Causa un poco de vértigo pensar que en F8 es ya el octavo disco de estudio que Five Finger Death Punch publican desde que debutaran en 2007 con The Way Of The Fist. Más teniendo en cuenta que, al menos a mis ojos, siguen siendo un grupo relativamente nuevo.
Pero en estos 13 años transcurridos la banda ha crecido y se ha expandido hasta límites insospechados, actuando ya en Europa en grandes pabellones que hasta ahora sólo llenaban en Estados Unidos y convirtiéndose en el grupo de rock más escuchado en las plataformas de streaming sólo por detrás de Metallica y AC/DC. ¿Pero en qué méritos se sustenta su imparable ascenso más allá de una determinación casi militar que les permitió hasta superar el periodo de turbulencias provocados por los problemas de adicción de su cantante Ivan Moody? Es una pregunta que después de escuchar F8 sigue en el aire. Lo que está claro es que están aquí para quedarse y que, como con el coronavirus, todavía no se ha inventado la vacuna para pararles.
Al igual que en sus anteriores álbumes, Five Finger vuelven a aplicar en F8 la ley del mínimo común denominador para llegar al máximo de público posible. En su sonido confluyen influencias del groove metal (‘Inside Out’), del nu metal (‘Full Circle’), del thrash (‘Bottom Of The Top’) y del modern rock más comercial (‘A Little Bit Off’), todas buscando ese calculado equilibrio entre la agresividad y la accesibilidad que tanto dominan. Todo perfectamente ejecutado (no se puede negar que son grandes músicos), pero con muy poca alma o riesgo. Por supuesto, tampoco faltan esas baladas como ‘Darkness Settles In’ o ‘Brighter Side Of Grey’ que a buen seguro les asegurará sonar en las radios de su país.
Nada que no hayas oído antes y nada que no vayas a escuchar en su siguiente trabajo en un par de años. Y es que dada su mentalidad de blockbuster, podría decirse que la banda no graba discos sino secuelas. Si eres fan de la saga, estás de enhorabuena, pero si no, mejor que busques en otro lado.
DAVID GARCELL