La versión instrumental que Fires In The Distance han lanzado hace unos días de su segundo álbum Air Not Meant For Us, publicado en abril, nos brinda una excusa perfecta para recuperar uno de los mejores discos que ha salido este año. Si entras en otoño con ánimo triste, escucharlo te ayudará a sobrellevar la estación depresiva por definición… o a hundirte en la miseria todavía más.
Teniendo en cuenta que las seis canciones originales ya contaban con largos pasajes instrumentales, no sé muy bien qué habrá llevado al cuarteto de Connecticut, bajo la batuta de su líder espiritual y compositor de la banda Yagor Savonin, a publicar una versión sin las pistas de voz del guitarrista Kristian Grimaldi y el bajista Craig Breitsprecher. Sea cual sea su motivación, nos permite disfrutar, casi por igual, de un un álbum majestuoso y épico que te adentra en un viaje atribulado cargado de aflicción y tormento.
En todo caso, en esta versión instrumental todavía queda más a la vista la belleza de un sonido que en ocasiones te hace pensar en los Paradise Lost más lentos, en otras en los Swallow the Sun primigenios o en los Amorphis más densos, pero siempre con esa personalidad desbordante de Fire In The Distance.
La continuación de Echoes of Deep November, es la confirmación de que Fires In The Distance es una de las bandas a tener más en cuenta en la escena del death doom melódico más preciosista. La melancolía que emana su sonido, la colección de riffs absolutamente adictivos y los solos de guitarra solemnes conjuntados con las voces guturales, o sin ellas, y una base rítmica consistente, te hará perder la noción del tiempo y disfrutar de los parajes -si los hubiera- más insospechados de la tristeza.
Seis piezas que te sumergen en un viaje de no retorno, en el que los detalles minuciosos se van descubriendo a medida que repites escuchas. Desde la inicial ‘Harbingers’ a la final ‘Idiopathic Despair’, pasando por los nueve minutos gloriosos de ‘Crumbling Pillars Of A Tranquil Mind’ o ‘Psalm of Merciless’, la banda va superponiendo capas en las que destacan las preciosas líneas de teclados y los arreglos orquestales.
‘Adrift, Beneath the Listless Waves’, situada en el ecuador del disco, ya aparecía como una instrumental en el disco original, pero sigue destacando por la colaboración de James Tomedi de Burial In The Sky a la guitarra.
En la final ‘Idiopathic Despair’, Fires In The Distance despliegan todo el arte que llevan dentro en otros nueve minutos soberbios, deambulando por un medio tiempo, tras un interludio orquestal, para lanzarse sin dejar prisioneros en un in crescendo que da un nuevo significado a la épica.
A pesar del minutaje de las canciones y del barroquismo desplegado, el álbum pasa en un periquete y es accesible, aunque pudiera parecer lo contrario. Uno de los must de este año. Una maravilla de 50 minutos que no deberías perderte.
JOAN CALDERON
