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GENGHIS TRON – ‘Dream Weapon’

Proyecta la sombra amenazante de una tecnología que ha escapado de nuestro control.

A los grupos suele molestarles que se cuelgue etiquetas a su música, pero hay que reconocer que algunas de ellas son bastante creativas, incluso divertidas. Es el caso de Genghis Tron, a quienes en su momento se les clasificó como Nintendocore; un concepto que no dice nada, pero lo sugiere todo. Pero fuera quien fuese al que se le ocurrió ese término tendrá que pensar uno nuevo porque en Dream Weapon la banda va por otros derroteros.

Que en su tercer álbum nos encontremos con un sonido distinto al de antaño tiene toda su lógica, teniendo en cuenta que han pasado 13 años de su anterior trabajo -el muy recomendable Board Up The House- y porque la formación ha sufrido algunos cambios. Así, ahora acompañando a Hamilton Jordan (guitarra) y Michael Sochynsky (teclados), encontramos a Tony Wolski como vocalista, sustituyendo a Mookie Singerman, y al batería Nick Yacyshyn (Sumac, Baptists). Y su presencia se nota.

El primero tiene un estilo vocal mucho menos agresivo que su predecesor, y el segundo rompe con el toque mecánico que antes les proporcionaba usar una caja de ritmos, y puntualmente deja algunos redobles de aúpa, si bien el grupo sigue apostando por un impregnar sus canciones de un aire sintético. Y es que en Dream Weapon, los de Poughkeepsie se alejan de postulados más cercanos a los The Dillinger Escape Plan para poner en la primera línea los sintetizadores, y ofrecer algo así como un disco de synthwave progresivo.

Canciones como ‘Pyrocene’ o ‘Alone In The Heart Of The Light’ bien podrían utilizarse para la banda sonora de una película futurista en la que los humanos se han convertido en adictos a la realidad virtual, mientras el mundo a su alrededor se desmorona. Las melodías susurrantes y lánguidas de Wolski, parecidas a las que emplean los grupos de shoegaze, suenan como ecos de una conciencia que se va apagando, mientras que la instrumentación que lo envuelve proyecta la sombra amenazante de una tecnología que ha escapado de nuestro control.

Excelentemente secuenciado, el disco te va sumergiendo en un estado casi hipnótico que sólo se rompe por algunos arrebatos más metaleros en ‘Dream Weapon’ y la final ‘Great Mother’ -para mí la joya del álbum- que nos recuerdan que, pese a su evolución, Genghis Tron todavía pueden ser devastadores cuando se lo proponen.

JORDI MEYA