Aunque nos duela, y seguramente a ellos mucho más, será difícil que Halestorm alcancen la liga de las grandes arenas a estas alturas de su carrera. Y eso que tras el éxito en 2012 de su segundo disco The Strange Case Of… todo indicaba que el cuarteto estaba destinado a dar ese paso adelante, cada día más difícil para las bandas de rock.
Pero tras el fallido intento del infravalorado Into The Wild Life, donde se acercaron al pop para llegar a un público más amplio, Halestorm decidieron volver a lo que más les gusta: ser una banda de hard rock en la tradición más clásica del estilo. Y ahí, siguen demostrando una y otra vez que son infalibles. En directo son incontestables, el carisma de Lzzy Hale está muy por encima de la media, y sus discos no muestran signos de flaqueza. El anterior, Vicious (2018), y este Back From The Dead son ejemplos de su fortaleza.
Creado desde la angustia existencial de la pandemia, este es un álbum de caída y redención, un trabajo sincero en el que Hale se muestra más pletórica que nunca, reivindicándose como una de las vocalistas de rock más poderosas de su generación.
Aunque la producción de Nick Raskulinez es algo artificial por momentos, esos riffs de guitarra agradecerían un tratamiento más orgánico, en Back From The Dead nos encontramos a una banda moviéndose con total confianza tanto en la agresividad de ‘Wicked Ways’ o ‘My Redemption’ o ‘The Steeple’, un himno para su vuelta a los escenarios en el que canta «Este es mi reino, esta es mi catedral, este es mi castillo, este es mi campanario», como en la paz con baladas como ‘Terrible Things’ o ‘Raise Your Horns’, que cierra el disco con otra llamada a la comunión con sus fans acompañándose de un piano.
En definitiva, su quinto álbum confirma que con sus riffs potentes y sus estribillos gigantescos, Halestorm saben jugar a lo que se supone que debe ser el arena rock en 2022… aunque el arena rock apenas exista en 2022.
RICHARD ROYUELA