El quinteto francés ya nos empezó a enseñar la patita a través de la puerta con A Maze Of Recycled Creeds sobre cuál sería la evolución compositiva de la banda tras el cambio de imagen. Explorando territorios más calmados y abrazando la tendencia progresiva que tan buen resultado les ha dado en 2018 a otras bandas como Rivers of Nihil o Revocation. Combinando momentos de brutalidad extrema con momentos oscuros y calmados, explorando nuevos registros de voz rasgados en estribillos como en el corte homónimo, empaquetado en la siempre inconfundiblemente esquizofrénica marca Gorod.
Para los que no estéis familiarizados con la banda, los franceses tienen una manera muy personal de enfocar los riffs melódicos frenéticos más técnicos acompañándolos de patrones de batería por momentos salseros que te retuercen el cerebro la primera vez que te los encuentras.
Este nuevo plástico es un paso adelante en su gran asignatura pendiente: la consistencia compositiva en los cortes. Capaces del mejor riff y la peor estructura para acompañarlo, de un puente brillante seguido de un estribillo sin pies ni cabeza, en este trabajo han conseguido organizar sus ideas de una manera mucho más lógica, haciendo que todas las canciones del álbum tengan interés y no te desconecte.
Una experiencia redonda, con momentos oscuros maravillosos, con momentos del gran groove que exporta normalmente su país sin perder la brutalidad y el gran gusto por el mejor death metal.
ABEL VALDELVIRA