Si algo ha demostrado Tobias Forge en todo este tiempo es ser un tipo que sabe medir al milímetro cada paso que da. Incluso los hechos que parecen escapar fuera de su control siempre acaban jugando a su favor.
Recordemos que la gira del cuarto álbum de Ghost, Prequelle, finalizó el 3 de marzo de 2020 en Mexico City con la investidura del Cardinal Copia como el nuevo Papa Emeritus IV. Curiosamente, aquel disco estaba inspirado por la Peste Negra que asoló a Europa durante el siglo XIV. Y justamente una semana después de aquel concierto final… bueno, ya conocemos todos la historia, ¿verdad?
Casualidades de la vida o no, Tobias reaparece ahora con una obra que trata en parte sobre el auge y caída de los imperios cuando estamos asistiendo en directo al conflicto armado entre Ucrania y Rusia. Casi cuesta creer que no tenga una bola de cristal para adivinar el curso de los acontecimientos como si se tratara de un Aleister Crowely de nuestra época, al que precisamente homenajea en la portada de Impera.
Dejando la política y la sociología a un lado y entrando en lo meramente musical, esta nueva colección de temas vienen a suponer el asalto definitivo de Ghost a las ligas, no ya de pabellones donde están más que asentados, si no de grandes estadios. No es algo que pille de nuevas viendo su evolución desde Meliora y, tal como pudimos comprobar en su última visita por España, es un movimiento que tiene todo el sentido del mundo. Haciendo bueno el lema de las Olimpiadas, Impera es una versión más rápida (sustitúyanlo aquí por inmediata), más alta y más fuerte de todo lo que el grupo ha venido apuntando desde 2015 en adelante.
Haciendo las funciones de prólogo, ‘Imperium’ recuerda a esas intros que tantas veces hemos escuchado en las grandes obras de la historia del metal. Guitarras acústicas dibujando arpegios que pronto se verán cruzadas por su réplica en versión eléctrica, redobles de tambor y una producción bigger than life que te da la bienvenida a su particular mundo de fantasía. Es entonces cuando ‘Kaisarion’ asesta el primer golpe directo al mentón. Rápida, potente, melódica, vibrante… Lo que viene siendo un temazo en toda regla, vamos. Esto no ha hecho más que empezar y ya te tienen pillado por la entrepierna.
Si antes hemos dicho que Impera es arena rock en estado puro, desde luego no hay época que refleje mejor todo aquello (con lo bueno y lo malo) como los 80. En esa década es dónde parece haberse inspirado más que nunca nuestro adorado Papa en esta ocasión. Y sí, hay tics y clichés usados una y mil veces a lo largo del género que aquí encontraremos a patadas. Pero a diferencia de otros aspirantes al trono, Ghost saben ejecutarlos como ninguna otra banda de su generación, jugando casi al límite del reglamento para no caer en la parodia.
Ahí tenemos ‘Spillways’ con unos teclados que parecen anunciar que ABBA y Toto están a punto de entrar de un momento a otro por la puerta cogidos de la mano. Los suecos nunca han ocultado su cara más pop sin renunciar a las guitarras y aquí tenemos otro hitazo para añadir a la colección. No cuesta imaginarse a Emeritus calzando mallas mientras se monta en El Coche Fantástico. ¿Nostalgia gratuita? Probablemente. ¿Horterismo exacerbado? Tal vez. ¿Irresistiblemente efectiva? Ni lo dudes.
Hubo quién se quejó de que en Prequelle empezaba a haber más azúcar del deseado. Pues bien, la cuota de guitarras está más que cubierta esta vez. Empezando por una ‘Watcher In The Sky’ que destaca por encima del resto con insultante autoridad. El riff cabalga sobre un ritmo marcial firme e imparable hacia un estribillo tan tremendamente sencillo como glorioso con el que alzar el puño bien alto. A la que te despistes ya se habrá instalado en tu sesera sin intención de abandonarte durante una buena temporada. Si tienes a Van Halen y Def Leppard en un pedestal, ‘Griftwood’ te robará el corazón como si se hubiera publicado 40 años atrás. Y en ‘Call Me Little Sunshine’ vuelven a abrazar momentáneamente la oscuridad en un tema que camina como aquellos medios tiempos que tan bien sabían escribir Metallica en los 90.
Pero aunque cueste creerlo, también hay algún instante en el que el álbum se resiente. Ya es difícil mantener un nivel de excelencia tan alto, pero no está de más señalar que ‘Hunter’s Moon’ no acaba de llamar tanto la atención al presentar varios trucos ya antes vistos en el playbook de Ghost. O que la tan cacareada influencia reggaetonera de ‘Twenties’ finalmente no sea para tanto. De hecho, me resulta más fácil imaginármela en una peli de Tim Burton por sus coros y vientos pomposos que perreando en la pista de baile. Insisto, no son malos cortes, pero seguramente sean los más «prescindibles» del lote.
Por suerte, el asunto se vuelve a animar en la recta final. Con semejante título, no hace falta ser un lumbreras para adivinar que ‘Darkness At The Heart Of My Love’ es el baladón del álbum. Como si fuese la hermana pequeña de ‘He Is’ pero con aún más vocación de himno para estadios. Otro acierto al igual que ‘Respite On The Spitalfields’ que navega entre las luces y las sombras en un cierre de álbum por todo lo alto. Si tanto el solo central como el de despedida te hacen pensar en los Use Your Illusion de Guns N’ Roses, tranquilo porque no es ninguna alucinación, sino que esta gente va así de sobrada.
De verdad que con los primeros adelantos temía que este fuese a significar el primer tropiezo de una carrera hasta ahora siempre en ascenso. Pero que va. Ni de coña. Aunque al contrario que otros compañeros de los medios, no me atrevería a colocarlo como su mejor obra y mucho menos recién salido del horno. En ese sentido, Meliora me sigue pareciendo su punto cumbre, con el que consiguieron convertir a los haters en acérrimos (aquí entono el mea culpa sin ruborizarme) al tiempo que fueron capaces de mantener a buena parte de una fanbase que les ha acompañado hasta aquí. Aún así, no hay duda de que estamos ante otro gran paso de gigante en su carrera hacia la dominación mundial.
Todavía quedará algún fan despistado soñando por que los tiempos del occult rock 70’s del ya lejano Opus Eponymous vuelvan algún día. Pero amigas y amigos, la liga que aspiran conquistar Ghost no es la de Tribulation o Graveyard, sino la de cualquiera de las bandas míticas citadas a lo largo de esta reseña. Si en la pasada década dominaron como pocos ese hueco cada vez más vacio del rock dentro del mainstream, todo hace indicar que en los próximos años les veremos reinar por todo lo alto sin apenas competencia. Con discos tan bien paridos como Impera, es solo cuestión de tiempo.
GONZALO PUEBLA