Militarie Gun son indirectamente a quienes debemos la existencia del nuevo disco de Gouge Away. La invitación que los californianos les brindaron el año pasado para que abrieran un concierto suyo en Portland, reactivó a un grupo que estaba atravesando un bache creativo.
El impacto de la pandemia y el hecho de que sus componentes tuvieran que buscarse la vida fuera de la música y ahora vivan desperdigados en tres estados (Florida, Georgia y Oregón) provocó que el futuro de Gouge Away estuviera en entredicho. Pero gracias a la energía que sintieron en ese concierto les hizo ver que merecía la pena ponerse las pilas e intentar completar su tercer álbum. Es así como cinco años y medio después de Burnt Sugar aparece este Deep Sage que merece devolverles al epicentro de esa nueva escena hardcore post Glow On mucho más abierta y heterogénea.
Que tomen su nombre de una canción de los Pixies ya era una pista definitiva, pero es que al igual que otras bandas que están regenerando el estilo, Gouge Away tiene en la música de los 90 una de sus principales fuentes de inspiración. Pero si Scowl, por poner un ejemplo, han tirado más hacia el rock alternativo de Hole o L7, Gouge Away lo han hecho hacia el lado más indie de Sleater Kinney, Sonic Youth o PJ Harvey. Como resultado nos encontramos con unos temas menos pegadizos e inmediatos, pero más interesantes en lo musical.
Burnt Sugar ya constató que la banda había abandonado la velocidad y la agresividad propia del hardcore como parte de su identidad, y en Deep Sage profundizan aún más en esa dirección apostando más por la pesadez y las disonancias del grunge y el noise. Sin trampa ni cartón, el disco fue grabado en directo por Jack Shirley, que ya hizo de ingeniero en el anterior, situando el nervio y el dinamismo de las interpretaciones por encima de unas composiciones más desdibujadas en cuanto a estructuras. En cuanto a sonido estrictamente, me parece de lo más logrado que he escuchado en mucho tiempo.
Uno de los aspectos que marca la evolución en este disco es la variedad en los registros vocales de Christina Michelle. Sin bien en ‘Stuck In A Dream’ nos encontramos con su característica rabia, a lo largo del disco apreciamos que le ha cogido el gusto a recitar más que a gritar y a dibujar pequeñas melodías que se abren hueco entre los acoples de guitarra que van estallando en los dos canales y la contundente pegada del batería Thomas Cantwell.
Desde luego quien busque un disco de hardcore ortodoxo no lo encontrará, pero quien esté dispuesto a dejarse sorprender, dudo que se sienta defraudado una vez entre en él. Ya sea con la energía frenética de ‘Spaced Out’ o ‘The Sharpening’, la muy Sonic Youth ‘Deep Sage’, con la voz sincopada y el ritmo marcado por un shaker, las palmas de ‘Overwatering’, la visceralidad de ‘Idealized’, donde incluso recuerdan a nuestras Mourn, o el toque shoegaze pop de ‘Dallas’, este es un álbum que te devuelve con creces el tiempo que le inviertas.
JORDI MEYA
