Nunca marcaron el camino y solo destacaron en contadas ocasiones, con sus dos primeros trabajos para ser exactos, pero los estadounidenses Hawthorne Heights siempre han estado ahí desde la explosión del emo pop en los primeros dosmiles con el Bleed American de Jimmy Eat World a la cabeza.
Pocas bandas de la época siguen en pie y mucho menos haciendo lo mismo que entonces, y solo por eso ya merecen mis respetos. Ajenos a las modas imperantes, los autores de ‘Ohio Is For Lovers’, uno de sus temas más recordados, incluido en su debut, del 2004, han mantenido una línea más o menos en todos sus trabajos, que no son pocos. El título de este nuevo trabajo, el octavo, lo dice todo. Siempre con nubarrones sobrevolando sus cabezas, siempre tremendistas, JT Woodruff huyen de las melodías luminosas de la costa oeste. La luz y las palmeras solo tienen cabida en la portada.
El disco arranca con un “me hundo como una piedra, estoy perdido en el fondo del océano” y acaba con un “no dejes escapar tu corriente, nos hundimos”. Las letras tienen un tono confesional, lamentan errores del pasado y recuerdan con pena amores pasados. Y es que los miembros de Hawthorne Heights han perdido pelo y ganado dioptrías, pero con cuarenta palos siguen siendo unos emocoretas y solo encuentran la inspiración en los días lluviosos, las zonas más oscuras y los momentos más amargos.
Este disco de post hardcore accesible y emotivo, producido de manera impecable por Cameron Webb (Alkaline Trio, NOFX), cuenta con la participación de tres amigos y compañeros de aventuras. Así, en el tema inicial, ‘Constant Dread’, encontramos los berridos de Brendan Murphy, cantante de Counterparts, con el que compartieron Warped Tour en el 2017. William Ryan Key, de los desaparecidos Yellowcard, otra joyita de los dosmiles, hace lo propio en un medio tiempo punk pop titulado ‘Seafoam’; pero sin duda me quedo con los coros del inconfundible Anthony Raineri de Bayside en una balada poderosa como ‘Spray Paint it Black’.
The Rain just Follows Me es ya su segundo trabajo de estudio del ahora cuarteto de Dayton con Pure Noise —el tercer largo si contamos el disco de descartes y versiones de Lost Frequencies de 2019— pero nos transporta a sus primeros pasos, auspiciados con el controvertido sello Victory Records, que vio en ellos otra the next big thing y acertó solo a medias.
LUIS BENAVIDES
