Cuando Garbage debutaron en 1995, en el inicio de la caída del movimiento alternativo, parecían unos nuevos Blondie de finales de siglo. Su debut era refrescante, excitante, nuevo. Cogían las estructuras de las remezclas y las filtraban hasta hacerlas canciones de pop sugerente, que ya te remitían en los arreglos a un grupo grunge que al trip hop de Massive Attack.
Shirley Manson demostró ser tanto una letrista como creadora de melodías vocales más que notable. Sólo con las caras B de ese álbum podrían haber facturado otro disco para recordar. Pero el efecto fue diluyéndose por cada lanzamiento que sacaban, publicando discos buenos (pero no eternos) hasta Beautiful Garbage. O no había canciones y sí sonido, como en su penúltimo disco y terrible disco Strange Little Birds, o había canciones pero no su inherente sonido tan marcado en ellas (su sonido estaba, pero como ejercicio de estilo).
Me asombra las grandes críticas que sus últimos tres discos, el reseñado aquí incluido, han recibido. Si en su debut Shirley miraba hacia el interior, aquí mira al exterior, y saca una obra que refleja el zeitgeist que vivimos: canciones reivindicativas contra el capitalismo, el sexismo, el efecto nocivo de las instituciones religiosas, etcétera. Todo muy loable. Pero las canciones, que aquí sí hay, son, siendo generosos, mediocres.
Se te quedan unos días, pero a la semana te apetece pillar el vinilo/ CD o casete y ponerlo en la estantería para que acumule polvo. Que sea más sugerente el segundo CD que en una edición especial han sacado, dice bastante de esto. En ese segundo CD hacen una hermosa (aunque innecesaria) versión de ‘Starman’ de Bowie o colaboran con Exene Cervenka y John Doe. Y aunque no sea memorable, sabes que algún día lo rescatarás si eres die hard fan del grupo, como servidor lo fue, y a pesar de todo, lo sigue siendo. Algo que no pasa con No Gods No Masters.
Buen intento, pero lo siento Butch, Shirley y cía., habéis perdido la oportunidad de resarciros tras dos álbumes totalmente olvidables, y no. Es un disco, efectivo según te pille tu sentido del ánimo, sí. Tanto como mediocre.
IGNACIO REYO