Muchos son los artistas que consideran el tercer disco como el más complicado. A menudo es el disco con el que tienen que acabar de convencer, de que las presuntas buenas sensaciones mostradas hasta entonces, no eran flor de un día. Si hay algo de lo que puede presumir Germán Salto, es precisamente de habernos ofrecido siempre composiciones imperiales, canciones hechas con mimo, trabajadas con sentido común y conteniendo eso que es tan difícil de encontrar hoy en día: melodías para recordar.
Repasando sus dos anteriores obras (Salto, 2014 y Far From The Echoes, 2017) para encarar la reseña de este nuevo álbum, nos damos cuenta que pocas cosas han cambiado en el universo del cantautor madrileño. Tan solo su conversión total al castellano como lengua para expresarse en su obra sea el aspecto más destacable, pero por lo demás todo sigue en su sitio.
Su intachable labor como compositor nunca ha sido óbice para tener que esconder sus evidentes influencias, y esto no ha de verse como algo peyorativo, más bien todo lo contrario. Que alguien posea la suficiente destreza y capacidad, para acercarse a los terrenos de compositores tan gigantescos como Tom Petty, Harry Nilsson, George Harrison o Burt Bacharach sin caer en el más espantoso de los ridículos, no es fácil y nuestro hombre basa sus canciones en los conceptos de esos monstruos. Y lo hace con pasmosa facilidad regalándonos auténticas perlas de ese pop basado en el poder de la canción. Quizás por ese lado sí que nos encontramos con algún cambio. De factura más minimalista y cristalina, los ecos psicodélicos del pasado están aquí mucho más escondidos.
Solo alguien con las ideas tan claras, podría incluir dos versiones tan diferentes de una misma canción. ‘Solo El Tiempo’ nos ofrece en su primera opción una gema pop de luminosas guitarras acústicas y un estribillo embaucador. La segunda posee una grandilocuencia y épica absolutamente grandiosa gracias a esos arreglos de cuerda tan brillantes. Mismo concepto, diferente visión, con resultados totalmente opuestos y en ambos casos muy interesantes.
‘Nada Que Hacer’ es puro Harrison, posee una cadencia casi delicada en las voces solo rota por un centelleante solo de guitarra que eleva la canción a otro nivel. Conforme avanza la audición te vas convenciendo que estás ante la reivindicación final de un artista realmente especial ¿Su mejor trabajo hasta la fecha? Probablemente sea así. ‘Cuando No Tenías Sed’ suena positiva y enérgica, a pesar de que su texto hable de la cada vez más exasperante estupidez humana y si hablamos de ‘Arde, Humo Y Desaparecer’, deberíamos comentar que seguramente estemos ante una de esas composiciones, donde se asoman los ecos de los Beach Boys más desconocidos. Escucha sus arreglos casi orquestales y te aseguro que te sorprenderás.
Germán Salto, uno de nuestros valores en alza más en forma. Una maravilla que ojalá tuviera la repercusión que merece, aunque en estos tiempos de obscenas tendencias infladas hasta la extenuación, mucho me temo que una vez más, se quedará como un secreto entre los cuatro de siempre.
ANDRÉS MARTÍNEZ
