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Godzilla: Rey De Los Monstruos

La escombrera.

No quisimos darnos cuenta en su momento. El esfuerzo de Warner y Toho en la puesta al día de la criatura más emblemática de Japón, a pesar de una buena recaudación, molestó a muchos sub-humanos que preferían ver a gente disfrazada peleando entre maquetas de ciudades. Llegados a este punto, en el que hemos pasado del “Godzilla sale poco” al “Ese dinosaurio está gordo” con el siempre bien traído “Siempre llueve y es de noche”, llega a nuestros cines Godzilla: Rey De Los Monstruos, la película que la gente quiere ver.

Mientras aún seguimos lamentando que películas tan notables como Dredd o Hellboy sean masacradas sin piedad (o sin razón) o incluso mutiladas por las propias distribuidoras, en un lamentable ejercicio de mercantilismo chapucero, películas como la nueva apuesta del Monserverse de Warner y Legendary pierden cualquier rasgo de personalidad y alma al servicio de una taquilla internacional que poco tiene que ver contigo y conmigo. Al igual que con la terrible corriente de entretenimiento que piensa más en China que en Cercedilla, pero con mucho menos sentido de la autoparodia (y mira que aquella tenía poco), el otrora prometedor Michael Dougherty se estanca en una tormenta de malas ideas y decisiones estéticas de dudoso gusto que seguro ha arrancado carcajadas en China.

Todo en Godzilla: Rey De Los Monstruos es fluorescente. Al menos todo lo que no está envuelto en nubarrones o tempestades. O en fuego. Porque aquí hay muchas explosiones.

El sentido de la maravilla deja sitio al sinsentido, en una película aburrida, ridícula, con un casting donde los actores más aburridos del mundo se encargan de soltar parrafadas sin sentido o con demasiado sentido, (sobre)explicando al detalle todo lo que su guión de dos horas y cuarto no puede contar con imágenes o soluciones visuales. Una verdadera lástima teniendo en cuenta que la película anterior, la notable Kong: La Isla Calavera, desbordaba aroma pulp por los cuatro costados de la pantalla.

Hoy Godzilla es más torpe que nunca. Y no me refiero al monstruo.

Puro cine trash sin el conocimiento necesario para hacerlo disfrutable. Miedo me da cómo de grande pueda sentarle el traje de blockbuster al Godzilla vs. Kong de Adam Wingard, otro director más acostumbrado a plazas más chiquititas.

MIGUEL BAIN