Con esto del revival del rock hay que ser muy cuidadoso, que si uno se pasa de la raya le puede ocurrir lo mismo que a Greta Van Fleet, y nadie quiere tener la misma cantidad de seguidores que de detractores. Por suerte hablamos de Horisont, una banda sueca que si bien emula el sonido de los 70 también desprenden la autenticidad y talento que muchos de sus compañeros de juego no demuestran. No sólo dejan notar sus influencias, también aplican una profunda pasión y conocimiento sobre lo que hacen, lo que les dota de carácter propio.
Es posible que Sudden Death sea considerado su obra maestra, no por nada lo han estado marinando los últimos tres años consiguiendo cosas como que las melodías de piano tengan mucho más peso en un género dominado totalmente por las guitarras. El gran mérito de Horisont vuelve a salir en este LP: conseguir que su sonido no sólo sea audaz y descarado, sino que complemente con una gran claridad todo lo que hace grande al blues rock: armonía, luz y distorsión en su medida justa.
Lo cuidan todo tanto que la producción de su sexto trabajo bien podría haberse grabado en los 70, sin notarse ni pizca de la era digital. Pero eso no significa que no decidan aprovechar las bondades de la actualidad en la fluctuación comprimida y dispersa de la batería o ese sonido penetrante de los teclados.
Horisont han entendido bien que esto no va sólo de mirarse en el espejo de los demás, sino de crear una propia imagen basada en una gran etapa del rock’n’roll con guiños al hard (‘Pushin’ The Line’) o el AOR (‘Free Riding’) que recuerdan a Blue Oyster Cult, Boston o Rainbow.
Les ha dado por experimentar un poquito, y por ejemplo tenemos una canción, ‘Graa Dagar’ en sueco que hace que el dulce idioma agregue otra dimensión de suavidad y magia. También tienen al final del álbum encontramos una ‘Breaking The Chain’ con sonidos del espacio exterior filtrados por un sintetizador retro que sin duda logran romper cadenas, arriesga y sale airosa. De su nuevo trabajo podemos concluir que vuelve a ser poco convencional y muy interesante.
JORGE FRETES