Ah, Japón… país de contrastes. Una sociedad tan moderna como tradicional y retrógrada, capital mundial del freakismo. Una polarización de la que su underground metálico nunca ha podido ni ha querido escapar, exportando algunos de los artefactos más nocivos que nuestras orejas hayan padecido jamás.
Cuatro años después de su primer álbum, Evil contraatacan con otro disco de black thrash a muertísimo. Primeros Sodom, Destruction y Kreator, Sarcófago, ochentas más remotos. Desaster y Nifelheim. Abigail, por supuesto.
Batería disparada en ‘The Cycle Of Pain’ y otra característica importante del cuarteto: su amor por el heavy metal, aquí enterrado entre sonidos apresurados y guarrerismos varios, pero heavy metal al fin y al cabo. ¡Por favor, escuchen esos solos!
Los ladridos del también guitarra Asura nos recuerdan a Körgull The Exterminator, y cuando se aventura con los berridos agudos, son Deströyer 666 los que te vienen a la cabezota. De Körgull, hasta el estilo atropellado tienen… Compruébenlo en canciones como ‘Paramount Evil’ o ‘Hell’s Evil Bells’.
En definitiva, chicha, chicha y más chicha de producción sucia. Heavy de tugurio, que apesta a birra derramada y pis, de bolo de 50 personas cabeceando desde el primer minuto hasta el último. Desmadre, tópicos, malicia tosca y verdad, mucha verdad.
En ‘Raizin’, para empezar, ramalazo Motörhead, y luego, los Iron Maiden de Paul Di’Anno en una misma canción. Éstos últimos vuelven a aparecer en un finalaco como ‘Evil Way Of Live’. ‘Enmaten’, temazo rockero y thrash. ¿En serio se necesitan más razones para pillar esto en vinilo?
Por momentos, Evil se salen. Poco más que añadir… El metal real.
PAU NAVARRA