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GRAVEYARD – ‘6’

Un tono más pausado y menos inmediato en contraposición a capítulos previos.

Hace tan solo unos meses la publicación de un nuevo álbum de Graveyard habría llamado mi interés, pero no me hubiera emocionado como antaño. A pesar de que su discografía no conoce de tropiezos alarmantes hasta la fecha, desde hace algún tiempo venía apreciando cierta dejadez en el campamento de los suecos. Especialmente en sus directos, dónde se veía a una formación funcionando a medio gas y con el piloto automático.

Pero las percepciones y sensaciones de uno pueden cambiar en tan solo un instante. Eso mismo fue lo que ocurrió cuando el pasado mayo asistimos a su notable actuación en el Kristonfest, despejando cualquier tipo de duda sobre su estado de forma y aumentando la expectación de cara a un inminente nuevo trabajo de estudio. Unas expectativas que se han visto colmadas con 6.

Como ya nos advirtió su guitarrista Jonatan Larocca, esta sexta entrega se caracteriza por un tono más pausado y menos inmediato en contraposición a capítulos previos. El contraste es todavía más acusado si lo comparamos con el rocoso Peace de 2018, seguramente su obra más contundente, pero que al mismo tiempo adolecía de una falta de dinamismo que aquí han subsanado.

‘Godnatt’ actúa como idónea puerta de entrada, pues su propio título (‘buenas noches’ en sueco) advierte del tono nocturno que alberga buena parte del contenido. Nuevamente, la orgánica calidez en la producción de Don Ahlsterberg (sin duda el hombre que mejor sabe entenderles, y eso que llevaban sin trabajar juntos desde Lights Out) se deja notar beneficiando a la voz de Joakim Nilsson, la cual se desliza a través de una agradable sensación envolvente. En cambio, ‘Twice’ hace las veces de pieza rockera y sencilla, funcionando para darle el impulso necesario al álbum en sus primeros compases.

Porque es con ‘I Follow You’ cuando el asunto comienza a ponerse serio de verdad. Como si fueran dos canciones en una, la primera parte resulta inquietante, pero poco a poco el tempo va subiendo hasta atraparte casi sin que te des cuenta. Hablábamos de que este era un trabajo marcadamente reposado y en ‘Breathe In Breathe Out’ hayamos uno de los momentos más destacados. Cuenta con dulces coros femeninos de inclinación soul, un teclado de fondo que invoca el espíritu de los Doors más chamánicos y una banda que conduce el tema con absoluta confianza hacia un desarrollo resuelto de forma soberbia sin necesidad de apresurarse. Hasta cuándo toca desacelerar, lo hacen con toda la clase que atesoran. Directamente me atrevería a situarla entre sus mejores baladas.

‘Sad Song’, la habitual aportación del bajista Truls Mörck, prolonga la atmósfera taciturna en un corte de estilo crooner con arreglos de piano y cierto aroma de melodía elegantemente torturada. Sin llegar a desentonar del todo con la tónica general, ‘Just A Drop’ se encarga de inyectar algo de nervio preparando el terreno para un tridente final de temas a cada cual mejor. ‘Bright Lights’ logra hipnotizarte poco a poco con esa simple línea de guitarra que te va meciendo según avanza. En ‘No Way Out’ los coros souleros regresan al terreno de juego para finalizar bien arriba. Y con ‘Rampant Fields’ bordan otro cierre que va encendiéndose cada vez más hasta culminar en una salida bluesera que desearías que no tuviera fin

Es este un disco para escucharlo a la vieja usanza, alejado del ruido y ajetreo del metro o un atasco en hora punta. Hazme caso: disfrútalo en la tranquilidad del hogar y a poder ser con una buena copa a mano. Puede que tardes un par de escuchas más de lo habitual, pero créeme que solo es cuestión de tiempo que acabes dándote cuenta de que Graveyard lo han vuelto a hacer una vez más. Seis de seis.

GONZALO PUEBLA