ganaron con su debut Fallen en 2003 se hubieran olvidado de ellos, y más todavía en una época en que la música se ha convertido en un producto de consumo rápido.
Pero contra todo pronóstico, el nombre del grupo, y en especial el de su lideresa Amy Lee, lejos de desaparecer, se ha convertido en un referente para toda una generación de rockeras que han surgido durante este periodo de ausencia. Pregúntales a Lzzy Hale de Halestorm o Taylor Momsen de The Pretty Reckless, y te dirán que Amy es un modelo a seguir, no sólo como artista, sino como símbolo del empoderamiento de la mujer dentro de una industria todavía dominada por hombres. Que ambas participen en ‘Use Me’, uno de los temas más hímnicos de este disco, no es casualidad.
Pero nada de esto hubiera servido si a la hora de volver al ruedo, Evanescence hubieran entregado un disco flojo. Lejos de serlo, The Bitter Truth es un comeback en toda regla. Quienes en su día se quedaron prendados por la voz de Amy y ese toque gótico, pero accesible, de sus canciones volverán a encontrarlo aquí, pero además también ofrece otros alicientes como para atraer a quienes se acerquen al grupo por primera vez.
Para empezar es su disco más digerible desde Fallen, y aunque las letras siguen la línea introspectiva de The Open Door de 2006 o el homónimo de 2011, la música tiene suficiente empuje como para que no se atraganten. Un aspecto en el que también ayuda la producción de Nick Raskulinecz (Foo Fighters, Deftones) combinando sonidos más orgánicos de los instrumentos con algunos arreglos electrónicos, aunque dejando siempre la intensa voz de Amy en primer plano.
Si bien sus interpretaciones melodramáticas solían rozar el exceso, en este caso encajan de manera más natural con el tono épico, la cadencia y las circunstancias que rodearon la composición de los temas como el fallecimiento de su hermano o la pérdida repentina de un hijo sufrida por el bajista Tim McCord. Afortunadamente, la fuerza de los estribillos de ‘The Game Is Over’, ‘Wasted On You’, ‘Broken Pieces Shine’ o ‘Better Without You’ demuestran que en lugar de rendirse, Amy y su banda no sólo han luchado para salir del pozo, sino que encima lo han conseguido.
DAVID GARCELL