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EZPALAK – ‘Kolpatu Topatu’

Uno de los valores emergentes de un rock vasco golpea y encuentra.

Foto: Josu Torrealday

Ignoro si los componentes de Ezpalak habrán pasado el COVID a lo largo de este último año, pero si les hubiera dejado efectos secundarios, a primera vista estos únicamente se percibirían en su música. El estirón que han pegado de su primer álbum a lo que se puede escuchar en Kolpatu Topatu es altamente significativo.

Si en su presentación de 2019 el cuarteto de Zestoa apostaba por fijar sus referentes en los 90, en 2021 se han sumado influencias más actuales como el post punk británico de nueva hornada. En otras palabras: ahora en su menú podemos encontrarnos tanto a Nirvana y Sonic Youth como a Idles y Fontaines D.C.

Pero lejos de quedarse en un mero cambio de vestimenta, su personalidad poco a poco se va definiendo con mayor claridad. Su sonido aguerrido sigue ahí, por supuesto. Solo que en ‘Zatoz’, ‘Tristura’ y ‘Banpiroak’ (¿no os recuerda a los Arctic Monkeys de Humbug?) se aprecia más afilado e hiriente que antes, sacando a relucir la experiencia ganada sobre las tablas.

A pesar de ese punto de agresividad adquirido, también encontramos piezas más accesibles y melódicas como ‘Itzala’ o ‘Hegan Edo Hilik’, aunque el grupo continúe percutiendo con convicción. Con este nuevo repertorio, desde luego no cuesta demasiado imaginárselos triunfando en cualquier festival a la que surja la oportunidad.

En muy poco tiempo Ezpalak han sufrido una metamorfosis que les posiciona como uno de los valores emergentes de un rock vasco en constante ebullición. Veremos hacia dónde les llevan sus pasos, pero me sorprendería que de aquí a un tiempo no empecemos a ver su nombre más a menudo.

GONZALO PUEBLA 

BONUS TRACK CON… EÑAUT GAZTAÑAGA (guitarra)

Apenas han pasado dos años entre vuestro primer disco y el segundo. ¿Cómo veis la evolución de Ezpalak en tan corto plazo?
«En el primer disco no nos conocíamos mucho musicalmente y cogimos la década de los 90 como punto en común y a partir de ahí grabamos un disco en muy pocas semanas. Después de estar casi un año presentando el álbum en directo nos dimos cuenta que el grupo sonaba más punk y más rabioso encima del escenario. Hablamos mucho, compartimos influencias y decidimos darle una vuelta de tuerca a nuestro sonido y hacer algo más actual y cañero. Sigue habiendo algo de los 90 pero mezclado con un punto de post punk británico y esa energía que tienen nuestros directos. Es un disco más personal, con más capas, más percusiones y algunos elementos nuevos como los sintetizadores, que en el primer disco no estaban».

Como bien decías, en comparación con el debut, Kolpatu Topatu abandona un poco las influencias noventeras para acercarse a la propuesta de gente como Fontaines D.C. o Idles. Menos americano y, en cierto sentido, más británico. ¿A qué se debe ese ligero cambio?
«Ezpalak se creó en muy poco tiempo y con cierta prisa. La década de los 90 era un sitio muy cómodo donde poner nuestro punto de partida. Pero en la medida en que los integrantes nos hemos ido conociendo mejor, hemos encontrado otras influencias en común con las que nos sentimos aún más cómodos e identificados como grupo. El primer disco es más melancólico y el segundo, aunque mantiene ese aura pop y shoegaze en ciertos pasajes, es mucho más contundente, ruidoso y agresivo. Queríamos que fuera un golpe en la mesa y que se pareciera más a nuestros conciertos. Ha sido algo buscado y trabajado. Nos gusta crear buenas melodías y hacer estribillos grandes, pero a la vez queríamos relucir y destacar nuestro lado sucio y oscuro. Kolpatu Topatu se parece mucho a cómo son nuestros shows y creo que todos en la banda estamos disfrutando del punto a donde hemos llevado Ezpalak. Todas las personalidades del grupo están presentes aquí y eso hace que creamos mucho en lo que tenemos entre manos».

Kolpatu Topatu traducido al castellano significa algo así como «golpear y encontrar».  ¿Significa esto que habéis hallado vuestra propia identidad en este nuevo sonido? ¿O creéis que el grupo todavía tiene mucho por desarrollar?
«Obviamente queremos seguir evolucionando y descubriendo nuevos sonidos, cacharros, pedales, sintetizadores o lo que sea que nos motive y nos llene. Pero ahora mismo estamos muy orgullosos del disco que hemos hecho, de la banda que somos y de los conciertos que estamos dando».

Escuchando estas canciones, es fácil visualizaros tocando en un gran festival. ¿Cómo creéis que podéis encajar en un panorama en el que, por el momento, el retorno de los grandes eventos todavía está en el aire?
«Estamos ansiosos de poder tocar en festivales y grandes escenarios, pero a la vez estamos deseando poder presentar nuestro disco en garitos pequeños y antros con la gente de pie dándolo todo y sudando. Ojalá vuelvan pronto los directos en el formato en el que los conocíamos porque hay ganas de reventarlo todo cuando eso ocurra y estaremos preparados para defender a muerte el álbum, tanto en bares como en grandes eventos».

Además de producir y encargarte de la guitarra, también eres parte principal de otro proyecto muy activo como son Grises. ¿Cómo asumes tu rol en cada grupo? ¿Te resulta caótico por momentos?
«En general estoy cómodo y puedo estar fuerte al frente de los dos proyectos. Lo peor es si coinciden ambas promociones. Ese es un momento duro porque aparte de los dos grupos tengo que tirar de mi estudio de grabación. A pesar de que todo esto a veces es muy estresante, me aporta mucho y no estoy dispuesto a sacrificar nada. Es lo que me hace sentir vivo y no puedo renunciar a ello».

GONZALO PUEBLA