La primera etapa de Failure se desarrolla en la maravillosa década de los 90, aunque ellos nunca a llegaron a explotar como otros coetáneos. Si bien su propuesta no estaba tan alejada de ese grunge que tanto vendía, que maravilló al gran público, solo tuvieron unos minutos de verdadera gloria, los que duran el single ‘Stuck On You’.
En un momento de bandas clones, de músicos buscando desesperadamente encajar en el catálogo de una multinacional, Failure llamaron la atención de Warner siendo ellos mismos. Sin embargo, su calidad musical indiscutible no fue suficiente. Su rock alternativo cubierto de capas shoegazers y salpicado con arrebatos post hardcore ‘solo’ les sirvió para convertirse en una verdadera banda de culto, de esas que tienen pocos pero fervientes seguidores, de esas que otras bandas con más suerte comercial luego reivindican como influencia.
Esta primera etapa se cierra con el lanzamiento en 1996 de su tercer trabajo, el conceptual Fantastic Planet, acaso el mejor con diferencia. Tras la presentación del mismo la banda, entonces cuarteto, se disuelve, según dicen por desavenencias internas.
La banda coliderada por Ken Andrews, convertido con los años en un ingeniero de sonido muy reputado, y Greg Edwards, que nunca dejó de tocar en otras bandas como Autolux, volvió por sorpresa en el 2015 con el interesante The Heart Is A Monster, como trío, ya sin las guitarras de Troy Van Leeuwen (A Perfect Circle, Queens Of The Stone Age), y seguramente mucho más conscientes de sus posibilidades reales.
En esta segunda etapa, claramente la de la madurez, con su propio sello, también se atrevieron a lanzar tres EPs. ¿Por qué no? Los tres títulos se podían leer del tirón y todo adquiría un sentido: In The Future Your Body Will Be The Turthest Thing From Your Mind. Con todo, faltaba algo más para darle una coherencia a esa pila de composiciones e interludios, y se echaba de menos la puntería y el atractivo de aquel Fantastic Planet.
La banda que completa el batería Kellii Scott presentan ahora Wild Type Droid, un sexto trabajo de estudio bastante más breve de lo habitual: 10 temas en apenas 40 minutos. El traje de astronauta gigante de la portada podría ser interpretado como un guiño al arte de ese icónico Fantastic Planet, y ciertamente tiene más cosas en común con ese trabajo lleno de grandes canciones que con el anterior, tan evocador como inconsistente.
Y es que dudo mucho que sus seguidores puedan sentirse decepcionados con la misteriosa ‘Water with Hands’, la progresión melancólica de ‘Long Division’ o el estribillo envuelto en guitarras espaciales marca de la casa de ‘Mercury Mouth’; imposible decir una mala palabra de dos piezas tan bellas e inspiradoras como la acústica ‘Bring Back the Sound’ y la tierna ‘Half Moon’, la balada introspectiva encargada de cerrar un disco notable que probablemente pasará desapercibido al no contar con el músculo de una gran discográfica. Sea como sea, Wild Type Droid es un disco a la altura de la leyenda y eso es lo más importante.
LUIS BENAVIDES