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GYOZA – ‘It Never Rains But It Pours’

Si antes se centraban en su lado más explosivo, aquí se adentran en el más atmosférico.

13 de marzo de 2020. Justo dos días antes de que empezara el confinamiento, Gyoza veían como su segundo largo, Early Bird, salía a la calle. Una fecha con cierto recuerdo agridulce para el combo catalán que en las siguientes semanas vería como le resultaría inviable presentar un trabajo por el que había apostado muy fuerte.

Crítica del disco 'It Never Rains But It Pours' de GyozaEn los dos años transcurridos desde entonces, los barceloneses apenas pudieron actuar en contadas ocasiones, añadieron un quinto miembro con Isaac Valdés como tercer guitarra y teclista, y vieron marchar a Antonio Postius para darle la bienvenida a Marina Berlanga tras la batería. Demasiados acontecimientos para que no se acabaran notando en su siguiente trabajo.

It Never Rains But It Pours es la respuesta de Gyoza a un período convulso a todos los niveles, tanto externos como internos. «Fifteen days have past. I’m still at home», canta Adriá Marva en la inicial ‘Inside The Lair’ en clara referencia a aquellas semanas en las que todos sus sueños saltaron por la ventana. De igual manera, el tema termina estallando con la potencia que les caracteriza en un robusto riff. Lo mismo sucede con el melódico single ‘Bitter End’, que a pesar de su cadencia más amable finaliza con la banda bien arriba.

Hasta aquí todo en orden, pero será a partir de ‘I’ve Seen Them Coming’ cuando comenzaremos a apreciar el renovado sonido de la formación. No es que hayan cambiado sustancialmente sus influencias, ya que en según que momentos todavía pueden recordarte a Muse, Nine Inch Nails o Deftones. Lo que ocurre es que si antes se centraban en su lado más explosivo, aquí se adentran en el más atmosférico. Ya habían dejado pistas de ello en Early Bird, pero a buen seguro que el fichaje de Isaac les habrá ayudado a profundizar en ello.

Esa vertiente se puede comprobar mejor en ‘Ulterior Masters’ (repleta de teclados ambientales) o una delicada ‘El Porvenir’ en la que sorprenden atreviéndose con el castellano. Para compensar, ‘As Close As It Gets’ y ‘Sidecar’ traen de vuelta el imponente groove de sus guitarras, aunque de una forma más sútil. Y en ‘More Ghosts Than People’ y ‘Double Cross’ juegan con esa dualidad a pesar de que siempre acaben pisando el acelerador.

En conclusión, Gyoza no logran noquearnos del mismo modo que lo hicieran con sus dos primeros álbumes, pero sí consiguen abrir nuevas rutas por las que transitar en el futuro. Un paso adelante en una evolución que aún puede dar mucho de sí.

GONZALO PUEBLA