The Expendables, traducida aquí como Los Mercenarios, es el título de una película de 2010 en la que se reunieron algunos de los nombres principales del cine acción como Sylvester Stallone, Jason Statham, Dolph Lundgren y Bruce Willis, entre otros. No lo tengo confirmado, pero me imagino que haciendo un poco de coña con la etiqueta de superbanda que se usa al hablar de ellos, Fake Names han bautizado su segundo álbum como Expendables.
Y es que a pesar de que las letras del grupo tienen un contenido político y social -no podría ser de otra manera siendo Dennis Lyxzén de Refused el encargado de escribirlas y cantarlas- todo en Fake Names transmite una mayor ligereza tanto respecto a su banda principal, como a las que el resto de los implicados han tocado a lo largo de los años. Para los despistados ese ‘resto’ lo forman Brian Baker (Minor Threat, Bad Religion, Dag Nasty), Michael Hampton (S.O.A., Embrace), Johnny Temple (Girls Against Boys, Soulside) y Canty (Fugazi, Rites of Spring). Casi nada.
Teniendo en cuenta su currículum, su debut de 2020 sorprendió por el enfoque mucho más melódico de sus canciones. «Un punto de encuentro entre el punk rock y el power pop», escribí entonces en la reseña, y básicamente es lo mismo que volvemos a escuchar aquí. Diez canciones que en poco más de 28 minutos van al grano y no buscan reinventar la rueda que antes hicieron girar Undertones, Buzzcocks o The Damned.
A ratos se ponen un poco más intensos como en la inicial ‘Targets’, más garajeros en Delete Myself’, en otras más poperos como en ‘Go’, o se acercan al rollo Social Distortion en la ‘vaquera’ ‘Madtown’. El nivel de los temas es consistente, sin que ninguno sobresalga especialmente. Lo único es que tienes la sensación que la excitación que sentirías al ver a estos cinco interpretándolos delante de tus narices no consigue trasladarse del todo al disco.
No es que sea peor que su debut, pero el hecho que tampoco sea mejor, hace que Expendables, sea precisamente eso, un poco más prescindible.
JORDI MEYA