Pese a que Father Of All Motherfuckers no era un disco tan malo como algunos dijeron -de hecho, tenía algunas canciones bastante chulas- es evidente que la sensación general es que Green Day necesitaban dar en la diana con su próximo lanzamiento si querían mantener su estatus entre los grandes del rock. Empezando por la propia banda.
Aprovechando que este año se cumple el 30 aniversario de Dookie y el 20 de American Idiot, el grupo parece haber tomado sus dos discos más populares como puntos de referencia a la hora de crear, y vender, su nueva obra. La vuelta de Rob Cavallo, productor de ambos, después de más diez años sin trabajar juntos, y la voluntad de dotar al álbum de un mayor empaque -hemos pasado de los 26 minutos de Father Of All… a los 46 de Saviors y han recuperado algo de contenido político-social en temas como ‘The American Dream Is Killing Me’ y ‘Living In The ’20s’-, amén de una campaña promocional a gran escala han conseguido el objetivo de crear el marco mental de que, efectivamente, Saviors está destinado a ser un «disco esencial» dentro de su catálogo, tal como nos explicitaban en nuestra reciente entrevista.
¿Pero lo llegará a ser realmente? Cuesta trabajo creerlo, ya no por su contenido o porque Bille Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool pasen de los 50 -el edadismo penaliza en el mundo del de rock- sino porque el contexto hace prácticamente imposible que cualquier disco merezca ese calificativo. Y no hablo de millones de copias vendidas, sino de impacto cultural. La atomización del panorama musical va directamente en contra de que una obra consiga crear una experiencia colectiva o universal como para que marque a un generación. A menos que te llames Taylor Swift, la omnipresencia ha pasado a mejor vida.
Lo que sí es Saviors es un disco altamente disfrutable que recupera viejas sensaciones con guiños a todas sus eras, pero ejecutadas con la energía de una banda, que aún teniendo el estómago lleno, todavía tiene hambre. ‘The American Dream Is Killing Me’, una mezcla entre ‘Minority’ y ‘Know Your Enemy’, ‘Look Ma, No Brains!’, puro punk pop super vitaminado, ‘Dilemma’, logrado acercamiento al power pop de Nimrod; la simplona, pero pegadiza ‘Bobby Sox’ con Billie Joe aludiendo a su bisexualidad sobre una secuencia de acordes muy Weezer, o las más elaboradas a nivel melódico y de estructura ‘Strange Days Are Here To Stay’ o ‘Fancy Sauce’ son argumentos para que cualquier fan de Green Day pase un muy buen rato escuchándolo.
Las canciones son suficientemente cortas como para que incluso las más flojas, ‘One Eyed Bastard’, con un riff fusilado de ‘So What’ de P!nk, o genéricas, ‘Corvette Summer’, un ejercicio de AOR rock demasiado previsible, pasen rápidamente sin cortarte el rollo. Sin ser un disco largo, ni que sea haga largo, que no es lo mismo, es inevitable pensar que con un poco de tijera hubiera ganado.
No es que haya tropiezos graves, pero temas como ‘Coma City’, con un interesante final en plan The Who, el medio tiempo ‘Goodnight Adeline’, con ese toque Oasis y un estribillo que recicla el riff de ‘When I Come Around’, ‘Living In The ’20’s’ o la beatleliana ‘Suzie Chapstick’, sin ser para nada malas canciones, resultan algo redundantes respecto a las ideas que presentan en otras. Posiblemente lo más fallido sea ‘Father To A Son’, una balada con un buen sentimiento, pero que, como pasaba con ‘Wake Me Up When September Ends’, peca de demasiada grandilocuencia como para que consiga emocionarte.
Sinceramente creo que a estas alturas sería poco realista esperar un disco mucho mejor de Green Day que Saviors, pero se agradece que al menos la banda se haya esforzado por conseguirlo.
JORDI MEYA